miércoles, 9 de mayo de 2012

Noel Gallagher: el buen rebelde

El mayor de los hermanos Gallagher llegó por primera vez a Córdoba, lo hizo para estrenar su proyecto solista y su álbum debut. El show fue un recorrido casi completo por el nuevo repertorio con la concesión de algunos temas de su exbanda Oasis.                                   

RECITALES

Por Néstor Pousa © 2012 

Durante las últimas dos décadas los hermanos Noel y Liam Gallagher le dieron vida a Oasis, una de las bandas más influyentes e importantes de la escena mundial. Surgida de la prolífica cantera musical de Manchester, los Oasis eran dinamita pura tanto arriba como abajo del escenario. Se granjearon detractores que los consideraban meros clones de The Beatles, como también amores incondicionales de sus fans que adherían al subtítulo de “la banda más grande del mundo”. El problema fue que mientras estuvieron juntos, alimentando las páginas de la gloriosa historia del pop británico, su talento parecía tener la misma dimensión que sus egos. Sus peleas interminables llegaron a teñir de amarillo los suplementos de espectáculos y los diarios sensacionalistas; los berrinches del caprichoso Liam y la tolerancia cero del irascible y malhumorado Noel y esa extraña forma de odio que solamente algunos hermanos suelen desarrollar, hicieron inevitable la separación. Potenciada tal vez por una pisca de marketing, los Gallagher no se bancaron más entre sí y decidieron desarmar la banda para emprender sus respectivas carreras solistas.
Bajo esa premisa llegó a Córdoba Noel, el mayor de los hermanos, guitarrista, principal compositor y segunda voz en tiempos de Oasis (en donde Liam era el vocalista principal); hoy al frente de su propio proyecto en el cual no tiene que compartir el 50% de las decisiones con nadie. Esta nueva etapa se titula Noel Gallagher’s High Flying Birds, literalmente: Aves que Vuelan Alto.
La banda y también el disco debut se llaman así, un trabajo que justifica la gira 2012 que trajo al músico por primera vez a la ciudad de Córdoba (Orfeo Superdomo), en la primera de las dos únicas fechas argentinas, la segunda fue en el estadio GEBA (Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires) el domingo 6 de mayo.
Un día antes, en su presentación cordobesa, la cosa empezaba prometedora para los nostálgicos de Oasis, el inicio con un par de versiones de esta banda hicieron agitar con excitación a los del sector “pista parados”. Pero fue a partir de la tercera canción que se concentró principalmente en el nuevo repertorio, el que repasó casi por completo y con varios bonus tracks. Contrariamente a lo que indican las actuales tendencias, de recurrir a una lista de grandes éxitos que el público reconoce instantáneamente, Noel se rebeló ante ese formato clásico y dedicó la mayor parte del tiempo a repasar las canciones del nuevo disco, de punta a punta y en el orden de aparición; intercalando algunos lados B de singles y hasta atreviéndose con un inédito.
Así vino una seguidilla de seis estrenos con: Everybody's on the run, Dream On, la balada If I had a gun, The Good Rebel (lado B del primer single de difusión del nuevo trabajo), The death of you and me (el primer single) y Freaky teeth (el inédito). Del Oasis más épico anoté tres momentos: promediando la lista apareció una versión acústica y de fogón de Supersonic; y en los últimos bises Litlle by little y el súper hit Don’t look back in anger, en el cual al mejor estilo Oasis el cantante se llamó a silencio para dejar el estribillo en las gargantas de las 4.000 personas que poblaban el domo. Fue la postal final y el instante preciso en que se liberó tanta atención mantenida durante una hora y media en el nuevo material, aunque igualmente algunos de los estrenos tuvieron un recibimiento como si ya se tratara de clásicos.
Seguramente muchos de los que asistieron esa noche al show, lo hicieron pensando en un auto tributo por parte de Gallagher, si fue así se equivocaron. Bien podría haber preparado un show tribunero y hubiera estado en todo su derecho de hacerlo, pero evidentemente el cantante todavía tiene mucho para mostrar y el coraje suficiente para jugarse por seguir componiendo. Incluir en el final algunos hits de su exbanda no debe tomarse como un hecho demagógico ni complaciente. Fue el reconocimiento a un público que terminó legitimando la nueva etapa de un músico con una trayectoria envidiable, pero que no se considera “de vuelta”, ni colgado de la gloria del pasado. Un tipo que no necesita congraciarse con actitudes que suelen ser habituales en muchos artistas extranjeros que tocan en el país, un frontman que en escena se muestra casi estático, salvo por los interminables cambios de guitarras entre canción y canción. Pero que igual hizo todo lo posible para comunicarse con la gente, a su modo, con toda su reconocida parquedad a cuestas y hablando en un inglés que no se esforzó por hacerlo un poco más entendible para una audiencia en español.
Se dice que del amor al odio (y viceversa) hay un solo paso, esta regla -además de un seguro cachet con varios ceros- es lo que mantiene abierta la posibilidad de ver a los hermanos de Manchester otra vez juntos sobre un escenario. Mientras eso no ocurra, ya sabemos cual es el camino que eligió el mayor de los Gallagher.- 

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