lunes, 28 de enero de 2019

Tiempos difíciles, de ayer a hoy

Baglietto-Garré: binomio de lujo
Precedidos por Juan C. Baglietto y Silvina Garré, la Trova Rosarina deslumbró en Cosquín Folklore con un puñado de canciones de su inquebrantable repertorio. Llegaron como parte de la Delegación de Santa Fe. Crónica de una actuación memorable.

LA TROVA ROSARINA 
EN COSQUÍN FOLKLORE

Por Néstor Pousa

Luego de su reveladora participación en La Falda, durante la 3ª edición del Festival Argentino de Música Contemporánea en 1982, un camino de posibilidades se abrió para Juan Carlos Baglietto y los músicos que integraban su banda. A poco de esa gran actuación, rápidos de reflejos, los directivos de la disquera multinacional EMI ya habían lanzado al mercado Tiempos difíciles que en mayo de ese año presentarían en forma oficial en el Estadio Obras de Buenos Aires. De ahí al olimpo del rock nacional les quedaba su solo peldaño. Cuentan que un periodista de algún medio gráfico que siguió los primeros pasos consagratorios de los músicos, los bautizó La Trova Rosarina, como si se tratara de un  colectivo de artistas en pos de un fin común. O quizás fue sólo un título que le sirvió y gustó. Lo cierto es que el rótulo se impuso, pero en posteriores entrevistas periodísticas los integrantes del grupo no suscribían totalmente a la idea de que se habían consolidado como un movimiento de nueva canción o algo así, sino más se definían como un grupo de individualidades que convergieron en una idea musical en común, pero no más que eso. Pues bien, el tiempo pasó y ese notable intérprete que es Juan Carlos Baglietto amplió su rango estilístico, acudió a autores de un enorme contenido en textos y músicas, fue entonces que el apelativo en común de Trova Rosarina lejos de diluirse con el tiempo, ganó músculo, se fue legitimando y siendo aceptado hasta por sus propios integrantes.

El pasado sábado 26 de enero, en la apertura del 59º Festival Nacional de Folklore de Cosquín, en el apartado Postales de Provincia, un segmento de la programación dedicado a exaltar las músicas regionales y sus exponentes, la autoridades gubernamentales de Santa Fe del área cultura tuvieron la muy buena idea de convocar a los integrantes de la trova para que se hagan cargo de representarlos. A priori la noticia tuvo un impacto en los medios nunca antes logrado por otra delegación en similares circunstancias. Claro, se trataba en este caso de intérpretes, autores y compositores que le habían puesto música y palabra a la década del 80 casi en su totalidad, desde la Guerra de Malvinas, el fin de la dictadura y la recuperación de la democracia. Y allí estaban la noche de la inauguración, nada menos que Juan Carlos Baglietto, Silvina Garré, Rubén Goldín (miembros históricos de la primera formación), Jorge Fandermole y Adrián Abonizio (creadores de las canciones más simbólicas del grupo) y Fabián Gallardo (integrante de otras formaciones y generacionalmente más joven, pero igualmente involucrado en la causa). Se extraña en este combo a Lalo de los Santos (fallecido en 2001) y a Fito Páez (nadie sabe, ni preguntó los motivos de la ausencia de otra de las figuras claves de toda esta historia).

Abonizio-Gallardo-Baglietto-Garré-Goldín-Fander
La jornada comenzaría con una presentación ante los periodistas en la sala de conferencias de la Próspero Molina, espacio que quedó chico ante la expectativa de los medios. Se brindaron detalles de la convocatoria y luego hubo una ronda de preguntas de los cronistas, siempre con el plantel político en la foto central y los artistas asumiendo un segundo plano a ambos laterales de la mesa.
Lo mejor vendría un par de horas después, sobre el escenario Atahualpa Yupanqui. Exactamente a las 0.40 del domingo hacían su aparición Juan y Silvina para recuperar aquella primera canción que impuso sus voces y su estética en todo el país. Mención para Era en abril, el desconsolado relato hecho canción por Jorge Fandermole. Brillantes como siempre el binomio de intérpretes, que por sus cualidades vocales pondrían la vara muy alta para la continuidad del set. “Un honor estar aquí cantando un puñado de canciones fruto del talento de algunos compositores que hoy están aquí, por ejemplo: Fabián Gallardo, Adrián Abonizio, Rubén Goldín y Jorge Fandermole”, saludaba Baglietto, a la vez que presentaba al resto de sus compañeros. Respaldados por un quinteto de instrumentistas con más presencias rosarinas, como Claudio Cardone en teclados y dirección musical, Juancho Perone en percusión, Adrián Charras en piano y acordeón, Leonardo Introini en bajo eléctrico y contrabajo y Julián Baglietto en batería; el sexteto de solistas continuó su recorrido con Yo vengo a ofrecer mi corazón (de Fito) y números pertenecientes al cancionero de los primeros discos de Juan, clásicos de la talla de Historia de Mate Cosido y El témpano (ambas de Abonizio, el de las composiciones más oscuras) y La vida es una moneda (otra de Fito). Más dos perlas surgidas de la lírica épica de Fandermole, Oración del remanso y Canto versos, pertenecientes a un período compositivo un poco más cercano. Con aires de malambo fue, esta última, el gran broche de una presentación compacta, el formato festivalero así lo prevé, e histórica, en donde una platea muy consustanciada (¿se imaginaban a Cosquín Folklore entonando el corito de Woodstock?) fue animada a corear su estribillo atemporal: Canto, tan débil soy que cantar es mi mano alzada / Y fuerte canto, que más hacer en esta tierra incendiada, sino cantar; expresado como una imperativa banda de sonido de los tiempos difíciles, de ayer y de hoy.   

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