ENTREVISTA EXCLUSIVA
Por Néstor Pousa
El reciente Cosquín Rock que acaba de culminar será
recordado por ser el primero en redondear un número inalcanzable de ediciones hasta ahora por cualquier otro festival de igual género en el país. Se tendrá también
presente -amargamente- por haber coincidido en tiempo y (casi) espacio con uno
de los diluvios históricamente más trágicos que haya padecido la provincia de
Córdoba, precisamente en la zona de las Sierras Chicas. Afortunadamente, cuando
se haga el balance final del que fue uno de los capítulos más atribulados de
este ciclo inamovible, podremos coincidir que será difícil de igualar el
brillante concierto que Andrés Calamaro ofreció en el cierre
de la primera jornada, cuando todavía nada hacía presagiar el desenlace de las
siguientes 72 horas.
Andrés era ansiosamente
esperado en este rincón de las sierras cordobesas. En cada oportunidad que
tenía o le consultaban, José Palazzo, factótum y alma mater del Cosquín Rock,
manifestaba su anhelo de poder contar con el Salmón en la grilla de cada futura edición. Llegó un momento en que
el asunto se transformó casi en una promesa de campaña por parte del
hiperactivo productor de espectáculos de rock. Desde el 2005, año en el que
Calamaro materializó el regreso a casa, musicalizado con el disco en directo con
ese nombre (El regreso), fue que
empezó a especularse con su presencia en el magno encuentro rockero. Pero a
medida que el solista reinstalaba su carrera en el país, y entregaba cada vez más
y mejores discos; parecía que el momento nunca llegaría. Hasta que en 2015
los planetas se alinearon. ¿Por qué durante tantas temporadas no, y ahora sí?
“Supongo que fue por una
serie de motivos”, empieza a develar el misterio Andrés mediante una ciber-entrevista consumada por mail a pocas horas de bajarse del escenario en
Santa María de Punilla. “En anteriores temporadas estábamos viviendo y
ensayando en Madrid, veníamos a hacer una serie de conciertos más concentrados,
quizás era complicado estirarse hasta febrero. En este momento de mi andadura
tampoco sumo todas las fechas posibles, armamos gira, elegimos dentro de lo
posible y nos repartimos entre América, España y Argentina. Con Palazzo estamos
haciendo Córdoba desde hace cinco años. No es que me haya negado a venir a Cosquín,
pero por diversidad de causas y consecuencias fueron sumándose los años de
racha de festivales ausentes”, completa.
-A
tanta expectativa le devolviste un show antológico (ver: Tema x tema), emotivo e inolvidable. Pero ¿cuál fue tu
sensación? ¿Cosquín Rock era lo que te habían contado? “Yo
también vine con mucha expectativa, con responsabilidad, en tres días tocan
muchas bandas (medianas y grandes) de todos los géneros, algunos dan cátedra de
rock bueno y otros además tienen público fiel que les acompaña masivamente.
Nosotros siempre queremos ofrecer el mejor concierto posible. Eso es una suma
de expectativas y responsabilidad. Como sea, el CR15 me dejó perfectamente
feliz y satisfecho: celebramos entrañables encuentros con amigos y camaradas de
siempre, y también recibí la amistad y el respeto de otros camaradas que no
conocía personalmente. El público estuvo bien y nosotros tuvimos buenas
sensaciones en el escenario, que es lo más importante”.
-Dejando de lado las enormes diferencias ¿crees
que Cosquín Rock conserva algo de la mística del Festival de Rock de La Falda?
“Aquellos eran buenos festivales y había lindas
concentraciones de amigos y compañeros. Pero también había complicaciones, el público
reaccionaba de forma más inestable. Algunos personajes ya no están, pero Cosquín
Rock es muy grande, es un gran festival que involucra mayoría de grupos
locales, o invitados de “espíritu local”, un gran festival de rock en este
idioma. Quizás no están todos, pero
están muchos”.
-Tuviste
oportunidad de tocar en aquel ciclo a principios de los 80, y creo que no
guardás un buen recuerdo de él, aun así ¿no te parece que tuvo una enorme
trascendencia en la difusión del Rock en una época particularmente difícil?
“Mis
recuerdos son muy buenos, pero fueron situaciones dignas de remontarse… El
primero con Los Abuelos fue complicado, recibimos una reacción muy adversa que
dimos vuelta con el… ¡solo de batería! También recuerdo un rechazo bastante exagerado
para Horacio Fontova porque cantó una chacarera… Y una que suspendimos por
vandalismo e invasión del escenario. Pero son cosas que ya hace tiempo
recordamos con alegría. La Falda fue importante, sin dudas… En los ochenta
había una buena atmósfera creativa, y en términos más “logísticos” el rock
aprendió bastante y salió de una zona gris propia de la realidad social y
política en nuestro país en la segunda mitad de los años setenta hacia los
ochenta”.
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"Si están de pie, tomando cerveza y tocamos El Salmón, van a cantar con nosotros".
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Andrés en alta definición |
“No es
tan definitivo el registro en el sonido del disco; quisimos hacer un disco en
vivo con buen sonido español; allá me rechazaron todos los discos posteriores a
Honestidad Brutal, siempre le
encuentran defectos. El Regreso no
gustó porque se escuchaba demasiado al público. Tampoco tengo problema en
ofrecer un VIVO con un buen sonido cristalino… pero allá tenemos público muy
encendido si se dan las condiciones; si están de pie y pueden tomar cerveza,
entonces son entusiastas y hacen ruido. En La Riviera de Madrid, en el RAZZ de
Barcelona, siempre celebramos conciertos con buen clima de euforia. También
tenemos público caliente en América, y también hay lugares de Argentina con
audiencias más amargas. Tampoco es importante decir cuales son. El público
reacciona según la canción y la naturaleza del lugar y el evento: si están de
pie, tomando cerveza y tocamos El Salmón,
van a cantar con nosotros”.
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"La marcha del Flaco me despertó una serie de sensaciones y actitudes apocalípticas".
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"La marcha del Flaco me despertó una serie de sensaciones y actitudes apocalípticas".
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-Tenés en tu banda a dos músicos que
acompañaron al Flaco en su última etapa; le compusiste una hermosa canción (Belgrano); sirva esta introducción para
preguntarte como está tu corazón a 3 años ya, de su ausencia física.
“La
marcha del Flaco fue un episodio vital negativo, a mí me despertó una serie de
sensaciones y actitudes apocalípticas. De una forma simbólica lo confesamos en
la película Bohemia, de Leo Damario.
Pasó el tiempo y seguimos perdiendo artistas muy queridos. Sin ellos el mundo
no es el mismo”.
-Le dedicas Los chicos “a los amigos que se fueron primero”, pero ¿nunca tocás Belgrano en los vivos?
“Bueno,
la ensayamos. La podemos tocar. Hacemos un balance de canciones de Bohemio, de canciones “obligadas” y
siempre modificamos un poco el repertorio, pero Belgrano no la estrenamos fuera de la sala de ensayo. De momento no”.
-En
el 2000 te empezaron a llamar Salmón
por esa canción, ¿con cuál de las nuevas te gustaría que te identifiquen
actualmente?
“Bohemio es una invitación a un nuevo
status contracultural. Quizás demasiado evidente”.
-En La Falda se acaba de rebautizar una calle
con el nombre de Norberto “Pappo”
Napolitano. Algunos dicen que los homenajes hay que hacerlos en vida, ¿te
halagaría que hoy hubiera una calle con tu nombre?
“Nunca lo había pensado. Creo que Buenos Aires debería
cambiar el nombre de algunas calles y ofrecerlas a nuestros héroes de la
música; en el centro necesitamos una calle para Aníbal Troilo y una esquina
para Gardel y Le Pera (es mi eterno proyecto urbanístico)”.
-¿Hay Andrés para rato en Cosquín Rock? o
como dijiste en El regreso ¿nos
volveremos a ver en 2016?
“Es posible. De momento vamos a presentarnos en Bogotá,
en un festival de alto nivel internacional. Después tengo otras historias
relacionadas con el cine, la literatura y la tauromaquia. En la segunda mitad
del año volvemos a las armas”.-
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