viernes, 28 de marzo de 2014

John Fogerty: una canción para todo el mundo

El cantante y líder de Creedence Clearwater Revival revisó y actualizó las versiones originales de los grandes éxitos de su célebre banda sumando el aporte de invitados especiales. Mirá el video de John Fogerty & Bob Seger cantando Who'll stop the rain.

DISCOS / CD'S                                                                                                             

por Néstor Pousa

Hace algunos años, en mis tempranos inicios melómanos, había decidido completar mi colección discográfica de The Beatles, banda que fue la más grande influencia para la mayoría de los que amamos el rock. Para eso, concurría mensualmente a la casa de discos de la ciudad en busca de cada uno de los ejemplares en vinilo del famoso cuarteto de Liverpool. Pero ocurrió que en una de esas tantas incursiones se cruzó en mi camino un disco que no pensaba comprar y que interrumpió la secuencia beatlemaníaca que había planeado. Era el álbum Crónica de Creedence Clearwater Revival, disco doble editado originalmente en 1976 que compila con bastante precisión la carrera de la banda californiana convertida en uno de los grandes sucesos del rock internacional con tan sólo 5 años de fugaz carrera, entre 1968 y 1972, período en el que facturaron siete discos de larga duración.
Problemas de egos y disputas por el liderazgo entre John Fogerty (voz, primera guitarra y principal compositor) con el resto de la banda: su hermano mayor Tom Fogerty (segunda guitarra y coros), Stu Cook (bajo) y Doug Clifford (batería), hicieron que esta se disolviera más rápido de lo esperado, dejando en su lugar un juicio millonario por reparto de regalías.
Tras esto John emprendió una carrera solista de singular éxito pero que no obstante no alcanzó la magnitud que consiguió con Creedence, banda cuyas canciones pasaron a ser clásicos universales del rock and roll, la música country y el folk rock. Apuesto a que, sin importar si sos conocedor o no, alguna canción de ellos tarareaste alguna vez.
Como casi siempre sucede con las grandes bandas y sus clásicos, llega un momento en el que su autor decide ventilar ese cancionero al cual la constante repetición puede de alguna manera desgastarlo. Es por eso que en 2013 Fogerty decidió lanzar Wrote a song for everyone (Escribí una canción para todo el mundo), un disco imprescindible y seguramente muy esperado por los acólitos de este célebre repertorio. Un trabajo que se caía de maduro y que con excelente resultado repasa doce clásicos de Creedence con el aporte de celebridades que actualizan las versiones originales.
"Alenté a cada uno de los artistas a que traigan su propia visión de mi canción, en lugar de volver a hacer lo que yo había grabado en el pasado. Tenía la esperanza de que tuvieran algún giro diferente, yo quería que fuera algo nuevo”, declaró Fogerty y fue así que consiguió momentos verdaderamente intensos junto a Dave Grohl y los Foo Fighters que atacan con una furiosa versión de Fortunate son; o sacándose chispas con sus hijos Shane y Tyler Fogerty en Lodi; y haciendo lo propio junto a Kid Rock en Born on the Bayou.
Más introspectivos resultan los pasajes por Long as i can see the ligth que destaca a la banda My Morning Jacket; Someday never comes que introduce a unos desconocidos Dawes; la conmovedora y personal interpretación de Who’ll stop the rain a cargo de Bob Seger; y Alan Jackson quien con tonada sureña interviene el Have you ever seen the rain.
Entre tanto exceso de indiscutidos himnos del rock mundial, tal vez la página menos conocida de todas sea la que titula el álbum, en la que John vuelve a reprocharse: “Escribí una canción para todo el mundo, y ni siquiera pude hablar con vos”, compartiendo roles con la bella Miranda Lambert en voz y el solo de guitarra eléctrica de Tom Morello.
La edición viene acompañada por un booklet o folleto interno en el que abunda un valiosísimo material adicional con la explicación, según el relato en primera persona del autor, de cómo y en qué contexto fueron concebidas las canciones, revelando detalles no conocidos hasta el momento en la vida y la carrera del músico.- 



miércoles, 26 de marzo de 2014

Horacio Sosa: elegir con libertad

Foto: Eugenia Morlans
Horacio Sosa nos habla de “Ocre”, su segundo disco solista presentado con un gran concierto en el Teatro del Libertador Gral. San Martín, en esta nota realizada en agosto de 2007.                                   

RESCATE PERIODISTICO

Por Néstor Pousa

Horacio Sosa es el mismo que con Posdata, su dúo junto a Pancho Alvarellos, desafió la escena musical contemporánea argentina desde Córdoba en los años 80’s. Fueron ellos los que impusieron como himno de la Docta el Córdoba va, tema firmado por Francisco Heredia con un estribillo que le calzó justo a una ciudad que, por entonces, parecía descontextualizada del concierto nacional.
Luego de Posdata Horacio Sosa emprendió una más reposada carrera en solitario, y el último show de grandes escenarios en donde lo habíamos encontrado fue el Chateau Rock ‘90. Horacio lo recuerda así: “Fue en el ‘90, exactamente, y fue también el año que nació mi primer hijo, Pedro. Ese Chateau Rock, ya como solista y con mi banda, fue una noche inolvidable por sentimientos muy encontrados que tuve que experimentar: esa actuación fue poco antes de ir a  grabar para Melopea mi primer disco solista, Línea del Corazón, en una jornada re-heavy de dicha programación. Yo salí antes de Rata Blanca y Los Violadores y la tribuna me quería comer crudo. Nuestra performance fue un solo silbido. Lo loco fue que después de bajar del escenario, ya en camarines, hicimos muy buenas migas con Pil Trafa y nos sacamos varias fotos como chanchos amigos. Pero el público nunca hubiera entendido esa espontánea afinidad con el líder de Los Violadores. Para colmo yo me había negado sistemáticamente a cantar ‘Córdoba va’, canción de la que me quería despegar, por esos años, y por mucho que insistió Gabriel Bursztyn, productor del evento, no logró que yo lo hiciera. Tal vez tenía razón, en el sentido de que la gente por ahí se enganchaba con el recuerdo de un estribillo que había sido coreado en los Festivales de la Falda de los primeros 80’s”.

Volver a grabar. Tras un prolongado paréntesis de casi 16 años, Horacio Sosa volvió a entrar a un estudio de grabación para registrar Ocre, su segundo disco solista, que presentó con un gran concierto el 5 de agosto de 2007 en el Teatro del Libertador de Córdoba, acompañado por todos los músicos que participaron del proyecto. “Es largo de explicar el porque vuelvo a grabar -afirma Horacio- un músico en Córdoba, en el interior, aunque seguramente puede estar peor el músico que vive en Chepes o en alguna localidad de Formosa, graba un disco cada 10 años, más o menos. Le pasó al Cuchi (Leguizamón) no es que nos pase a nosotros. Y cuando lo graba, es por sus propias motivaciones de dejar un documento de su trabajo, y porque a uno le gusta compartir las canciones con los músicos amigos que, a su vez, edifican su propia música a partir de lo que uno les hace escuchar. Es placentero tocar, y más aún hacerlo con otros músicos, y luego hacerlo con el público, ahí es la culminación, la ceremonia que cierra el círculo… y seguramente abre otro nuevo. Es un ciclo eterno. Pero la motivación mayor no sé cuál es. Debe haber conscientes e inconcientes. Tal vez el deseo, tal vez burlar a la muerte en alguna pequeña y desconsolada medida. Tal vez sentirse vivo”.

Ocre, amarillo, marrón son los colores de un otoño al que el alma apenas si le puede arañar un empate. Es el comienzo de un disco que bien podría considerarse como el más logrado de toda su carrera. Un trabajo de una calma cautivante, donde parece que no va a pasar nada y pasa de todo. Una obra en la que Horacio Sosa además de cantar, tocar la guitarra y componer la mayoría de los temas, también arregló partes de cello, clarinete, bronces, percusión y voces; y escribió solos de bandoneón y guitarra eléctrica, lo que lo reafirma como un músico integral.
Muchos años lejos de un estudio de grabación nos devolvieron un disco de un contenido ecléctico, con canciones de una enorme calidad interpretativa y musical, con puntos altos en Ciudad alma, que empieza con un sugestivo ¿Córdoba va?, ahora como interrogante, y sigue con el trío formado por Sosa, Ariel Borda y Sergio Korn, una especie de Crosby, Stills & Nash a la cordobesa. Hay un mundo, una canción de una inusitada belleza pop en la que aportan sus hermanos Leo Sosa (guitarra eléctrica) y Palín Sosa (batería). Caída del amor con la participación en el bajo del Negro Cuevas, un exPosdata de la primera época. A punto de salir, con brillante sección de bronces, habla de las sensaciones del músico en el pre-show. Consignas y graffitis, con el aporte de Jorge Fandermole, confirma que “las consignas de estos tiempos no chorrean utopías”. Dos piezas del folklore tradicional con novedosos arreglos se convierten en perlas del trabajo: Zamba del ángel (de Ariel Petrocelli y Hugo Díaz) una letra que estremece recreada maravillosamente junto al bandoneón de Pablo Jaurena. Y Perfume de carnaval con la voz forzada hasta el susurro de Horacio sobre el bajo de Fernando Olmedo más la participación del autor, Peteco Carabajal. Horacio aporta su propia zamba El don viajero y del repertorio de Posdata revisita Quiero amar mi país, una de las más bellas canciones del cancionero popular argentino, la que alguna vez eligió y elogió Mercedes Sosa.

Post Posdata. ¿Cómo encarar una carrera solista después del gran éxito nacional que fue Posdata?, fue la pregunta. Y Horacio prefiere bajarle los decibeles a este último concepto. “Yo relativizaría lo de ‘gran éxito nacional’. Lo fue en alguna medida. Posdata llegó a figurar en alguna Historia del Rock Nacional, grabó para la RCA Argentina, alguna vez se difundieron sus canciones en Buenos Aires, y Mercedes Sosa grabó una de mis canciones, ‘Quiero amar mi país’. No está mal. De verdad lo digo. Pero yo me quedé en Córdoba, así lo elegí, y al hacerlo perdí muchos espacios y posicionamientos. Lo de ‘Dios atiende en Buenos Aires’ es cierto y si no cotizás allá, sabrás a qué atenerte. Pero soy feliz de haber elegido con libertad”.-

miércoles, 19 de marzo de 2014

Mario Luna premiado por la UNC

Premio y aplausos para Luna
Por Néstor Pousa

En un acto realizado el pasado miércoles 12 de marzo en el Salón de Actos del Pabellón Argentina de la Universidad Nacional de Córdoba, fue homenajeado con la entrega del Premio Cultura 400 años que otorga la casa de altos estudios, el reconocido locutor y productor artístico Mario Luna por su importante trayectoria (distinción que se suma a la que, con idénticos fundamentos, le entregara la Municipalidad de la Ciudad de La Falda en enero de 2013).
Durante el desarrollo de un emotivo acto presidido por el Rector de la UNC Dr. Francisco Tamarit y al que asistieron autoridades académicas, invitados especiales y numeroso público, se expuso buena parte de la tarea que durante ininterrumpidos 42 años desarrolló Luna en favor de la difusión de la música contemporánea, mediante la producción y conducción de diferentes programas de radio (Alternativa, el más emblemático) y la organización de ciclos entre los que se cuentan el Festival de Rock de Cosquín (1976), el legendario Festival de Rock de La Falda (1980 al ‘84 y 1992) y el Chateau Rock (1985 al ‘89).
El cierre musical estuvo a cargo de un inmenso seleccionado de músicos de Córdoba encabezados por Ariel Borda, Liliana Rodríguez, Hueso Horsmann, Daniel Díaz, Mingui Ingaramo Horacio Sosa, Silvia Lallana, Pelu Mercó, Laura Bertora, Pocho Bertora, Popi Pedroza, Zurdo Roqué, Jorge Nazar y Martín Oliva. Un sorpresivo We are the world a la cordobesa que con versiones de La Pomeña y Zamba de Juan Panadero, le puso el broche al merecido homenaje.-

viernes, 7 de marzo de 2014

Cosquín Rock 2014: Hasta la montaña siempre

Foto: Manuel Pousa
Batiendo el record de asistencia para sus catorce años de vida, el enorme festival tuvo que pelearle cuerpo a cuerpo a las inclemencias climáticas. Al final fue un dato más para agigantar la mística del ciclo. Galería de imágenes.

COBERTURA ESPECIAL

por Néstor Pousa

Una buena definición para el Cosquín Rock que acaba de concluir es que se trata de un festival de tres días para el que se necesitan no menos de diez para poder abarcarlo completo. ¿Alguien esperaba una tirolesa cruzando por sobre las cabezas del público, enfrente mismo al escenario? Es que la edición 2014 tuvo tanta oferta artística y de entretenimiento que se hacía imposible poder abarcarlo en un fin de semana. El formato toma el modelo de prestigiosos festivales europeos como Glastonbury y Roskilde a los que José Palazzo, creador y organizador del Cosquín rockero, asiste anualmente en calidad de turista para emular lo mejor que tienen esos encuentros. Una de las ideas es proyectar cine, si bien: “En Glastonbury hay cine para niños, entonces vos querías ir a tomar una birra y ver un grupo y dejabas a los nenes en el cine viendo Toy Story”, explica Palazzo; en su festival por ahora se pueden ver películas del palo, como lo fue el estreno de El alucinante viaje de Patricio Rey, que recopila los primeros años de los Redondos de Ricota; u otros rockumentales como: El blues de los plomos, Piedra que late o La Hache, con notable asistencia de público en todas las funciones.
Hubo expresiones artísticas afines al rock que ganaron terreno en la consideración del asistente al festival, esas fueron Fuerza Bruta y Favio Posca. Los primeros en su segundo año consecutivo superaron todas las expectativas con sus múltiples funciones y prometen novedades para el próximo año. En cuanto a Posca, su debut no pudo ser más auspicioso, con sus zarpadísimos monólogos y personajes reventó de gente los dos espacios que ocupó. Su performance fue tan festejada que ya se piensa en sumar las de Roberto Pettinato, Diego Capusotto (ambos fueron invitados este año pero no pudieron estar) y Alfredo Casero.
Los espacios auspiciados como el Domo Naranja o la Carpa Pepsi fueron escenarios alternativos muy exitosos en concurrencia y diversidad de propuestas. Por allí pasaron, aparte del citado actor cómico, una variada paleta de bandas de distintos estilos (Connor Questa, Negro García López, Viticus, Indios, Un día perfecto para el pez banana, Rayos Laser y el debut absoluto de Pésame, entre muchos otros), el Festival Ciudad Emergente aportado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, una arriesgada apuesta que funcionó muy bien y que mostró danza y arte callejero, batalla de hip hop, etc.; la presentación del libro Díscolo; una fiesta electrónica en donde pincharon discos renombrados deejays de la escena, fueron algunas de las tantas cosas con las que te podías topar mientras chequeabas la música que simultáneamente sucedía en los escenarios tradicionales del evento. Por ejemplo, la actividad en los hangares, los que pertenecen al aeródromo de Santa María de Punilla, locación en donde se viene desarrollando este festival desde el año 2011. En el dedicado a la música hubo una infinita cantidad de bandas; de Córdoba (el sábado 1 de marzo) se programó a: The Chicken Faces, Los Cocaleros, The Tristes, Anticasper, Planeador V, Segundo Nova, Numeral, Toque de Queda, Odoghan, The Smoke Sellers, Esteban Kabalin y Nómades. De Buenos Aires, el domingo y lunes, circularon bandas under, algunas con 25 años de carrera y que bendicen esta oportunidad que les da Córdoba a través de su festival serrano para poder exportar su música por el país.
El segundo a hangar estuvo ocupado por una galería de fotos que documentan la edición 2013 tomadas por el fotógrafo Martín Bonetto, que se sumaba a los espacios de venta de ropa rockera y una extensión de la tradicional disquería Lado B (25 años de historia en la ciudad de Córdoba) ampliamente provista de títulos nacionales e internacionales y atendida por sus dueños, el especialista Marcelo Palo Cáceres y familia.
Por el escenario temático, otro clásico del festival, desfilaron en noches sucesivas lo más granado del Rock: La 25, Gardelitos, El Bordo, La Beriso y la aparición sorpresa del impredecible Pity Álvarez y sus Viejas Locas. El temático Heavy, seguido muy de cerca por una fiel y avezada platea, presentó desde el debut en el ciclo de los cordobeses GTX hasta el cierre de Almafuerte, pasando por propuestas muy esperadas como la de Horcas, Hellion, Lethal, Hammer y los brasileños Angra. La cultura Reggae tuvo su chance el tercer día con las intervenciones de Nonpalidece, Dread Mar I, Zona Ganjah, Dancing Mood, Kameleba, Resistencia, y un solo faltazo, el del italiano Alborosie (su vuelo no llegó a tiempo).

IKV observados por el drone
Flasheando en el principal. El escenario principal -con un impecable diseño de sonido, luces y pantalla de leds- a lo largo de sus tres jornadas tuvo muchos momentos para destacar. Interesantes propuestas en el horario siestero de las cuatro de la tarde con Cirse, la Armada Cósmica, Banda de Turistas, Inazulina, Juan Terrenal y Pezones Cardozo. El set corto de León Gieco traduciendo sus hits al estilo rockero de Infierno 18, su banda de apoyo. Skay Beilinson, con look de cantante folk, dejó una impensada trilogía acústica y solista, Paria, Boggart Blues y Mariposa Pontiac, sobre la pasarela a ras del público; y ni la lluvia (presente el sábado y el domingo, al igual que el barro los tres días) pudo frenar el pogo más grande del mundo en versión subacuática. Las adversas condiciones meteorológicas con que tuvo que lidiar tanto la producción, como los músicos y el público tampoco aguaron el show de Charly García y la Orquesta Kashmir. Charly había invitado especialmente a Nito Mestre a sumarse a su show, este no pudo venir por un compromiso en la costa argentina, la tecnología hizo el resto: la voz de Sui Generis apareció en la pantalla gigante mediante una videollamada para una gran versión de Instituciones, clásico del inolvidable dúo.
Los Illya Kuriaky volvieron a conmover con el Águila Amarilla en homenaje a Luis Alberto Spinetta. Luego en sala de prensa lográbamos esta declaración: “Hoy fue muy emocional, este escenario fue el primero que tocamos después que falleciera mi papá y tiene una connotación especial, cuando la gente grita, siento que escucha, fue muy groso. Igual, cada vez que me cuelgo una viola solo en mi casa, siento que está ahí”, nos decía un emocionado Dante.
La misma intensidad provocó el domingo en horas de la tarde Eruca Sativa con su homenaje al desaparecido músico cordobés Titi Rivarola. Ellos tocaron su canción, Amor ausente, bajo una leve pero insistente cortina de agua que elevó el contexto emocional de una gran versión acústica y eléctrica, Titi desde la pantalla volvió a tocar el solo de viola. A su turno Fernando Ruiz Díaz dejó citas sobre la historia del festival del que su banda, Catupecu, son protagonistas históricos, elogio las bondades del mismo y arengó a un pogo descomunal con la consigna: “¡Desde el escenario hasta la montaña siempre, los quiero a 77 cm. del piso!”, fue en el momento en que los tres integrantes de Eruca se sumaron espontáneamente a la acción para una interminable versión de Dale!
Los puertorriqueños Calle 13 son el crossover ideal que acerca su propio público a la vez que capta la atención de los rockeros más tenaces, conformando así una multitud. Ofrecieron una seguidilla de clásicos para el delirio: Fiesta de locos, El baile de los pobres y La vuelta al mundo, con un René, su cantante y líder, cansado y algo malhumorado por la demora de los traslados aéreos.
El santiagueño Raly Barrionuevo tuvo su primera vez en el ciclo, debut que vino precedido por unas polémicas declaraciones suyas sobre los músicos de rock argentino. En el escenario se quejó de un set muy corto.
Las Pastillas del Abuelo, La Vela Puerca y Las Pelotas son números de peso que sintonizan a la perfección con el perfil del Cosquín Rock más tradicional. Los de Nono mantienen intacta su fidelidad al festival por ser los únicos que suman catorce presencias en igual cantidad de ediciones. Aunque su propuesta sea más sofisticada, a los Babasónicos se los puede considerar otro número clásico y esperado. Comandados por Adrián Dárgelos defendieron con eficacia el material de Romantisísmico, su más reciente trabajo, en un gran show en el que intercalaron hits de todos los tiempos hasta el final agitado por el tándem Putita / Yegua.
El cierre de la edición a cargo de Ciro y Los Persas fue un apoteósico grand finale en el que nadie, ni propios, ni extraños, pudieron mantenerse indiferentes.
En sus catorce años de vida el Cosquín Rock llegó a transformarse en un gran festival en términos cuali y cuantitativos, logrando el modelo exacto que desde su nacimiento su producción buscó y logró imponer. Pero el desafío no es solo artístico, la logística impone un ritmo de trabajo frenético y estresante. Las toneladas de basura que genera el encuentro este año se redujeron con medidas muy efectivas como los ecovasos retornables y la no-folletería en el predio. Los ingresos al lugar se mejoraron reseñalizándolos. Son sólo algunos de los factores extramusicales en los que se puso especial atención; quedan en el borrador otras cuestiones por optimizar, pero ahora que el exitoso Cosquín Rock 2014 ya es historia, tras el acorde final sólo un par de certezas: que la edición número 15 será en el Aeródromo de Santa María de Punilla (aventando rumores de una nueva plaza) y que la fecha coincidirá nuevamente con el carnaval, una elección acertada que hizo de esta una edición record.-
Eruca bajo la lluvia
Sebastián Cáceres (Catupecu)
Lula (Eruca Sativa)
Dárgelos, frontman carismático (Foto: Manuel Pousa)
Ciro: Barón Rojo