lunes, 5 de noviembre de 2012

Robert Plant: desaire a la nostalgia

Todas las manos, todas, para Robert (foto: Silvia Olmedo)
Momento histórico: la voz de Led Zeppelin llegó a la ciudad. Córdoba vio por primera vez en vivo y en un concierto inolvidable a una de las mayores leyendas del rock mundial.  

RECITALES
                                                                                                 
Por Néstor Pousa

Hace muchos años me hicieron un extraño obsequio, un disco nuevo pero que por alguna razón había perdido la carátula. Nunca supe porque, pero solamente venía enfundado en el sobre interno y este tenía la letra de una de sus canciones. La portada la pude conocer muchos años después pero sus canciones me atraparon inmediatamente. Era el cuarto disco de la banda inglesa Led Zeppelin, ese que al no tener nombre oficial, tuvo muchos. El que incluye himnos como Black dog, Rock and Roll y Stairway to heaven, un álbum editado en 1971 y que fue clave para la banda y para el género. Y a mí, que me gustaba la música pero que tenía mis preferencias estilísticas un tanto desordenadas, me introdujo definitivamente al mundo del Rock para siempre.
Resulta que un día la voz de Led Zeppelin anunció su llegada a Córdoba y no niego que para muchos, cada uno con sus historias personales a cuestas, puede resultar difícil no tomar su visita con nostalgia. Por eso los que esperaban de Robert Plant un concierto tributo a si mismo tal vez se fueron algo decepcionados, en cambio los que lograron desatarse de los prejuicios y relajarse, disfrutaron de la vigencia de un artista admirable.
Si Plant hubiera querido homenajearse y dejar a todos conformes se hubiera subido a la gira multimillonaria junto a sus ex compañeros de banda. Pero resulta que esta verdadera leyenda viva del rock a sus 64 años de edad considera que todavía tiene mucho para dar, y parte de eso fue lo que mostró el sábado pasado en el Orfeo de Córdoba.
A tal fin armó una banda magistral, con dos violeros muy inspirados como Justin Adams y Skin Tyson; una base dúctil con Billy Fuller en bajo y Dave Smith en batería; el fundamental John Baggott en teclados y loops; y el músico gambio Juldeh Camara en violín y banjo africano. Este último una especie de estrella enigmática que tiene mucho protagonismo en el show. Así se completa The Sensational Space Shifters un combo perfecto que le permite a su líder volantear y pasar del blues al folk country, del rockabilly a la World Music, de las melodías celtas al rock and roll con un estilo absolutamente personal y la impactante presencia escénica de uno de los mayores frontman que alumbró la música.
Con la sorprendente Tin Pan Valley empezaron a desandar parte del repertorio solista del intérprete ante la mirada expectante de la platea. Brillantes momentos como el cover Spoonful (original de Howlin' Wolf) o Funny in my mind o la maravillosa All the King's horses eran lo más fiel a lo que la banda pretende como propuesta actual, con momentos para el lucimiento personal así como para el de todo el grupo, y un protagonismo por momentos superlativo de Juldeh Camara en voz y ejecución de sus instrumentos tribales que se ensamblan sin traumas con las bases programadas que dispara Baggott desde sus teclados. Habría que sumar a esta primera lista a Four sticks con el cual un público definitivamente adepto empezaba a recibir parte de lo que había ido a buscar, es decir: los temas de Zeppelin. Aunque para la versión de Black dog, tal vez uno de los más esperados de la noche, en algunos desprevenidos pintó algún desconcierto. Eso no sonaba como Zeppelin, era la misma letra, pero se mecía sobre una guitarra slide sin el mínimo amague por parte de Adams o Tyson por imitar algún yeite de Jimmy Page. Por lo menos quedaba claro para la multitud que las versiones no iban a tener concesiones y que Robert no estaba ahí para copias de sí mismo. Los temas más emblemáticos iban a volar por alturas insospechadas pero para cuando la platea entró en la frecuencia que proponía la banda, Ramble on y Whole lotta love sonaron definitivamente fascinantes.
Avisenlé a Fito Páez, a Robert Plant le molestó tanto como a él los que deambulan por los pasillos de la platea al baño o por más cerveza. Aunque soltó un “Fuck off” y amagó una patadita, su reacción fue más irónica que agresiva y bromeó: “Última chance para ir al baño, no más toilette”. Su expresión iba del fastidio a la sorpresa por tanto movimiento y aunque parezca un dato menor o una nota de color los responsables de la producción de los eventos y del Orfeo tendrán que tomar nota del reclamo.
El show que debería considerárselo como uno de los mejores del año en la ciudad culminó con dos bises. Para que esta historia cierre perfectamente sonaron la hermosa balada Going to California y la emblemática Rock and Roll, ambas extraídas del aquel fabuloso disco sin caratula.-   

viernes, 19 de octubre de 2012

Fito Páez repasó al detalle su obra cumbre

Páez: genio loco
El rosarino festejó en Córdoba los 20 años de "El amor después del amor" con un concierto que en su primera parte repasó de punta a punta y de manera impecable los 14 temas de un álbum magistral.        

RECITALES
                                                                                                      
Por Néstor Pousa 

Fito Páez fue aquel niño prodigio que en los 80’s vino a oxigenar la camada de autores y compositores del Rock Argentino justo en el momento en que el género tomaba un inusitado impulso por causas ajenas a lo artístico. El conflicto bélico por Malvinas ponía en foco a toda la música nacional y surgían aires de renovación. Entre ellos un pibe llegado desde la Cuna de la Bandera se convertiría en el niño terrible que atraía las miradas de los fans y se convertiría en el preferido de Charly García y Spinetta.
A tres décadas de aquel comienzo los años y la vida lo transformaron en este casi cincuentón cascarrabias que cada tanto suelta frases para la polémica o reacciona malhumoradamente como ocurrió el jueves en el Orfeo. Pero vayamos por partes.
El concierto ofrecido pertenece a la gira 20° aniversario de El amor después del amor, un álbum clave en la carrera del músico y el que más ejemplares vendió del rock de acá.
La escala cordobesa del tour nos mostró a un Páez de excelente humor, como corresponde a una fiesta de cumpleaños. Durante toda la primera parte una banda que suena muy ajustada, en la que no hay lugar para estrellatos demasiado notorios y lookeada con trajecitos celestes al estilo de una big band de jazz, secundó a un Páez impecablemente vestido de negro y con gafas oscuras a lo Dylan, en un repaso de corrido y tema por tema, de las catorce pistas de su obra maestra. Un formato interesante y por demás atractivo que empezó con El amor después del amor a dúo con Adriana Ferrer, la colombiana de peinado afro e imponente presencia, pero que musicalmente no superó la performance de la blueswoman Claudia Puyó, encargada de la versión original del leit motiv.
Para Dos días en la vida el trinomio de Fito - Fabi Cantilo - Celeste Carballo se pudo reunir a través de la pantalla gigante, el viejo recurso sigue siendo efectivo, esta vez con un diseño que desbordó frescura.  
La siguiente canción fue La Verónica, que nunca sonó mejor que con esta banda, aseguraría Páez. A continuación en Tráfico por Katmandú la cosa se ponía pesada y el ensamble seguía respondiendo con precisión y ahora también potente.
Stop. Fito para la pelota y nos introduce oficialmente en la temática del concierto, contradice aquello de que veinte años no es nada y convoca al gran chamán de esta tribu que conformamos entre todos. Entonces la voz de Luis Alberto, tomada del audio original de 1992, sale por los altavoces y se une con la de Fito en Pétalo de sal, y el tema más breve del disco se convierte en el momento de máxima emotividad.
El orden progresivo nos traería a Sasha, Sissí y el círculo de baba, Un vestido y un amor (dedicado a la musa Cecilia Roth), la épica Tumbas de la gloria y La rueda mágica con Charly y Andrés, célebres compañeros de ruta sumándose desde la pantalla. En un álbum que resume eclecticismo aparecen números como la cadenciosa Creo y Detrás del muro de los lamentos, esta vez sin la voz de la Negra Sosa pero con su imagen flotando en la escenografía. 
La balada de Donna Helena tiene un crescendo que explota hacia el final, esa energía fue la que hizo explotar a Páez que se enfureció con los que iban y venían al buffet por cerveza, y el clima de fiesta que se había logrado casi se va al pasto cuando pateando el pie del micrófono amenazó: “Al próximo que pase por el frente al escenario le corto la cabeza”. El gesto de la mano por el cuello fue elocuente, la orden a un asistente también. “Un concierto es para cantar y bailar, la birra la tomamos después”, se quejaría más adelante y completaría: “Siempre pasa lo mismo, estoy cansado de los mercachifles que quieren hacer un mango más”. Por suerte aún restaban la nostálgica Brillante sobre el mic y el cierre del set con A rodar la vida para que todo vuelva a la normalidad. Fin de la primera parte.
En la segunda, luego de un entremés con el tema coral Solo la la la del álbum gestado por Spinetta-Páez, hubo una seguidilla de grandes éxitos sin sorpresas: Cable a tierra / Dale alegría a mi corazón, solo al piano; y con banda al palo en Circo beat y Naturaleza sangre. Mención especial para la contundente letra de Al lado del camino junto a las infaltables Polaroid de locura ordinaria, Ciudad de pobres corazones, Dar es dar y Mariposa Tecknicolor. Todo bien, sin duda irreprochable, pero lo medular había ocurrido una hora antes con el minucioso repaso del disco más significativo de la profusa discografía del rosarino. Ninguno de los temas que contiene merecía quedar afuera del festejo y eso define a una obra magistral que merecía ser festejada, con más razón en época de vacas flacas.-

lunes, 17 de septiembre de 2012

Megadeth: idilio metálico

Foto: myself
Lo que para muchos parecía un sueño finalmente sucedió, Dave Mustaine y compañía tocaron en Córdoba, fue la primera fecha argentina fuera de Buenos Aires. Prometió volver.

RECITALES  

Por Néstor Pousa
                                                                                                         
La fan de Megadeth sintió que un sudor frío le cubría todo el cuerpo como un manto, después algunas horas de fila en el ingreso al estadio comprobó que se había olvidado los tickets en su casa distante 75 km de donde estaba ahora. El show por el que había esperado media vida estaba por comenzar de un momento a otro y volver por las entradas era imposible. Se desesperó, su corazón se aceleró, empezó a faltarle el aire y justo en ese instante se despertó. Eran las 9 de la mañana del domingo 16 de septiembre, día histórico en que la banda de sus sueños tocaba por primera vez en Córdoba. Por suerte la pesadilla había pasado.
Muchos fans soñaron el momento de ver a Megadeth en directo en Córdoba, sobre todo los que no habían podido acceder a ninguno de los muchos shows que la banda regularmente ofrece en Buenos Aires. Para colmo desde hace varios años corrían rumores que Megadeth bajaría a Córdoba. Rumores nada más, que no terminaban por concretarse frustrando la ilusión de quienes ya no creían que algún día pudiera suceder. Pero sucedió, Megadeth por fin tocó en Córdoba, y fue la primera vez en una plaza argentina fuera de Buenos Aires, marcando otro hito para esta ciudad en el rubro heavy metal, luego de otra histórica actuación, la de Metallica en enero de 2010.
La banda que comanda Dave Mustaine mantiene un idilio con Argentina que no tiene comparación. Conocida es la fidelidad que profesa el público metalero por sus ídolos, ningún otro género musical tiene acólitos tan consecuentes. En este caso se potencia porque el Colorado no se cansa de declarar que no hay público como el argentino, y no parece ser la típica actitud vende humo del rockstar foráneo en gira, que se enfunda sin dudar en la camiseta del equipo nacional y recita frases en idiomas que no domina. Los head bangers locales aseguran que en este caso no hay demagogia posible, y tienen pruebas documentales, a saber: declaraciones sobre su amor a esta tierra y su gente realizadas en otros países que visita.
La presentación en el Orfeo Superdomo tuvo un motivo celebratorio, el aniversario número veinte de Countdown to extinction, un disco clave en la carrera del grupo, que además de  temas emblemáticos, contiene la canción de amor entre banda y público argentino: Symphony of destruction (pista número 2 de Countdown…). Sobre su riff nuestros heavys dejaron su impronta improvisando el coro que se hizo popular en todo el mundo. El “Megadeth, aguante Megadeth” ya forma parte indivisible de la canción que hoy es coreada en países que no entienden su significado, pero ya es himno. Escucharlo en directo por seis mil gargantas en un estadio cerrado, es una de las experiencias más impactantes del rock.
El show que comenzó con demora por el ingreso lento, mostró imágenes en tiempo real de los músicos en camarines dando la bienvenida (“Bienvenidos a la casa de Megadeth”) y avisando que venían por nosotros. La ansiedad tocaba su punto más alto. De a uno ingresaron al escenario sobre la intro de batería de Trust, en último turno fue para el de roja pelambre. La puesta del show puede parecer simple, pero es muy efectiva, se trata de tres pantallas gigantes que no dejan de reproducir imágenes de video clips o collages visuales sobre las 19 canciones de la lista. En cambio el sonido por momentos dejó algunas dudas, como cierta falta de brillo en las guitarras. La seguidilla inicial continuó con Hangar 18 (¡demoledora!), A tout le monde (con su estribillo debutó el coro de remeras negras) y Public Enemy Nº 1 (el pibe de la butaca de enfrente se paró en estado catatónico, y así quedó).
Fin de la primera parte, Mustaine se planta y en un inglés entendible dice: “Por primera vez en Córdoba, desde ahora tenemos una razón más para amar a este país”, y avisa que para celebrar el cumpleaños de Countdown to extinction lo van a tocar completo, de punta a punta y en el orden del disco.
Fueron casi dos horas que en el epílogo tuvo dos hits adicionales, Peace cells y Holy wars. Y más frases antológicas que provocaron el intercambio con la gente: “En otra vida debo haber vivido aquí”; y la pregunta “¿Uds. me quieren a mí?”, para finalmente prometer: “En nuestra próxima gira vamos a volver a Córdoba”. Quedó grabado, Dave.- 

sábado, 15 de septiembre de 2012

El regreso de PorSuiLuna

Foto: Facundo Luque / LaVoz.com.ar
Nito Mestre y Raúl Porchetto repasaron en Córdoba sus 40 años de carrera, desde las distintas formaciones hasta las respectivas solistas. La producción de Mario Luna le puso su impronta al show.                                      

RECITALES  

Por Néstor Pousa
                                                                                                        
Una característica en común de las bandas de Rock Argentino que dominaron la escena en los 70’s (segundo ciclo), consistió en que sus fugaces carreras fueron inversamente proporcionales al enorme legado que dejaron. Los grupos y solistas de aquella etapa sentaron las bases definitivas para el rock que vendría, tal como se iba a entender el género en nuestro país. Uno de los lugares, fuera de su cuna angloparlante, donde iba a adquirir su propia identidad. Si no fuera así no se entendería como un proyecto tan informal como fue PorSuiGieco con tan sólo un disco editado, estimule un recuerdo tan potente 40 años después.
Impulsados por esta premisa Nito Mestre y Raúl Porchetto realizaron en Córdoba un concierto como hacía muchos años no podían concretar. Con producción artesanal, difusión a la antigua, entorno universitario y la impronta de Mario Luna, pionero de los productores musicales en Córdoba que ostenta los diplomas de fundador de los Festivales de La Falda y Chateau Rock. La mano de Luna, también de regreso a la producción tras un largo impase, se notó en el detalle de la bienvenida a los músicos a cargo de un gran coro formado por tres grupos de diferentes instituciones aunque aunados por la batuta de su director, el cantautor Ariel Borda, un detallista que en la prueba de sonido ajustó todo con minuciosidad para que nada quede librado al azar, y que después se sentó a disfrutar de la puesta tan entusiasmado como un fan más. Con ellos empezó el concierto. Dos temas: Los cisnes no cantan cuando mueren junto a Raúl; y Aprendizaje con Nito.

La presentación iba a tener varios bloques. El segundo mostró a Nito y Raúl presentando a la banda en pleno para otros dos temas: Y las aves vuelan y Quizás porque. Ya en el segmento de Mestre y su banda, que alista a Ernesto Salgueiro (guitarra, bajo y coros), Fernando Pugliese (teclado y coros) y al flamante fichaje de Jonatan Szer (percusión); quedó claro que los temas de Sui Generis tocan una cuerda en el espectador que no logran otros temas. Son como las primeras canciones de Los Beatles. Y ya descartemos el concepto que son sinfonías para adolescentes, basta con repasar algunas líricas para comprobar que no es así. “La fianza la pagó un amigo, las heridas son del oficial” (de Confesiones de invierno) o “La mediocridad para algunos es normal, la locura es querer ver más allá” (de El tuerto y los ciegos) son muestras contundentes. Sin embargo en el catálogo solista del Nito hay joyas que se encargó de mostrar, como: Espero siempre por vos y El fin del mundo, entre otras; y hubo un estrenó La forma de tu corazón, una brillante interpretación en versión castellana de Shape of my heart, original de Sting y Dominic Miller, que verá luz en su próximo álbum.
Nito debe ser de los pocos que se mantuvo fiel a un estilo sin apartarse un milímetro, sin embargo se preocupó por estilizarlo buscando una excelencia que en su génesis el formato no tenía. Tras ese fin el agregado de la percusión fue fundamental, y así el unplugged (versión moderna del acusticazo setentista) es lo que mejor le sienta al creador de Distinto tiempo. El detalle: faltó el toque de su flauta traversa.

A su turno con Raúl Porchetto, acompañado por Daniel Porchetto (teclados, armónica y coros) y Javier Torrecillas (guitarra y coros), en principio era una incógnita a causa de una laringitis que lo tuvo a mal traer en los días previos y hasta hizo temer por su participación. Por suerte salvo en su parte con el ensamble coral, la voz le respondió a la perfección. Con toda una trayectoria hecha, que en los 80’s produjo hitos como Metegol y Televisión que lo rescataron del under al que parece haber vuelto en parte por decisión propia, a Raúl no es común verlo en directo, y recrear esa experiencia fue un hecho casi extraordinario. En el escenario es un artista muy especial que disfruta más que ninguno de los presentes de la celebración. Su personalidad histriónica y extrovertida, el ida y vuelta con el público, su eterna estampa de rocker juvenil, potenciaron la revisión de números archiconocidos surgidos en las diferentes reencarnaciones del autor. Nuevas adaptaciones de Sentado en el umbral de Dios, Che pibe vení votá, Bailando en las veredas, Algo de paz y Noche y día, fueron muy festejadas en platea y pulman. De Dragones y planetas, disco publicado en 2010, A la luz de una vela y Siempre te esperé, sirvieron para tomar contacto con la actualidad del músico que relanza su carrera ahora con gestión independiente. En el cierre de su set la dramatización de Reina Madre puso de pié a un público a esa hora absolutamente entregado.  
¿Y del mentado PorSuiGieco? Este apareció en las pequeñas dosis de Viejo, solo y borracho, Mujer del bosque y El Fantasma de Canterville; que fueron tocadas bajo la consigna que los inspiró en sus orígenes, juntarse y tocar por diversión.
Nito y Raúl son muy buenos amigos, se conocen mucho y se llevan bien; son muy distintos pero se complementan a la perfección en el escenario. De ahora en más ¿sería un absurdo pensar en la reunión completa de la ficha artística del legendario súper grupo?, convencer a las partes faltantes (Charly, León y María Rosa Yorio) no parece una tarea fácil. No obstante el tiempo dirá.-

lunes, 3 de septiembre de 2012

Mestre y Porchetto unen fuerzas en Córdoba

Dos de los integrantes del legendario PorSuiGiego llegarán a Córdoba para presentar su espectáculo en conjunto. Será el 14 de septiembre en Sala de las Américas. Escuchá un adelanto al pie de la nota.                                     

RECITALES  

Por Néstor Pousa
                                                                                                        
Promediaba la década del ’70 y Raúl Porchetto, Charly García y  Nito Mestre (ambos de Sui Generis) y León Gieco además de ser colegas del mismo género musical se habían convertido en muy buenos amigos. De esa amistad surgió espontáneamente la idea de formar entre todos un grupo alternativo a sus respectivas carreras por separado. Así nació PorSuiGieco, nombre que aseguran fue una ocurrencia de Charly para bautizar a uno de los primeros súper grupos del por entonces incipiente Rock Argentino.
No fue para nada formal el trabajo que llevó adelante el conjunto, era como para sacarse las ganas de hacer algo que los involucre, pero la idea tomó una dimensión impensada. Comenzó como una pequeña gira para tocar en vivo (1974-75) en algunos lugares de Capital Federal y Buenos Aires; luego eso se plasmó en un álbum editado en 1976 que llevó el nombre de la banda. El estilo que curtían era folk acústico que luego transmutó a un sonido un poco más eléctrico y rockero, sobre todo para la producción del disco. Así Porchetto, García, Mestre y Gieco se convirtieron en nuestros Crosby, Stills, Nash & Young, con el agregado de la voz femenina de María Rosa Yorio, la quinta integrante del proyecto.
Tal vez porque no estaban listos para sostener esta empresa que para ellos había sido casi como una juntada de entrecasa, fue que lo desactivaron definitivamente, y PorSuiGieco pasó a ser un hermoso recuerdo del sueño hippie doméstico en esa época iniciática; y el disco, el único registro sonoro oficial que documenta su existencia, además de un artículo de culto para coleccionistas.
Luego de algunas décadas el formato volvió a surgir tan espontáneamente como en sus orígenes, aunque no con la totalidad de sus partes, en distintos escenarios del país cada vez que coincidían algunos de los protagonistas en festivales o presentaciones. El dream team completo recién lo logró reunir León Gieco en su disco El Desembarco (2011), en donde volvió a juntar a PorSuiGieco (aunque sin la Yorio) en la conmemorativa Canción del Bicentenario, firmada por Gieco y Porchetto.
Ahora es el turno de Nito Mestre y Raúl Porchetto, que unen fuerzas y sus actuales bandas en un proyecto que los tiene como protagonistas. Aunque sin descuidar los repertorios que funcionando como solistas ambos siguieron produciendo, hay promesa de dueto con los temas de aquella época y, por lo inusual, este sea tal vez el mayor atractivo de su anunciada presentación en la ciudad de Córdoba para el viernes 14 de septiembre desde las 21.30 hs en Sala de las Américas (Pabellón Argentina, Ciudad Universitaria). Como un guiño a un tiempo que se recuerda en dorado dentro de la Música Contemporánea Argentina, este concierto será también el regreso al ruedo del emblemático productor Mario Luna, creador en los 80’s de los míticos festivales de La Falda y Chateau Rock.-

Nuevas versiones de viejos clásicos. Nito Mestre (guitarra, flauta traversa y voz líder) y Raúl Porchetto (guitarra y voz líder) llegarán a Córdoba acompañados por una banda integrada por: Leandro Salgueiro (guitarras y coros), Fernando Pugliese (teclados y coros), Jonatan Szer (percusión), Daniel Porchetto (teclados, armónica y coros) y Javier Torrecillas (guitarra y coros).
El inicio de esta gira fue en la ciudad de Santa Rosa de La Pampa en donde el dúo probó en vivo el nuevo repertorio. Desde la producción de Mestre, su manager Adrián Fernández nos hizo llegar un audio de ese recital que contiene remozadas versiones de dos viejos temas: Viejo, solo y borracho (de PorSuiGieco, 1976) y el clásico Y las aves vuelan (del debut de Nito Mestre y Los Desconocidos de Siempre, 1977), que funcionan muy bien a pesar del tiempo transcurrido (escuchálas haciendo clic en el link al pie de la nota).
Anticipadas. Los tickets para este concierto tienen un valor de: $143 (Platea A), $123 (Platea B) y $103 (Pullman), y se pueden adquirir en Disquería Edén (Obispo Trejo 15).-

escuchá un adelanto del show haciendo clic aquí: http://soundcloud.com/sebastian-martinez-16/show-de-nito-mestre-ra-l

sábado, 1 de septiembre de 2012

Baltasar Comotto, el elegido

DISCOS

Por Néstor Pousa

Blindado / Baltasar Comotto. Uno de los guitarristas más impactantes y prometedores de la nueva generación del rock local exhibe sus diplomas. Elegido por Spinetta cada vez que este quería dotar de power guitarrístico a su música. Luego fichó en forma permanente para Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, la banda que banca al Indio Solari.
Blindado, aparecido en 2011, es el segundo trabajo solista de la carrera que Comotto mantiene en paralelo a sus obligaciones de lead guitar. El concepto general del álbum tiene una decidida inclinación al hard rock pero lleno de matices y texturas. Los invitados son de lujo, ¿adivinan quienes?, el Flaco puso su voz en Hipnotic y el Indio voz y coros en A lo mejor. Otro que puso su firma fue Ricardo Mollo, voz y E-bow en Las Penas. Siganló a Baltasar, es un grosso en serio.-

mirá el clip de Rompe el cristal, track 2 de Blindado


domingo, 12 de agosto de 2012

Guasones: entre el cielo y el infierno

Guasones gira con nuevo disco
Por Néstor Pousa

Formados en 1992, la banda platense Guasones está festejando sus primeros 20 años de existencia presentando nuevo disco, que en realidad ya lleva un año en la calle. Los liderados por el cantante y guitarrista Facundo Soto recalaron en Córdoba el pasado viernes 10 de julio (Plaza de la Música) para mostrar en directo su Parque de depresiones (2011), un puñado de canciones con influencias muy marcadas que es una demostración de lo que más les gusta y saben hacer, rock and roll y baladas.
Guasones tiene una habilidad innata para generar hits radioactivos (Reyes de la noche y Como un lobo, por citar dos), en este muy buen disco los pilares son: el primer corte Heaven or hell en donde es indisimulable la referencia a AC/DC. El ajustadísimo cover de El Forastero -original de Riff- para ponerlo en repeat en el autostereo. Y la balada con mucho aire calamaresco titulada Me estás tratando mal, en sus dos presentaciones, una cantada y otra al piano. “Es un mundo de ilusiones mi parque de depresiones, no te asustes, abre sólo para vos”, la rescato porque me gustó esa línea. (mirá el video inserto) 

martes, 17 de julio de 2012

La Renga: dementes en el espacio


La Renga trajo a Córdoba su “Gira al Interior”, especialmente diseñada para lugares cerrados y bajo techo. Fue el debut de la banda de Mataderos en el Orfeo Superdomo.                                  


Por Néstor Pousa 


Luego de más de veinte años de trayectoria La Renga ha experimentado en su obra un evidente crecimiento musical. Los últimos discos demuestran una evolución compositiva e interpretativa, álbumes como: Detonador de sueños (2003), Truenotierra (2006) y Algún rayo (2010) suenan más elaborados, complejos y maduros que sus predecesores. Pero no menos cierto es que esa asombrosa fidelidad que el público manifiesta hacia la banda se sostiene en muchos clásicos de las primeras épocas; canciones simples y directas como el Blues de Bolivia, 2+2=3, Buseca y vino tinto o Psilocybe mexicana, son las que desatan esa fenomenal (de fenómeno) pasión demencial por la banda de Mataderos.
No es algo que se pueda o se deba explicar, es algo que se verifica con cada presentación del trío liderado por el Chizzo Napoli y que completan Teté Iglesias en bajo y Tanque Iglesias en batería (además del aporte adicional de Manu Varela en saxo y armónica). Eso es lo que ocurrió el martes 17 de julio en la ciudad de Córdoba con el arribo de la “Gira al Interior”, un tour especialmente diseñado para espacios cerrados y bajo techo que permite tener un contacto más cercano y directo con la potencia y fiereza de su música. Así, la fecha fue propicia para que La Renga, luego de 4 años sin tocar en la capital cordobesa, produjera su debut absoluto en un lugar ya emblemático como el Orfeo Superdomo y con una enorme convocatoria.
Formalmente estos shows continúan con la presentación oficial de Algún Rayo (2010), por ser este su último trabajo editado hasta el momento. La original puesta y la escenografía tienen que ver con este disco: pantallas de puntas asimétricas y un gran telón translúcido que permanentemente bajaba y subía, y servía de fondo para la proyección de imágenes (naves espaciales, planetas orbitando, recónditas galaxias) en el estilo de un gran comic de ficción en low definition.
Pero en la lista no hubo solamente material del nuevo, sino también muchos clásicos que hicieron del show un repaso antológico. Para justificar la puesta en escena el comienzo fue con Canibalismo galáctico, y más adelante Algún Rayo (el tema), Poder con el legendario Nacho Smilari como guitarrista invitado (“Un músico de la época en la que el rock todavía no se cantaba en castellano”, anunció el Chizzo), el blues Dioses de terciopelo (también con Smilari) y una demoledora versión de La furia de la bestia rock. Hasta ahí los nuevos. Pero el Chizzo avisó: “Va a haber muchos temas viejos”, y la platea celebró las apariciones de A tu lado,  Lo frágil de la locura, Estalla, En el baldío, Negra es mi alma, negro mi corazón, Ruta 40, La razón que te demora, en una larga lista de 27 canciones.
En el medio un insospechado mini set acústico, aunque ni las guitarras de caja, ni el cajón peruano ejecutado por el Tanque, pudieron suavizar la aspereza de Napoli. Llenado de llorar (de Truenotierra) entró perfectamente en el formato, pero La balada del diablo y la muerte y Voy a bailar a la nave del olvido, debieron ser adaptadas.
Tras dos horas de intensidad, la locura se potenció en los bises con El revelde, Panic show, El final es en donde partí y el habitual final con Hablando de la libertad, desatando un pogo que a esa altura de la noche ya había ganado hasta los pasillos del estadio.-

"Gira al interior" - martes 17/07/2012 - Orfeo Superdomo (8.000 personas)

lunes, 11 de junio de 2012

Charly García: el día que apagaron la luz

Charly en la noche del Orfeo (foto: Facundo Luque / La Voz)
Crónica de un susto en el Orfeo Superdomo de Córdoba donde el exSui Generis sufrió un  desmayo ante el público durante el concierto de presentación de “60x60”, su flamante álbum antológico.                                
   
RECITALES
Por Néstor Pousa © 2012 

Charly García regresaba a Córdoba a ofrecer un nuevo recital con el propósito de presentar en la Docta su flamante álbum antológico 60x60 -coordenadas de los 60 años del músico y la década donde todo comenzó- una colección con los temas más representativos de su carrera, con versiones refrescadas y grabadas en vivo en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires, entre el 27 de octubre y 1 de diciembre de 2011. Todo empaquetado en un box set con 3 cds, 3 dvds y mucho material gráfico que pretende estimular el adormecido perfil coleccionista del fan e intentando contrarrestar la cultura mp3 que tanto desaprueba Charly. Una colección sin dudas ambiciosa y por cierto impecable, con la que pretende cerrar un ciclo.
La ocasión era inmejorable, el último registro en directo de García en la provincia lo teníamos del Cosquín Rock 2012, esa vez su concierto homenaje a Spinetta tuvo las dosis precisas de emoción, lucidez y profesionalismo. Todo hacía pensar que en el marco contenedor del Orfeo, el show se potenciaría. Nada hacía presagiar un final abrupto.
Este Charly redivivo tiene de su lado dos cosas fundamentales: un repertorio imbatible, increíblemente vasto y plagado de hits. En eso se basa el show y el reciente compilado. El otro aspecto es la nueva formación que lo acompaña, un ensamble de once músicos, con él incluido, dispuestos en tres bloques que encastran con la precisión que el oído absoluto exige. Por un lado está la banda base, el trío de los chilenos Kiuge Hayasida en guitarra, Carlos González en bajo y Toño Silvia en batería. Sigue el trío de los históricos: Carlos García López en guitarra, Zorrito Von Quintiero en teclados electrónicos y Fernando Samalea en bandoneón, vibráfono y excentricidades varias. Lo completa una sección de cuerdas con Alejandro Terán (viola), Christine Brebes (violín) y Julián Gándara (cello) y cierra la formación Rosario Ortega en coros. Queda presentada así The Prostitution, una formación musicalmente elástica que puede abordar cualquier etapa musical del jefe, y aunque por momentos trastabilla en las líneas de bajo de Pedro Aznar y los pases de batería de Moro cuando de abordar la obra de Seru Giran se trata, todo lo demás es irreprochable.       
El preámbulo del show es la proyección en pantalla de las portadas de todos los discos de García, desde Vida (Sui Generis, 1972) hasta Kill Gil (solista, 2010), una línea de tiempo de cuarenta años musicalizada con fragmentos de esos discos. A medida que la reproducción va en progreso es imposible que alguna de esas imágenes y melodías no hagan centro en tu propia historia. Una vez que con la última tapa llegamos a nuestros días, aparece la banda con Charly al frente. La retrospectiva ahora será en modo aleatorio, el show comienza con Los Dinosaurios, sigue con un medley que unirá los extremos con Tango en segunda / El amor espera, y con el homenaje a Spinetta en Rezo por vos.
Las falencias de Charly en esta etapa están a la vista, su registro no es el mejor y a veces no concuerda con los coros de la menor del clan Ortega. Sus desplazamientos no son los de antes y no hay ostentaciones a la  hora de tocar el piano. No obstante se deberá aceptar que con lo que le queda les pasa el trapo a unos cuantos.   
Sin demasiadas palabras se acomoda para un show largo de 25 canciones, y la temperatura va en ascenso. Es el turno de Cerca de la revolución, el súper hit del repertorio, y caprichosamente pasa por No soy un extraño, No importa, Pasajera en trance, Asesíname e Influencia; y la lista empieza a demoler. Entonces para la pelota y avisa: “Vamos a hacer dos temas, Rap del exilio e Instituciones, y después vamos a pasar una película que es el mayor exponente del surrealismo, espero les guste, si no saben que es surrealismo, busquen en internet”, desafía. Todo funciona según el plan, Instituciones (Sui Generis, 1974) es la mejor lograda de las versiones modelo 2012; en cuanto al cortometraje, se trata de Un perro andaluz de Luis Buñuel, con la voz en off de Graciela Borges recitando en prosa poética frases de canciones de García sobre fondo de Pubis angelical. Es el momento cumbre del show, todo está a punto para redondear una gran noche. Después del intermedio la banda arremete con Piano Bar, Yendo de la Cama al Living y otro medley con La grasa de las capitales / Me siento mucho mejor. Habíamos superado más de la mitad del show cuando ocurrió lo que nadie esperaba, fue durante Canción de 2x3 que, ante el desconcierto de los músicos, Charly dejó de cantar y dijo: "Voy a seguir tocando", y un segundo después se desplomó de su banqueta, desvaneciéndose sin llegar a perder el conocimiento por completo, el estadio enmudeció, las luces del escenario se apagaron y se alcanzó a ver como dos asistentes ayudaban al músico a retirarse mientras balbuceaba pedidos de disculpas.
Siguieron 45 minutos de incertidumbre y preocupación durante los cuales el Negro García López debió salir en dos oportunidades: en la primera, guitarra en mano, pidió perdón por el susto, dijo que a Charly se le había bajado la presión y que volverían para terminar el show. En la segunda, secundado por el Zorrito Von Quintiero, avisó que por prescripción médica el show se debía suspender. "El Flaco quiere seguir pero no lo dejan, faltaban los mejores 5 temas finales, muchas gracias por el aguante", dijo el guitarrista acompañado por toda la banda. En realidad de la lista prevista faltaban 10 canciones, pero igualmente el público que colmó el domo cordobés se retiró con un cerrado aplauso, sin reproches y con la sensación de que el incidente no había pasado de ser un gran susto, aunque, debería servir para replantear algunas cuestiones sobre el presente del ídolo.-

Nota: show realizado el sábado 09/06/12 en el Orfeo Superdomo de Córdoba ante 5.000 personas. Suspendido a la hora y cuarto de haber comenzado.-

martes, 5 de junio de 2012

Fito Páez: veinte años en la vida


Hace dos décadas aparecía El amor después del amor, obra cumbre de Fito Páez y record de ventas en el Rock Argentino de todos los tiempos. El 2 de junio comenzó la gira aniversario que en octubre llegará al Orfeo Superdomo de Córdoba.                                 

DISCOS ANTOLÓGICOS
                              
Por Néstor Pousa © 2012 

En 1992, a diez años de su aparición en el firmamento del rock, Fito Páez ya había dejado de ser una promesa para convertirse en uno de los referentes más importantes de una nueva generación de intérpretes, autores y compositores. Entre 1984 y 1990, su talento ya había alumbrado discos notables: Del ’63, Giros, Ciudad de pobres corazones, Ey!, Tercer Mundo, y en el medio La la la, a dúo con Luis Alberto Spinetta.
Sin embargo renegaba de su destino que lo condenaba, según él consideraba, a no dar nunca el gran salto. La coyuntura del país a comienzos de los noventa ciertamente no ayudaba, y Fito amenazaba con emigrar para buscar nuevos aires para sus expectativas artísticas que no solamente se proyectaban en la música.
Pero pasó que en una fiesta de disfraces alguien le presentó a quien sería uno de sus grandes amores, la actriz argentina Cecilia Roth, y esa pareja menos pensada fue el disparador para la que es considerada su obra cumbre, la que ya se venía gestando. El amor después del amor empezaba a tomar forma definitiva, y tenía en una misma persona a su musa inspiradora y su destinataria directa.
Para el proyecto se destinó un presupuesto inusitado para aquellos años, se convocaron músicos de primer nivel, todos de la más estrecha confianza de Páez quien fue asistido en la producción artística y grabación por Tweety Gonzalez. Una larga lista de prestigiosos invitados había sido cuidadosamente seleccionada para realzar cada canción, las que se pensaron para ser grandes éxitos, y en eso se transformaron, ya que de los catorce números que incluye casi todos fueron a su turno cortes de difusión. Desde el que abre y titula la placa, pasando por Dos días en la vida (con Fabiana Cantilo y Celeste Carballo), La Verónica, Tráfico por Katmandú, Pétalo de sal (con Spinetta), Un vestido y un amor, Tumbas de la gloria, La rueda mágica (con Charly García y Andrés Calamaro), Detrás del muro de los lamentos (con Mercedes Sosa, Lucho González y Chango Farías Gómez), La balada de Donna Helena, Brillante sobre el mic y A Rodar la vida, que cierra el disco y es el bis obligado de todos sus recitales, hicieron de este un trabajo absolutamente consagratorio por muchas razones.
El amor después del amor se transformó en el record de ventas del Rock Argentino (desplazando de ese sitio de privilegio al Rockas Vivas de Zas) alcanzando en la actualidad la cifra de 1.200.000 copias vendidas; y además provocó una gira de presentación que en su epílogo llenó tres veces el estadio de Vélez Sarsfield con 50.000 personas por noche. Esto multiplicó la popularidad del artista, su público creció hasta niveles insospechados elevándolo a la masividad y sus conciertos dejaron de ser un reducto sólo para entendidos, y en alguna medida Páez llegó a renegar de tanta fama. 
Para bien o para mal, fue una bisagra en la vida y la carrera -siempre fueron indivisibles una de otra- de Fito, ¿pero cuál será la mirada que el músico tiene sobre su obra maestra? Cierta vez, en el verano de 2006, en una de las largas estadías que regularmente realiza en La Cumbre -sea para descansar o para crear, ya que muchos de sus trabajos fueron concebidos o pre producidos por aquí- tuve la oportunidad de preguntárselo, y esto respondió: “Es muy difícil elegir un disco, porque yo no hago canciones para vender discos ni para agradarle a nadie, a mí en cada música que hice se me fueron las tripas, entonces sería muy injusto de mi parte decir que este está mejor o que quiero más a uno que a otro; ahora si me preguntás: yo veo que ‘El amor después del amor’ es un álbum de una contundencia fenomenal, pero eso me lo da el tiempo. Algo pasó ahí, ahora, los acordes son los mismos, los arreglos son los mismos, a lo mejor está grabado de una forma un poquito más sofisticada, tiene un audio muy novedoso para la época, pero ahí posiblemente se hayan sedimentado muchos años de trabajo, a la vez que también coincidía con cosas de la vida personal. Es un disco que con los años ha ganado garra”, concluía el rosarino.- 

Veinte años después del amor. No es sorpresa que a dos décadas de su lanzamiento se haya puesto en marcha una gira mundial para festejar la indiscutida trascendencia que alcanzaron esas canciones. El tour bautizado Veinte años después del amor comenzó el sábado 2 de junio en Santiago de Chile, y llevará a Páez y su flamante banda a recorrer San José de Costa Rica, Venezuela, Colombia, Brasil, Uruguay, Perú, Paraguay, Bolivia, México, Miami, Nueva York, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Panamá, España, Israel, Londres, París; y las ciudades argentinas de Buenos Aires, Mendoza, Rosario, Tucumán y Córdoba; a esta última está previsto su arribo para la segunda semana de octubre en el Orfeo Superdomo.
No son todas flores para esta crónica, la decisión de Fito de no convocar para esta celebración a ninguno de los integrantes de la banda que hace 20 años estrenó El amor… trajo cierto descontento en algunos de ellos, que a su manera lo hicieron saber a través de sus cuentas de facebook. Entre ellos el tecladista y guitarrista Fabián Gallardo y el baterista Daniel Colombres. Aunque el caso que estalló en los medios fue el de la cantante de blues Claudia Puyó, socia fundamental en la versión original del leit motiv de la obra, y que hoy tampoco será de la partida.
Sabido es que algunas declaraciones y actitudes de Páez últimamente le han traído algunos dolores de cabeza y exposiciones que nada tienen que ver con la música, y su naturaleza contestataria que en un principio espantaba a los mayores, hoy no hace distinción de edades. No obstante, ni siquiera estos entredichos podrán empañar la fiesta de cumpleaños número veinte de un disco tan trascendente como lo fue El amor después del amor.-

sábado, 19 de mayo de 2012

La historia de un Tango fatal

José Alberto Iglesias Tanguito se transformó en el primer personaje mítico de la cultura rock en el país. Su vida y su trágica muerte, de la cual se cumplen hoy 40 años, encierran enigmas imposibles de develar.

PERSONAJES 

Por Néstor Pousa © 2012

Hoy se cumplen 40 años de la trágica muerte de José Alberto Iglesias, y la noticia no parece tener mayor relevancia, como tampoco fue titular en los diarios de aquel día.
¿Entonces por qué estamos hablando hoy de él? Empezará a entenderse un poco más si decimos que José Alberto Iglesias era nada más y nada menos que Tanguito, personaje que vivió de cerca los albores del rock en nuestro país, y se convirtió en el paradigma del artista contracultural que se inmola entre sus propias limitaciones y la indiferencia.
Es cierto que Tanguito ó Tango ó Ramsés VII ó Donovan el Protestón (algunos de sus tantos seudónimos) no fue una figura conocida para lo no iniciados en rock; ni su legado artístico tan considerable. Un poco porque su vida se extinguió tan prontamente como un papel celofán puesto al fuego. Su fama recién se expandió masivamente a partir de 1993, año en que el director de cine Marcelo Piñeyro decide llevarlo al celuloide con la realización de su opera prima, la película Tango Feroz: la leyenda de Tanguito (con Fernán Mirás y Cecilia Dopazo en lo protagónicos), en la que pretendía mostrar su historia, pero que en realidad pintaba una imagen distorsionada, edulcorada y un tanto más romántica de lo que en realidad fue.
A partir que tomó estado público, se conocieron los ribetes más polémicos que su leyenda tenía, y las distintas visiones y opiniones de los que lo habían conocido y habían sido sus colegas, es decir quienes habían compartido con él sus últimos años.
Pero empecemos por el principio, José Alberto Iglesias ‘Tanguito’ debuta oficialmente, con 18 años cumplidos, como cantante en el grupo Los Dukes, un proyecto más cercano al Club del Clan, que a un intento rockero. Era la primavera de 1963 y no duraría demasiado en esa banda, a la que abandonaría para emprender su carrera solista. Por entonces ya frecuentaba La Cueva de Pueyrredón, mítico lugar donde empezaría a cocinarse el Rock Argentino. Allí conocería a sus nuevos amigos: Javier Martínez y Alejandro Medina (ambos de Manal), Moris, Litto Nebbia, Miguel Abuelo, Pipo Lernoud, entre muchos otros. Participaría de festivales organizados entre todos ellos, para tratar de darle impulso a la nueva movida musical, poética y cultural que se estaba gestando. Tanguito actuaba como solista con su guitarra criolla, tocando hits de la época y algunas composiciones propias, hechas en colaboración con alguno de los mencionados. En una de esas tantas noches de bohemia o naufragio, surgiría la canción por la que sería recordado y con la cual obtendría alguna ganancia económica importante, que igual se le escurriría como agua entre los dedos. Cuenta la historia que sentado en el baño del bar La Perla del Once, Tanguito repetía una y otra vez la misma estrofa: “Estoy muy solo y triste acá en este mundo de mierda...”, Litto Nebbia lo escuchó y le inspiró el resto de la letra de La Balsa, tema que grabado en 1967 por Los Gatos se convertiría en el primer éxito del rock local, firmado por Nebbia-Tanguito.
En su desprolija carrera solista y con el impulso del hit La Balsa, Tanguito llegaría a grabar profesionalmente su único disco simple oficial conteniendo La princesa dorada y El hombre restante. Pero la salud del músico se empezaba deteriorar aceleradamente por su abusivo consumo de drogas y una vida trashumante que no le permitía concentrarse en su trabajo. La persecuciones policiales, a veces sólo por tener el pelo largo, sus días pasados de calabozo en calabozo y su internación en el Borda terminarían de sellar su suerte.
Con el paso del tiempo las opiniones de los que fueron sus amigos se empezarían a dividir. Por un lado hay gente como el poeta y periodista Pipo Lernoud que lo considera una figura fundamental del rock local; al igual que el periodista, escritor y poeta Miguel Grinberg. Otros, como Spinetta, disimulan con una mirada indulgente los aspectos más oscuros de su personalidad. Y están también quienes no dudan en declarar que era sólo un zarpado con un destino a cuestas imposible de eludir.
Hace un par de años en una entrevista que le realicé a Alejandro Medina (bajista de Manal y The Seasons), le pregunté sobre Tanguito. “Lo conocí en la época de La Cueva, todavía no había entrado en la carrera de las drogas -contó Medina- entonces se podía estar con él, después te perseguía toda la cana si estabas con Tango. Su estilo era así, era su destino. Era un pibe que vivía empastillado. Para que grabe su disco, en el sello Mandioca, cada vez que lo veíamos lo llevábamos al estudio y lo sentábamos a tocar. Una vez tocábamos en un teatro, y Tango se puso todas las ropas de los bailarines del elenco, una sobre otra, y se fue la calle con la guitarra. Entra alguien y dice: ‘Me parece que vi a un loco tocando la guitarra con toda la ropa puesta’. Casi nos echan de la sala”.
Ese era Tanguito, así fue su vida. Nunca nadie podrá saber hasta donde habría llegado su estrella si la muerte no lo hubiera sorprendido bajo las vías de un tren, un 19 de mayo de 1972, cuando contaba con apenas 26 años.
Sólo dejó esbozos, jirones de su arte, demasiado poco si lo comparamos con la inmensidad de su mito, forjado en una vida turbulenta y border, pero con la absoluta certeza que con él cabe perfecto el concepto de que menos fue más.
La fatal historia de Tanguito, en lo inicios mismos del Rock en la Argentina, sería la enunciación de que nada sería fácil para este nuevo género popular en el país, pero que no obstante, y ante todas las vicisitudes, tenía asegurado un destino de gloria.-

miércoles, 9 de mayo de 2012

Noel Gallagher: el buen rebelde

El mayor de los hermanos Gallagher llegó por primera vez a Córdoba, lo hizo para estrenar su proyecto solista y su álbum debut. El show fue un recorrido casi completo por el nuevo repertorio con la concesión de algunos temas de su exbanda Oasis.                                   

RECITALES

Por Néstor Pousa © 2012 

Durante las últimas dos décadas los hermanos Noel y Liam Gallagher le dieron vida a Oasis, una de las bandas más influyentes e importantes de la escena mundial. Surgida de la prolífica cantera musical de Manchester, los Oasis eran dinamita pura tanto arriba como abajo del escenario. Se granjearon detractores que los consideraban meros clones de The Beatles, como también amores incondicionales de sus fans que adherían al subtítulo de “la banda más grande del mundo”. El problema fue que mientras estuvieron juntos, alimentando las páginas de la gloriosa historia del pop británico, su talento parecía tener la misma dimensión que sus egos. Sus peleas interminables llegaron a teñir de amarillo los suplementos de espectáculos y los diarios sensacionalistas; los berrinches del caprichoso Liam y la tolerancia cero del irascible y malhumorado Noel y esa extraña forma de odio que solamente algunos hermanos suelen desarrollar, hicieron inevitable la separación. Potenciada tal vez por una pisca de marketing, los Gallagher no se bancaron más entre sí y decidieron desarmar la banda para emprender sus respectivas carreras solistas.
Bajo esa premisa llegó a Córdoba Noel, el mayor de los hermanos, guitarrista, principal compositor y segunda voz en tiempos de Oasis (en donde Liam era el vocalista principal); hoy al frente de su propio proyecto en el cual no tiene que compartir el 50% de las decisiones con nadie. Esta nueva etapa se titula Noel Gallagher’s High Flying Birds, literalmente: Aves que Vuelan Alto.
La banda y también el disco debut se llaman así, un trabajo que justifica la gira 2012 que trajo al músico por primera vez a la ciudad de Córdoba (Orfeo Superdomo), en la primera de las dos únicas fechas argentinas, la segunda fue en el estadio GEBA (Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires) el domingo 6 de mayo.
Un día antes, en su presentación cordobesa, la cosa empezaba prometedora para los nostálgicos de Oasis, el inicio con un par de versiones de esta banda hicieron agitar con excitación a los del sector “pista parados”. Pero fue a partir de la tercera canción que se concentró principalmente en el nuevo repertorio, el que repasó casi por completo y con varios bonus tracks. Contrariamente a lo que indican las actuales tendencias, de recurrir a una lista de grandes éxitos que el público reconoce instantáneamente, Noel se rebeló ante ese formato clásico y dedicó la mayor parte del tiempo a repasar las canciones del nuevo disco, de punta a punta y en el orden de aparición; intercalando algunos lados B de singles y hasta atreviéndose con un inédito.
Así vino una seguidilla de seis estrenos con: Everybody's on the run, Dream On, la balada If I had a gun, The Good Rebel (lado B del primer single de difusión del nuevo trabajo), The death of you and me (el primer single) y Freaky teeth (el inédito). Del Oasis más épico anoté tres momentos: promediando la lista apareció una versión acústica y de fogón de Supersonic; y en los últimos bises Litlle by little y el súper hit Don’t look back in anger, en el cual al mejor estilo Oasis el cantante se llamó a silencio para dejar el estribillo en las gargantas de las 4.000 personas que poblaban el domo. Fue la postal final y el instante preciso en que se liberó tanta atención mantenida durante una hora y media en el nuevo material, aunque igualmente algunos de los estrenos tuvieron un recibimiento como si ya se tratara de clásicos.
Seguramente muchos de los que asistieron esa noche al show, lo hicieron pensando en un auto tributo por parte de Gallagher, si fue así se equivocaron. Bien podría haber preparado un show tribunero y hubiera estado en todo su derecho de hacerlo, pero evidentemente el cantante todavía tiene mucho para mostrar y el coraje suficiente para jugarse por seguir componiendo. Incluir en el final algunos hits de su exbanda no debe tomarse como un hecho demagógico ni complaciente. Fue el reconocimiento a un público que terminó legitimando la nueva etapa de un músico con una trayectoria envidiable, pero que no se considera “de vuelta”, ni colgado de la gloria del pasado. Un tipo que no necesita congraciarse con actitudes que suelen ser habituales en muchos artistas extranjeros que tocan en el país, un frontman que en escena se muestra casi estático, salvo por los interminables cambios de guitarras entre canción y canción. Pero que igual hizo todo lo posible para comunicarse con la gente, a su modo, con toda su reconocida parquedad a cuestas y hablando en un inglés que no se esforzó por hacerlo un poco más entendible para una audiencia en español.
Se dice que del amor al odio (y viceversa) hay un solo paso, esta regla -además de un seguro cachet con varios ceros- es lo que mantiene abierta la posibilidad de ver a los hermanos de Manchester otra vez juntos sobre un escenario. Mientras eso no ocurra, ya sabemos cual es el camino que eligió el mayor de los Gallagher.- 

miércoles, 25 de abril de 2012

Rosario siempre estuvo cerca

Hace 30 años se editaba “Tiempos difíciles” de Juan Carlos Baglietto. Fue el primer hito discográfico de lo que se conoció como la Trova Rosarina, colectivo musical que debió en gran parte su nacimiento y éxito al Festival de Rock de La Falda.                                 
                    
DISCOS ANTOLÓGICOS
                                                                               
Por Néstor Pousa © 2012

En abril de 1982, un mes y año muy significativo en la historia del país, salía a la venta un disco que mostraba una estética nueva en lo que se conocía como Rock Nacional. Un rosarino, hasta entonces un ilustre desconocido, de nombre Juan Carlos Baglietto, lanzaba Tiempos difíciles, álbum que se convertiría en el primer hito de un movimiento poético musical con origen en Rosario, ciudad que ya había provisto al Rock en Castellano nada más y nada menos que a uno de sus padres, Litto Nebbia.
Hasta ese momento Baglietto había tenido cierta notoriedad en su ciudad integrando algunos grupos musicales de los cuales el que más expectativas provocó fue Irreal, aunque se diluyó antes de dejar algún registro oficial. En agosto de 1981 es invitado a Buenos Aires por la emblemática revista Humor ® para tocar en un festival organizado en oposición a la llegada al país de Frank Sinatra. Esa efímera participación le valió a Baglietto la invitación para integrar la cartelera del Festival Argentino de Música Contemporánea de La Falda de 1982. Lo que ocurrió en el Anfiteatro Municipal la noche del 6 de febrero fue un hecho tan inusual y sorprendente como pocas veces se había visto. El ignoto rosarino apareció solo desde las profundidades del oscuro escenario pulsando su guitarra Ovation, vestido con enterito y gorra, atuendo que usaba desde las épocas en que animaba fiestas infantiles. La barba, el pelo muy largo y desprolijo y su mediana estatura lo asemejaban a un extraño duende, pero especialmente porque algo mágico sucedió en ese instante. Luego de un comienzo con La censura no existe -tema de menos de un minuto en el cual el cantante terminaba amordazado por la espalda- le bastaron los primeros acordes de Mirta, de regreso -que relata la vuelta a casa de un ex presidiario- para que un auditorio que se desbordaba de gente, virtualmente explotara. Les puedo asegurar que jamás vi un recibimiento similar para un músico prácticamente desconocido por el gran público, que aunque ya había grabado su disco debut, este no estaba editado aún y no tenía todavía difusión oficial. Aunque había sido fundamental la manija que Mario Luna, mentor del festival, le había dado a esos temas inéditos en su programa radial Alternativa, gracias a una copia en un cassette promocional que había recibido.
Lo acompañaban músicos aún menos conocidos que él, pero de un talento tal, que pronto los haría emprender carreras solistas. Integraban la banda: Fito Páez (tecladista, arreglador, autor y compositor), Silvina Garré (segunda voz y pareja de Juan) y Rubén Goldín (guitarrista, segunda voz, arreglador, autor y compositor). Completaban el elenco Sergio Sainz en bajo y Zapo Aguilera en batería.
Baglietto fue toda una revelación para el público, para sus colegas y para la prensa, y muy especialmente para los productores discográficos de la EMI que abrieron los ojos y empezaron a contar billetes en el aire. Pocos años después el mismo Baglietto nos contaba: “La Falda fue el primer lugar en donde me dieron pelota. En realidad yo ya había grabado el disco y acá en La Falda pasó una cosa fenomenal. Fenomenal por fenómeno, además de por piola. Había muchísima gente, que no eran todos cordobeses, sino que había de todo el país, y yo me subí a cantar por primera vez esas canciones que ellos desconocían porque el disco no había salido, ni estaba en difusión, ni nada que se le parezca, y ni se sabía que iba a pasar conmigo además, y la gente a la segunda vez que escuchó los temas, ya los cantaba, eso me pareció alucinante. Por otra parte fue aquí en La Falda donde me vieron los tipos que me habían hecho grabar, y decidieron poner la plata para difundirme”. Surgía así un movimiento espontáneo de músicos, autores y compositores que la prensa bautizó y comenzó a reconocer como la Trova Rosarina.

Luego del arrollador suceso faldense el disco debut de Baglietto ya tenía asegurada su publicación, la que se produjo en abril de ese mismo año. Tiempos difíciles contó con los arreglos de Rubén Goldín y un joven Fito Páez de apenas 18 años; su portada que muestra la imagen del intérprete junto a un niño, es un guiño a la película El pibe de Charles Chaplin; y fue editado en vinilo y cassette, los formatos usuales de la época.  El éxito fue fulminante y marcó algunos records: se convirtió en el primer disco de oro del Rock Argentino alcanzando la cifra de 30.000 unidades vendidas a tan sólo un mes de su publicación; y Baglietto fue el primer artista en Argentina que vendió esa cantidad con su disco debut.
La otra particularidad de Baglietto es que siempre fue un intérprete que no compone lo que canta, sino que recopila músicas de otros autores. Un rasgo exclusivo dentro del panorama del rock vernáculo caracterizado por ser todos sus integrantes creadores de lo que interpretan. Por eso la lista de Tiempos difíciles es un puñado de canciones memorables que también fueron el debut para una camada de nuevos autores y compositores notables. Algunas de esas canciones se transformaron en hits sin fecha de vencimiento: Era en abril de Jorge Fandermole, Mirta, de regreso de Adrián Abonizio y La vida es una moneda de Fito Páez. El material completo incluía: Aunque mañana no estés, Puñal tras puñal y Sobre la cuerda floja (todas de Fito Páez); Los nuevos brotes, Dulce pájaro y Sin luna (firmadas por Rubén Goldín) y La música del Río de la Plata (Páez-Baglietto). 
En general la temática del álbum transitaba por climas oscuros y opresivos, y se convertiría en un presagio de lo que iba a ocurrir ese año en nuestro país. Eran la banda de sonido no sólo de un tiempo fatal sino también de un insospechado conflicto armado que nos estaba golpeando la puerta de casa.-