lunes, 20 de junio de 2011

Charly García: no digas todo

Charly actual: formal y cortés 
El bicolor y su banda volvieron a ofrecer en Córdoba una performance confiable y previsible, muy distinta a lo que ocurría sólo pocos años atrás. ¿Vos cuál García preferís?

RECITALES

Por Néstor Pousa © 2011

Hubo un tiempo que no fue ni tan hermoso, ti tan lejano, en el cual el nombre de Charly García era mala palabra para los productores de espectáculos.
Y si no que lo diga José Palazzo, uno de los principales productores de nuestro medio, a quien no hace mucho tiempo atrás el bicolor no hacía otra cosa que traerle dolores de cabeza cuando aquel insistía en agendarle fechas.
Repasemos: en el verano del 2003 en el Festival Cosquín Rock en la Próspero Molina, Palazzo se veía obligado a modificar los horarios del sábado porque García en Buenos Aires no salía de su cuelgue y perdía todos los vuelos regulares que debían depositarlo a tiempo en tierras cordobesas. Una vez aquí exigía para su show excentricidades tales como un sillón de dentista que luego descartaría por una silla de ruedas. Cuando esto pasaba todos corrían para complacerlo, aún el mismísimo Perro Emaides, por entonces socio de Palazzo en la productora.
Al año siguiente en el mismo escenario casi provoca una tragedia de proporciones cuando en uno de sus berrinches se quejó del sonido, se negó a tocar, pidió más plata y la plaza del folklore casi ardió en llamas, con los organizadores al borde del infarto. Resultado: el festival de rock y sus mentores fueron desterrados de la capital de folklore.
Al año siguiente, de estreno en la Comuna de San Roque, el insistente Palazzo se anima nuevamente a contratarlo y programa la primera fecha del Cosquín Rock 2005 en su nueva locación con un show gratuito del ex Sui Generis. El horario del concierto estaba anunciado para las 19 hs., en un espectacular atardecer de febrero y con 35.000 personas esperándolo. Charly en otra de sus actitudes poco profesionales de entonces se dignó a aparecer recién a la medianoche, justificando su nuevo capricho con una humorada: “Yo no llegue tarde, Uds. vinieron temprano”.
Su último show en la capital cordobesa de ese período no iba a ser distinto, ocurrió en el estadio cubierto del Club Gral Paz Juniors, como era habitual empezó a la hora que a él le vino en ganas, tocó un par temas, lo interrumpió abruptamente y se fue. La gente lo esperó sabiendo que su ciclotimia en algún momento lo haría volver. Volvió y se peleó con un asistente de escenario que le devolvió agresión por agresión. La imagen fue reproducida por todos los noticieros, otro escándalo de Charly ganaba los titulares.
Lo anecdótico fue que la producción del concierto había impreso en los tickets una leyenda que anticipaba No hacerse responsable por la hora de comienzo del show, ni por la duración del mismo. Increíble pero real. Así y todo, sus fans siempre le respondieron, cada nueva desconsideración del músico a sus seguidores aumentaba su capacidad de convocar.
Para entender un poco mejor como era un día en la vida de García, sugiero la lectura de su biografía titulada No digas nada (edición actualizada 2007) escrita por el periodista Sergio Marchi. Punto y aparte.

Pero la vida de Charly cambió una vez que alguien se dio cuenta que más abajo del infierno no había nada. Apareció la figura tutelar de Palito Ortega y la historia se mediatizó a tal punto que alcanzó hasta a los no iniciados en el Mundo Charly. La historia es conocida por todos, y hoy mucho más apetecible para periodistas como Chiche Gelblung y los magazines de la tarde, que para los especializados en música como Claudio Kleiman o Alfredo Rosso.
Desde entonces la polémica sobre el artista empezó a girar en torno a otro eje. ¿Cuál Charly García preferís? Aquel que arrastraba su escuálido cuerpo hacia la autodestrucción, o este apacible regordete más cerca de la jubilación que de la revolución.
Para los que lo quieren en serio, no existe tal disyuntiva, prefieren un Charly vivo aunque aletargado por el tratamiento que lo contiene, y no un Charly muerto o archivado en un manicomio. Su obra es demasiado inmensa como para que termine así.
Es esa obra, la de su etapa solista en los 80’s, los hits adolescentes de Sui Generis o la madurez al frente de Seru Giran, lo que justifica que todavía se suba a un escenario, como ocurrió el sábado 18 de mayo en el Orfeo Superdomo de Córdoba. La excusa era presentar Kill Gil, disco que es una especie de precuela en esta saga, ya que existía en digital y bajable desde la web, pero que la falta de nuevas composiciones apuraron su aparición en formato físico.
Las falencias vocales que el líder manifiesta en directo tratan de ser disimuladas por una banda potente que integran históricos como el Negro García López y el Zorrito Quintiero, y la completan el trío de chilenos que a fuerza de rodaje lograron integrarse con precisión. Ya no está Hilda Lizarazu, una figura clave, y en su lugar aparece Rosario Ortega, hija del Palo. Sea este un gesto de agradecimiento o no, su desempeño en vivo por el momento no está a la altura.
Este nuevo Charly confiable y demasiado previsible, que ahora cumple los horarios, que dirige la prueba de sonido y completa sus shows, es un león herbívoro que se las arregló para seguir en la ruta a como dé lugar. Pero tengo la sensación -y también la esperanza, porque no- que no está todo dicho y que no ha perdido su capacidad de sorprendernos. Es una condición está en su naturaleza, habrá que estar atentos.-

 


lunes, 13 de junio de 2011

Litto Nebbia: padre del rock de acá

Un gato en la ciudad... de La Falda
El exilio y el regreso, el Rock Argentino, Los Gatos, fueron algunos de los temas que tocamos con el creador de “La Balsa”.

ENTREVISTA

Por Néstor Pousa © 2011

Aparece por la puerta del ascensor del gran hotel con nombre de barco y se dirige directamente hacia mí. “¿Sos vos, no?”, me pregunta. Será simple intuición, o se acordará por la entrevista que le hiciera hace ya varios años atrás en la sala de la malogrado Cine Teatro Gran Rex.
Como sea, él es él, sin dudas. Félix Francisco Litto Nebbia, uno de los músicos contemporáneos más influyentes de nuestro medio, y un gran conversador que siempre te agota la cinta del grabador analógico. De las muchas cosas que hablamos, reproducimos aquí lo más importante de esta entrevista exclusiva en L a Falda.

-¿Cómo fue que se produjo tu exilio en los 70’s?

“El tema de porque te prohibían o te ponían en una lista negra no era sólo porque te encontraran con una ametralladora, era la actitud o el pensamiento que vos tuvieras. Yo soy un tipo muy parlanchín, muy expuesto, muy de decir las cosas que pienso, y lo que pensaba no tenía nada que ver con la actitud militarista de estos tipos. De pronto hubo una época en que no podía tocar en ningún lado. Había mucha autocensura, ibas a grabar un programa a Canal 9 y te decían: ‘Disculpá, pero llegó una orden de arriba que no podés estar acá’, y nunca sabías quien daba la orden, ni cual era la razón. A los tres días tenías un programa en otro canal, y en ese canal ya se habían enterado que vos eras un bicho raro y ellos mismos te prohibían. En la radio no te pasaban, ya tenía discos donde habían tachado temas como ‘Despertemos en América’ o ‘El otro cambio los que se fueron’ que estaba censurado…”

-¿Lo censuraban por la letra, por el título?

“Sí, sí, pero por todo lo que vos escribieras y que tuviera que ver con una perfección del ser humano, ya eras como un enemigo”.

-No hacía falta hablar de política para que te prohíban

“No, no. Y así fue que esto se empezó a poner más agudo, me seguían por la calle, y esto fue creciendo a lo que ya sabemos cómo terminó. Y llegó un momento en que me volví loco, no tenía un mango, vendí un piano Fender, me compré un pasaje y me fui”.

-¿Por qué elegiste México?

“Tenía dos lugares para ir, México o España, porque yo pensaba ir a un lugar donde pudiera seguir haciendo lo mío. Me decían andáte a EEUU porque con lo que vos sabés de música de películas, ahí la pegás. Pero yo no quería irme para pegarla y tener que cambiar la letra de mis canciones, y entonces me bajé en México. Y la verdad que tuve suerte porque los mexicanos son muy solidarios, muy buena gente, y aunque en ningún lugar te vas sentir como en tu casa, mucho menos si te tuviste que rajar, allí me sentí protegido y empecé a componer y dar conciertos”.

-Y cuando volviste reimpulsaste tu carrera, y surgieron una cantidad de canciones que tuvieron una gran popularidad.

“Yo trate de venir de la manera más natural posible. Nunca me gustó utilizar la cosa política con el tema de la música. Tampoco quería hacer un recital del tipo ‘Regresa del exilio’, no quería mezclar las cosas.

-Pero volviste y acá había ocurrido un fenómeno con el rock.

“Bueno, ocurrió una cosa pero que no fue exclusivo mío, que tiene que ver con la música en sí. En realidad este rock que inventamos es el único rock hispanoparlante original que hay sobre todo el planeta, modestia aparte. Y si bien siempre fue un género ansiado masivamente, nunca nadie le quiso dar legitimidad. Pero pasó tanto tiempo, resistió tantas cosas, que empezó a tener más cuerpo, nadie se imaginó nunca que iban a perdurar las canciones, o que iba a ser un negocio grande como es hoy en día. Hoy en día (el negocio) ya se pasó de mambo para mí, ok, no importa. Pero a poco más de 40 años de que se inició, se transformó en una tercera corriente musical auténtica de este lugar, junto con el tango y el folklore”.

¿Recordás el momento en que se te reconoció como el padre del Rock en Castellano?

“Siempre hubo una mención, pero por el éxito que tuvieron Los Gatos que fue el grupo que dio la patada para que pudieran salir grupos de otros estilos como Almendra y Manal. Con Los Gatos íbamos a tocar a Bolivia y había 40.000 personas en épocas en que no existían los mega conciertos, no había infraestructura, no había equipos, ni sonido y todo sonaba como el orto, pero estaba el fenómeno de la gente”.

La relación de Litto Nebbia con La Falda es extensa y profusa. En las últimas tres décadas tocó en momentos y lugares emblemáticos de esta ciudad: en el Festival de Rock, en el pub Atelier, en el Cine Gran Rex y hasta en la desaparecida Disco Gregor. Pero hay un lugar que Litto no recordará. “¿Toqué en el Hotel Edén?”, se pregunta con sorpresa este ícono de nuestra música, “Mirá que locura, me había olvidado que también toqué ahí”.-
Foto: N. P.