jueves, 28 de junio de 2007

Baglietto: otros tiempos difíciles

El intérprete rosarino regresó a Córdoba a ofrecer un excelente show con todos los ingredientes. Presentó su nuevo disco (Sabe quien…), repasó su carrera y recordó a La Falda y el festival que lo consagró.

RECITALES DE COLECCIÓN

Por Néstor Pousa © 2007

“Otra vez en Córdoba… pasaron muchos años, muchos discos, muchas canciones… hoy vamos a cantar algunas conocidas y algunas nuevas”. Así empezaba Juan Carlos Baglietto su concierto en La Vieja Usina de Córdoba. Un recital que tenía como pretexto presentar los temas de Sabe quien… el disco con el que regresa a su carrera solista luego de 8 años en los que enfocó sus energías a otros proyectos.
¿Qué cambió y que sigue igual en esta nueva etapa? En primer lugar sigue intacto su buen gusto para elegir los autores. Sabido es que Baglietto es un caso atípico dentro del rock argentino, ya que no es autor de sus propios temas, entonces debe recurrir a la inspiración de otra gente, y su capacidad de elección nunca fue algo que se le pudiera cuestionar. Por otra parte no podemos catalogarlo sólo como un cantante. Es un intérprete en el más amplio sentido de la palabra, ya que cada canción que pasa por él, es devuelta enriquecida por su gran capacidad expresiva e interpretativa. En este sentido si bien los años, y esto nuestro protagonista lo reconoce, le exigen un mayor esfuerzo, su caudal de voz sigue con una potencia y calidad admirables.
Las diferencias hay que buscarlas por el lado musical el cual muestra una vocación más unplugged (en donde casi no hay guitarra eléctrica rockera) un formato apto para su repertorio ecléctico que es acompañado por músicos de excelencia (sobresaliente la percusión de Juancho Perone).
Los temas nuevos fueron muy bien recibidos por el público que, en su mayoría, los escuchaba por primera vez. Todo empezó con el primer corte, Parado, de Rubén Blades y siguió con Me asomo de Olga Román; y a partir de ahí los mezcló hábilmente con los temas de sus anteriores discos, como El príncipe del manicomio, un muy buen número que curiosamente no es de los mas conocidos, y en este sentido Baglietto seguía tomando riesgos y ganando.
Con Eclipse de mar de Sabina, empezarían los clásicos, tras la cual haría una semblanza de sus comienzos, hace muchos años atrás, en las peñas de Rosario, cuando era muy difícil encontrar lugares para cantar esas canciones; y su reconocimiento a Córdoba y La Nueva Trova, reducto musical que supo albergar sus primeras inquietudes de artista en camino a la consagración. Para celebrar ese momento recuperó una canción de aquella época, El gigante de ojos azules, en la que se destacó la flauta traversa de Víctor Carrión.
Seguirían las nuevas Ángel y demonio de los cordobeses Daniel Salzano y Jairo; la bella Azules de uno de sus autores favoritos, el rosarino Adrián Abonizio y la milonga Mundo redondo, para sacarle brillo al piso de tanto bailar.
Con El faro aprovechó para aclarar que es una canción de amor que viene a echar luz sobre algunas cosas, como por ejemplo “Que por ser de amor no tiene porque ser chota, que las telenovelas podrían tener mejores músicas y que Arjona… se podría dejar de joder”. Luego vendría Carcará dedicada al Carcaraña, “un río pendenciero que pasa cerca de Rosario”, escrita por “uno de los autores más importantes de habla hispana, Jorge Fandermole”, Baglietto dixit.
Al retomar los clásicos aparecieron Corazón de madera, Dios y el Diablo en el taller y haría una pausa para asegurar “De la próxima canción seguro se van acordar… como en la Falda… ¿no es cierto Don Mario Luna?”, y la banda arrancó con El loco en la calesita, lo más rockero de la noche con solo de viola del cordobés Daniel Homer. Mario, presente entre el público, agradecido y emocionado por el sorpresivo homenaje.
Tratando de crecer, La vida es una moneda y El témpano marcarían el final formal del show. En la última, con una intro de cajón peruano a cargo del trío Perone-Baglietto-Cristian Judurcha.
Los bises elegidos fueron La vida es una moneda, con nuevos arreglos; y otro estreno Tu decisión, un valsecito criollo de Javier Sánchez con ingeniosa letra, y el cierre con la esperada Mirta, de regreso.
Quedaban muchas canciones en el atril, pero con sus palabras finales Baglietto dejó una firme promesa y la última gran sorpresa, “Prometemos volver -dijo- y prometemos hacer de nuevo el Festival de La Falda… creo que vale la pena”. Si esta última promesa empezara a tomar forma, esperamos que los funcionarios de turno se decidan a atender el teléfono.-

viernes, 22 de junio de 2007

Baglietto: discografía esencial

Por Néstor Pousa © 2007

Luego de su consagratoria actuación en la tercera edición del Festival de Rock de La Falda en 1982, Baglietto publica su álbum debut en el mes de abril de ese mismo año, alcanzando records de ventas para un artista debutante. Ese disco se llamó Tiempos difíciles (foto) y contenía temas de una camada de nuevos autores como Fito Páez, Adrián Abonizio, Jorge Fandermole y Rubén Goldín.
Tan grande fue el suceso conseguido en ese primer año por el rosarino que antes de que finalice 1982 ya tenía en la calle un segundo disco, Actuar para vivir, repitiendo la formula de autores del primero.
En 1983 edita un disco de nuevas canciones que ya venía tocando en vivo y eran muy conocidas por sus fans. Ese disco se llamó Baglietto y la calidad del material lo convertían en una especie de ‘grandes éxitos’.
Al año siguiente lanza Baglietto y Compañía con temas ya editados y algunas novedades producto de la afinidad de Juan con otros intérpretes no necesariamente del rock, destacándose la versión de Cotidiano de Chico Buarque cantado a dúo con Rubén Juárez.
En 1985 vuelve con Modelo para armar donde se destacaban Dios y el Diablo en el taller (de Abonizio), Las cosas tienen movimiento (de Fito) y Salzanitos con letra del cordobés Daniel Salzano.
En 1986 rinde tributo a las bandas fundadores del rock cantado en castellano con el disco Acné, una selección de covers de clásicos de la primera época con autores como Litto Nebbia, Spinetta, Charly García, Santaolalla y Vox Dei.
Con un impecable trabajo en la parte gráfica publica Mami (1988), con la inclusión de otros autores como Roque Narvaja y más homenajes, esta vez a Gardel.
Los años 90 nos traerían tres nuevos discos de Baglietto publicados a intervalos de 3 años: Ayúdame a mirar (1990), Corazón de barco (1993) y Luz quitapenas (1996).
El único disco en vivo como solista llegaría en 1998, una especie de festejo por los primeros 15 años de carrera. Precisamente así se llamó el trabajo, 15 años, y es una selección de sus mejores temas, reversionados y con invitados especiales.
Sabe quien... aparecido en 2006 es el disco número doce en la brillante aunque algo discontinua carrera como solista del prestigioso intérprete rosarino.-

martes, 1 de mayo de 2007

Horacio Sosa: el deseo de sentirse vivo

El músico cordobés Horacio Sosa (ex Posdata) lanzó “Ocre”, el segundo disco de su carrera solista. Un trabajo en donde su autor se revela como un músico integral.

COMENTARIOS DISCOGRÁFICOS

Por Néstor Pousa © 2007

Tras un prolongado paréntesis de casi 16 años, el ex Posdata Horacio Sosa volvió a entrar a un estudio de grabación para registrar Ocre (editado a finales de 2006), su segundo disco solista, acompañado por músicos -amigos- invitados que participaron del proyecto. “Es largo de explicar el porque vuelvo a grabar -nos dice Horacio- un músico en Córdoba, en el interior, aunque seguramente puede estar peor el músico que vive en Chepes o en alguna localidad de Formosa, graba un disco cada 10 años, más o menos. Le pasó al Cuchi (Leguizamón) no es que nos pase a nosotros. Y cuando lo graba, es por sus propias motivaciones de dejar un documento de su trabajo, y porque a uno le gusta compartir las canciones con los músicos amigos que, a su vez, edifican su propia música a partir de lo que uno les hace escuchar. Es placentero tocar, y más aún hacerlo con otros músicos, y luego hacerlo con el público, ahí es la culminación, la ceremonia que cierra el círculo… y seguramente abre otro nuevo. Es un ciclo eterno. Pero la motivación mayor no sé cuál es. Debe haber conscientes e inconcientes. Tal vez el deseo, tal vez burlar a la muerte en alguna pequeña y desconsolada medida. Tal vez sentirse vivo”.
Ocre, amarillo, marrón… son los colores de un otoño al que la melancolía del alma apenas si le puede arañar un empate. Así es el comienzo de un disco que bien podría considerarse como el más logrado de toda su carrera, esto sin menospreciar la calidad de los anteriores, muy por el contrario. Ocre es un trabajo de una calma cautivante, donde parece que no va a pasar nada, y pasa todo. Una obra en la que Horacio Sosa además de cantar, tocar la guitarra y componer la mayoría de los temas, también arregló partes de cello, clarinete, bronces, percusión y voces; y escribió solos de bandoneón y guitarra eléctrica, un dato que lo reafirma como un músico integral.
Todos estos años de espera nos devolvieron un puñado de canciones de una enorme calidad musical e interpretativa, que encuentra sus puntos altos en: Ciudad alma, que empieza con el sugestivo interrogante ¿Córdoba va…? y sigue con el trío formado por Horacio, Ariel Borda y Sergio Korn, especie de 'Crosby, Stills & Nash a la cordobesa'. Caída del amor cuenta con la participación en el bajo del Negro Cuevas, un ex Posdata de la primera época. A punto de salir con brillante sección de bronces. Consignas y graffitis, con el aporte de Jorge Fandermole, nos recuerda que “las consignas de estos tiempos no chorrean utopías”.
Las únicas canciones de todo el programa que no pertenecen a Sosa son dos piezas del folklore tradicional que justifican su inclusión por sus novedosos arreglos que las convierten en perlas del trabajo. Una de ellas, Zamba del Ángel de Ariel Petrocelli y Hugo Díaz, una letra conmovedora recreada con aires de bossa nova y el aporte de Damián Torres en bandoneón. La otra, Perfume de carnaval con la voz forzada hasta el susurro de Horacio sobre el bajo de Fernando Olmedo. En ella aparece como invitado su autor, Peteco Carabajal.
Horacio aporta otra zamba de su propia cosecha titulada El don viajero, y del repertorio de Posdata revisita Quiero amar mi país -la que alguna vez eligió Mercedes Sosa- una de sus más bellas canciones que, como las grandes páginas, no perdió ni un milímetro de actualidad.-