miércoles, 28 de enero de 2015

Pappo ya tiene su calle en La Falda

Pappo en su última presentación en La Falda (2002)
El viernes 30 de enero quedará oficialmente inaugurada en La Falda la calle que recuerda al gran guitarrista de blues y rock a 10 años de su desaparición física. Entrevista con Liliana Napolitano, la única hermana del Carpo.     

INAUGURACIÓN CALLE

Por Néstor Pousa

Cuando el viernes 30 de enero al mediodía quede inaugurada la calle “Norberto Pappo Napolitano”, serán tres las arterías de La Falda que recuerdan a reconocidas figuras del Rock Argentino. El proyecto tiene que ver con una idea integral sostenida a través del tiempo e impulsada por la productora de origen local LF Rock (Caro Amezaga y Andrés Fried), cuya primera acción fue en junio del 2001 con la imposición del nombre “Miguel Abuelo” a la ex Entre Ríos y siguió en diciembre de 2002 con la ordenanza que asignó el nombre de “Luca Prodan” al último tramo de la calle Carlos Gardel. Tanto la vía que recuerda al juglar y pionero del Rock en Castellano mentor de Los Abuelos de la Nada; como la del líder de Sumo en los 80’s y la que desde ahora llevará el nombre del creador de Pappo’s Blues y Riff, son calles que convergen en un lugar común, circundando el predio del Estadio Las Murallas y la pista de patín carrera en Villa Caprichosa, uno de los barrios más antiguos de la ciudad. Si bien están ubicadas en una zona suburbana alejada del centro, cuentan con un paisaje natural privilegiado e imponente. El cambio de nombre de la ex Corrientes que desde ahora recordará al gran violero de blues y rock fue sancionado por Ordenanza N° 2772 del HCD faldense. En la inauguración oficial estará presente Luciano Napolitano, único hijo del músico.
A propósito de este acontecimiento, que ya empezó a tomar trascendencia nacional a través de medios de comunicación y en redes sociales, nos comunicamos con Liliana Napolitano, hermana del Carpo, para conocer su opinión sobre este homenaje.   

“Estoy muy contenta con esto del nombre de mi hermano en una calle de La Falda. ¿No te enojás si te pido un favor?” -me pregunta Liliana en el inicio de nuestra conversación- “Que le trasmitas a la gente que hizo realidad esto y a todos los de ese lugar, que mi agradecimiento es muy grande, que muchas gracias por recordarlo”Liliana, que se encuentra en este momento en San Diego, California, asegura que: “Si estuviera en Argentina hubiese ido a la inauguración, pero quiero que sepan que mi corazón va a estar allí presente”.

Ante la pregunta de si está radicada allá definitivamente, describe como transcurren sus días en la actualidad. “Acá viven todos mis hijos: el mayor en Miami, el segundo en San Diego, donde yo vivo con él, y mi hija en Phoenix. Prácticamente estoy un poco acá y otro poco en mi casa de la Paternal, normalmente viajo para Argentina alrededor del 20 de febrero para estar el 25, que es la fecha del accidente y el 10 de marzo que es su cumpleaños, y es cuando hacemos el homenaje en la plaza. Me quedo más o menos hasta julio o agosto y me vuelvo, y así es mi vida desde que él se fue, lo único que tengo ahora son mis hijos y mis nietos, y su recuerdo que me acompaña siempre”.

Liliana Gladys es la única hermana de Pappo, que fue anotado como Norberto Aníbal. El hermano del medio, Carlos Hugo, falleció poco antes de cumplir un año. Liliana es 6 años mayor que Norberto, por lo que siempre su trato para con él fue como el de una segunda mamá. Eso se podrá advertir durante la charla que mantuvimos. Sus días en Argentina Liliana los pasa en la histórica casa de la calle Artigas 1917 en La Paternal. “Ahí nacimos mis hermanos y yo -me cuenta- y mi mamá cumplió sus 15 años en ella, o sea que es una casa familiar de más de 100 años. Ahí vivo, con mis recuerdos de toda la vida”. Y completa: “El homenaje del 10 de marzo se hace en la plaza del barrio, a 8 cuadras de mi casa, es la plaza donde jugábamos de chicos mi hermano y yo. Está en la Av. Juan B. Justo al 4800 y se llama Roque Sáenz Peña, pero todos la conocen como La Plaza de Pappo, todos la llaman así”.  

Pappo padrino en la boda de Liliana (1970)
  -¿Qué reflexión haces a 10 años de la partida de Norberto?    “Yo creo que él nunca se va a ir definitivamente. Cada día es mayor el cariño de la gente, es como yo siempre digo, si fue un gran músico fue mejor como persona, y eso la gente lo valora, un hombre que podría haber vivido en cualquier parte del mundo, con todo lo que él hubiera querido, y sin embargo siempre estuvo con nosotros, mientras vivieron mis padres y después conmigo y con mis hijos”.

   -Todos lo recuerdan como un tipo de familia.  “Muy familiero, cariñoso y respetuoso de su familia, yo te hablo con respecto a mis padres, a mí y a mis hijos, siempre fue respetuoso y con códigos. Realmente muy buena persona, lo extrañamos tanto, era un placer vivir con él, siempre nos hacía reír con sus ocurrencias, nos ponía apodos a todos: a un amigo que era gordo le puso Jamón; al armoniquista Luis Robinson, Soplete. Un día llamó un muchacho diciendo que su nombre era Pan, ‘Norberto me llama así porque dice que soy muy bueno’. Después hacía imitaciones y tenía una risa contagiosa, contaba un cuento y el que lo escuchaba se reía de verlo reírse. Cuando era chico y yo estaba estudiando con mis amigas aparecía disfrazado de Drácula con colmillos de miga de pan y los labios pintados con rouge ¡y nos asustaba!”, recuerda con ternura, Liliana.

   -Ese aspecto de su personalidad lo consigna Sergio Marchi en su libro El Hombre Suburbano, ¿estás conforme con esa biografía? ¿le hace justicia?    “Sí. En todo libro hay cosas que no son la realidad, pero también hay cosas que no se pueden publicar. En un total está bien, pero hay muchas cosas que no son ciertas, pero Sergio escribió lo que cada uno le contaba, es así”.

   -¿Estás en contacto con Luciano, tu sobrino?  “No, de ninguna manera, es una persona que borramos hace mucho tiempo de nuestras vidas”.

   -¿Existe en el país alguna otra calle con su nombre?   “Sí, en San Luis, la calle donde está la Escuela de Rock Norberto Pappo Napolitano, y así se llama la calle; y en Rosario, pero no está inaugurada todavía. Por eso espero que salga todo bien, que pasen la fiesta en paz y vuelvo a agradecer a La Falda por este homenaje que es una caricia para mi alma. Y… que sea rock!”.

   -¿Vos como lo nombrás: Norberto, Pappo, Carpo?
“Para mí siempre fue y es Norberto”.

miércoles, 7 de enero de 2015

La Falda y el Tango: 50 años no es nada

Con la concreción de la Fiesta Nacional del Tango, La Falda se reinstalaba como destino turístico a nivel nacional, a la vez que el tango demostraba que no le temía a los pronósticos sobre su decadencia.     

ESPECIAL ANIVERSARIO                                                  

Por Néstor Pousa
                                                                                                  
Volver, como dice el tango, pero volver en el tiempo y comprobar que 50 años no es nada. ¿O sí? Veamos. La efeméride indica que el 9 de enero de 2015 se cumplen los primeros 50 años de existencia de la Fiesta Nacional del Tango, según su nombre original. El padre de los festivales faldenses fue el primer evento que generaría promoción genuina para elevar a esta ciudad en el horizonte nacional, toda vez que empezaban a extinguirse los fulgores del Eden Hotel, figura icónica rodeada de mitos indescifrables que le atribuyó identidad turística a un pequeño pueblo que luego alcanzaría status de ciudad.
Por tradición oral la historia da cuenta que la idea embrionaria de un festival apareció en charlas de café en las que el tango no fue elegido al azar, había una pasión incondicional por la música importada de Buenos Aires en aquellos hombres que fantasearon con la concreción de este ciclo. Es un tributo también a aquellos pioneros, a nombres que a muchos les sonarán familiares: Tito Pousa, Roberto Chaumont, Amador Almozny, Carlos Routabon, el Dr. Cicarelli y los hermanos Rametta. Algunos otros quedarán injustamente perdidos en la desmemoria del tiempo.
La intención era reposicionar a la ciudad como destino turístico mediante un hecho cultural de gran envergadura e intuían que el modelo a seguir era el Festival Nacional de Folklore de Cosquín surgido a tan sólo 20 km. de aquí y que con la participación de las mayores figuras del canto popular ya documentaba cinco ediciones en progreso.
Promediaba 1964 y había que ponerse a trabajar urgente. La organización quedó en manos de la Comisión Municipal de Cultura y Turismo, un grupo de personas que ofrecían su tiempo ad honorem y de la que fue su primer presidente el Dr. Juan Carlos Remo Vigliocco, de personalidad expeditiva y eficiente a la hora de encabezar proyectos.
Para su concreción, sobre avenida España (RN 38), entre Bv. Dante Alighieri y calle Carlos Gardel, se levantó el anfiteatro municipal. Muy diferente a como lo conocemos actualmente, aquel disponía de una enorme estructura parabólica de metal para albergar a 7.000 espectadores, ubicados en sillas plegables de madera no del todo confortables. A esa sala, hoy modernizada, los vecinos más antiguos todavía la citan como “el auditorio del tango”, un auténtico mojón de la ciudad.
Declarado de interés municipal por la administración del Intendente Manuel Arnedo, la histórica jornada inaugural ocurrió el sábado 9 de enero de 1965. Y el ciclo se prolongó durante nueve noches consecutivas hasta el domingo 17.

El programa de la primera noche anunciaba a: Aníbal Troilo, Lorenzo Barbero, Alba Solís, Miguel Montero, Carlos Dante, Florindo Sassone, Ciriaco Ortiz acompañado por Roberto Grela y Alberto Báez y el Ballet de la Ciudad de Córdoba, Dirección: Nenufar Fleitas. El Maestro de Ceremonias fue el locutor villamariense Aníbal Cufré, mientras que el actor Juan José Miguez lo asistía con glosas tangueras.
Las jornadas que sucedieron a la apertura tuvieron una grilla verdaderamente envidiable de artistas que hoy son referentes indiscutidos: Argentino Ledesma, Armando Pontier, Alberto Podestá, Osvaldo Pugliese, Alberto Morán, José Basso, Néstor Fabián, El Quinteto Real, Fulvio Salamanca, Edmundo Rivero, Astor Piazzolla, Alfredo de Angelis, Alberto Marino y Mariano Mores con su quinteto. Y entre ellos un faldense por adopción, Rodolfo Tulián, que hasta hoy luce orgulloso el privilegio de haber estado en esta historia desde el minuto cero.   

La revista de la Fiesta Nacional del Tango (Año 1 – N° 1), publicación especialmente diseñada para la difusión del evento, mostraba en su portada la imagen de Julio Sosa. El uruguayo era una de las figuras más esperadas en La Falda, sin embargo un trágico accidente de tránsito ocurrido menos de dos meses antes, la madrugada del 26 de noviembre de 1964, terminó con la vida del irreemplazable cantor.
En el editorial de dicha revista La Comisión manifestaba: “En cuanto a la Fiesta Nacional del Tango, consideramos haber concretado una aspiración nacional largamente acariciada por los numerosos amantes de la música argentina de mayor popularidad. Con este festival, de proporciones inusitadas, el tango recupera el nivel jerárquico que por lógica gravitación le corresponde”. Quedaba claro que si para La Falda este ciclo representaba volver a poner en valor su nombre; para el Tango era dimensionar claramente hasta qué punto tenían razón los que pronosticaban la decadencia del género. No era injustificado el temor de los organizadores sobre su poder de convocatoria, dudas que se disiparon desde el primer día con una asistencia cercana a las 10.000 personas, de las que solamente 7.000 pudieron ingresar a ocupar una ubicación por la que desembolsaron $250. El resto debió conformarse con mirar desde el otro lado del alambrado perimetral.
Las crónicas de los enviados especiales confirmaban el éxito rotundo y La Falda empezaba a salir de su ostracismo. En el primer fin de semana, las notables actuaciones del Gordo Troilo, de Florindo Sassone, Ciriaco Ortiz, Armando Pontier, la guitarra de Roberto Grela; y las voces de Alba Solís y Roberto Rufino, demostraban que la enunciada desaparición del Tango no era más que una especulación pesimista. Todos aseguraban que este ciclo sin igual significaba un renovado impulso para el tango, el mismo Troilo luego de su actuación, expresaba: “Desaparecen los cafés, las confiterías, ya no quedan casi lugares donde tocarlo y bailarlo. Por suerte esta fiesta grande y cordobesa, sin precedentes que yo recuerde, nos está dando un empujón a todos”.         

Para una ciudad que se desvela por tratar de certificar sus 100 años de existencia, la mitad de ese tiempo es cantidad suficiente como para objetar la paráfrasis tanguera del título de esta nota. 50 años es mucho tiempo si hablamos de un ciclo que se convirtió en el icono de la ciudad y la hizo trascender más allá de su propia geografía. Hoy está definitivamente consolidado, pero este festival insignia no estuvo inmunizado contra los avatares que padecieron los ciclos que lo sucedieron: fiestas del Inmigrante, del Rock, del Alfajor; y por eso a sus años de vida no le corresponde igual cantidad de ediciones concretadas (con la de Julio próximo sumarán 32). No obstante, bastaron esos primeros años de apogeo y esplendor, un período dorado que va desde 1965 a 1972, para ungir a La Falda como La Capital Nacional del Tango, desde entonces y por siempre.-