¡Histórica
presentación! Con los miembros originales Brian May y Roger Taylor más Adam
Lambert, 5000 personas celebraron con uno de los mejores recitales de todos los
tiempos en esta ciudad.
RECITALES
Por Néstor Pousa
Por Néstor Pousa
Podría asegurarse que Brian May y Roger Taylor
resolvieron acertadamente la continuidad de Queen
tras la pérdida de su miembro insignia Freddie
Mercury. Está claro que como él no hubo, ni habrá otro, pero a juzgar por
la performance que pudimos chequear en vivo el pasado domingo 27 de septiembre
en Orfeo Superdomo, Adam Lambert es
el indicado para ocupar (jamás podría hablarse de reemplazar) el lugar que dejó
vacante el insuperable frontman.
En los últimos tiempos ya nos hemos
acostumbrado a ver bandas iconos del rock con sensibles bajas en su personal. Deep Purple sin Blackmore, Yes sin Anderson, ni Wakeman, Zeppelin sin John Bonham, Roger Hodgson
sin Supertramp; hasta Les Luthiers perdió a Rabinovich. Pero Queen sin Mercury, ¿no sería demasiado?
Llegó el día del concierto y una vez instalados en el estadio, sólo con observar la estructura que se había montado sobre el escenario nos arrojaba indicios de que estábamos a punto de ver un espectáculo superlativo, digno de aquellos a los que nos acostumbró el Queen en su
etapa de gloria. El gran telón que pendía del techo simulaba un enrejado que
custodiaba celosamente lo que había detrás. Una larga pasarela intervenía la
pista, finalizando en una plataforma circular de la que oportunamente
emergerían un sofá, un guitarrón acústico, una banqueta y un set completo de
batería. El comienzo se demoraba en relación a la hora pactada (20.30),
circunstancia que no hacía más que acrecentar la expectativa, porque estábamos
a punto de ser testigos directos de la primera presentación de Queen en Córdoba,
un privilegio que años atrás ni siquiera hubiéramos imaginado.
Es cierto que el dato de un nuevo cantante inquietaba, pero las dudas desaparecieron definitivamente a las 21.35. A esa hora la enorme transparencia colgante permitió adivinar una silueta de largos cabellos rizados que arremetía con un agudo riff de guitarra, al tiempo que el telón caía y se esfumaba como por arte magia. Fue el primer shock y la certeza de que definitivamente algo grande iba a ocurrir. Allí estaba el 50% de la formación original, los fundadores de la leyenda, Brian May y Roger Taylor; ya sin Freddie Mercury, ni John Deacon, el primero por obvias razones, el segundo por propia decisión. Este Queen modelo 2015 es un sexteto que se completa con un bajista en el lugar de Deacon, un tecladista estable que desobliga al resto de esa función y un percusionista adicional de nombre Rufus Tiger Taylor, hijo de Roger.
El
comienzo con One visión fue
arrebatador y demostró que las canciones de Freddie no podían estar en mejores
manos que las de Adam Lambert, que
consiguió el milagro de respetar el espíritu original pero imponiendo su propia
impronta, una impensada ecuación artística que neutraliza cualquier incómoda comparación.
Lambert se mueve con apabullante personalidad y sin complejos a todo lo ancho y
largo de la escena. Es tremendamente extrovertido y su imagen magnetiza; sus
modos y su vestuario (no menos de cinco cambios por show) rozan ligeramente lo kitsch. Pero atrás de toda esa
parafernalia de luces, sonido y efectos bombásticos hay una banda de rock que
suena orgánica y poderosa, un cantante con un registro, sustain y afinación notables, al
servicio de una lista de clásicos que no se le escapan ni al menos entendido. Another one bites the dust, Fat bottomed girls, Crazy little thing called love y Somebody to love suenan en directo tan contundentes como siempre. Hay un momento en el que Lambert exacerba su
histrionismo, es durante la brillante Killer
Queen que recostado sobre un sofá como una glamorosa diva (el género es pertinente) entona
con exagerada ambigüedad otro de los grandes clásicos de la banda.
Promediando el espectáculo aparecen los momentos solistas. May se dirige al público en un correcto castellano, previo a hacerse cargo de una bella versión de Love of my life, está solo con su guitarra de 12 cuerdas en la inmensidad del espacio, hasta que la gigantesca pantalla oval nos devuelve la imagen de Freddie Mercury entonando la coda de su canción. Ese instante conmueve, pero no suena a artilugio efectista, sino a poner en claro que el cantante sigue vivo en el corazón de la banda.
A su turno Taylor se despacha con un solo de batería y demuestra en vivo que sus dotes como instrumentista exceden lo que funcionalmente aporta a la banda. Luego será el protagonista de otro momento emotivo, mientras el tapiz de imágenes muestra a Queen en su juventud, el ex baby face que hoy luce como un viejo lobo de mar entona These are the days or our lives. Tras estas digresiones emocionales el show retoma su curso más previsible con el enésimo cambio de ropa de Lambert y una nueva seguidilla de hits. Under pressure, I want to break free, Who wants to live forever. Brian demuestra sus incuestionables virtudes de guitarrista eléctrico en un larguísimo y poco convencional solo. El rock and roll estalla con Tie your mother down con el joven Rufus a bordo de la batería principal. Temas como Radio Gaga y I want It all transforman al Superdomo en un majestuoso y gran video clip en vivo con el público como partícipe necesario, mientras la banda prepara un grand finale con Bohemian Rhapsody. Instancia que finalmente resuelven con Freddie otra vez desde las pantallas alternando estrofas con Lambert, quien no se olvidó de agradecer el lugar que le cedieron en la banda. No hubo necesidad de insistir por bises, era de cajón que We will rock you y We are the champions iban a cerrar un evento que confirmó que la corona de Freddie se encuentra a buen resguardo.-
Lugar: Orfeo
Superdomo
Fecha: domingo
27/09/15
Asistencia: 5000 personasLas fotos que ilustran esta nota fueron tomadas por Sebastián Fissore
https://www.facebook.com/SebaFissoreFoto
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