miércoles, 24 de julio de 2013

Adriana Varela: cantame un tango más

Entre la actitud rockera y la poética tanguera, Adriana asegura que Goyeneche era el Joe Cocker del Barrio de Saavedra y que Cobián-Cadícamo eran Lennon-McCartney. ¿Será?
  
ENTREVISTAS

Por Néstor Pousa

A Adriana Varela le tocó la gran responsabilidad de cerrar una edición clave del célebre Festival Nacional del Tango en La Falda, nada menos que la trigésima. Impensado privilegio para una mujer, más que nada por tratarse el tango de un territorio donde, si bien ellas no están proscriptas, inevitablemente las leyes las dictan los varones. Para quien pudo asistir a las cuatro noches de gala no le será difícil advertir que el show de la Varela vibró en una frecuencia mucho más alta que el contexto. Aunque la madrugada del lunes acechaba y afuera el frío empezaba a destemplar el ánimo, ella no vaciló y con actitud rockera puso al remodelado auditorio municipal en estado de show. Las claves: su forma de decir (“Porque el tango no se canta, porque al tango se lo dice”), su gran carisma y un repertorio con una decena de tangos fatales y algunos autores convidados, no estrictamente del género, como Alfredo Zitarrosa, Joaquín Sabina y Jaime Roos. Pero su magia no se agotó sobre el escenario, a tan sólo diez minutos de poner fin a su show y al evento, aún le sobraba energía y gracia para entregarse al diálogo. “¡Me tocó un honor! cerrar el número 30, y vos sabés que en Kabalá el 3 es la música. Y 3 más 0 es igual a 3, así que es 30 en cronología, pero es 3 como símbolo, así que estoy muy feliz”, comienza diciendo y empieza a dejar pistas sobre el lado espiritual y místico que tienen las cosas terrenales. Enseguida da cuenta de sus orígenes tangueros, que siempre tendrán a dos nombres fundamentales en su vida: “Con el Polaquito  y con Cacho  yo empecé a curtir el tango, porque yo no cantaba profesionalmente, cantaba en mi casa y nada que ver con el tango, yo era rockera por generación o degeneración, como quieran llamarlo. Yo nací con Los Beatles y Spinetta a la música, pero luego me agarró la locura y acá estamos”. La locura tiene su explicación a partir de esos dos nombres propios: el Polaco Goyeneche y Cacho Castaña, dos personajes muy íntimamente ligados. Fue Cacho quien alguna vez dijo: “Todos imitamos un poco al Polaco”. ¿Qué opinás? “Yo cuando viajo me doy cuenta de que el Polaco es una voz familiar, es como un tío tuyo, un pariente, entonces esto de imitarlo es inevitable porque además fue el que le llevó el tango a los jóvenes. Yo cuando empecé con él todavía era joven y nos rompió la cabeza como si fuera el Joe Cocker del Barrio de Saavedra o el Miles Davis de la canción urbana ¿no? Entonces, claro, es como un referente muy fuerte para nosotros. Pero yo creo que más que imitarlo, porque es inimitable, lo que hacemos es escucharlo, porque nos cuenta, nos describe y nos pinta el paisaje desde donde habla, que es muy fuerte”.
Es cierto, fue el Polaco y no otro, el nexo, entrañable nexo entre el tango y una juventud ávida de la pulsión del rock que no registraba la música de sus padres, pero ¿por qué le tocó a él? “Porque él era la voz quebrada, la voz rockera, al que se le comprendía. Yo que no escuchaba tango, empecé a entenderlo cuando vi al Polaco en una película, entendí, me capturó la letra de un tango, había algo en él que era el mensajero de la gente joven, que fuimos hacia él”, reflexiona.

A Adriana Varela los amantes del tango clásico la reconocen como una diosa, aunque tengan que disimular que venere a los poetas del género tanto como a otros autores de estilos que se filtran por caminos laterales u otros que nada que ver. En escena desenfunda su abanico negro como un fetiche para interpretar de Sabina ese maravilloso neotango llamado Con la frente marchita, una canción que la identifica. Y deberá aclarar por enésima vez: “Yo creo que la actitud del rock la tengo y no la perderé nunca, como me dijo Santaolalla una vez: no la pierdas, no la disimules, es tu sangre. Y al tango lo elijo, lo elijo como  oráculo de identidad, como oráculo poético y fundamentalmente sabio”.
Adriana habla de Cobián y Cadícamo con la misma pasión y respeto con el que cita a Lennon y Mc Cartney. Entonces chequeamos en sus preferencias a la hora de escuchar músicas que no sean de tango, y a la vez descubrimos que también le van las redes sociales. “¿Qué escucho? A ver, bueno, recién subí a facebook Blackbird por Brad Mehldau. A Sabina lo canto, lo escucho, lo quiero y lo adoro. Escucho a Silvio Rodríguez como a David Bowie, a Led Zeppelin, a Robert Plant y sigo escuchando a Prince, y les adelanto que sacó un nuevo disco que está tremendo. La verdad yo me enamoré de YouTube, soy lo contrario a las disqueras, o sea a mi me encanta que me escuchen por YouTube, no me importa nada, porque yo hago lo mismo, hay cosas que pensé que nunca más las iba a escuchar, cosas de (Frank) Zappa que no las escuché nunca más y me meto ahí y es como una locura, te agarra como una marcha que te saca veinte años de encima”, afirma.
-¿Y grabar algo de eso o tocarlo en vivo?
“En vivo canto lo que puedo (se ríe) pero siempre en castellano… en argentino”, se corrige. Y luego recuerda que lo último que grabó fue para una radio, el tema de Luca Prodan,  Mañana en el Abasto. Cuando le propongo que eso es un tango, lo reafirma: “Eso es un tango, sí, conceptualmente es un tango que describe el Abasto perfectamente, pero lo grabé con unos arreglos muy locos que hizo mi hijo. Y ahora estoy por grabar un disco de tango, pero también quiero grabar un disco en ese plano”, declara como primicia y completa: “Sí, por qué negar todo lo que soy ¿no?”
-Ok, pero el rock siempre buscó acercarse y fue el tango el que no se abrió.

“¡Obviamente! El rock buscó la aceptación porque siempre buscás la aceptación del alter ego, del súper yo, de los abuelos, de los ancestros… y te decían, ¡no, este arcón no se toca!, y bueno, hasta que lo rompimos”. Luego concluye: “Pero a mí, la verdad negro, me abrieron la puerta los grandes: el Polaco, Atilio Stampone, Chupita Stamponi, Salgán, De Lío, Virgilio Expósito, todos los grandes me abrieron sus corazones, así que yo no me puedo quejar, yo no puedo acusar de machista a esta gente que fue la más grosa que yo conocí. O Cadícamo, que grabé su disco de inéditos que el Polaco no pudo grabar y lo terminé grabando yo. Al contrario, estos tipos para mí son lo más y a mí me tocará pasar la posta”.-

domingo, 14 de julio de 2013

Claudia Puyó: “La fama es una pelotudez infinita”

Fue plomo de Pastoral, tocó en los grandes festivales de los 80’s, grabó en el disco más vendido del Rock Argentino sin cobrar un peso y reniega de la fama. Una entrevista sin pelos en la lengua.

ENTREVISTA (FULL VERSION)

Por Néstor Pousa

En la sala contigua a la pista de baile los graves de la cumbia y sus sucedáneos le parten la cabeza; ni que hablar de las liricas: baila que baila con la cocotera, mueve la cintura, mueve la cadera. “Me da vergüenza ajena”, confiesa Claudia Puyó, que acepta de buena gana hablar pero pide, casi con clemencia, que vayamos a otro lado. Otro lado es, irremediablemente, a la intemperie en la fría noche serrana. Es el frío o la cumbia ¿qué preferís? “El frío”, me contesta sin vacilar. Y empezamos. “Como no me voy a acordar del Festival de La Falda, ¡estoy medicada boludo, si no me acuerdo!”, me dice, al tiempo que lanza una carcajada. “Yo me acuerdo de todo, no me acuerdo de lo que comí ayer, ponele, porque es la memoria inmediata la que uno pierde, pero la memoria real de las cosas que te pasaron de verdad, no podés perderla. El recuerdo de mi primer La Falda es imposible de olvidar, fue en 1983 y yo tenía 22 años, o sea que imaginate para mí lo que era. Fue increíble porque yo tocaba con una banda que tenía un (órgano) Hammond y un (parlante) Leslie, vos sabés lo que es eso. Y no sabés como nos putearon porque tuvimos que subir el Hammond y el Leslie a un camión y era un kilombo tremendo. Yo llegué con una banda tipo Big Brother and The Holding Company, de la época de Janis (Joplin), y fue muy loco porque no me conocía nadie, pero me respetaban porque como tocaba rock. Tuve mucha suerte, estuve tres veces en La Falda, en el ’83, ’84 y ’86. En el ’86 fue cuando estuvo Charly que subió totalmente dado vuelta como un zoquete, ahí toqué también con mi banda y se armó un kilombo bárbaro. Yo tocaba antes que Fito y estaba programada para tocar de día, y como se había hecho de noche, no me querían poner luces, entonces yo dije bueno muchachos ¿no me quieren poner luces? yo subo y toco igual, pero le voy avisar a la gente que no me quisieron poner luces, o sea, todo bien, pero les voy avisando que les prendo fuego. Entonces viene Quaranta (el iluminador) que es un amigo de la época en que yo era plomo de Pastoral…” Stop ¿Vos fuiste plomo de Pastoral?, pregunto sorprendido. “Yo fui plomo de Pastoral, sí, entonces Quaranta que me conoce de esa época, viene y me dice: ‘Claudita, no te preocupes, yo te pongo luces’. En esa época en los festivales era así, estabas programado para tocar de día, se hacía de noche y no tenías luces, porque no tenias quien te las garpara, ni tenías un operador, ni tenías nada”, remata.
-Pero vos te hiciste conocer en dos grandes festivales (La Falda y BARock)
“Sí, bueno, en realidad yo estaba con (el productor) Oscar López, pero me tenía como bola sin manija. Toqué en el BARock (1982), con esta misma guitarra Ovation que me viste hoy, y después de tocar me fui caminando por la calle, medio llorando, diciendo ¿Y ahora qué hago? Era rarísimo porque estaba todo bien, pero, estaba todo mal, porque nadie te consideraba, pero igual para nosotros, o para mí al menos, era tan maravilloso sólo tocar, que yo estaba bien. Igual ellos se aprovechaban un poco de que uno tocando era feliz, viste, como se siguen aprovechando todavía hoy”, y lanza otra carcajada.

Claudia, además de sus conocidas dotes musicales, es muy verborragica y no tiene pelos en la lengua. Admite: “Nunca fui muy diva, el divismo no es lo mío, nosotros somos seres humanos y sólo transmitimos lo que podemos decir. La música es maravillosa y la gente también, y uno puede comunicarse, yo detesto toda esa cosa de la fama, del tipo que está como más arriba que vos. ¿Por qué? ¿quién lo dice? yo no creo en eso, yo creo en transmitir, en el amor y en que lo que te gusta hacer, lo hagas bien porque te gusta hacerlo”.
-Está bien, pero te codeaste un poco con la fama cuando estuviste en la banda de Fito.
“No corazón -me corrige- yo canté con Fito porque él hizo ‘Ciudad de pobres corazones’ que es un disco que a mí me encanta, sino jamás hubiese cantado con él”, sintetiza. Fue por eso que Claudia apareció en “El amor después del amor” (el disco más exitoso de Páez) en uno de los momentos más trágicos de su vida. “Yo vivía en España, mi novio se había muerto de sobredosis de heroína y yo tocaba en el metro para comer, para que tengas una idea, o sea lo que vos crees que es fama o felicidad… yo vivía en la mierda”, aclara, con la vehemencia que le produce su propio recuerdo. Y continúa: “Fito vino, yo grabé ‘El amor después del amor’, improvisé eso que escuchaste, y me volví a tocar al metro al otro día, ni siquiera gané dinero. Pero está todo bien, como diría Alejandro Medina (bajista de Manal y su amigo): ‘No sé qué nota tocaré, pero la nota lo sabe’, todo bien con la música, man, el problema es de la gente que no entiende nada. La gente que entiende, sólo hace música, nada más”.

Después del amor. Recordará el lector que entre ella y Fito Páez surgió una polémica mediática cuando este no la quiso convocar para la gira por los 20 años de “El amor…” (“Tiene que bajar 6 kilos”, había dicho el rosarino). Buen momento para aclararlo.  
-¿Qué onda el entredicho con Páez? “No tengo entredichos con nadie, la gente que se cruza de vereda… si querés saber lo que pasó, resumiendo es esto: a mí no me podés bajar dos tonos ‘El amor después del amor’ porque yo así no lo puedo cantar, porque quedo como Oscar Casco. Fito lamentablemente ya no puede cantar en su tonalidad, entonces bajó todas las canciones, por eso yo decidí no cantar las canciones dos tonos abajo porque me quedaban graves, bueno, eso fue todo lo que pasó”.
-Dijiste algo sobre la gente que se cruza de vereda… (le subrayo para que complete la idea, y es ella quien me desafía): “Vos lo sabrás, yo no lo voy a decir, lo vas decir vos”, y hace silencio.
-¿Estás lejos de Fito, hoy? “No loco, yo soy una persona común. ¿No me ves que soy común?
-¿La gente puede cambiar tanto?, insisto. “¡Que se yo! preguntaseló a la gente. Yo no, yo siempre soy la misma, me van pasando cosas, se me mueren amigos, la remo todos los días, me es difícil bancarme sola un show tocando la guitarrita, pero está bueno, yo amo la música, pero no juzgo a los demás, cada cual elige su camino. Unos se operan del triunfo, los operan y les extirpan el triunfo para siempre (sic) y otros sueñan por cantar”, se ríe de su ocurrencia. “Yo soy una piba común que aprendió a cantar arriba de los discos de Aretha Franklin, de Led Zeppelin, de Los Beatles, y estoy acá, hablando con vos. ¿Por qué yo voy a desilusionar a la gente? que la gente quiera a quien quiera querer -dice como en un trabalenguas- y que entienda lo que quiera entender, yo sé como es la cosa, pero lo sé para mí. Lo que a mí me hace mal no me sirve, yo amo tocar, la música me salvó la vida y me la salvará, la fama es una pelotudez infinita, gigante”.  
-¿Cómo era con 22 años enfrentarse al público de un mega festival?
“Mirá, yo te digo, cumplí 54 años el 7 de junio pasado, el año que viene cuando cumpla los 55 va a hacer 40 que me subí a un escenario por primera vez, tenía 15 años. Amo lo que hago sino no estaría acá, en esta circunstancia. Yo me gano el dinero sin robar”.-

nestorpousa-prensarock.blogspot.com

sábado, 6 de julio de 2013

Illya Kuryaki: aplaudan en la luna

PREMIOS “GARDEL 2013”

Por Néstor Pousa

Ni bien se conocieron las nominaciones para los “Gardel 2013”, premio que todos los años entrega CAPIF (Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas), el destacado fue para los Illya Kuryaki and The Valderramas que con su álbum “Chances” se alzaron con 6 nominaciones en los rubros más relevantes. No es un dato menor, porque este reconocimiento llega en el momento del regreso de la banda luego un paréntesis de una década.
IKV es el dúo formado por Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur, exniños prodigios que asaltaron la escena nacional en 1991 con temas como Fabrico cuero y Es tuya Juan, con letras contestarías e irónicas y en estilo rap. Parecía una travesura de chicos del ambiente musical a los que se les estaba cumpliendo un capricho pero el tiempo diría lo contrario, y tempranamente, ya que a fines de ese mismo año serían consagrados como revelación.
En febrero de 1992 tienen su bautismo de fuego frente a una audiencia masiva y en un ámbito no del todo fácil para las nuevas expresiones, he aquí el primer dato con no poco ombliguismo, ya que los IKV debutan en el Festival Argentino de Música Contemporánea de La Falda, novena edición, la que pretendió ser el renacimiento del mítico festival. En su primera incursión faldense pasaron la prueba, con Spinetta (papá de Dante) supervisándolo todo desde la consola de sonido.  
“Horno para calentar los mares” de 1993, su segundo disco, fue la transición para llegar a la que es considerada su obra cumbre, “Chaco” (1995). Musical y conceptualmente impecable, este disco arrasó con las encuestas de opinión y vendió la nada despreciable cifra de 250.000 copias, y pasaron de ser los pibes-promesa para convertirse en una banda a la que había que prestarle mucha atención. Segundo dato ombliguista: “Chaco” fue presentado en el minifestival “Rockanfakinparty II” realizado en el Anfiteatro Municipal de La Falda en enero de 1997, con una performance que quedó grabada en la memoria de los que estuvimos ahí esa noche.
A partir de entonces la carrera de los IKV tomó un impulso inusitado, pegaron un hit envidiable (Abarajáme) e impusieron una estética y una jerga propia. En los tres álbumes que siguieron ampliaron su espectro sonoro con una marcada tendencia al funk y el soul (“Versus” de 1997 y “Leche” de 2000); mientras que “Kuryakistan” (2001), una mezcla de temas nuevos con reversiones de hits, significaría la despedida. Las ganas de chequear sus carreras por separado coincidieron con la muerte de su manager y amigo José Luis Miceli. Sin fiesta de despedida, ni demasiado ruido, IKV puso fin a la primera parte de su historia.

Regreso con gloria. Mientras Dante solista radicalizaba su veta hip-hop, Emmanuel se inclinaba hacia la canción pop; pero entre ellos estaba todo bien y la separación no había sido una ruptura. Después de algunos discos en solitario y encuentros ocasionales que presagiaban el retorno, en agosto de 2011 anuncian, vía redes sociales, el regreso del dúo. La década transcurrida había multiplicado el prestigio de la banda que era esperada con los brazos abiertos por los nuevos fans que no habían chequeado su performance en vivo.
Empezaron a calentar motores en festivales y anticiparon Funky futurista, porque este regreso más que especular con los grandes éxitos prometía temas a estrenar. Así llegó el momento del Cosquín Rock 2012, pero algo inesperado iba a pasar. A tan sólo 48 horas de la inauguración de un nuevo capítulo del ciclo rockero que marcaría el regreso de IKV en Córdoba, ocurrió un hecho tristemente doloroso: el fallecimiento de Luis Alberto Spinetta. Se dudó sobre la presencia de la banda en el festival, sin embargo participaron de esa edición que estuvo signada por un homenaje continuo al fundamental artista. A los IKV les correspondió un rol protagónico y, junto al show de Charly García, fue uno de los momentos más emocionantes.
Sobre finales de 2012 y luego de un segundo adelanto (Ula Ula, un funk furioso y de pegadizo estribillo) lanzarían “Chances”, regreso con gloria con un álbum plagado de hits, tal vez el más ambicioso de su historia, nada mal para una banda que retoma su carrera.
“Chances” tiene 14 temas la mayoría hits, coproducidos por Dante y Emmanuel en sociedad con el multipremiado productor Rafael Arcaute. Apretás play y el ritmo ya no te suelta en números como Chica, Soy música, Helicóptero, Safari espiritual, Monta el trueno y los nombrados Ula Ula y Funky futurista. Hay una gran canción de amor (Adelante); un bolerazo (Amor) que sería la envidia del mismísimo Manzanero (“Amor sé que es sólo una palabra, vos me la regalaste porque ya no la usabas”) y un hip hop revoltoso (Madafaka) en colaboración con los Molotov. En recuadro la conmovedora Águila amarilla, dedicada al Flaco y con una letra que te desarma: “Padre mío que estás en el cielo, llegado el momento te abrazaré de nuevo”, canta Dante y rubrica con un solo de viola eléctrica sideral.  
La deuda del que seguramente será Álbum del Año (Gardel de Oro) está en el envoltorio, una poco artesanal cajita plástica y lámina interior desplegable con ficha técnica pero sin las letras de las canciones, las que para consultarlas te invitan a visitar su página web (www.ikvoficial.com). No obstante el diseño de portada está a la altura de las canciones e integra uno de los seis rubros que pretende llevarse puestos.
Último dato ombliguista: entre los discos que intentarán arrebatarle a “Chances” el podio de Mejor Álbum Grupo de Rock está “Blanco”, tercera producción de Eruca Sativa, la banda made in Córdoba que hoy es orgullo del Rock Argentino.-     

Las 6 nominaciones de “Chances”:
-Mejor Álbum Grupo de Rock
-Mejor Diseño de Portada
-Mejor Videoclip
-Ingeniería de Grabación
-Producción del Año
-Álbum del Año (Gardel de Oro).

Compiten por Mejor Álbum Grupo de Rock:
-Las Pelotas por “Cerca de las nubes” 

-Eruca Sativa por “Blanco” 
-Cuarteto de Nos por “Porfiado”
-Illya Kuryaki and the Valderramas por “Chances”
-No Te Va Gustar por “Público”