Foto: Facundo Luque / LaVoz.com.ar |
Nito Mestre y Raúl Porchetto repasaron en
Córdoba sus 40 años de carrera, desde las distintas formaciones hasta las
respectivas solistas. La producción de Mario Luna le puso su impronta al show.
RECITALES
Por Néstor Pousa
Una característica en
común de las bandas de Rock Argentino que dominaron la escena en los 70’s
(segundo ciclo), consistió en que sus fugaces carreras fueron inversamente
proporcionales al enorme legado que dejaron. Los grupos y solistas de aquella
etapa sentaron las bases definitivas para el rock que vendría, tal como se iba
a entender el género en nuestro país. Uno de los lugares, fuera de su cuna
angloparlante, donde iba a adquirir su propia identidad. Si no fuera así no se
entendería como un proyecto tan informal como fue PorSuiGieco con tan sólo un disco editado, estimule un recuerdo tan
potente 40 años después.
Impulsados por esta
premisa Nito Mestre y Raúl Porchetto realizaron en Córdoba un
concierto como hacía muchos años no podían concretar. Con producción artesanal,
difusión a la antigua, entorno universitario y la impronta de Mario Luna, pionero de los productores
musicales en Córdoba que ostenta los diplomas de fundador de los Festivales de La Falda y Chateau Rock. La mano de Luna, también de
regreso a la producción tras un largo impase, se notó en el detalle de la
bienvenida a los músicos a cargo de un gran coro formado por tres grupos de
diferentes instituciones aunque aunados por la batuta de su director, el
cantautor Ariel Borda, un detallista
que en la prueba de sonido ajustó todo con minuciosidad para que nada quede
librado al azar, y que después se sentó a disfrutar de la puesta tan
entusiasmado como un fan más. Con ellos empezó el concierto. Dos temas: Los cisnes no cantan cuando mueren junto
a Raúl; y Aprendizaje con Nito.
La presentación iba a
tener varios bloques. El segundo mostró a Nito y Raúl presentando a la banda en
pleno para otros dos temas: Y las aves
vuelan y Quizás porque. Ya en el segmento
de Mestre y su banda, que alista a Ernesto Salgueiro (guitarra, bajo y coros),
Fernando Pugliese (teclado y coros) y al flamante fichaje de Jonatan Szer
(percusión); quedó claro que los temas de Sui
Generis tocan una cuerda en el espectador que no logran otros temas. Son
como las primeras canciones de Los Beatles. Y ya descartemos el concepto que son
sinfonías para adolescentes, basta con repasar algunas líricas para comprobar
que no es así. “La fianza la pagó un
amigo, las heridas son del oficial” (de Confesiones
de invierno) o “La mediocridad para
algunos es normal, la locura es querer ver más allá” (de El tuerto y los ciegos) son muestras
contundentes. Sin embargo en el catálogo solista del Nito hay joyas que se
encargó de mostrar, como: Espero siempre
por vos y El fin del mundo, entre
otras; y hubo un estrenó La forma de tu
corazón, una brillante interpretación en versión castellana de Shape of my heart, original de Sting y Dominic Miller, que verá luz
en su próximo álbum.
Nito debe ser de los
pocos que se mantuvo fiel a un estilo sin apartarse un milímetro, sin embargo se
preocupó por estilizarlo buscando una excelencia que en su génesis el formato
no tenía. Tras ese fin el agregado de la percusión fue fundamental, y así el unplugged (versión moderna del
acusticazo setentista) es lo que mejor le sienta al creador de Distinto tiempo. El detalle: faltó el
toque de su flauta traversa.
A su turno con Raúl Porchetto, acompañado por Daniel
Porchetto (teclados, armónica y coros) y Javier Torrecillas (guitarra y coros),
en principio era una incógnita a causa de una laringitis que lo tuvo a mal
traer en los días previos y hasta hizo temer por su participación. Por suerte
salvo en su parte con el ensamble coral, la voz le respondió a la perfección. Con
toda una trayectoria hecha, que en los 80’s produjo hitos como Metegol y Televisión que lo rescataron del under al que parece haber vuelto en parte por decisión propia, a
Raúl no es común verlo en directo, y recrear esa experiencia fue un hecho casi extraordinario.
En el escenario es un artista muy especial que disfruta más que ninguno de los
presentes de la celebración. Su personalidad histriónica y extrovertida, el ida
y vuelta con el público, su eterna estampa de rocker juvenil, potenciaron la
revisión de números archiconocidos surgidos en las diferentes reencarnaciones
del autor. Nuevas adaptaciones de Sentado
en el umbral de Dios, Che pibe vení
votá, Bailando en las veredas, Algo de paz y Noche y día, fueron muy festejadas en platea y pulman. De Dragones y planetas, disco publicado en
2010, A la luz de una vela y Siempre te esperé, sirvieron para tomar
contacto con la actualidad del músico que relanza su carrera ahora con gestión
independiente. En el cierre de su set la dramatización de Reina Madre puso de pié a un público a esa hora absolutamente
entregado.
¿Y del mentado
PorSuiGieco? Este apareció en las pequeñas dosis de Viejo, solo y borracho, Mujer
del bosque y El Fantasma de
Canterville; que fueron tocadas bajo la consigna que los inspiró en sus
orígenes, juntarse y tocar por diversión.
Nito y Raúl son muy buenos amigos, se
conocen mucho y se llevan bien; son muy distintos pero se complementan a la
perfección en el escenario. De ahora en más ¿sería un absurdo pensar en la reunión completa de
la ficha artística del legendario súper grupo?, convencer a las partes faltantes (Charly, León y María Rosa Yorio) no parece una tarea fácil. No obstante el
tiempo dirá.-
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