sábado, 28 de diciembre de 2013

Andrés Calamaro / "Bohemio"

DISCOS DEL 2013

por Néstor Pousa

Cuando uno podía presumir que sus bizarras apariciones en el programa del zar de la TV banal/vernácula podían hacerle perder timing de rockstar; o que su profusa actividad en la red social del pajarito para ventilar, entre otras cosas, intimidades de su relación con su mediática novia le desdibujarían su aura fifty-fifty entre poeta maldito y gran cancionista; pues no, Andrés Calamaro se recompuso y lanzó Bohemio, disco que figura en mi lista de lo mejor del 2013.
Puede resultar contraproducente la verborragia cancionera que le conocemos al mayor de los Calamaro a la hora de seleccionar diez piezas que integren un disco físico. Tal vez por eso Andrés dejó en manos de Cachorro López gran parte de esa responsabilidad. Cachorro, como sabemos, fue en el pasado su compañero en Los Abuelos de la Nada, y es actualmente un productor estrella a la hora de delinear discos pop.
Del talento compositivo de uno, junto a la intuición del otro, nació Bohemio, que sorprende por la abundancia de guitarras slide a lo largo de todo el programa, de tonadas folks y riffs reverberantes que le dan un concepto de unidad a todo el trabajo.
Para los que opinan que Andrés ya no escribe hits indiscutidos, deberían permitirle más rodaje a canciones como Cuando no estás, con una musa demasiado implícita; o Nacimos para correr, donde retoma en formato de balada existencial la idea desarrollada en Los Chicos (de La lengua popular, 2007). Hay más: Bohemio (el tema) es una declaración de principios; y Plástico fino, la joya de este disco, tiene una lírica que conmueve, acentuada por esa entonación congestionada tan típica de Andrés.
Otro aspecto por el que debería ser recordado Bohemio es el explícito homenaje a Spinetta y el lugar de privilegio que ocupa en el orden de los temas. Al mérito que la letra pueda tener, o la belleza de su lánguida melodía, Belgrano es un digno tributo que no está puesto ahí forzadamente.
Mención para la carátula y su llamativo diseño, concebida como una especie de Buscando a Wally que arroja pistas sobre el contenido de la obra.- 

sábado, 7 de diciembre de 2013

Charly García: rock a cuerda

El astro argentino trajo a Córdoba "Lineas Paralelas", su espectáculo de formato cuasi sinfónico, una selección de sus clásicos para banda de rock y cuerdas. Fue ovacionado.

RECITALES

Por Néstor Pousa
                                                                                          
¿Ver o no ver a Charly García? fue la encuesta no vinculante que lancé entre mis amigos y propagué en redes sociales el último fin de semana de noviembre ante la inminente visita a Córdoba del astro argentino. Los detractores argumentaban que al margen de la milagrosa recuperación de la mano de su albacea espiritual, el Palo Ortega, García no es ni por asomo el mismo de antes. Agregaban que el valor de las ubicaciones era prohibitivo y agravaba la situación que la oferta en la cartelera de ese sábado 30 era por demás tentadora: Manu Chao agitaba por primera vez la folklórica Plaza Próspero Molina de Cosquín y el ex Soda Zeta Bosio, devenido deejay, musicalizaba un nuevo aniversario de El Pungo Bar de La Cumbre.
¿Adónde ir entonces? Puse fichas en Charly, porque aunque no disponga por el momento de un nuevo material que sustente su carrera, siempre es capaz de reinventarse. En su nuevo espectáculo el músico, que acusa un pasado de niño prodigio concertista de piano, intenta (y con éxito) fusionar elementos de la música clásica que fue lo primero con lo que tuvo contacto, con el rock por el que finalmente se inclinó. Este formato que tuvo su debut en el Teatro Colón de Buenos Aires fue el que traslado al Orfeo Superdomo, aún cuando el domo cordobés no disponga de las características técnicas del máximo coliseo argentino.
A Líneas Paralelas / Artificio Imposible, tal el nombre de la puesta, no se la debe considerar como un “García sinfónico” ya que conserva el peso específico del rock desde la base de batería que golpea el chileno Toño Silva, secundado por Fernando Samalea, extravagante multiinstrumentista que alterna el xilófono y el bandoneón con sus inusitadas percusiones. El valor agregado lo pone la Orquesta Kashmir (el nombre puesto por Charly obedece a un homenaje a Led Zeppelin) en la práctica un octeto conformado por seis violines y dos chelos, dirigida por Patricio Villarejo, un compositor y arreglador con probada experiencia en la cruza de lo clásico con lo popular. El resto del combo, que suma 20 músicos en escena, lo completan el resto de The Prostitution, la actual banda de acompañamiento de Charly.
El repertorio especialmente seleccionado recrea y alterna joyas de toda la carrera del ex Sui Generis, composiciones a las que las cuerdas les sientan de maravillas, modificándolas pero sin alterar demasiado la versión original. Dileando con un alma, Vos también estabas verde y Fax U, son pruebas acabadas de un ensamble que reserva momentos para los solistas, como los solos del chileno Kiuge Hayashida o del Negro García López, quien relega protagonismo de guitarra líder en función del sonido grupal; o como cuando el otro chileno, Carlos González, intenta emular el solo de bajo que Pedro Aznar inmortalizó en Eiti Leda.
La niñez de conservatorio de García marcó su estilo y muchos pasajes de su obra exhalan academia, como los instrumentales Rejas electrificadas y Monóculo fantástico (ambos de Pubis Angelical); o el solo piano de 20 trajes verdes. Una sonrisa cómplice debe haberse dibujado en el rostro de Patricia Perea (Peperina) al escuchar esta pieza perteneciente al álbum al cual ella inspiró su tema central. La célebre musa asistió al show de Charly después de muchos años de autoexilio rockero y gracias a una invitación del periodista Martín Carrizo.

No sé si es pertinente decir que García está mejor que nunca, después de todo algún precio pagó. La interpretación de Desarma y sangra no suena como su mejor versión, aunque el marco de violines la hicieron más conmovedora que nunca. Igual Charly se hace cargo de todas las partes vocales, pero así como en los teclados su lugarteniente es el joven veterano Zorrito Quintiero; el soporte en los coros lo aporta Rosario Ortega quien con un trabajo sobrio y sólido va justificando su convocatoria a la banda. Mientras el líder se mueve con parsimonia, pero inquieto por todo el escenario, pasa de la isla central de teclados, sintetizadores y i-pads, a la guitarra eléctrica y de esta al piano de cola. Se lo nota entusiasmado y enchufado con esta nueva oportunidad, conectado con su público y así avienta las dudas sobre su salud (recordar el incidente en su anterior paso por este espacio o su recientemente frustrado show colombiano). No se priva de dejar alguna frase de su cosecha: “Recuerden que el Rock Nació-mal”, es su nueva humorada favorita, y luego de un intermedio protagonizado únicamente por la orquesta y el saxo solista del histórico Bernardo Baraj (ex Alma y Vida), sobreviene una segunda parte que superó a la primera con intensas interpretaciones de Yendo de la cama al living, Inconsciente colectivo y Los dinosaurios con una breve referencia final a Led Zeppelin. Y una lista de bises, algunos fuera de programa para probar cómo funciona el ensamble sin partituras, con Tango en segunda, El amor espera, Cerca de la revolución y Canción para mi muerte.
No se olvidó de recordar a su amigo Spinetta cuando antes de la última canción mostró a la platea la tapa del primer disco de Almendra (la del payaso de la lágrima) y amagó en la guitarra la intro de Muchacha, ojos de papel.
Habrá darle la derecha a Carlitos cuando al final de la noche preguntó: “¿Quién dijo que el rock no se podía tocar con violines?”. Él demostró que sí pudo, que las líneas paralelas se tocaron y que el artificio fue posible.-


Fecha: 30/11/2013
Lugar: Orfeo Superdomo
Formato: auditorio
Asistencia: 4.000 personas


Previa de Charly García en Córdoba. Carlos Rolando, Dirty Ortíz, Mario Luna, Germán Arrascaeta, Néstor Pousa y Gustavo Arraigada en el espacio VIP de TELECOM.




viernes, 8 de noviembre de 2013

Un recital histórico: El “efecto Ringo” pasó por Córdoba

Ringo Starr, el carismático baterista de la banda más famosa del mundo, hizo escala por primera vez en Córdoba. Crónica de un gran acontecimiento.

Por Néstor Pousa

Finalmente el día tan esperado llegó, Ringo pasó por Córdoba y fue como si hubiera pasado el cometa Halley, porque los casi cuatro mil afortunados que, holgadamente o con lo justo, pudimos asistir al Orfeo Superdomo quedamos así, con la boca abierta, deslumbrados, casi incrédulos, de poder estar a un toque del baterista de Los Beatles, la banda de rock más famosa de la historia, la que más influyó, la que inventó casi todo lo que conocemos y existe sobre el género.
Como ya se sabe Ringo viene liderando desde finales de los 80’s la All Starr Band, un seleccionado de estrellas que respaldan la gira del exBeatle. Un formato que tiene la particularidad de ir rotando a su personal, por lo que de la primera formación hoy no queda ninguno. Así también, a medida que van cambiando sus miembros, se va actualizando el repertorio, ya que a los clásicos que siempre interpreta Ringo se le suman los que puedan aportan el resto del combo.
El show del miércoles pasado arrancó puntualmente a las 21.30 con la banda en escena, la voz en off del locutor haciendo las presentaciones y Ringo entrando a la carrera para los primeros dos temas: Matchbox (de Carl Perkins) y It don’t come easy (uno de sus primeros números solistas), que desataron la excitación, los gritos, las lágrimas y la alegría de un público que ya estaba fuera de sus butacas y en un estado de medido descontrol, algo así como la versión adulta del furor que provocó la Beatlemanía en los sesenta.
El programa ofrece dos conciertos en uno, que se van alternando y bien pueden disfrutarse por separado. Por un lado Ringo con los legendarios temas a los que les puso su voz en Los Beatles; por el otro la All Starr Band (incluido Ringo en una de las baterías, claro) que tiene momentos de protagonismo en partes escrupulosamente iguales para sus integrantes. Todd Rundgren (guitarra y voz) mostrará sus canciones más recordables (I saw the light, Love is the answer); Gregg Rolie (piano, órgano Hammond y voz) volverá a poner su voz a los temas de la primera época de Santana (Evil ways, Black magic woman, Oye como va); a su turno Richard Page (bajo y voz) nos recordará los éxitos que facturó con Mr Mister (Kyrie, Broken wings y la hermosa balada You are mine, con Ringo tocando el cajón peruano) y Steve Lukather (guitarra líder y voz) pondrá en llamas la pista de baile con los clásicos de su exbanda Toto (una extensa versión de Rosanna, África y el infaltable Hold the line).

Todo bien con el rescate 70/80 de una banda de notables que se completa con el todo terreno Mark Rivera (saxos, guitarra, teclados, percusión, voz y casi cualquier otra cosa) y con Gregg Bissonette en la batería, individualmente el músico más destacado en una banda que suena súper ajustada. Pero, a decir verdad, habíamos ido a ver a Ringo y en este punto no hay disputas por el liderazgo. Si hasta Rundgren, en algunas ocasiones, luce remera con la estampa del jefe. El inquieto Ringo es la estrella, no hay dudas de eso, que va de un lado a otro, sube y baja de la alta tarima de su batería, pasa por el piano y dispara la intro de Don’t pass me by (del White Álbum) que equivocadamente anuncia como de Abbey Road. Apela a los rocks que grabó en la primera época de Los Beatles y al comando de su histórica Ludwig tocará y cantará Boys (de Please, please me) y Honey don’t (de Beatles For Sale). Breve repaso por su álbum más moderno, Ringo 2012, con el reggae Wings y el himno (Anthem) de paz y amor.
Este verdadero showman que durante años se mantuvo a la sombra de Lennon y Mc Cartney y hoy se explaya a sus anchas sobre el escenario y marca los tiempos del show, se muestra locuaz y muy comunicativo con la gente, bromea y contesta hasta el límite de la paciencia la avalancha de comentarios que le tiran. Lo interrumpen y reconviene con un “I’m talking” (interprétese como: “Estoy hablando, no jodan”) con su inconfundible acento británico. Pero se permite jugar: “What is my name?”, reclama, para que la platea estalle en un ensordecedor ¡Ringo! Y así sigue el juego, y recibe regalos y devuelve atenciones e insta a que imiten sus dedos en “ve”, símbolo ecuménico de Peace & Love. Luego siguen las canciones: “Hay damas en la sala?”, pregunta como introducción para I wanna be your man (Quiero ser tu hombre) de With The Beatles; y el esperado paseo en Submarino Amarillo al que nadie puede resistirse.

El final está cerca con Photograph, el hit que compuso con George Harrison y que ya cumplió cuatro décadas, y continúa con Act naturally, su contribución a la película Help! (Socorro!), antes de un cierre épico con With a little help from my friends que se prolonga en el Give peace a chance de Lennon. No existe para Ringo esa convención que llamamos “bises”, y ni falta que hacen, con sus estoicos 73 años y durante dos horas dejó el alma en el escenario. Después de todo, no siempre ocurre que un Beatle llegue a tu ciudad, y salvo que algún día se concrete el prometido arribo de su amigo Paul, ningún otro músico de este planeta podrá igualar el efecto que produjo Ringo a su paso por aquí.-

Sala: Orfeo Superdomo (formato auditorio)
Fechamiércoles 06/11/2013
Asistencia: 3.500 personas
Foto: Silvia Olmedo

miércoles, 30 de octubre de 2013

Marcelo Moura: “Fue un gran desafío”

El cantante de Virus recuerda el momento en que tuvo que reemplazar a su hermano. Explica porque La Plata es cuna de artistas y pregunta por la calle Federico Moura.

ENTREVISTA

Por Néstor Pousa

Contratados para un show privado en un gran hotel, Virus, la influyente banda pop de los 80’s, se encuentra de incógnito en La Falda. Una llamada telefónica me pone en aviso y así consigo esta exclusiva con Marcelo Moura, cantante y vocero desde que el inolvidable Federico Moura falleciera en diciembre de 1988.
El encuentro con Marcelo es en las instalaciones remodeladas de la Posada del Edén Hotel (ex anexo) legendario lugar donde se alojaban los músicos en tiempos del Festival de Rock, y será el cantante quien rompa el hielo con un inesperado reclamo al cronista: “¿Está la calle Federico Moura en La Falda?”. Está el proyecto, le respondo. ¿Está frizado?, insiste. Ante su manifiesto interés prometo encargarme de reavivar la idea, a la vez que le digo que ahora, lamentablemente, también tenemos que homenajear a Spinetta. “Para el Flaco, una avenida”, observa Marcelo, quien más adelante confesará: “El Flaco es mi norte”.

Viaje al pasado. Luego de que Virus lanzara en 1981 su disco debut (Wadu-Wadu), estaban apuntados para venir a la tercera edición del Festival Argentino de Música Contemporánea de La Falda, a realizarse en el verano de 1982, pero en aquellos primeros años no les era fácil a los grupos new-wave presentarse en este escenario. Nada fácil, porque los Virus fueron precursores de este estilo en el país y el público reclamaba rock and roll clásico más que ninguna otra cosa, por lo que en aquel 1982 prefirieron declinar la invitación. “Sí, me acuerdo absolutamente, aparte fue una constante durante muchos años que los festivales eran una situación muy difícil para nosotros porque todavía no éramos un grupo masivo, teníamos una propuesta absolutamente distinta y éramos el blanco ideal para cualquier tipo de agresión, así que preferíamos preservarnos de una situación que no nos convenía, y tocar solamente para gente que le gustaba lo que hacíamos. Había una cosa de supervivencia, porque la verdad es que es muy feo ir a tocar y ver que el 80% del público está esperando otro grupo que no tiene nada que ver con vos, y generalmente la respuesta era agredirte, así que, para qué vivir esa situación, no es necesario”, reflexiona.
-Pero cuatro años después, en La Falda ’86, la cosa cambió totalmente.
“Ya en el ’86 éramos un grupo muy popular y era completamente distinta la situación, el panorama era absolutamente distinto, era mucho más pop y el recuerdo que tengo de ese festival es hermoso, nos divertimos muchísimo, pero bueno, era otro contexto”.
-Todos recuerdan los encuentros de ping pong en el hotel.
“Sí, sí,  yo jugaba en pareja con Nito (Mestre), y Julio (Moura, su otro hermano y guitarrista) con el Flaco (Spinetta), y Charly era el umpire, un delirio absoluto (risas de ambos), fueron momentos que uno no olvidará nunca. Hace poco estuvimos en Buenos Aires haciendo un show y vino Charly a tocar y recordamos tantas cosas que vivimos juntos que son invalorables”.
-Precisamente en el cierre del show de Virus en La Falda ’86, Charly y Andrés Calamaro se subieron por sorpresa a tocar
“Andrés tenía una particularidad, adonde tocábamos se colaba, siempre se subía en (el tema) Carolina a tocar el piano. Recuerdo cuando falleció Federico que por primera vez yo estaba al frente, estaban de invitados Spinetta, Charly, Cerati; y no sé por qué dijimos: ‘Que Andrés no entre’, porque entraba como muy enloquecido, entonces hicimos todo un sistema de seguridad para que él no pudiera ingresar al escenario y cuando largó Carolina ahí estaba Andrés tocando el piano, ¡nunca supimos por donde pasó!”.

-¿Actualmente hay como una revalorización de la música de los 80’s?
“Sin dudas, son ciclos que siempre suceden en la historia, y sin ningún lugar a dudas los 80’s tuvieron a Soda, Sumo, Los Abuelos, Los Cadillacs, Los Pericos, Los Ratones. Aparte todavía no era un negocio el rock & roll, eran bandas de amigos que hacían arte, después se desvirtuó un poco con el negocio, las compañías vieron que había un negocio ahí y se crearon artículos más descartables. Y es por eso que hoy se ve con mucha claridad, que en los boliches bailables que vas pasan Los Abuelos, Virus y los pibes de 16 años están prendidos fuego con eso”.

-También fue una década riesgosa, lo digo por todos los que quedaron en el camino: Luca Prodan, Miguel Abuelo, Federico Moura.
“Bueno, la década del 70 tuvo el flagelo político de la dictadura que arrasó con 30.000 personas, entre ellas Jorge, nuestro hermano. La década del 80 tuvo el flagelo del HIV, con el cual se fueron Federico, Miguel y muchísima gente más. Cada época es como que tiene su marca, y también, viste, hay que tener mucho cuidado, porque es muy fácil irse a la mierda en esta profesión y ejemplos me sobran: vos lo ves a Charly, lo ves a Andrés, a Cerati, a Pity (de Viejas Locas), cuando das un paso mal dado te vas a la mierda”. Marcelo pone especial énfasis en el caso de Cerati: “Hay un hilo que divide irte a la mierda o no, el caso puntual de Gustavo, un talento maravilloso, un guitarrista y cantante excepcional, un compositor genial, un tipo culto, nunca lo veías ni mal vestido, ni en pedo, ni diciendo boludeces, pero al mismo tiempo yo creo que descuidó un aspecto en medio del pedo que te provoca a veces el éxito, no tomás conciencia de que sos un tipo de 53 años y que no podés tener el ritmo de un pibe de 20, entonces de un día para el otro se terminó algo que era maravilloso. Parte de la inteligencia de un artista también radica en eso, en no perder el cable a tierra, y es muy común la cosa de creerse distinto porque todo lo tenés servido para eso, y si vos entrás en ese ‘todo’, y no sos consciente de tus limitaciones te vas a la mierda con una facilidad total, viste”.

-¿Qué caldo se cocinaba en La Plata que salían bandas tan disimiles y fundamentales? Cito a Los Redondos y Virus, como ejemplos.
“Hay dos cosas que son muy importantes, una te va a parecer más volada que la otra: la principal es que es una ciudad fundamentalmente universitaria, motivo por lo cual está lleno de jóvenes de todos lados, de distintas culturas, lo cual hace a la diversidad musical y hay mucho movimiento artístico, como Rosario que es cuna de grandes artistas. Lo que te agrego y que puede parecer una pelotudez pero para mí no lo es, es que La Plata es una de las pocas ciudades diseñadas antes de que hubiera nada, y se diseñó con un trazado que está basado en el feng shui, vos la ves desde arriba y es una locura, y tiene una energía muy especial, por eso no me parece que sea casual que sea una usina de bandas”.

-En plena grabación del disco “Tierra del Fuego” en 1988, Federico ya muy enfermo te pasa la posta y te dice que tenés que cantar vos, ¿Recordás que sentiste en aquel momento? 
“En realidad él iba a cantarlo y no lo pudo hacer, entonces le dije que yo tenía todas las de perder, y él me dijo por supuesto que tenés todas las de perder y ese es el desafío. Y me encantó su respuesta porque siempre me entusiasmaron los desafíos, nunca me gustaron las cosas fáciles, y yo sabía que Virus podía seguir. Sabía que no iba a ser fácil, hubo una primera etapa en la que fui muy criticado, Virus bajó muchísimo y siento que fue absolutamente justo porque estaba pagando el precio de tener que aprender. Bueno, las cosas se fueron revirtiendo y hoy creo que Virus es un gran grupo. Soy el primero que quisiera que Federico estuviera  cantando y no yo, pero creo que es un gran grupo y estoy orgulloso de haber afrontado el desafío”.-

domingo, 13 de octubre de 2013

La Renga: detonador de plazas

Foto: www.lavoz.com.ar
RECITALES

Por Néstor Pousa

La noche del sábado 12 de octubre una verdadera multitud de fanáticos rengueros (17.000, oficial) pusieron a prueba los límites físicos de la Próspero Molina. El emblemático coliseo folklórico, históricamente esquivo al rock, debió bajar la guardia ante semejante embestida de La Renga y su gente que por primera vez copaba el tradicional escenario Atahualpa Yupanqui. Puntualmente a las 22 apareció Chizzo en escena, de barba y enfundado en un poncho blanco con guardas (obsequio de la Comisión de Folklore!). “Ellos no se animaron a ponérselo”, mandó al frente el guitarrista y cantante a sus compañeros Teté y Tanque. Una organización muy ajustada e impecable puesta en escena (pantallas y escenografía) tuvo esta fecha que fue pensada como contrafestejo y en reivindicación de los pueblos originarios. La presencia en la previa de Rubén Patagonia le daba consistencia a un reclamo al que los seguidores del trío de Mataderos parecieron sumarse sólo tangencialmente. La lista de temas como es costumbre fue demoledora y arremetió con: La furia de la bestia rock, Tripa corazón, Canibalismo galáctico, Las cosas que hace, El twist del pibe y Paja brava.
Los invitados de lujo, habituales en cada show de La Renga, dieron el presente: primero Nacho Smilari (ex La Barra de Chocolate y Vox Dei) puso su viola en Poder y Dioses de Terciopelo; y luego con Edelmiro Molinari (ex Almendra y Color Humano) versionaron Hace más de 2000 años, un clásico de Edelmiro. 
La capital del folklore tiene un frondoso prontuario de encontronazos con el rock. El que primero lo padeció fue Mario Luna con su protofestival en aquel lejano febrero de 1976. Siguió José Palazzo y el Perro Emaides con el inaugural Cosquín Rock en 2001 del que fueron desterrados en 2004. Al año siguiente el recordado Jorge Guinzburg, tentado por las autoridades coscoínas, se probó como productor de rock y derrapó. Luego de esta prolija y exitosa (también con producción de Palazzo) primera experiencia con la banda más convocante del rock local actual, folkloristas y rockeros ¿se animarán a firmar la paz? 

Fecha: sábado 12/10/13
Lugar: Plaza Próspero Molina (Cosquín)
Formato: anfiteatro sin butacas
Asistencia: 17.000 personas

viernes, 11 de octubre de 2013

Javier Malosetti: volando alto

Foto: En Vivo Producciones
El notable bajista presentó en sociedad su nuevo proyecto musical llamado JM4, con el que revisa su repertorio y algunos clásicos en clave de jazz.

RECITALES

Por Néstor Pousa

Javier Malosetti se encuentra en plena tarea de reformatear su propuesta musical, una vez desactivado Electrohope, su anterior formación, y su nueva banda ya tiene nombre: JM4. También hay una fecha aproximada (febrero 2014) para el lanzamiento del primer registro del cuarteto, pero esto empezará a materializarse una vez que los compromisos de la gira nacional en curso lo permitan. Gira que el pasado 9 de octubre hizo escala en Córdoba.
Vista previa. Javier sale a tocar como invitado con Swing dedos, un habilidoso dúo de guitarras cordobesas dedicado al jazz clásico instrumental que hizo las veces de banda soporte. Y acepta con ganas el convite, porque con su actual banda abandona (pero no tanto) el volumen del rock y revisa algunos clásicos y su propia obra en clave de jazz rock. Con los integrantes de JM4 ya sobre el escenario, el líder hace las presentaciones: Mariano Agustoni en teclados, Javier Martínez Vallejos (“Que no es aquel”, aclara, en alusión al de Manal) en batería y Damián Carballal en bajo y percusión, para luego empezar a mostrar el nuevo repertorio. “Primero tocamos un tema, después el segundo y el tercero… no importan los nombres”, bromea, aunque concluye diciendo que fueron versiones de Bjork (New world), Deep Purple (Lazy) y de Ibera 5009, este último un tema propio al que le cambió algunas partes y hoy suena más cercano a la actual propuesta. “Cada vez me gusta más robarme mis propios temas”, seguirá bromeando. Su natural sentido del humor es una constante durante todo el concierto y un recurso con el cual maneja a placer los tiempos y climas en la enorme usina en desuso, hoy devenida en plaza de música. Pero en cuanto la banda empieza a sonar se ponen en órbita. El trío acompaña con solvencia a Malosetti, dejándole el absoluto protagonismo a los notables fraseos y solos que arranca de su bajo y eventualmente a sus participaciones con guitarra, provocando una música de altísimo vuelo ante una platea absolutamente extática y estática.       
Con generosidad cede el escenario a Mar Tarrés, artista de stand-up de Córdoba a la que -confiesa- conoció por internet. La humorista tiene actitud pero el estilo de monólogo zarpado con chistes disparados a repetición no parece ser la debilidad de un público al que el inesperado entremés lo toma por sorpresa, tal vez por eso la devolución que recibió fue tibia. Mucho más demostrativo lo fue con la segunda invitada, Gaby Beltramino Borré, en este caso cantante cordobesa que a dúo con Javier harán una preciosa versión de Bye bye blackbird, un standard de jazz de Ray Henderson.
El concierto retoma su curso y Javier anuncia dos temas en uno, de un artista que fue muy influyente en nuestras vidas. Sin especular y tomando todos los recaudos para no sonar oportunista, se escuchó una versión a media letra de Para ir (Almendra ’70) con intro de Cristálida (Pescado ’73) sin mencionar a su autor. “El que lo sabe se calla”, había pedido previamente en forma cómplice.
No hacía falta aclarar nada, como tampoco fue necesaria ninguna mención a papá Walter Malosetti, maestro de guitarristas de jazz, fallecido hace poco más de dos meses. Si el show debe continuar, si la música suena así, seguro que ambos estuvieron por ahí.-

Fecha: miércoles 09/10/13
Sala: Plaza de la Música
Formato: auditorio
Asistencia: 800 personas

sábado, 28 de septiembre de 2013

Miguel Mateos: casi como la primera vez

El exlíder de Zas llegó a Córdoba para presentar su flamante trabajo “La alegría ha vuelto a la ciudad” ante un millar de fans de la primera hora.

RECITALES  

Por Néstor Pousa                                                                                                 
Los que compraron tickets para Miguel Mateos en Plaza de la Música, la gran mayoría fans de la primera hora, seguramente imaginaron un show plagado de hits, aquellos viejos hits que marcaron a fuego la década del ‘80. En el primer lustro de ese decenio Mateos fue uno de sus protagonistas fundamentales al frente de su banda Zas, a la que por híper protagonismo rápidamente rebautizó adosándole su nombre propio. Desde ese momento fue Miguel Mateos-Zas y la seguidilla de canciones que lograron imponer caracterizaron una época que hoy es revalorizada.
Por eso para muchos habrá sido una sorpresa que Miguel no haya elegido guarecerse en la comodidad de sus éxitos, y en cambio mostrar un repertorio ecléctico y novedoso. Había una razón, la fecha era la presentación oficial en Córdoba de “La alegría ha vuelto a la ciudad”, su flamante trabajo. Un disco con catorce canciones a estrenar que están atravesadas por el amor como eje temático y por los opuestos que se complementan, el yin y el yang, como concepto omnipresente en las letras, en la escenografía y en las imágenes que devuelven las pantallas de video.
Asumiendo el riesgo, ni bien iniciado el concierto mandó al frente un triplete de canciones nuevas: Loco (declaración de amor con guitarras distorsionadas que abre el disco y el show), Darlin (balada inspirada en un video apócrifo sobre la pareja ícono del rock, John y Yoko) y Un yin para un yang (primer corte de difusión por mérito propio).
Si había dudas que el público esperaba escuchar los temas más conocidos, bastó escuchar la exclamación que provocó en la audiencia cuando Mateos anunció que con el próximo tema iban a retroceder en el tiempo. Aún así el repaso por su extenso repertorio lejos de caer en obviedades tuvo un criterio amplio y de rescate en algunos casos, privilegiando sus favoritas o algunas que hacía mucho tiempo que no tocaba en vivo. Hablando con mi ángel, Tengo que parar, Estoy tan bien que no me doy cuenta de lo mal que estoy, Malos pensamientos, Mi sombra en la pared, Beso francés, fueron intercalándose con más estrenos: Sellado con un beso (que bien podría ser la pista de sonido del teleteatro de la tarde), Sólo amor (típica historia “chico pobre-chica rica”, pero con guiños de actualidad), El ritmo del corazón (una canción inocente donde filtra la frase “Todos quieren ser invitados en la mesa del gobierno”) y Wonderland (su enésima metáfora sobre el país).
Miguel Mateos siempre fue una rara avis en el mundillo del rock, el desmesurado suceso que consiguió no fue proporcional a su prestigio o reconocimiento entre sus pares. Siempre fue observado, o al menos eso pareció, por sus liricas costumbristas descriptivas con referencias que a veces rozan lo rebuscado; por su estilo afectado de hablar y cantar que a muchos no le cabe y por su carácter díscolo de muchacho malo capaz de enfrentar él solo a una turba enardecida. Tal vez no le perdonaron el éxito y su autoexilio de casi cinco años no ayudó demasiado. Como sea nunca se durmió en los laureles y siguió pergeñando una música que no traicionara su estilo. Este nuevo disco es la prueba, y cualquiera de las ocho canciones que presentó en Córdoba bien podrían consagrarse como alguna de sus antecesoras, les juega en contra que el contexto ya no es el mismo.
¿Y los fans de la primera hora, qué? Finalmente tuvieron su momento “rockas vivas” aunque debieron esperar más de dos horas para que recién en los terceros bises aparecieran los repasos por Mundo feliz, Un poco de satisfacción, Sólo una noche más y (el más pedido) Tirá para arriba.
Y valió la espera, porque si bien es cierto que nunca es como la primera vez, como certifica en otra de las nuevas canciones, Mateos no perdió ninguno de los atributos (entiéndase virtudes, pero también vicios) que lo tienen en escena desde hace más de tres décadas. Esta nueva escala por Córdoba fue una demostración irrefutable de ello.-

Fecha: jueves 26/09/13
Sala: Plaza de la Música
Formato: auditorio
Asistencia: 1000 personas

domingo, 8 de septiembre de 2013

Baglietto-Vitale: la pequeña sociedad

RECITALES  

Por Néstor Pousa

Juan Carlos Baglietto y Lito Vitale se conocen desde hace mucho tiempo y se entienden de memoria. Esta pequeña sociedad (término que en fútbol patentó el Flaco Menotti) que nació casi de casualidad hace poco más de 20 años no necesita más elementos que ellos dos para maravillar. Se nota desde el inicio del concierto con una sección de tangos en un escenario todavía a media luz. Se escucharán Grisel, Renaceré, Naranjo en flor y Nada, con el dúo en su estado puro al que luego se le sumarán elementos hasta convertir a la banda en un noneto con violín, cello, flauta traversa y clarinete (“la orquestita” como la llaman de entrecasa). Con este nuevo formato aparecen otros grandes momentos de los que seleccioné dos, las magistrales relecturas de El otro cambio los que se fueron (de Nebbia) y la baguala D.L.G. que Fito Páez grabó para su segundo disco, Giros.  
El show del sábado 7 de septiembre en Sala de las Américas (Ciudad Universitaria) reunió partes iguales de sus recientes cd/dvd: Más de lo mismo (2011) y Clásicos y acústicos (2012); y anticipó el próximo lanzamiento de Postales del nuevo mundo, un disco de canciones latinoamericanas (de autores como Juan Luis Guerra, Chabuca Granda, Silvio Rodríguez y José Alfredo Giménez, entre otros) que cerrará la trilogía iniciada con Postales de este lado del mundo (1991) y Postales del alma (1999).
La obra de Baglietto (voz, guitarras y accesorios de percusión) y Vitale (piano, teclados, coros y operación de sonido) adquiere la forma de un perfecto corpus de canciones que remiten a prestigiosos autores y compositores de, precisamente, “este lado del mundo”. Un repertorio en el que se mueven a placer y en el que pueden pasar del frenesí y la poesía urbana a transitar por paisajes rurales, sin perder un milímetro de credibilidad. Vaya como muestra dos verdaderas creaciones que no envejecieron: El príncipe del manicomio (Abonizio) y Piedra y camino (Yupanqui), que pusieron de pie a la sala.
Juan lleva el relato argumental entre canción y canción, y se emociona al presentar a “Un gran cantante y mejor baterista” (sic), Julián Baglietto, su hijo, con quien interpretará Yo era el capitán, de otro de sus autores predilectos, Roque Narvaja. En tanto Lito, atrincherado en su mini laboratorio de perillas y fiel a su histórica autogestión, únicamente pronunciará palabra para anunciar que a la salida se pueden comprar los discos que ambos firmarán. Esta nueva visita del binomio a Córdoba, la cuarta del año, no trajo demasiadas sorpresas pero sí las ovaciones de siempre para un repertorio tan clásico como acústico y tan ecléctico como impecablemente tocado.-

Fecha: sábado 07/09/2013
Lugar: Sala de las Américas (Ciudad Universitaria)
Asistencia: 1000 personas

domingo, 25 de agosto de 2013

Vox Dei: El nuevo regreso de la leyenda

Vox Dei, circa 1968
La legendaria banda se reunirá con sus integrantes originales, incluido Juan Carlos Godoy desvinculado desde 1971. Sólo faltará Rubén Basoalto, fallecido en 2010.

RECITALES

Por Néstor Pousa

Cuando todo era nada, era nada el principio, en el amanecer del Rock en la Argentina, hubo bandas que hoy reconocemos como fundadoras del género. Una de ellas es Vox Dei, que por otra parte es la única que se mantiene en actividad hasta nuestros días. Pero esa permanencia no tuvo un camino llano, fueron una constante las peleas internas, con integrantes que se alejaban, con reemplazos eventuales y las consiguientes reuniones, para luego volver a empezar, así invariablemente durante los últimos 45 años. Las peleas, provocadas por el choque de egos y las disputas por el liderazgo, siempre se asumían como irreconciliables, y más que nada la última, ya que Ricardo Soulé nunca aceptó que sus excompañeros siguieran usufructuando el uso del nombre, una vez que él ya no estaba en sus filas. Es por eso que parecía imposible a esta altura de los acontecimientos que fuéramos a presenciar una nueva reunión de la legendaria banda con sus integrantes originales como se acaba de anunciar por la red social Facebook y que empieza a tomar forma en los medios.    
Vox Dei ostenta una larga trayectoria que comenzó en 1968, inicialmente formados por Ricardo Soulé en guitarra y voz, Juan Carlos "Yody" Godoy en guitarra y voz, Willy Quiroga en bajo y voz y Rubén Basoalto en batería. Con la protección de Jorge Álvarez y Mandioca (el primer sello independiente del rock local) su fecunda discografía comenzó a ver la luz con la grabación en 1969 de sus primeros sencillos: Presente (el momento en que estás) y Azúcar amarga. En 1970 lanzan Caliente, el primer vinilo de larga duración. Pero si hay un hito que los marcó para siempre, eso fue La Biblia según Vox Dei, álbum doble editado en 1971 que lleva la firma del cuarteto. La Biblia, por su carácter y concepción, es considerada una obra conceptual fundamental en la carrera de Vox Dei, aunque también lo es para la historia del rock de todos los tiempos. Un trabajo tan ambicioso que parecía imposible que pudiera surgir de un grupo de muchachos que hacían sus primeros pasos en un género musical que estaban empezando a descubrir.
Durante la grabación de este álbum sufrirían la primera baja en su personal. Juan Carlos Godoy abandonaría la banda y la música definitivamente por causas por entonces no muy especificadas, y su nombre (salvo por los créditos de las primeras canciones) se borraría prácticamente por completo de la historia. Luego de un intento por reemplazarlo, Vox Dei alcanzaría su mejor forma alineándose como trío, con Soulé, Quiroga y Basoalto. Pero sería Soulé quien periódicamente abandonaría la banda para potenciar su carrera solista, lo que forzaría los continuos cambios de formación.

Vox Dei, versión 2013
Sin Rubén, con Yodi. Este nuevo capítulo en la vida de Vox Dei contará con dos factores inéditos. El azúcar tendrá gusto amargo porque por primera vez no estará Rubén Basoalto, su baterista histórico fallecido el 3 de noviembre de 2010. Pero también por primera vez Yodi Godoy volverá a tocar con sus excompañeros, con los que no comparte escenario desde 1971. Todo un dato, que movilizará hasta a los seguidores más apáticos e inconmovibles.
Desde las entrañas de la producción se muestran cautelosos con la información y por ahora sólo confirman que hay una fecha programada para el martes 15 de octubre en el Luna Park de Buenos Aires y que está reservado el miércoles 16 para otra posible función en el mismo estadio. Prefieren no adelantar nada sobre quien ocupará la batería, ya que ese tema aún se está decidiendo. Sobre cómo se consiguió convencer a los músicos, aseguran: “Con sacrificio y ocho años tratando, hasta que aceptaron ahora”.
Sin embargo Willy Quiroga arriesgó un poco más en una nota que le concediera la semana pasada al periodista Lucas Fernández en el programa radial “Mamá Rock” (lunes a viernes de 16 a 18 por Radio Nacional Córdoba). El bajista, ganado por el entusiasmo, lanzó la bomba y se despachó con que serían al menos cuatro presentaciones, una de ellas muy posiblemente en el Orfeo Superdomo de Córdoba, tras lo cual cada uno volvería a sus rutinas individuales, Soulé al frente de La Bestia Emplumada y Quiroga a seguir comandando la versión alternativa de Vox Dei, que hoy tiene a su hijo Simón Quiroga en batería y a Carlos Gardellini en guitarra.     
Hasta que el miércoles 21 de agosto no se haga oficial la noticia, lo que hay son sólo informaciones extraoficiales y trascendidos que indican que ya están listas las fotos y los cortos publicitarios para la televisión, con lo que ya se está generando bastante conmoción. Sobre la elección del baterista, el primer nombre que sonó fue el de Rodolfo García, ex Almendra y Aquelarre, y con membrecía vitalicia en la elite de músicos pilares del rock local, pero este no sería de la partida por compromisos contraídos con anterioridad. Trascendió también que la producción tiene en carpeta los nombres de dos bateros extranjeros y se trataría de los más grosos del planeta, lo que agrega una nueva cuota de intriga al asunto.

Vox Dei y La Falda. Quedarán para siempre guardadas en la memoria colectiva las gloriosas participaciones de Vox Dei con su formación original (Soulé-Quiroga-Basoalto) en el Festival Argentino de Música Contemporánea de La Falda. El Anfiteatro Municipal los recibió como estrellas durante la edición inaugural en febrero de 1980. Al año siguiente repitieron su visita en lo que sería su última participación en este festival. Por entonces seguían tocando juntos pero ya no se dirigían la palabra, “Cuando tenían que decirse algo, lo hacían a través del manager”, relata hoy Mario Luna, creador y organizador del festival faldense.
En enero de 2004 se organiza en La Falda el ciclo Dinosaurios Rock, festival que aceptaba exclusivamente la participación de figuras con peso histórico. Formaron parte de la grilla la versión de Vox Dei con Willy Quiroga, Rubén Basoalto y Carlos Gardellini; y Ricardo Soulé debutando con su actual trío La Bestia Emplumada. La relación entre ellos no había mejorado, podían compartir el backstage sin problemas, pero sin hablarse, ni mirarse siquiera, como si los unos no existieran para los otros y viceversa. A más de nueve años de aquel verano mucha agua corrió, la vida se llevó a un amigo entrañable y la situación cambió lo suficiente como para que se limaran las viejas asperezas o al menos fueran puestas en pausa para que hoy un escenario vuelva a reunirlos.-  

miércoles, 24 de julio de 2013

Adriana Varela: cantame un tango más

Entre la actitud rockera y la poética tanguera, Adriana asegura que Goyeneche era el Joe Cocker del Barrio de Saavedra y que Cobián-Cadícamo eran Lennon-McCartney. ¿Será?
  
ENTREVISTAS

Por Néstor Pousa

A Adriana Varela le tocó la gran responsabilidad de cerrar una edición clave del célebre Festival Nacional del Tango en La Falda, nada menos que la trigésima. Impensado privilegio para una mujer, más que nada por tratarse el tango de un territorio donde, si bien ellas no están proscriptas, inevitablemente las leyes las dictan los varones. Para quien pudo asistir a las cuatro noches de gala no le será difícil advertir que el show de la Varela vibró en una frecuencia mucho más alta que el contexto. Aunque la madrugada del lunes acechaba y afuera el frío empezaba a destemplar el ánimo, ella no vaciló y con actitud rockera puso al remodelado auditorio municipal en estado de show. Las claves: su forma de decir (“Porque el tango no se canta, porque al tango se lo dice”), su gran carisma y un repertorio con una decena de tangos fatales y algunos autores convidados, no estrictamente del género, como Alfredo Zitarrosa, Joaquín Sabina y Jaime Roos. Pero su magia no se agotó sobre el escenario, a tan sólo diez minutos de poner fin a su show y al evento, aún le sobraba energía y gracia para entregarse al diálogo. “¡Me tocó un honor! cerrar el número 30, y vos sabés que en Kabalá el 3 es la música. Y 3 más 0 es igual a 3, así que es 30 en cronología, pero es 3 como símbolo, así que estoy muy feliz”, comienza diciendo y empieza a dejar pistas sobre el lado espiritual y místico que tienen las cosas terrenales. Enseguida da cuenta de sus orígenes tangueros, que siempre tendrán a dos nombres fundamentales en su vida: “Con el Polaquito  y con Cacho  yo empecé a curtir el tango, porque yo no cantaba profesionalmente, cantaba en mi casa y nada que ver con el tango, yo era rockera por generación o degeneración, como quieran llamarlo. Yo nací con Los Beatles y Spinetta a la música, pero luego me agarró la locura y acá estamos”. La locura tiene su explicación a partir de esos dos nombres propios: el Polaco Goyeneche y Cacho Castaña, dos personajes muy íntimamente ligados. Fue Cacho quien alguna vez dijo: “Todos imitamos un poco al Polaco”. ¿Qué opinás? “Yo cuando viajo me doy cuenta de que el Polaco es una voz familiar, es como un tío tuyo, un pariente, entonces esto de imitarlo es inevitable porque además fue el que le llevó el tango a los jóvenes. Yo cuando empecé con él todavía era joven y nos rompió la cabeza como si fuera el Joe Cocker del Barrio de Saavedra o el Miles Davis de la canción urbana ¿no? Entonces, claro, es como un referente muy fuerte para nosotros. Pero yo creo que más que imitarlo, porque es inimitable, lo que hacemos es escucharlo, porque nos cuenta, nos describe y nos pinta el paisaje desde donde habla, que es muy fuerte”.
Es cierto, fue el Polaco y no otro, el nexo, entrañable nexo entre el tango y una juventud ávida de la pulsión del rock que no registraba la música de sus padres, pero ¿por qué le tocó a él? “Porque él era la voz quebrada, la voz rockera, al que se le comprendía. Yo que no escuchaba tango, empecé a entenderlo cuando vi al Polaco en una película, entendí, me capturó la letra de un tango, había algo en él que era el mensajero de la gente joven, que fuimos hacia él”, reflexiona.

A Adriana Varela los amantes del tango clásico la reconocen como una diosa, aunque tengan que disimular que venere a los poetas del género tanto como a otros autores de estilos que se filtran por caminos laterales u otros que nada que ver. En escena desenfunda su abanico negro como un fetiche para interpretar de Sabina ese maravilloso neotango llamado Con la frente marchita, una canción que la identifica. Y deberá aclarar por enésima vez: “Yo creo que la actitud del rock la tengo y no la perderé nunca, como me dijo Santaolalla una vez: no la pierdas, no la disimules, es tu sangre. Y al tango lo elijo, lo elijo como  oráculo de identidad, como oráculo poético y fundamentalmente sabio”.
Adriana habla de Cobián y Cadícamo con la misma pasión y respeto con el que cita a Lennon y Mc Cartney. Entonces chequeamos en sus preferencias a la hora de escuchar músicas que no sean de tango, y a la vez descubrimos que también le van las redes sociales. “¿Qué escucho? A ver, bueno, recién subí a facebook Blackbird por Brad Mehldau. A Sabina lo canto, lo escucho, lo quiero y lo adoro. Escucho a Silvio Rodríguez como a David Bowie, a Led Zeppelin, a Robert Plant y sigo escuchando a Prince, y les adelanto que sacó un nuevo disco que está tremendo. La verdad yo me enamoré de YouTube, soy lo contrario a las disqueras, o sea a mi me encanta que me escuchen por YouTube, no me importa nada, porque yo hago lo mismo, hay cosas que pensé que nunca más las iba a escuchar, cosas de (Frank) Zappa que no las escuché nunca más y me meto ahí y es como una locura, te agarra como una marcha que te saca veinte años de encima”, afirma.
-¿Y grabar algo de eso o tocarlo en vivo?
“En vivo canto lo que puedo (se ríe) pero siempre en castellano… en argentino”, se corrige. Y luego recuerda que lo último que grabó fue para una radio, el tema de Luca Prodan,  Mañana en el Abasto. Cuando le propongo que eso es un tango, lo reafirma: “Eso es un tango, sí, conceptualmente es un tango que describe el Abasto perfectamente, pero lo grabé con unos arreglos muy locos que hizo mi hijo. Y ahora estoy por grabar un disco de tango, pero también quiero grabar un disco en ese plano”, declara como primicia y completa: “Sí, por qué negar todo lo que soy ¿no?”
-Ok, pero el rock siempre buscó acercarse y fue el tango el que no se abrió.

“¡Obviamente! El rock buscó la aceptación porque siempre buscás la aceptación del alter ego, del súper yo, de los abuelos, de los ancestros… y te decían, ¡no, este arcón no se toca!, y bueno, hasta que lo rompimos”. Luego concluye: “Pero a mí, la verdad negro, me abrieron la puerta los grandes: el Polaco, Atilio Stampone, Chupita Stamponi, Salgán, De Lío, Virgilio Expósito, todos los grandes me abrieron sus corazones, así que yo no me puedo quejar, yo no puedo acusar de machista a esta gente que fue la más grosa que yo conocí. O Cadícamo, que grabé su disco de inéditos que el Polaco no pudo grabar y lo terminé grabando yo. Al contrario, estos tipos para mí son lo más y a mí me tocará pasar la posta”.-

domingo, 14 de julio de 2013

Claudia Puyó: “La fama es una pelotudez infinita”

Fue plomo de Pastoral, tocó en los grandes festivales de los 80’s, grabó en el disco más vendido del Rock Argentino sin cobrar un peso y reniega de la fama. Una entrevista sin pelos en la lengua.

ENTREVISTA (FULL VERSION)

Por Néstor Pousa

En la sala contigua a la pista de baile los graves de la cumbia y sus sucedáneos le parten la cabeza; ni que hablar de las liricas: baila que baila con la cocotera, mueve la cintura, mueve la cadera. “Me da vergüenza ajena”, confiesa Claudia Puyó, que acepta de buena gana hablar pero pide, casi con clemencia, que vayamos a otro lado. Otro lado es, irremediablemente, a la intemperie en la fría noche serrana. Es el frío o la cumbia ¿qué preferís? “El frío”, me contesta sin vacilar. Y empezamos. “Como no me voy a acordar del Festival de La Falda, ¡estoy medicada boludo, si no me acuerdo!”, me dice, al tiempo que lanza una carcajada. “Yo me acuerdo de todo, no me acuerdo de lo que comí ayer, ponele, porque es la memoria inmediata la que uno pierde, pero la memoria real de las cosas que te pasaron de verdad, no podés perderla. El recuerdo de mi primer La Falda es imposible de olvidar, fue en 1983 y yo tenía 22 años, o sea que imaginate para mí lo que era. Fue increíble porque yo tocaba con una banda que tenía un (órgano) Hammond y un (parlante) Leslie, vos sabés lo que es eso. Y no sabés como nos putearon porque tuvimos que subir el Hammond y el Leslie a un camión y era un kilombo tremendo. Yo llegué con una banda tipo Big Brother and The Holding Company, de la época de Janis (Joplin), y fue muy loco porque no me conocía nadie, pero me respetaban porque como tocaba rock. Tuve mucha suerte, estuve tres veces en La Falda, en el ’83, ’84 y ’86. En el ’86 fue cuando estuvo Charly que subió totalmente dado vuelta como un zoquete, ahí toqué también con mi banda y se armó un kilombo bárbaro. Yo tocaba antes que Fito y estaba programada para tocar de día, y como se había hecho de noche, no me querían poner luces, entonces yo dije bueno muchachos ¿no me quieren poner luces? yo subo y toco igual, pero le voy avisar a la gente que no me quisieron poner luces, o sea, todo bien, pero les voy avisando que les prendo fuego. Entonces viene Quaranta (el iluminador) que es un amigo de la época en que yo era plomo de Pastoral…” Stop ¿Vos fuiste plomo de Pastoral?, pregunto sorprendido. “Yo fui plomo de Pastoral, sí, entonces Quaranta que me conoce de esa época, viene y me dice: ‘Claudita, no te preocupes, yo te pongo luces’. En esa época en los festivales era así, estabas programado para tocar de día, se hacía de noche y no tenías luces, porque no tenias quien te las garpara, ni tenías un operador, ni tenías nada”, remata.
-Pero vos te hiciste conocer en dos grandes festivales (La Falda y BARock)
“Sí, bueno, en realidad yo estaba con (el productor) Oscar López, pero me tenía como bola sin manija. Toqué en el BARock (1982), con esta misma guitarra Ovation que me viste hoy, y después de tocar me fui caminando por la calle, medio llorando, diciendo ¿Y ahora qué hago? Era rarísimo porque estaba todo bien, pero, estaba todo mal, porque nadie te consideraba, pero igual para nosotros, o para mí al menos, era tan maravilloso sólo tocar, que yo estaba bien. Igual ellos se aprovechaban un poco de que uno tocando era feliz, viste, como se siguen aprovechando todavía hoy”, y lanza otra carcajada.

Claudia, además de sus conocidas dotes musicales, es muy verborragica y no tiene pelos en la lengua. Admite: “Nunca fui muy diva, el divismo no es lo mío, nosotros somos seres humanos y sólo transmitimos lo que podemos decir. La música es maravillosa y la gente también, y uno puede comunicarse, yo detesto toda esa cosa de la fama, del tipo que está como más arriba que vos. ¿Por qué? ¿quién lo dice? yo no creo en eso, yo creo en transmitir, en el amor y en que lo que te gusta hacer, lo hagas bien porque te gusta hacerlo”.
-Está bien, pero te codeaste un poco con la fama cuando estuviste en la banda de Fito.
“No corazón -me corrige- yo canté con Fito porque él hizo ‘Ciudad de pobres corazones’ que es un disco que a mí me encanta, sino jamás hubiese cantado con él”, sintetiza. Fue por eso que Claudia apareció en “El amor después del amor” (el disco más exitoso de Páez) en uno de los momentos más trágicos de su vida. “Yo vivía en España, mi novio se había muerto de sobredosis de heroína y yo tocaba en el metro para comer, para que tengas una idea, o sea lo que vos crees que es fama o felicidad… yo vivía en la mierda”, aclara, con la vehemencia que le produce su propio recuerdo. Y continúa: “Fito vino, yo grabé ‘El amor después del amor’, improvisé eso que escuchaste, y me volví a tocar al metro al otro día, ni siquiera gané dinero. Pero está todo bien, como diría Alejandro Medina (bajista de Manal y su amigo): ‘No sé qué nota tocaré, pero la nota lo sabe’, todo bien con la música, man, el problema es de la gente que no entiende nada. La gente que entiende, sólo hace música, nada más”.

Después del amor. Recordará el lector que entre ella y Fito Páez surgió una polémica mediática cuando este no la quiso convocar para la gira por los 20 años de “El amor…” (“Tiene que bajar 6 kilos”, había dicho el rosarino). Buen momento para aclararlo.  
-¿Qué onda el entredicho con Páez? “No tengo entredichos con nadie, la gente que se cruza de vereda… si querés saber lo que pasó, resumiendo es esto: a mí no me podés bajar dos tonos ‘El amor después del amor’ porque yo así no lo puedo cantar, porque quedo como Oscar Casco. Fito lamentablemente ya no puede cantar en su tonalidad, entonces bajó todas las canciones, por eso yo decidí no cantar las canciones dos tonos abajo porque me quedaban graves, bueno, eso fue todo lo que pasó”.
-Dijiste algo sobre la gente que se cruza de vereda… (le subrayo para que complete la idea, y es ella quien me desafía): “Vos lo sabrás, yo no lo voy a decir, lo vas decir vos”, y hace silencio.
-¿Estás lejos de Fito, hoy? “No loco, yo soy una persona común. ¿No me ves que soy común?
-¿La gente puede cambiar tanto?, insisto. “¡Que se yo! preguntaseló a la gente. Yo no, yo siempre soy la misma, me van pasando cosas, se me mueren amigos, la remo todos los días, me es difícil bancarme sola un show tocando la guitarrita, pero está bueno, yo amo la música, pero no juzgo a los demás, cada cual elige su camino. Unos se operan del triunfo, los operan y les extirpan el triunfo para siempre (sic) y otros sueñan por cantar”, se ríe de su ocurrencia. “Yo soy una piba común que aprendió a cantar arriba de los discos de Aretha Franklin, de Led Zeppelin, de Los Beatles, y estoy acá, hablando con vos. ¿Por qué yo voy a desilusionar a la gente? que la gente quiera a quien quiera querer -dice como en un trabalenguas- y que entienda lo que quiera entender, yo sé como es la cosa, pero lo sé para mí. Lo que a mí me hace mal no me sirve, yo amo tocar, la música me salvó la vida y me la salvará, la fama es una pelotudez infinita, gigante”.  
-¿Cómo era con 22 años enfrentarse al público de un mega festival?
“Mirá, yo te digo, cumplí 54 años el 7 de junio pasado, el año que viene cuando cumpla los 55 va a hacer 40 que me subí a un escenario por primera vez, tenía 15 años. Amo lo que hago sino no estaría acá, en esta circunstancia. Yo me gano el dinero sin robar”.-

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