lunes, 7 de julio de 2025

Miguel Mateos: De regreso a los 80


Foto gentileza: Quality Espacio
Por Néstor Pousa

El de 1985 fue un año crucial para la Argentina. En junio el gobierno del Presidente Raúl Alfonsín intentaba estabilizar la economía y bajar la inflación con la implementación del Plan Austral. Dos meses antes se ponía en marcha el histórico juicio a los integrantes de las juntas militares de la última dictadura, con el fin de consolidar la incipiente democracia conquistada en las urnas un año y medio atrás.
Coincidiendo con estos acontecimientos económicos y políticos, la banda de Miguel Mateos-Zas lanzaba Rockas Vivas, un emblemático disco grabado en vivo durante cinco funciones en el teatro Coliseo de Buenos Aires. Rockas Vivas estaba planteado como un resumen perfecto del material contenido en los tres primeros discos de Zas: el debut homónimo de 1982, Huevos de 1983 y Tengo que parar de 1984. Seguía la lógica comercial impuesta por las discográficas de la época, que a tres discos buenos en estudio debía sucederle uno en directo sobre ese material. Pero lo que ocurriría con Rockas Vivas no tenía precedentes porque potenció la carrera del grupo y de su líder Miguel Mateos de una forma inusitada, convirtiéndose en el álbum de rock más vendido en Argentina, por lo menos hasta 1992, año en que sería desplazado de ese sitial de privilegio por El amor después del amor de Fito Páez.
Pero mientras que el exitoso disco multiplatino del rosarino apelaba a letras que abordaban mayormente temáticas existenciales y personales de su autor, Mateos se convertía a través de sus líricas en un mordaz cronista de la época, con tal éxito que su legado sería venerado en su tiempo, tanto como perpetuado en las décadas siguientes, hasta convertirse en un clásico indiscutido. Aunque como corresponde a todo exponente exitoso de la música popular, con un costado polémico debido a su búsqueda estética, su altísimo perfil y sus modos grandilocuentes. Por todo, Miguel Mateos, a la sazón un solista acompañado por su propia banda, fue una rara avis dentro del panorama del Rock Nacional de la década del 80.
 
Exactamente cuarenta años después Mateos se encuentra embarcado en una gira nacional e internacional celebratoria de aquel disco que es también una Retrospectiva 1981-1985, un lustro soñado por cualquier artista. El pasado viernes 5 de julio fue el turno de Córdoba ciudad en la sala Quality Arena. Con unos pocos rezagados todavía ingresando empezaba a sonar la intro de Va por vos, para vos. Aquel primer hit inmediato que inauguró la exitosa carrera de Zas es una trompada a la mandíbula que cuatro décadas después despierta las mismas reacciones en un auditorio colmado. Nadie conoce el secreto, si es el sonido de los sintetizadores, la melodía, la letra o la cadencia de su groove, pero no hay quien se resista a esa canción. Con Perdiendo el control, la que abre Rockas Vivas, parecía que la noche no iba a dar respiro, ya con todo el público acomodado pero inquieto. Algunas sorpresas nos esperaban como el medley de Mujer sin ley/The power of love, este último un hit contemporáneo perteneciente a Huey Lewis and The News; lo mismo que ocurriría promediando el show con Everybody wants to rule the world (Tears for fears) otro gran clásico de la época que fue “mixado” con Tómame mientras puedas.
 
Con la nostalgia como aliada, Mateos recupera en estos conciertos canciones menos conocidas y lados B que no tuvieron la gracia de quedar entre las nueve que contiene Rockas Vivas. “Cómo pude ser tan tarado de no incluir esta canción”, se lamenta luego de tocar Tengo que parar. Lo mismo ocurre con Luces en el mar y Ana, la dulce, que lejos de disgustar tampoco avivan el éxtasis de los clásicos que habitan en el ADN de estos “hijos del rock and roll” que hoy tienen más de 50 y son multitud en la amplísima sala. Aparece entonces una meseta reflexiva con baladas que nos harán recuperar fuerzas para la aceleración final. Con la lista de 1985 casi calcada, Mateos avisa: “¡Esto no para!”, y se suceden: Un poco de satisfacción, Extra, Extra, Un gato en la ciudad, En la cocina (huevos), Tirá para arriba; y una única concesión a los años 90 con su primer hit solista, Obsesión, como único bis de la noche.
Miguel Mateos sabe muy bien quién es y lo que representa en el Rock Nacional. Aquel joven un tanto iracundo que arremetía contra todo y que en tiempos de dictadura y posguerra de Malvinas reclamaba “querer votar dos presidentes y un país muy diferente”, hoy ha madurado y la realidad (como a todos) le cumplió los deseos a medias. Ya no parece encarnar la imagen rebelde de un Bruce Springsteen, hoy luce como nuestro Bryan Adams ¡Pero sigue siendo El Jefe! 


La banda que acompaña a Mateos está integrada por un miembro histórico como su hermano Alejandro Mateos (batería); Ariel Pozzo (guitarra); su hijo Juan Mateos (guitarra); Carlos Giardina (bajo); Leonardo Bernstein (teclados); y una sección vientos a cargo de: Santiago Benítez, Alejo Von der Pahlen, Ervin Stutz y Alejandro Martin.

lunes, 30 de junio de 2025

Hernán Jacinto & Javier Malosetti, en la cumbre


Por Néstor Pousa


El título no contiene un error ortográfico, es que Hernán Jacinto y Javier Malosetti protagonizaron una cumbre musical de singulares dimensiones el pasado viernes 27 de junio en la ciudad epónima. Están pasando cosas en La Cumbre, pero este show fue algo fuera de lo común. Con entradas agotadas (sold out) el virtuoso pianista Hernán Jacinto y el notable bajista y multiinstrumentista Javier Malosetti, un dúo con probada trayectoria en el mundo del jazz, el blues, el funk y el rock, ofrecieron un concierto inolvidable.
Todo estaba dispuesto sobre el escenario del bar restaurante que abrió sus puertas un año y medio atrás, y viene desplegando una agenda de muy buenos espectáculos musicales, entre otras disciplinas. Jacinto & Malosetti en dúo proponen un formato intimista no muy alejado, en cuanto a su repertorio, de otras agrupaciones que juntos impulsan desde hace no menos de veinte años, pero que en este caso apela a la sutileza y al volumen mínimo necesario para la ocasión.

El pianista se atrinchera detrás de un polifuncional teclado rojo, de origen nórdico, con atributos de piano, órgano y sintetizador; que es mirado con recelo a pocos centímetros por un antiguo piano de cola —propiedad del lugar— en perfectas condiciones de funcionamiento. Ese espacio es como el puente de mando de una nave que pronto levantará su vuelo interestelar al mando de un capitán con oído absoluto. El otro extremo del tablado lo ocupa Malosetti pulsando un bajo de cuatro cuerdas y diseño retrofuturista. Con un hi hat o charleston como único instrumento de percusión, tocado por el bajista con la sensibilidad de su pie derecho, que así marcará ritmos y aportará texturas a cada interpretación con su sapiencia de baterista. Una curiosidad: Malosetti toca el bajo como diestro, pero la batería como zurdo.

El show inició con Cleani, una composición instrumental que pertenece a Malosetti, tras la cual se irán alternando temas del nombrado con estándares de jazz y otras versiones del cancionero popular en clave de rock. Malosetti cumple la función de presentador y vocero, haciendo alarde de sus desopilantes ocurrencias. Blanquea que no recuerda la lista que tienen preparada, como tampoco recuerda los títulos de los temas y sus autores, exagera, a modo de monólogo de stand-up que divierte al público. Sacan de la galera una exquisita versión instrumental de Here, there and everywhere de The Beatles. Le sigue otro tema de Malosetti titulado Vos y tu ropa, dedicado a su exesposa y madre de su hijo. La composición perteneciente al primer disco solista de Malosetti tiene más de treinta años (1993) y fue elegida por el propio Hernán al tiempo que su autor manifiesta que lo tuvo que volver a aprender para luego sacar una versión superadora de la que tal vez en breve quede un registro.

El comportamiento de las más de cien personas que colmaron el venue es realmente ejemplar y esto no escapa al bajista que lo destacará en más de una oportunidad: “Este es el mejor público que tuvimos, solo así se puede tocar a un volumen bajo como lo estamos haciendo”, dirá. En el finamente ambientado salón literalmente no vuela una mosca, ni un tintineo de copas o un roce de la vajilla, nada. Así la comida se enfría y las copas apenas se alzan entre un tema y otro, porque lo que nos entregan los músicos es de una calidad tan suprema que no permite perder detalle. A los temas instrumentales uno les puede poner cualquier título, asegura Javier, suena entonces Palm, dedicado a un tío luthier, hermano de papá Walter, una composición para guitarra que ahora es reversionado con esta instrumentación.   

El éxtasis total parece llegar con una larguísima e inspirada intro de sinte y piano de cola que dejó mudo al mismísimo Malosetti, quien ya recompuesto y sobre el final se unirá con unas estrofas en inglés y apenas tres notas de su bajo. Momento sublime que pedía un cierre a la altura, entonces llegará el turno de un clásico de Luis Alberto (Spinetta), la canción es Para ir, del segundo disco de Almendra que, apunta Malosetti, parecía que cerraba un ciclo, pero en realidad y por su valor experimental, estaba abriendo una puerta mucho mayor. La versión de Para ir a cargo de este dueto es casi etérea, con la letra apenas susurrada y daban ganas de que el recital no concluyera jamás. Pero todo tiene un final y todo termina. Afuera nos esperaba un nuevo invierno que estaba de estreno. Al salir me dio la impresión que hasta el enorme Buda que domina el salón también sonreía satisfecho.

sábado, 15 de marzo de 2025

Black Amaya y Los Comechingones

En Vivo en Cervecería Dos Venados de Merlo
Sábado 8/3/2025

Por Néstor Pousa


Juan Carlos “Black” Amaya, baterista integrante de bandas liminares del rock en castellano, como Pappo´s Blues y Pescado Rabioso, decidió en 2007 hacer un cambio rotundo de vida. Así fue que se radicó en forma permanente en Concarán, un pueblo de 6000 habitantes ubicado en el noroeste de la provincia de San Luis. No fue casual la elección del lugar. Nacido y criado en Buenos Aires, Black conocía el pueblo desde niño por ser el lugar de nacimiento de su padre y abuelo, que habían sido trabajadores de una importante mina de la zona, la mina de los Cóndores. 
Allí se mudó con su familia en busca de una mejor calidad de vida en pleno contacto con la naturaleza, pero esto no le impidió seguir con su derrotero musical, integrando bandas, liderando proyectos propios y retornando cada tanto a Buenos Aires para tocar y ofrecer conciertos.

Larga y fecunda es la trayectoria de quien se convirtiera en 1970 en el primer baterista de Pappo´s Blues, trío que integró junto a Norberto “Pappo” Napolitano (guitarra, piano y voz) y David Lebón (en el bajo). Con intermitencias seguiría su relación con el Carpo, grabando en los discos Pappo's Blues Vol. 1, 2, 4 y 8.
Estaba naciendo un nuevo concepto en el género Rock en Argentina. En un ambiente pequeño y selecto de músicos locales, todos tocaban con todos, los proyectos se armaban y desarmaban a gran velocidad para emprender nuevos proyectos. En 1972 fue Luis Alberto Spinetta quien lo convoca para formar un nuevo grupo, y a su vez Black le presenta a Osvaldo “Bocón” Frascino, guitarrista que se haría cargo del bajo. Nacía el germen y la primera formación de Pescado Rabioso, segunda banda del Flaco Spinetta luego de la separación Almendra. En formato de trío primero y cuarteto después, tras la salida de Bocón y el ingreso de Carlos Cutaia y David Lebón, dejarían registrados dos álbumes antológicos: Desatormentándonos (1972) y Pescado 2 (1973).
 
Si algún fin de semana te encuentra dando vueltas por Los Hornillos o Villa Las Rosas en Córdoba; o por Villa de Merlo y cercanías en San Luis, es muy probable que te topes con la noticia de que “Esa noche toca Black”. Esto fue lo que ocurrió el pasado sábado 8 de marzo en Merlo, cuando abro el Instagram y mi algoritmo me envía la publicación de la presentación de Black Amaya y Los Comechingones en una cervecería de la ciudad. 
Cerca de las diez de la noche en el pub en cuestión ya no cabía un alfiler, casi imposible encontrar mesa y quienes llegaban sobre la hora asumían que tendrían que ver el show de pie desde la barra y cerveza en mano. Un público variopinto, mezcla de habitués, gente del palo rockero de la vieja escuela y algunos motoqueros, terminaban de darle forma a la fauna que esa noche se había acercado al lugar. 

Los Comechingones, banda que desde los parches lidera Black Amaya, parece no tener una formación fija en la que siempre tocan los mismos músicos. Esa noche alistaba a: Jorge Albornoz en bajo, Facundo Nievas en teclados y voz, Uli Balza en guitarra eléctrica y voz, Lorena Degastaldi en accesorios de percusión y coros, y Agustina Aravena en voz; un ensamble que se conoce de memoria y suena muy bien. En el repertorio abundan, como es lógico, temas de Pappo’s Blues y Pescado Rabioso, pero el show arrancó con Amor de Primavera, un clásico de Tanguito (José Alberto Iglesias) en versión eléctrica a la manera de Spinetta.

En tanto Black, con memoria prodigiosa, va desgranando historias de un anecdotario inagotable, en la lista aparecen los temas de Pappo: El gato de la calle negra, Ruta 66, El viejo, Blues de Santa Fe, Adónde está la libertad y Que sea rock (de Riff). Un interludio con dos clásicos de Stevie Wonder: Isn’t she lovely y Superstition. Y los de Pescado: Bajan, Me gusta ese tajo, Algo flota en la laguna, Despiértate nena, Post Crucifixión, Blues de Cris, Los libros de la buena memoria (de Invisible) y una inspiradísima versión de Dulce 3 nocturno, con Black tocando con baquetas de fieltro. 
¡Nos sentimos tocando en River!, soltó ocurrentemente el baterista ante tan importante y entusiasta concurrencia.

Sugerencia del final: si andan por Villa de Merlo en San Luis lléguense a conocer el brew pub Dos Venados (¡no es canje!) se van a encontrar con un lugar de esmerada atención, increíbles vistas, riquísima cerveza artesana y una agenda musical de muy buen nivel.