jueves, 27 de febrero de 2014

Pedro Aznar en La Falda, aquí y ahora

Aznar volvió a La Falda
El multifacético instrumentista agotó la capacidad del Auditorio Municipal como hacía mucho tiempo un músico de rock no lo hacía. En su regreso a La Falda eludió hablar del pasado y se concentró en su presente.

RECITALES

por Néstor Pousa

Hubo dos instancias en la visita de Pedro Aznar a La Falda, una fue la conferencia de prensa realizada en la previa del show y la otra propiamente el show que ofreció esa misma noche. Era el mediodía del viernes 14 de febrero y la prensa estaba citada en el hotel de avenida Edén al 700 donde desde la noche anterior se alojaba el músico. Durante la concurrida rueda con los periodistas Aznar dejó conceptos muy interesantes sobre la música y otras cuestiones afines, pero se negó enfáticamente y eludió todo intento cuando se trató de hablar de momentos no tan recientes de su valiosa carrera: “Ah no, para atrás ya está, ya fue”, cerró secamente y en el límite de la descortesía. Esto sucedió cuando empezamos a recordar las anteriores visitas de Aznar a La Falda, época en la que formaba parte de Seru Giran junto a Charly García, David Lebón y Oscar Moro. Pedro dijo no recordar absolutamente nada de su paso por el Festival Argentino de Música Contemporánea, al que acudió en su primera y tercera edición, años 1980 y 1982, respectivamente. Sin embargo, y en relación a este ciclo, expresó: “Nos solían tirar cosas, creo que tenía que ver con la extraña relación que tenía Charly con Córdoba por aquellos años, era una relación de amor-odio muy particular, y la ligábamos los cuatro. Con Seru nos tiraban pilas”, afirmó sin dudar y sin dar derecho a réplica. Y aunque se equivocó en este punto, ya que no fue en La Falda el episodio de los pilazos a Seru, instó a los presentes a cambiar de tema, denotando cierto fastidio que nadie pretendió hacerle padecer. Todo lo contrario, ya que a partir de allí la conferencia se transformó en algunas preguntas y otros tantos monólogos laudatorios hacia la figura del artista.

Afortunadamente en horas de la noche la imagen del mediodía cambió por otra mucho más amable, Pedro se manifestó en un recital a la altura de las expectativas y con una asistencia acorde a sus últimos antecedentes. Hay que decirlo: Pedro Aznar agotó por mérito propio la capacidad del Auditorio Municipal como hacía mucho tiempo un músico de rock no lo hacía y, afortunadamente, en este caso sin necesidad de exagerar en las cifras oficiales.
Luego de un año -el 2013- en el cual se dedicó a difundir su obra en formato solista -solo con sus instrumentos frente al mundo- para La Falda retomó su trabajo junto al quinteto en lo que fue su primer show del año en esta modalidad. La misma banda que lo acompañó en su presentación del Cosquín Rock del verano pasado, estuvo aquí, en la que fichan: Julián Semprini en batería, Coqui Rodríguez en guitarras, Alejandro Oliva en percusión y Tomás Fares en teclados. Este show debe tomárselo como la puesta a punto de la banda en lo que será un año con mucha actividad y por lo tanto el repertorio elegido estuvo acorde a eso. Fue, como el mismo Aznar lo anunció previamente, un recorrido por toda su prolífica carrera, aunque se notó la supremacía de dos excelentes discos de estudio como lo son Ahora -facturado en 2012- del que se escucharon el intenso Panteras de polvo; una zona de baladas con Par (¿tributo a Harrison?) y Rencor, y el inesperado rap que titula el disco. Y de Quebrado -álbum de 2008- la magnificencia de Fugu y Los perros del amanecer, y el jazz-rock Nocturno suburbano. El público devolvió ovaciones en momentos claves, eso ocurrió con Tu amor (de Tango4, de su obra junto a Charly), Mientes (de Seru ’92), Ya no hay forma de pedir perdón (de Elton John, pero que en adaptación al castellano es un clásico de Aznar) y Quebrado (canción epónima del disco ya citado). En un intermedio solista volvió a demostrar su buen gusto para lograr versiones con un tríptico mágico compuesto por Blackbird (The Beatles), Barro tal vez (Spinetta) y Lisa (Gustavo Cerati). Una suite que se puede revisitar en Mil noches y un instante, su más reciente trabajo editado en 2013.   
Con una audiencia absolutamente rendida y la cúpula tan rebelde a la tarea de los operadores de sonido como ya es costumbre, Aznar y su quinteto volvieron para dejar en bises Si es que se trata de mí con Sandro cantando desde la pantalla, versión castellana del Break it all de Los Shakers que se encuentra escondida en Tango4; y A cada hombre, a cada mujer, otra de sus contribuciones para el regreso de Seru en el ‘92. Fue el cierre de un esperado regreso de Pedro Aznar al legendario escenario faldense. Un regreso con todos los aditamentos.-

Ciclo: La Falda bajo las Estrellas
Fecha: 14/02/2014
Lugar: Auditorio Municipal de La Falda
Asistencia: 4.000 personas
Foto: gentileza Prensa Turismo y Cultura La Falda

martes, 25 de febrero de 2014

Pappo: que siga siendo rock (*)

Con la pérdida de Norberto “Pappo” Napolitano se va uno de los mejores guitarristas de blues y rock, un auténtico pionero y un personaje como pocos.

A 9 AÑOS DE SU PARTIDA

por Néstor Pousa

Una vez más la tragedia un jueves por la noche, como la del fatal 30 de diciembre de 2004. De nuevo la señal de un canal de cable que trasmite las catástrofes en tiempo real y sobre placa roja, esta vez para anunciar la muerte de Pappo. Las crónicas posteriores se empeñarían en remarcar que como buen amante de la velocidad y los fierros que era, murió en su ley. Aún sigo pensando que fue una muerte absurda y por momentos tengo la sensación que es un mal sueño del que pronto despertaremos.
Como sea, la tristeza que nos deja la desaparición física de uno de los estandartes del Rock Argentino y figura de la cultura de nuestro país, es enorme. Que más se puede agregar que no suene redundante. Nos queda para siempre su historia y su obra, junto con una amarga sensación de que, como coreaban sus fans en el último adiós, al Carpo todavía le quedaba mucho por hacer.

De los comienzos a la actualidad. Corría el año 1968 cuando un joven e ignoto guitarrista de nombre Norberto Aníbal Napolitano era convocado para tocar en la primera formación de Los Abuelos de la Nada de Miguel Abuelo. Al año siguiente se une a la segunda formación de Los Gatos de Litto Nebbia. Estas primeras participaciones en bandas importantes serían efímeras ya que estas bandas transitaban por otros caminos musicales y Pappo tenía bien en claro que lo suyo, desde siempre, iba a ser el blues y el rock & roll.
Junto al baterista Black Amaya y David Lebón -guitarrista como él, pero a cargo del bajo-, integra la primera mítica formación de Pappo’s Blues en 1970, banda por la que posteriormente pasarían Pomo, Machi, Alejandro Medina, Botafogo, entre muchos otros.
En los primeros años de existencia del trío, registrarían clásicos del rock y blues en castellano, confirmando a su líder como un verdadero pionero de un movimiento fundamental en el devenir cultural de nuestro país.
A finales de 1980 decide terminar con Pappo’s Blues en un concierto en donde presentaría su nuevo proyecto. Nacía Riff con el cual se convertiría en referente indiscutido para un nuevo estilo que se haría fuerte en esa década: el Heavy Metal.
Aquella primera formación alistaba a Vitico en bajo, Boff Serafine en guitarra y  Michel Peyronel en batería, con quienes Pappo se presentaría en el verano de 1983 en la 4ta. edición del Festival Argentino de Música Contemporánea de la Falda, ante la mirada atónita y desconfiada de los que desde afuera del fenómeno sentían temor por esa estética de camperas negras, tachas y cadenas; que venía precedida por un historial de violentos incidentes en Buenos Aires, los que hicieron tambalear la continuidad de la banda en esa primera etapa. De Riff sobrevinieron sucesivas encarnaciones con otros integrantes como: Danny Peyronel (tecladista y hermano de Michel), Jaf, Oscar Moro y Jota Morelli.  
La década del ‘90 estaría signada por su etapa solista que le significó el reconocimiento internacional por parte de los grandes bluseros norteamericanos. Con la bendición del maestro B.B. King, Pappo se revelaba en el país del blues como el notable guitarrista que todos conocimos y recordaremos.
El nuevo milenio lo encaró con quinta a fondo, manteniendo vivo el sonido y el recuerdo de sus dos míticas agrupaciones (Pappo’s Blues y Riff, esta última a punto de cumplir 25 años); y dejarnos como último legado un disco a la altura de sus mejores trabajos, Buscando un amor, lanzado en 2003.  

Rockero acérrimo. Pappo era un rockero acérrimo que se jactaba de ello y no dudaba en embestir sin piedad contra todo el que se apartara de ese dogma. Al hacerlo le imprimía a sus comentarios una acidez y una frontalidad tan extrema como alejada de toda diplomacia, aunque con la espontaneidad del chico travieso que nunca dejó de ser. Para él, el Rock debía ser Rock, y no otra cosa. Al diablo con las cruzas y mezclas de estilos. Ni que hablar de la música electrónica. Fue antológica la polémica que mantuvo durante un programa de televisión en vivo con DJ Deró, al que puso contra las cuerdas diciéndole que “mejor se vaya a laburar y se deje de robar”, todo esto ante la mirada perpleja del pinchadiscos y los demás participantes de aquella velada televisiva.  
La última con su firma se la escuchamos durante la segunda noche del Cosquín Rock 2005 en la Comuna de San Roque. Pappo tocaba con su banda Riff en el escenario temático para miles de eufóricos heavys. En el otro extremo del predio, en el escenario principal, se desgañitaban los Catupecu Machu que, con muchos decibeles de potencia por momentos tapaban al pesado cuarteto del Carpo. Primero arengó a su público diciendo que tenían que cantar más fuerte que los de “enfrente”. Luego, increpó en forma retórica a los Catupecu agregando (sin que estos pudieran oírlo, claro): “Toquen rock and roll y déjense de boludeces”, ante las risas cómplices de sus fans. Ese era Pappo, un excelente músico arriba del escenario y un personaje en todos lados. En su vida tuvo dos grandes pasiones, el rock y las motos, una lo hizo famoso y la otra se lo llevó demasiado pronto.-

(*) Artículo escrito el 25/02/05 para el semanario “Ecos de Punilla”.

martes, 18 de febrero de 2014

Toc Toc: el remedio de la risa


Dentro de la variada cartelera de espectáculos de la villa, destaca esta comedia escrita por el francés Laurent Baffie, que sin escándalos mediáticos que la respalden arrasó con elogios y premios

TEATRO EN CARLOS PAZ

por Néstor Pousa

Para Jorge Schussheim, adaptador de la obra escrita por el francés Laurent Baffie, “Toc Toc parece haber sido escrita especialmente para el sofisticado público argentino, eterno psicoanalizado que se verá a sí mismo en el espejo del escenario, en un goce perverso y sano a la vez”. Suscribo, porque estoy casi seguro que ni bien uno se acomoda en su butaca y antes de las palabras del locutor en off, más de uno se pone a pensar si al salir de casa cerró bien la llave del gas, si puso la alarma en el auto que quedó estacionado en la calle y se lavó suficientemente las manos después de pasar por el baño público del bar. Sobre esas y otras obsesiones y fobias se basa la trama argumental de Toc Toc, pero llevadas a un extremo que aunque parezca delirante, no lo es, cruzando ese difuso límite en el cual lo que para uno (el que lo padece) es un drama, para otros (los observadores ocasionales) se convierte en algo humorístico.
La historia gira en torno a seis personajes, todos afectados con serios Trastornos Obsesivos Compulsivos (TOC), que acuden a la consulta de un eminente especialista, el afamado y misterioso Dr. Cooper. Es en la sala de espera del consultorio, en donde los protagonistas esperarán “pacientemente” al psiquiatra, se desarrolla toda la acción.
De a uno los personajes se van incorporando a la escena: Alfredo quien padece el incurable y antisocial síndrome de Tourette y copralalia, traducido: no puede evitar proferir insultos constantemente, a la vez que realiza todo tipo de gestos obscenos y emite sonidos extraños. Camilo, un taxista que no puede controlar su manía de realizar todo tipo de cálculos matemáticos, hasta los más inverosímiles e innecesarios, y está allí sin asumir su problema e instado por su mujer que lo obligó a acudir a la consulta. Lo de Blanca aunque parezca más clásico no resulta menos perturbador, le teme a todas las enfermedades y por eso lava sus manos constantemente y abre las ventanas para ventilar, con el agravante que es empleada de un laboratorio de análisis clínicos y por lo tanto en permanente contacto con todo tipo de virus y bacterias. Otto tiene obsesión por la simetría y lo manifiesta desde su propio nombre y hasta en su color preferido, el verde, intermedio en la escala cromática del arco iris. Liliana no puede evitar repetir absolutamente todo lo que dice, al punto de transformarse en un verdadero martirio para ella y para sus circunstanciales acompañantes. Finalmente, María Auxiliadora es una fanática religiosa, maniática del orden, que revisa treinta veces la llave del gas y controla permanentemente si en su cartera están las llaves de su casa. Hay un séptimo personaje que entra y sale de escena, es la disparatada secretaria interpretada por Lara Ruiz que con marcada tonada cordobesa de la ciudad trata de mantener la calma de los pacientes, informando que el doctor está demorado pero pronto a llegar, algo que hasta el final no se develará si ocurre o no, lo que obligará a los personajes a realizar una improvisada terapia de grupo con una partida de Monopoly incluida. Con todos los personajes sobre el escenario la comedia toma un ritmo por momentos frenético aunque con la perfección de un mecanismo de relojería. Sobresalen, la magistral composición del personaje de Alfredo (Claudio Da Passano) que con sus irrupciones desmesuradas y fuera de lugar es también quien ilustra a los demás sobre sus propios padecimientos; el hiperactivo Camilo (Osqui Guzmán) quien se convierte en una especie de nexo entre los personajes; la santulona María Auxiliadora (Patricia Echegoyen) quien se espanta ante todo lo mundano; las desopilantes intervenciones de Liliana (Malena Figó) que se destacan como lo más hilarante del guión; las permanentes corridas de Blanca (Leticia González de Lellis) y las sobrias participaciones, pero con resultado de revelación, de Otto (Juan Grandinetti).
Tras casi dos horas en donde se enlazan y superponen todo tipo de situaciones tragicómicas, Toc Toc nos tiene reservado un insospechado final que ni el más entrenado espectador esperaba. Otro de los secretos de esta exitosísima comedia que no pretende aleccionar, ni plantear moralejas, sino simplemente entretener y demostrar que la risa puede ser uno de los remedios más infalibles.-       

Ficha técnica. Elenco: Claudio Da Passano, Patricia Echegoyen, Osqui Guzmán, Malena Figó, Leticia González de Lellis, Juan Grandinetti y Lara Ruiz.
Autor: Laurent Baffie. Dirección: Lía Jelín. Traducción: Julián Quintanilla. Adaptación: Jorge Schussheim. Asistente de Dirección: Matías Strafe. Escenografía: Paula Sabina. Producción General: Eloísa Canton, Sebastián Blutrach, Morris Gilbert y Bruno Pedemonti. Prensa: Valeria Krupick y Adriana Gorosito. Funciones: martes a domingo en Teatro Melos (Alberdi 50 - Villa Carlos Paz). 

En los Premios Carlos 2014. Sin necesidad de aparecer en los programas de la tarde con los recurrentes escándalos y cruces mediáticos que la respalden, “Toc Toc” arrasó por mérito propio en la última entrega de los Premios Carlos 2014, alzándose con 6 categorías, a saber: Mejor Comedia, Mejor Guión (Laurent Baffie), Mejor Dirección (Lía Jelín), Mejor Actor (Claudio Da Passano), Mejor Actriz de Reparto (Lara Ruiz) y Revelación Masculina (Juan Grandinetti).- 

domingo, 9 de febrero de 2014

Omar Mollo: Reencuentro con La Falda

Omar Mollo: Lunas de Tango (La Falda, 08/02/14)
El singular intérprete fue el broche de las Lunas de Tango ante un público que bancó los amagos de una lluvia que no fue. A diez años de su debut en La Falda, rescatamos la primera entrevista que le realizáramos en 2004.

RECITALES

por Néstor Pousa

Los amagos de una tormenta que no fue y un público que aguantó a pie firme para ver a Omar Mollo, fue la primera nota del cierre del Festival Lunas de Tango 2014, que durante tres noches convocó a una muy interesante grilla de artistas: Marcelo Santos, Carlos Habiague (estrenando su flamante Premio Carlos 2014 al mejor cantante masculino de espectáculos en Carlos Paz), Rodolfo Tulián, Mariana Mazzola, Lisette, Janette, Contramano Trío y los Hermanos Tulián.
“Aguantá un cachito más”, imploró Omar mirando al cielo, ante lo que parecía un aguacero inevitable que arruinaría el show. Con mejor suerte que Miguel Cantilo, al tercer tema la tormenta se cortó y, ahora agrandado, el intérprete exclamó: “Yo cortó todo”, para completar en todo confidencial: “La verdad, ¡tuve un culo!”. Fueron las apostillas de la noche inolvidable de Omar Mollo en su reencuentro con el público faldense y también la oportunidad para presentar su cuarto disco tanguero titulado Barrio Sur, un trabajo magistral que recibió merecidamente el Premio Gardel 2013 al mejor álbum de cantante masculino de tango.
La intensa relación de Omar Mollo con esta ciudad comenzó hace una década, en lo que fue su debut y consagración en la edición 2004 del Festival Nacional del Tango. A modo de celebración de estos diez años, rescatamos la primera entrevista que le realizáramos en aquella ocasión, y en donde hablamos sobre sus comienzos con el tango.

“Un bicho raro”. “El que me descubrió fue Pepe Albistur (productor de Adriana Varela), cuando una vez haciendo zapping, me ve en (el canal de cable) ‘Solo Tango’, y el chabón dice: ¿quién es este peludo raro que canta bien?, lo quiero. Empezó a preguntar y Hernán, dueño del Torquato Tasso (célebre tanguería del barrio de San Telmo), le djjo, yo lo conozco, y nos presentó. Voy a verlo y me dice: tenés que grabar un disco de tango porque sos el indicado para captar el público joven que es lo que necesita el tango”.
Ese especial para el cable Omar lo grabó por insistencia de Graciela Minervino (su mujer y manager) y también por el Pelado Cordera (ex Bersuit), Andrés Ciro (ex Los Piojos) y otros músicos amigos, que siempre le decían: vos tenés que cantar tangos. “Y fue así -continúa- porque resultó que los pendejos siempre me dicen que gracias a mí le dieron bola al tango, olvidándose de los rótulos”.

-¿El tango y el rock tienen muchas cosas en común, no te parece una paradoja que los públicos sean tan distintos?
“Lo que pasa es que acá siempre se trató de fusionar el tango y el rock, pero desde la música, yo voy a hacer al revés, voy a fusionar a la gente. Entonces cuando hago tango hago tango, cuando hago rock hago rock, los que llevan la ventaja son los pibes porque me van a ver a los dos lados, y los tangueros no me van a ver al rock. Entonces cuando canto tango se juntan los pibes con los viejos. Viste esos tangueros ortodoxos que no aguantan nada, a mí me dieron cabida porque les gusta como canto, a mí me dieron ese permiso”.

-¿Llegará el día en que te animes a cantar un rock en un show de tango?
“Lo que pasa que tengo que cambiar todos los músicos, porque necesito los músicos adecuados. Fue lo que hice en Cosquín Rock este año (2004), empecé con el set de tango, se retiraron los músicos de tango y los pibes no querían que se fueran, fue una gran satisfacción para mí. Cuando les dije: ¿con qué quieren que siga, con rock o tango?, ¡con tango!  gritaron todos, en pleno festival de rock en donde el más grande tendría 25 años, ponele”.

-¿Vos tenés una relación especial con Córdoba?
“Sí,  gracias a Dios con la gente de Córdoba, ya sea en Cosquín Rock o en el Teatro Real (en la capital cordobesa) siempre me han recibido muy bien y lo he llenado”.

-Como músico sos muy ecléctico, tu primer disco con MAM (Opción, 1999) tiene de todo: power rock, reggae, tango, chacarera, un clásico de los ‘70. Parece que todo te sienta bien.
“Sí, yo no tengo drama, hago música desde muy chico, toda mi experiencia se la pasé a mi hermano, le enseñe a tocar la guitarra (su hermano es Ricardo, ex Sumo y actualmente Divididos), el primer grupo que hicimos con él fue MAM en los ‘70, qué más me queda por hacer, si yo no grabé antes la culpa es mía, por loco. Yo estuve muy loco muchos años, ahora dejé mi locura de lado y empecé a laburar y me está yendo muy bien. Antes no tenía la edad suficiente, si yo me hubiera metido hace veinte años atrás la hubiera cagado, hubiera defraudado a más de uno, por eso preferí no meterme, porque estaba muy loco”.

-Sos una prueba de que nunca es tarde.
“Sí, totalmente. Aparte voy a cumplir 54 años, entonces me dije, la música me está esperando, si yo me pierdo esta oportunidad soy un pelotudo. Y tan bien me está yendo que, te doy una primicia, dentro de cinco días me voy a Europa a una gira por España, Holanda y Bélgica a cantar tangos”.

-¿Cómo fue eso de que el padre de Spinetta, Don Luis Santiago, se juntaba con vos a cantar tangos?
(Larga una carcajada y exclama) “Uh, yo soy muy amigo del Flaco de hace años. Iba siempre a su casa y de ahí nos íbamos a la casa del viejo, entonces Luis se ponía a charlar con la vieja, y el viejo me decía: ‘Vení, vení’, y me llevaba a un cuartito que tenía al fondo de la casa y cantábamos juntos. Un gran cantor de tangos el viejo, impresionante. Y el Flaco decía: vos tenés que hacer un show de tango con este”.

-¿Te molesta que te comparen con el Polaco Goyeneche?
“Para nada, al contrario, es un orgullo para mí, pero en realidad yo me parezco más a Belussi, vos hacele escuchar mi disco a algún tanguero y preguntale a quien me parezco más. El Polaco era más decidor y yo tengo otro arrastre. Lo que sí sé es que tardé 50 años en asumir que yo puedo cantar tango, porque le tengo mucho respeto, si no lo hubiera hecho antes. Yo empecé a cantar tango a los 5 años, folklore a los 7 y a los 13, cuando me fui de Pergamino a Buenos Aires, empecé con la historia del rock and roll, Los Beatles y todo eso”. 

-Sos un bicho raro, realmente.
“¡Por eso pegó!”

sábado, 1 de febrero de 2014

Palo Pandolfo: oficio de cantor


En uno de los mejores conciertos de la temporada, el ex líder de Don Cornelio y la Zona y Los Visitantes recorrió intensamente y en formato acústico todo su vasto repertorio.

RECITALES

por Néstor Pousa

Cuando el Perro Emaides (su amigo personal y manager local) nos presenta, el primer comentario que Palo Pandolfo desliza como al descuido es: “Yo este año decidí no hacer notas”, por las dudas este cronista no conociera de la existencia de esta regla y pretenda inadvertidamente vulnerarla. Nada que ver. En primer lugar porque estaba al tanto, y además lo terminaba de decir durante el show. “Ah, lo dije”, se sorprende. En realidad mi intención era estrechar la mano del artista que nos había ofrecido una de las más intensas performances de los últimos tiempos, al menos de las que yo pueda recordar.
Palo llegó a La Cumbre en etapa intermedia de una minigira que empezaría el jueves en un festival de rock en San Marcos Sierra, el que finalmente se suspendió, y culminaría el sábado en Córdoba. El músico puso en disquerías durante 2013 el flamante Esto es un abrazo, firmado por Palo y La Hermandad, entonces la visita era propicia para mostrar en vivo parte del nuevo disco, pero en formato solista y acústico.
Para el que considere que un músico que comanda un quinteto eléctrico, el presentarse solo supone una falta de respeto al público, pues con Palo Pandolfo se equivoca inexorablemente. Si bien la realidad nos indica que en algunos casos es imposible movilizar una crew completa, no menos cierto es que el Palo es capaz de defender en soledad un repertorio en el que fusiona varios estilos. Con guitarra criolla, enchufada pero con cuerdas de nylon, se convierte en el frontman solitario de su propia historia. La banda es él, y no esperen al solista que toca, canta y nada más, Palo es un performer que hace extrañas contorsiones casi en puntas de pie, explora los límites de su garganta, gesticula, percute la caja de la guitarra, pone los ojos en blanco o se pone bizco y como un poseso entra en trance con cada canción. Al final, para relajar, mostrará la técnica de la respiración yoga. Es como un títere en la luz, frase que pertenece a El leñador, primer corte de Esto es un abrazo y uno de los primeros temas del show, al que le sucederán Madre computadora, que ironiza sobre la cyberdependencia y Soy el sol, del que aclara: “Este lo canto porque me lo exige mi hijo”. Más tarde, a tono con su rol de padre de familia, les dedicará Las nenas a sus dos hijas.
No tiene conflictos en repasar toda su vasta obra, desde la que pergeñó con Don Cornelio y la Zona, fundamental banda de finales de los 80’s; la que generó con Los Visitantes en los 90’s; y el que lleva acumulado en sus diferentes encarnaciones solistas. Sin lista de temas armada previamente, ni atril donde descansen los ayuda-memoria, algunas de las canciones fluyen espontáneamente: “Me acordé de esta, que siempre me olvido de tocar y después me lamento”, cuenta antes de mandarse con una versión épica de Todos somos el enviado.
Hasta para elegir covers Palo no se ata a convencionalismos, entonces recupera dos que supo grabar: la impactante Karma policía (de Thom Yorke y Radiohead) y Vamos al bosque de Spinettalandia y sus amigos, álbum que en 1971 inauguró la etapa solista del Flaco. Y la tensión del concierto ni ahí que languidece. Anuncia que después tal vez vengan más covers y una voz (la del Perro Emaides) pide por “Don Cornelio”. “Ya toqué”, retruca, y al instante chasquea los dedos y exclama: “¡Ah, de Patria o muerte!”, y aparece Cabeza de platino, del segundo opus de la mítica banda. Luego revisa Ritual Criollo, álbum que antecede al actual, con las infaltables Canción cántaro y Oficio de cantor. “Cantar es un gesto de valor, sobre todo cuando no te acordás los acordes”, confiesa a propósito de Oficio del Cantor y de elegir no disponer de una lista de temas demasiado estructurada en la que no obstante aparecerán gemas de Los Visitantes, banda con la que alumbró un repertorio tan alucinante que cuesta entender por qué los programadores de radio no lo aborden más frecuentemente. De esa etapa: Auto Unión, Pi Pa Pu, Carne nueva, Antojo y La Pachamama, sonaron, entre otras. Hasta que llegamos al gran hit que facturó en 1987, en el mismísimo debut de Don Cornelio, la que presentó como una canción de esperanza. Ella vendrá en 2014 se parece mucho a la original aunque ahora sea una versión solista.
Tras un intenso show de casi de dos horas en donde, literalmente, transpiró la camiseta, la retirada empieza con el estribillo de Canción cántaro desvaneciéndose y él desapareciendo lentamente tras la cortina del camarín. No es el final. Volverá con un bis que será imposible no corear: “Beberé, beberé, la luz de todos los colores cantando”, con el Palo guitarra en mano saltando entre las mesas.-

Escenario energizado. Si los escenarios quedan impregnados de la energía de los artistas que los transitan, el de El Pungo en La Cumbre durante los tres pasados fines de semana debe haber acumulado la suficiente para varias vidas. Por su tablado pasaron durante enero: un pionero como Emilio Del Guercio (ex Almendra y Aquelarre) con un show histórico; la dupla Baglietto-Vitale con la orquestita (9 músicos en escena) en la previa de su presentación en la Próspero Molina de Cosquín; y Palo Pandolfo con una performance que quedará en el libro de visitas antológicas del lugar.-

Fecha: 31/01/14
Lugar: El Pungo Bar (La Cumbre)