viernes, 17 de mayo de 2013

Black Amaya: “Yo era la oveja negra”

Una emisora de radio de FM que solamente pasa clásicos de rock, un bar  escondido en una pequeña localidad de Traslasierra y un baterista prócer del Rock en Castellano.                                                                                                   

PERSONAJES

Por Néstor Pousa

Siempre que me voy a dar una vuelta por Traslasierra lo primero que hago es sintonizar la FM Triac (90.1 MHz), una emisora de radio que alejada de los mandatos del mercado, transmite durante las 24 horas, exclusivamente clásicos del Rock Argentino e Internacional. Ni bien bajás por el sinuoso Camino de las Altas Cumbres hasta su finalización, doblás a la izquierda y empezás a recorrer la Ruta 14 que conecta Nono, Las Rabonas, Los Hornillos, Quebrada de los Pozos y Villa de las Rosas, y se te suben al auto por los altavoces del equipo, músicos que difícilmente vas a escuchar en otra radio. King Crimson, Led Zeppelin, Jimi Hendrix, Bob Dylan, Cream, Color Humano, Emerson, Lake & Palmer, Deep Purple, Aquelarre, Creedence, Manal, Yes, Vox Dei, son sólo algunos de los artistas del menú de esta broadcasting serrana que no pierde el tiempo en anunciar los títulos de los temas, ni armar programas con locutores de impostación afectada; lo que escuchás es esa vieja música de locos con apenas algunos jocosos separadores y tandas comerciales en el mismo estilo. El oyente no es un actor pasivo, ya que participa a través del teléfono programando la música y opinando sobre todos los temas que se le ocurran. Los mensajes son dejados en el contestador automático (La oreja de Triac), y luego reproducidos en su totalidad, sin cortes, sin censura y sin editar, generándose una forma de interactividad que es marca registrada de esta radio.
La FM Triac, también conocida como La FM de la Costa y que su isotipo es un dinosaurio, está dirigida por Mario Ferrarese, su creador; pionero de la radio alternativa en 1970, en Hurlingham, partido del Gran Buenos Aires. Precisamente fue en ese lugar del oeste bonaerense donde nació en 1986 la primera FM Triac, que aún sigue emitiendo. En 1998 Mario se mudó a Traslasierra para que el proyecto adquiriera su formato definitivo en la agreste localidad de Los Hornillos. El inefable Mario, hoy convertido en un personaje de la zona, desde hace 15 años apuesta a este modelo de radio no convencional y que solamente pasa la música que a él le gusta, pero ad referéndum de los oyentes, con los que tiene una coincidencia del tipo alcoyana-alcoyana. (Escuchá FM Triac acá: http://www.raddios.com/fmtriac-radiosonline-fm-triac-fm-901-cba-arg).

Esta noche toca Black. Fue escuchando La Triac que me enteré que aquel fin de semana tocaba Black Amaya en Cielito Lindo. Juan Carlos Amaya es un baterista prócer del Rock en Castellano. El Negro Black para los amigos (porque de joven siempre se vestía de negro) integró dos bandas emblemáticas que definieron el sonido de los años 70’s: la primera formación de Pappo’s Blues, con Pappo y David Lebón (luego acompañaría al Carpo con intermitencias durante muchos años, en las diversas reencarnaciones del mítico trío). Y la otra Pescado Rabioso, junto a Luis Alberto Spinetta, David Lebón y Carlos Cutaia. La cuestión era ubicar el lugar de encuentro porque, aunque los datos eran precisos, en lo profundo de la noche las dudas siempre se amplifican. Al final no fue tan difícil llegar a Cielito Lindo, un barcito con onda ubicado a dos cuadras de la ruta, a la altura del dispensario de Los Hornillos. Allí te recibe Pablo, quien es a la vez: dueño, recepcionista, acomodador, bartender, cajero y toda otra función que tenga que ver con la logística del lugar. También es quien contacta a los artistas que allí se presentan. Esa noche Black Amaya y La San Luis Acústica, banda que con formato cuasi unplugged recorrería los clásicos del rock de todos los tiempos. En la antesala del show empieza diciendo que hacía mucho tiempo que quería tocar allí, y no sabía por qué no lo llamaban, tal vez el respeto que su figura inspira era lo que intimidaba a Pablo. Hasta que se animó, y ahora el percusionista es un número habitual del bar. Esta formación alternativa en formato acústico está integrada en su totalidad por músicos puntanos, a excepción de su hijo Agustín, al que le fue inculcado el amor por los parches y acompaña las canciones con bongó y pandereta. Black no canta, pero alrededor de su batería se desarrolla el concierto que empieza a recorrer clásicos del rock. Su experimentado toque y su modo de contar historias hacen muy atractiva la velada. Se escuchan: Tema de Pototo de Almendra, La Balsa en la versión original de Los Gatos, Presente una de las más bellas canciones de Vox Dei, Necesito un amor de Manal y Rebelde de Los Beatniks (Moris / Pajarito Zaguri); que operan como un minucioso relato de los inicios del Rock en Argentina. Una segunda fase trae Mañana campestre escrita por Gustavo Santaolalla para Arco Iris, y confiesa: “Este tema a mí antes no me gustaba, porque nosotros éramos pesados. Ahora es uno de los que más me gusta tocar”. Algo similar le ocurre con Canción para mi muerte de Sui Generis. De Fito Páez dirá que más allá de no compartir algunas declaraciones, es un gran músico que escribe obras como la elegida, Polaroid de locura ordinaria. De Cerati contará que cuando lo conoció en persona, lo sorprendió pidiéndole un autógrafo para el veterinario de su pueblo. La música que inspiró este movimiento será representada por The Beatles con I’ll be back y Eight days a week y Bill Halley con su legendario Rock around the clock. Un apartado especial para uno de sus primeros compinches, Norberto “Pappo” Napolitano, con versiones de temas que nuestro mayor héroe de la guitarra transformó en éxitos: Blues Local y Ruta 66.
Desde hace algunos años Black mudó su domicilio a la tranquilidad de Concarán en San Luis, distante a 95 km. de Los Hornillos, pueblo donde nació su padre y sus abuelos paternos. Este fue uno de los grandes cambios que experimentó en su vida. El otro se evidencia cuando alguien del público, en típica señal de cortesía, le ofrece un vaso de cerveza y todos sus músicos exclaman un “Nooo”, exagerado. Él, con la calma que le da haber pasado de esa vida de estrella de rock, cuenta que hace diecisiete años que no prueba una gota de alcohol. El show se prolonga y la gente no admite que tenga que terminar. Hubo un momento crucial: el del homenaje a Spinetta, en donde el relato se tensa: “Con Luis es con quien más aprendí. Al principio discutíamos mucho, éramos muy jóvenes, ambos teníamos 22 años. Discutíamos porque yo no quería tocar otra cosa que no fuera rock y blues. Yo era como la oveja negra y el Flaco era medio ‘fifi’. Mucho tiempo después, en su casa, mientras él me preparaba un té, le digo: ‘Luis, tengo que pedirte disculpas’, me miró y me contestó: Esta todo bien”, así sellaron su relación de tantos años. Tal vez por eso fue que los temas más logrados del show fueron los de Pescado Rabioso, la banda que juntos integraron, allá en los comienzos de los años 70’s.-