miércoles, 25 de febrero de 2015

Pappo: que siga siendo rock

Con la pérdida de Norberto Napolitano se fue uno de los más grandes guitarristas de blues y rock, un pionero y un personaje como pocos. Hoy, 25 de febrero, se cumplen 10 años del absurdo accidente de tránsito que le costó la vida.

Por Néstor Pousa

Recuerdo perfectamente aquel 25 de febrero de 2005. Al filo de la medianoche la nefasta noticia nos golpeaba de la misma forma en que poco menos de dos meses atrás lo había hecho la tragedia de Cromañón. Y como aquella vez, la señal de cable que te informa primero imponía su placa roja y un titular en enormes letras blancas: TRAGICO ACCIDENTE EN LUJÁN, SE MATÓ EL MÚSICO “PAPPO”. Muchos de nosotros nos reuníamos frente al televisor sin poder salir del asombro y el estupor. Las crónicas posteriores se empeñarían en remarcar que como buen amante de la velocidad y los fierros que era, Pappo murió en su ley, conduciendo su motocicleta. Aún hoy, a diez años del accidente que segó la vida de uno de los guitarristas más geniales que nos dio el rock y el blues, sigo pensando que fue una muerte totalmente absurda y por momentos hasta tengo la sensación de que es una pesadilla.
Como sea, la tristeza y el vacío que nos dejó su desaparición física, es demasiado grande. Que otra cosa se puede agregar que no suene redundante. Afortunadamente nos queda su historia y su inmenso legado artístico, aunque junto con la amarga sensación de que, como coreaban los 3000 fans en la caravana que acompañó los restos desde su casa natal hasta el cementerio de Chacarita, al Carpo todavía le quedaba mucho por hacer.

Desde los comienzos a sus últimos días. Corría el año 1968 cuando un joven e ignoto guitarrista de nombre Norberto Aníbal Napolitano nacido en el seno de una típica familia italiana de La Paternal, barrio donde se ganó el apodo de Pappo, era convocado para tocar en los primeros Los Abuelos de la Nada junto a Miguel Abuelo. Al año siguiente se une a la segunda formación de Los Gatos de Litto Nebbia. Estas participaciones serían muy importantes para su carrera, pero efímeras ya que esas primeras bandas profesionales en las que participó curtían la psicodelia criolla los primeros; y el mersey sound los segundos; y Pappo tenía bien en claro que su guitarra iba a estar al servicio del blues y el rock duro.
Entonces, con Black Amaya en la batería y David Lebón a cargo del bajo, forma el primer Pappo’s Blues en 1970, fundamental agrupación por la que luego pasarían Héctor “Pomo” Lorenzo, Machi Rufino, Alejandro Medina, Miguel Botafogo, entre muchos otros importantes músicos. Durante los primeros años de existencia el trío registraría clásicos definitivos del rock y blues en castellano: El viejo, El hombre suburbano, Adonde está la libertad, Tren de las 16, Desconfío, Llegará la paz, Sucio y desprolijo; confirmarían a su líder como un verdadero creador dentro de un movimiento en pleno ascenso en el devenir musical y cultural de nuestro país.
Luego de la fugaz experiencia del trío Aeroblus junto al bajista Alejandro Medina (ex Manal) y el baterista brasileño Rolando Castello Junior; a finales de 1980 decide dar por terminado, al menos momentáneamente, Pappo’s Blues con un concierto en donde presentaría su nuevo proyecto. Nacía Riff con el cual sentaría las bases del hard rock y el heavy metal al estilo argento. La formación histórica alistaba a Víctor “Vitico” Bereciartúa en bajo y voz, Héctor “Boff” Serafine en segunda guitarra y Michel Peyronel en batería y voz, con quienes Pappo se presentaría en el verano de 1983 en el Festival Argentino de Música Contemporánea de la Falda, ante la mirada desconfiada y atónita de los que desde afuera del fenómeno sentían temor por su estética de camperas de cuero negro, tachas y cadenas. Ese show fue memorable y no hubo cadenazos que lamentar, pero cierto es que un historial de violentos incidentes en reductos de Buenos Aires hicieron tambalear la continuidad del grupo en esa primera etapa; tras la cual sobrevendrían sucesivas reencarnaciones con otros integrantes como: Danny Peyronel (tecladista y hermano de Michel), JAF (Juan Antonio Ferreyra), Oscar Moro y Jota Morelli.  

Pappo con BB King
Los años 90’s encontrarían a Pappo enfocado en su carrera solista y así conseguiría el tan ansiado reconocimiento internacional que siempre lo desveló. Con la bendición del maestro BB King se ganó un lugar entre los notables del género tocando en el Madison Square Garden de Nueva York, un privilegio al que sólo algunos pocos pueden acceder. BB King lo presentaba diciendo que en sus innumerables viajes por el mundo nunca había escuchado un violero como él. Así, Pappo se revelaba en el mismísimo país del blues como el genial guitarrista que todos conocimos y recordaremos.
El nuevo milenio lo había encarado a full, manteniendo vivo el sonido y el repertorio de sus dos míticas agrupaciones, Pappo’s Blues y Riff; además de dejarnos como último legado un disco a la altura de sus antecedentes: Buscando un amor, publicado en 2003. Un año antes, en septiembre de 2002, fue el número de cierre de la décima y (hasta ahora) última edición del Festival La Falda Rock.

Fundamentalismo rockero. Pappo era un rockero acérrimo que se jactaba de ello y no dudaba en embestir sin piedad contra todo aquel que se apartara de ese dogma. Al hacerlo le imprimía a sus comentarios un fundamentalismo extremo y exento de toda diplomacia para con sus ocasionales colegas o interlocutores, aunque con la gracia y espontaneidad de un niño travieso. Para Pappo el rock debía ser rock y no otra cosa. Al diablo con las fusiones de estilos, los menjunjes y la música blanda. Y ni le hablen de música electrónica. Fue antológica la polémica que mantuvo con DJ Deró, un sábado a la noche durante un programa de televisión en vivo, a quien puso contra las cuerdas espetándole en su propia cara “Conseguite un trabajo honesto”, todo esto ante la mirada estupefacta del pinchadiscos y de los demás invitados.  
La última bravuconada se la escuché durante la segunda noche del Cosquín Rock 2005 en la Comuna de San Roque. Ahí Pappo ofrecía con Riff el que sería, aunque lejos estábamos de imaginarlo, el anteúltimo concierto de su vida. Compartían el escenario temático heavy con la banda española Barón Rojo ante miles de eufóricos seguidores, en tanto en el escenario principal se desgañitaban los Catupecu Machu que con altos decibeles por momentos tapaban al pesado cuarteto del Carpo. Al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo arengó a su público diciéndoles que tenían que cantar más fuerte que “los de enfrente”. Acto seguido, increpó en forma retórica a los Catupecu lanzándoles un “Toquen rock and roll y déjense de boludeces”, obviamente sin que ellos pudieran oírlo y ante las risas cómplices de todo su auditorio.  Ese era Pappo, un músico increíble arriba del escenario y un personaje en todos lados. Una extraña mezcla de hombre de las cavernas con muchacho de familia clase media. Su vida estuvo atravesada por dos grandes pasiones, una lo convirtió en legenda, y la otra se lo llevó demasiado pronto.- 

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