sábado, 22 de agosto de 2009

Cromagnón: un fallo que no modifica nada



Una sentencia para que todo siga igual y una sociedad que no confía en sus jueces, es el resumen de la primera instancia del juicio por Cromagnón.

Por Néstor Pousa © 2009

“A mí este fallo no me modifica nada, sea que los condenen o los absuelvan, a mi hija no me la devuelven”. Así pensaba y declaraba al informativo de Radio Nacional Córdoba la madre de una de las víctimas tras oír la sentencia el pasado miércoles a la tarde. Y aunque el comentario a algunos les puede sonar un tanto egoísta, nadie podrá decir que no tiene razón, ya que la vida de esta madre fue irremediablemente modificada el día que su hija de 27 años murió asfixiada adentro del trágico lugar de espectáculos conocido como República Cromagnón, hoy todo un símbolo de la corrupción pública y privada, y de la forma de ser de una sociedad sin horizonte, y en muchos aspectos, sin respeto por las reglas. Una sociedad que hizo de esa forma de ser, una marca registrada de la cual, lejos de avergonzarse o tratar de revertir, prefiere jactarse.
El veredicto del juicio por el Caso Cromagnón trajo más rechazo e indignación que consuelo, en los padres, parientes y amigos de las víctimas de aquel siniestro 30 de diciembre de 2004.
¿Qué bases jurídicas o técnicas podemos tener quienes sólo hayamos seguido el caso por los medios, para opinar sí lo resuelto por el jurado en esta primera instancia, es justo o no?
Todo el peso de la ley cayó sobre el polémico Emir Omar Chabán, 20 años de prisión para quien llevó adelante su propia defensa de una manera demasiado metafísica y enigmática durante todo el juicio, y aún en sus apariciones mediáticas. Las otras dos condenas mayores (18 años para cada uno) fueron para Diego Argañaráz, ex manager de Callejeros y para el Sub Comisario Carlos Díaz, aunque ninguno de ellos irá preso hasta que un tribunal superior ratifique o modifique lo dictado hasta el momento. Como ya es público, los Callejeros fueron absueltos y los demás implicados, funcionarios y otros miembros de la policía, recibieron condenas casi “simbólicas”. Si tenemos en cuenta que las figuras penales fueron incendio doloso y pago (y cobro) de coimas, casi se podría deducir que el tribunal desestimó profundizar la investigación sobre quien encendió la bengala, o en la supuesta incitación a su uso por parte de los miembros de la banda. Todo hace suponer que el pensamiento fue el siguiente: de estar el recinto en perfectas condiciones de habilitación y cumpliendo con todas las normas de seguridad, ninguna bengala hubiera podido provocar semejante catástrofe.
Por supuesto que el sentimiento de los padres de las victimas no conoce de todos estos razonamientos casi banales, y para ellos la única justicia que cabía, lo que reclamaban a viva voz, eran 25 años de cárcel efectiva para todos los implicados sin excepción. Esto no sucedió así, y que algunos, los más exaltados, hoy estén hablando de justicia por mano propia, si bien puede entenderse desde el dolor que están padeciendo desde hace casi cinco años, deben darse cuenta que ese tipo de drásticas determinaciones no aportarán ninguna solución, y también constituyen un delito.
En Cromagnón murieron 194 personas, la mayoría adolescentes y jóvenes; pero también quedaron varios cientos de lesionados, traumatizados física y psicológicamente y familias mutiladas. Sí esto no sucedió por un fenómeno natural, digamos un rayo del cielo o un cataclismo cósmico, entonces indefectiblemente tiene que haber responsables. Y con un saldo tan grave, la condena debería ser ejemplar. ¿Pero que tan ejemplar será? ¿Asimilaremos tanto dolor? ¿Aprenderemos algo de todo este triste e irreparable episodio? Permítanme el beneficio de la duda. Como la duda que en los jueces hizo que decidieran absolver al grupo Callejeros en pleno, dejando otra duda mucho más grande en la mayoría de la opinión pública que ya había bajado el martillo con su propio veredicto.
Y así la historia continuará inconclusa, tal vez por varios años más. Como dijo esa acongojada madre: este es un fallo que no modifica nada. Por esa discutible capacidad que tenemos los argentinos de no poder dar vuelta la página y cerrar capítulos, para poder mirar al futuro con un -aunque más no sea- mínimo hálito de esperanza.-
Fotos: Clarin.com y DyN

miércoles, 5 de agosto de 2009

Las Pelotas: volver a sonreír

En el que a nivel personal fue tal vez el peor año de sus vidas, Las Pelotas se despacharon con un muy buen disco que seguramente logrará exorcizar tanta malaria. “Despierta” es el título de la flamante placa.

NOVEDADES DISCOGRÁFICAS

Por Néstor Pousa © 2009

Evidentemente hay un antes y un después en Las Pelotas desde la desvinculación y posterior muerte de Alejandro Sokol. Un quiebre en la carrera de la banda que trajo algunos cambios.
¿Que ganaron y que perdieron después de que, con dolor, decidieron el alejamiento del malogrado músico? Por un lado consiguieron ser más previsibles en cuanto a cumplir con los compromisos que asumían, una vez que se consolidaron y empezaron a tener más responsabilidades como artistas profesionales que son.
Pero por otro lado con la forzada deserción de Sokol perdieron, además de su frontman por naturaleza, un cantante que asumía a la perfección el rol de tal, que le daba a las canciones esa cuota de dramatismo que requerían, gracias a su forma de cantar, de dientes apretados, mordiendo cada palabra.
Es para destacar que la banda igual logró seguir adelante con su existencia, no sin que se sintiera su ausencia, pero con el timing necesario para no perder terreno.
Ahora Las Pelotas acaba de lanzar una nueva placa discográfica, la primera en la que su ex cantante no tiene nada que ver. ¿O sí?
Despierta es el título del nuevo trabajo, pleno de canciones desgarradas, de momentos oscuros, de letras cargadas con toda la resaca de este último tiempo. El disco abre con Saben, la canción de difusión es un número fuerte en el cual la participación de un corito de niños integrado por parte de la familia “pelotera” pareciera que pudiera darle un aire infantil, pero no. El estribillo que les toca cantar no les ayuda para este fin: “Dicen que cooperaran en arreglar el mundo, cuando en realidad les chupa un huevo”, escupen los pibes con más rabia que ternura.
Con una temática similar continúa Qué podés dar y luego el programa entra en una meseta reflexiva con la interesante letra de Pasajeros.
En Una tregua demuestran su vocación por el reggae, sobre todo por la herencia de Sumo que algunos de sus integrantes tienen, no olvidemos que estos últimos fueron los responsables principales en introducir este ritmo en el rock argentino a principios de los años 80’s.
Si quisiste ver es el momento más rocker, y el responsable de que esto sea así es Fernando Ruiz Díaz (Catupecu) quien aparece como invitado especial sumando su voz y una filosa guitarra.
Los ritmos se alternan y aparece Personalmente, un atractivo soul con la pasta necesaria de futuro hit, algo que se confirmará, o no, en las próximas presentaciones en vivo de la banda.
Que estés sonriendo, es el otro reggae, pero también el primer adelanto que conocimos del nuevo disco en el verano pasado. Una canción con letra esperanzadora que se apuraron a mostrar y que implícitamente habla del amigo y ex compañero de ruta, que hoy no está.
El disco, que diez temas atrás empezó con la furia de Saben, concluye con el lánguido optimismo de Destellos.
En el que a nivel personal fue tal vez el peor año de sus vidas, por los acontecimientos ya mencionados, Daffunchio y Cía. se despacharon con un muy buen disco que seguramente logrará exorcizar tanta malaria. Un trabajo que profundiza en su veta más dramática, y que parece resumir toda la melancolía y la bronca, pero que a la vez deja abierta una puerta de salida para volver a sonreír. Porque Despierta es un álbum con el cual (se) demuestran que siguen vivos y con las suficientes ganas y argumentos como para continuar en el camino del rock, que los tiene hoy como uno de los principales referentes.-

La lista de temas de Despierta
1. Saben
2. ¿Qué podés dar?
3. Pasajeros
4. Nunca te jugaste
5. Una tregua
6. Si quisiste ver
7. Personalmente
8. Que estés sonriendo
9. La semilla
10. Destellos

sábado, 1 de agosto de 2009

La historia de El Golo

Alejandro “El Golo” Cavoti nació en Córdoba, se crío en EEUU y regresó al país para formar parte del nacimiento del Rock Argentino al lado de los grandes. Como guitarrista y cantante integró grupos de David Lebón y Charly García, entre otros.

PERSONAJES

Por Néstor Pousa © 2009

En el amanecer del Rock Argentino hubo personajes que estuvieron ahí, aunque su nombre no aparece asiduamente en las enciclopedias musicales porque permanecieron a la sombra de los grandes próceres, pero que igual tienen su cuota de responsabilidad en que el rock haya llegado hasta donde llegó. Simplemente no trascendieron porque diversificaron su trabajo, emigraron del país o, simplemente, porque no tuvieron un buen jefe de prensa.
Uno de esos casos es El Golo Cavoti, cordobés de nacimiento, pero criado en EEUU, y que al regresar de ese país y convertirse en músico, consiguió tocar al lado de los grandes. Hoy quisimos rescatar su historia, contada por él mismo.
“Nací en Córdoba, en el Cerro de las Rosas, el 19 de Febrero de 1955 -comienza contando Alejandro Cavoti- y a los dos años, con mis padres nos fuimos a vivir a EEUU, vivimos en muchos lugares: Indiana, Seattle, Washington, New Jersey, Philadelphia. Nos mudábamos por cuestiones de trabajo de mi papá que era ingeniero aeronáutico, trabajó para la NASA en el Apollo Project”. Con estos primeros datos ya se podía vislumbrar que la vida de Alejandro, no iba a ser una vida común. Fue entonces que: “Al regresar a la Argentina en 1966 -prosigue- nos vinimos a Córdoba, a Villa Allende, pero al poco tiempo a mi papá le salió un trabajo en la Universidad de Buenos Aires y nos mudamos allá. Vivíamos en Colegiales, yo tenía mi banda con mi hermano Cate, mi primo Juan Martín y un amigo del colegio Martín Deheza”. La banda en cuestión se llamó Primera Resurrección.

“Allí comenzamos a hacer recitales y a relacionarnos con otros músicos. El primero fue Luis Spinetta, a quien le compramos los equipos de Pescado Rabioso. Luis se hizo más amigo en los años de Invisble, donde yo le prestaba violas para que él toque. Al tiempo conocí a David Lebón que comenzaba con Polifemo. Con David zapábamos casi todos los días en el apartamento de la Sueca, su novia y mujer, con quien tuvo dos hijos, Panchi y Nayla, fueron ellos los que me pusieron el apodo de ‘el Golo’, ya que eran muy chicos y no podían decir el gordo”. De este modo nacía para siempre su apodo artístico y para la vida, Alejandro pasaba a ser ‘El Golo’, a secas, como le gusta que lo llamen. Y así también empezó a relacionarse con músicos del ambiente del rock que estaba empezando a gestarse.
“En el ambiente fui conocido como el amigo de David, ya que andábamos bastante juntos”, dice. Con Lebón los unía -además de una amistosa discusión por cual guitarra era la mejor, si la Fender Stratocaster (Golo) o la Gibson Lucille (David)- el hecho que ambos habían vivido en EEUU y podían cantar perfectamente en inglés. Con el Ruso tocó en Polifemo y en Seleste, hasta que dejó esta última banda (su lugar fue ocupado por Spinetta) y fue invitado por Charly a tocar en la última etapa de La Maquina de Hacer Pájaros en lugar del Vasco Bazterrica.
“Yo canté las segundas voces de David en Polifemo -completa El Golo- luego conocí a (Oscar) Moro quien me presentó a Nito Mestre. En el ‘76 Moro me invitó a Cosquin a ver un festival de rock (N. del R.: organizado por Mario Luna) allí Moro iba a tocar con Charly García y José Luis Fernández en lo que sería la futura Máquina de Hacer Pájaros. Después del show Charly me invitó a grabar unas violas y voces en PorSuiGieco, así fue que estuve en esas grabaciones también”.

¿Haciendo un resumen, con quien y en que bandas tocaste en aquellos años?
“Toqué en Primera Resurrección, Bubú (Miguel Zavaleta), Polifemo, Seleste, La Máquina de Hacer Pájaros, zapé con Pappo y en El Festival del Amor (organizado por Charly García)”.
Pero lo más curioso de esta historia es que El Golo por poco no fue uno de los integrantes de Seru Giran, una de las bandas más influyentes de finales de los 70’s y principios de los 80’s en la Argentina. Charly había pensado en una formación con David Lebón en guitarra y voz, José Luis Fernández en bajo, Gonzalo Farrugia (ex Crucis) en batería y El Golo en guitarra rítmica. “Esto iba a ser la nueva banda de Charly -cuenta- y nos íbamos a ir a Brasil a componer, tocar y grabar. Pero con José Luis y Gonzalo decidimos irnos a vivir a Los Ángeles, al igual que otros argentinos, para intentar hacer ‘la América’, entre esos otros estaban Gustavo Santaolalla y Aníbal Kerpel”. La historia tuvo el final que todos conocen, Charly convocó para integrar Seru Giran a Oscar Moro y Pedro Aznar.

¿Qué fue de tu vida durante ese exilio? 
“Estuve viviendo muchos años en Los Ángeles (lugar que eligió porque allí vivía su beatle favorito, George Harrison) pero seguíamos conectados, Charly vino varias veces a Los Ángeles, trabajé con él en (el disco) Clics Modernos. Luis Spinetta me visitó varias veces, y así muchos músicos argentinos que pasaban por Los Ángeles”.
De regreso en Córdoba, hoy El Golo pasa sus días en Argüello, pero en cuanto pueda quiere mudarse a Unquillo, mientras tanto confiesa: “Yo estoy en una edad que ya cumplí con la educación de mi hijo, el ya está por recibirse, así que estoy con toda las pilas para salir a tocar y aprovechar muchos años de almacenar música mía y grabaciones, así que estoy al mango, aprovechando mi energía y juventud. Estoy preparando mi álbum, se llama ‘Golosinas Peligrosas’. Este verano voy a salir a tocar, quiero participar en los festivales de rock, con un perfil rockero, más de guitarra eléctrica y pesado que lo que estoy haciendo ahora que es más suave y acústico, evolucionar”, culmina.-

Foto: archivo personal Golo Cavoti
N. del R.: El Golo presenta su show solista, una vez por mes, en El Pungo de La Cumbre.