Foto: Eugenia Morlans |
RESCATE PERIODISTICO
Por Néstor Pousa
Horacio Sosa es el mismo que con Posdata, su dúo junto a Pancho Alvarellos, desafió la escena musical contemporánea argentina desde Córdoba en los años 80’s. Fueron ellos los que impusieron como himno de la Docta el Córdoba va, tema firmado por Francisco Heredia con un estribillo que le calzó justo a una ciudad que, por entonces, parecía descontextualizada del concierto nacional.
Luego de Posdata Horacio Sosa emprendió una más reposada carrera en
solitario, y el último show de grandes escenarios en donde lo habíamos encontrado
fue el Chateau Rock ‘90. Horacio lo recuerda
así: “Fue en el ‘90, exactamente, y fue
también el año que nació mi primer hijo, Pedro. Ese Chateau Rock, ya como
solista y con mi banda, fue una noche inolvidable por sentimientos muy
encontrados que tuve que experimentar: esa actuación fue poco antes de ir
a grabar para Melopea mi primer disco
solista, Línea del Corazón, en una jornada re-heavy de dicha programación. Yo
salí antes de Rata Blanca y Los Violadores y la tribuna me quería comer crudo.
Nuestra performance fue un solo silbido. Lo loco fue que después de bajar del
escenario, ya en camarines, hicimos muy buenas migas con Pil Trafa y nos
sacamos varias fotos como chanchos amigos. Pero el público nunca hubiera
entendido esa espontánea afinidad con el líder de Los Violadores. Para colmo yo
me había negado sistemáticamente a cantar ‘Córdoba va’, canción de la que me
quería despegar, por esos años, y por mucho que insistió Gabriel Bursztyn,
productor del evento, no logró que yo lo hiciera. Tal vez tenía razón, en el
sentido de que la gente por ahí se enganchaba con el recuerdo de un estribillo
que había sido coreado en los Festivales de la Falda de los primeros 80’s”.
Volver
a grabar.
Tras un prolongado paréntesis de casi 16 años, Horacio Sosa volvió a entrar a
un estudio de grabación para registrar Ocre,
su segundo disco solista, que presentó con un gran concierto el 5 de agosto de
2007 en el Teatro del Libertador de Córdoba, acompañado por todos los músicos
que participaron del proyecto. “Es largo
de explicar el porque vuelvo a grabar -afirma Horacio- un músico en Córdoba, en el interior, aunque seguramente puede estar
peor el músico que vive en Chepes o en alguna localidad de Formosa, graba un
disco cada 10 años, más o menos. Le pasó al Cuchi (Leguizamón) no es que nos pase a nosotros. Y cuando lo
graba, es por sus propias motivaciones de dejar un documento de su trabajo, y
porque a uno le gusta compartir las canciones con los músicos amigos que, a su
vez, edifican su propia música a partir de lo que uno les hace escuchar. Es
placentero tocar, y más aún hacerlo con otros músicos, y luego hacerlo con el
público, ahí es la culminación, la ceremonia que cierra el círculo… y
seguramente abre otro nuevo. Es un ciclo eterno. Pero la motivación mayor no sé
cuál es. Debe haber conscientes e inconcientes. Tal vez el deseo, tal vez burlar a la muerte en alguna pequeña y
desconsolada medida. Tal vez sentirse
vivo”.
Ocre, amarillo, marrón
son los colores de un otoño al que el alma apenas si le puede arañar un empate.
Es el comienzo de un disco que bien podría considerarse como el más logrado de
toda su carrera. Un trabajo de una calma cautivante, donde parece que no va a
pasar nada y pasa de todo. Una obra en la que Horacio Sosa además de cantar,
tocar la guitarra y componer la mayoría de los temas, también arregló partes de
cello, clarinete, bronces, percusión y voces; y escribió solos de bandoneón y
guitarra eléctrica, lo que lo reafirma como un músico integral.
Muchos años lejos de un estudio de grabación
nos devolvieron un disco de un contenido ecléctico, con canciones de una enorme
calidad interpretativa y musical, con puntos altos en Ciudad alma, que empieza con un sugestivo ¿Córdoba va?, ahora como interrogante, y sigue con el trío formado
por Sosa, Ariel Borda y Sergio Korn, una especie de Crosby, Stills & Nash a
la cordobesa. Hay un mundo, una
canción de una inusitada belleza pop en la que aportan sus hermanos Leo Sosa
(guitarra eléctrica) y Palín Sosa (batería). Caída del amor con la participación en el bajo del Negro Cuevas, un
exPosdata de la primera época. A punto de
salir, con brillante sección de bronces, habla de las sensaciones del
músico en el pre-show. Consignas y
graffitis, con el aporte de Jorge Fandermole, confirma que “las consignas de estos tiempos no chorrean
utopías”. Dos piezas del folklore tradicional con novedosos arreglos se
convierten en perlas del trabajo: Zamba
del ángel (de Ariel Petrocelli y Hugo Díaz) una letra que estremece recreada
maravillosamente junto al bandoneón de Pablo Jaurena. Y Perfume de carnaval con la voz forzada hasta el susurro de Horacio
sobre el bajo de Fernando Olmedo más la participación del autor, Peteco
Carabajal. Horacio aporta su propia zamba El
don viajero y del repertorio de Posdata revisita Quiero amar mi país, una de las más bellas canciones del cancionero
popular argentino, la que alguna vez eligió y elogió Mercedes Sosa.
Post Posdata. ¿Cómo encarar una carrera
solista después del gran éxito nacional que fue Posdata?, fue la pregunta. Y
Horacio prefiere bajarle los decibeles a este último concepto. “Yo relativizaría lo de ‘gran éxito nacional’.
Lo fue en alguna medida. Posdata llegó a figurar en alguna Historia del Rock
Nacional, grabó para la RCA Argentina, alguna vez se difundieron sus canciones
en Buenos Aires, y Mercedes Sosa grabó una de mis canciones, ‘Quiero amar mi
país’. No está mal. De verdad lo digo. Pero yo me quedé en Córdoba, así lo
elegí, y al hacerlo perdí muchos espacios y posicionamientos. Lo de ‘Dios
atiende en Buenos Aires’ es cierto y si no cotizás allá, sabrás a qué atenerte.
Pero soy feliz de haber elegido con libertad”.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario