Tras
la irreparable pérdida de Daniel Rabinovich, el prestigioso grupo retomó las
actuaciones con cuatro fechas consecutivas en el Orfeo Superdomo de Córdoba.
Estuvimos en la primera de ellas y te contamos lo que pasó.
ESPECTÁCULOS
Por Néstor Pousa
Cuando el viernes 21
de agosto la resistencia física de Daniel Rabinovich dijo basta, ya estaban
prácticamente agotadas las cuatro funciones que Les Luthiers tenía
programadas desde hacía algunos meses en Orfeo Superdomo de Córdoba. Como
siempre ocurre, en esta u otras plazas, se habían anunciado dos fechas (jueves
28 y viernes 29 de agosto) y luego se sumaron otras dos (domingo 31 y sábado 30,
en ese orden); confirmando un privilegio que pocos ostentan, llenar en
cuatro noches consecutivas a uno de los estadios cubiertos más importantes del
país.
Ante el triste suceso
consumado justo una semana antes de la seguidilla de shows con sold out, ¿algunos de los miles de
tenedores de entradas habrán evaluado la posibilidad de no asistir? Difícil
saberlo. Lo cierto es que aunque no se había aclarado suficientemente, a causa
de su estado de salud, Rabinovich no venía siendo parte del elenco desde marzo de
este año, es decir que su muerte no modificaba lo que el grupo tenía programado
para los próximos meses. Igual, hubiera sido entendible que las funciones en
suelo cordobés se reprogramaran, pero el grupo entendió, y difundió en su
perfil de facebook y en el lujoso
programa desplegable que se entregaba al ingreso a la sala, que aún de duelo,
tristes y doloridos, la decisión era seguir trabajando y continuar con lo que
mejor saben: hacer reír a la gente.
Me tocó asistir a la
primera función tras la partida de Daniel, uno de los miembros fundadores y más
emblemáticos del prestigioso grupo humorístico y musical, creado hace
exactamente 48 años. Y seguro que no fue una función más. Era una sensación extraña
y de sentimientos encontrados. Algo me decía que no iba a haber manifestaciones
implícitas, mucho menos explicitas, de homenaje al amigo y compañero. Si a
través de tantos años se ha llegado a aceptar el bajo perfil de sus integrantes
y su carácter esquivo a las manifestaciones mediáticas, hubiera apostado doble
contra sencillo que no iba a haber desde el escenario ninguna ofrenda que modifique
la continuidad del espectáculo. Y así fue. Y aunque a alguno de los asistentes le
haya sorprendido y hasta molestado el mutis por foro del resto, el homenaje se
manifestó con un silencio más elocuente que cualquier discurso, que hubiera
resultado tan obvio como innecesario.
Foto: Martín Baez / La Voz |
Nadie va a descubrir
aquí las virtudes indiscutidas de estos cinco geniales artistas que supieron
conjugar el humor, la música y la actuación; produciendo, arreglando y
dirigiendo sus propios espectáculos, y perfeccionando obsesivamente cada
movimiento que ejecutan sobre el escenario.
Viejos
Hazmerreíres consta de nueve de algunos de los mejores
episodios de los últimos años, que se van enlazando entre sí a través de Radio Tertulia, el desopilante envío
radial conducido por el insuperable Marcos Mundstock en el rol de Murena, es utilizado aquí para introducir cada uno de los sketchs que se
sucederán a lo largo de dos horas vertiginosas. Rankeando alto y en orden de
aparición, el primer acto es con Las
Majas del Bergantín, zarzuela heroica que narra las peripecias en alta mar de
un grupo de poco hábiles marinos de la corona de España que deben enfrentarse
al temible Pirata Raúl. Así hablaba Salí
Babá, las desopilantes afirmaciones de un gurú de este tiempo, un líder
espiritual muy poco convincente. Quién
mató a Tom McCoffee?, policial negro de disparatada trama en el cual
además exponen sus enormes dotes musicales para interpretar jazz de alto vuelo.
Párrafo al margen: Carlos Núñez Cortés, que en ausencia de Rabinovich es el más bufón del grupo, es un notable músico que
bien podría ganarse la vida solamente tocando el piano. Completa este podio Dilema de amor, una clase de filosofía al
ritmo de cumbia epistemológica.
Es justo destacar los
momentos donde prevalecen los instrumentos informales, una marca registrada de Les Luthiers. Loas al cuarto de baño, Receta
postrera (el único estreno de este espectáculo) y el final épico con Pepper Clemens sent the messenger,
nevertheless the Reverend left the herd, en el cual aparece por primera vez
la mítica figura de Johann Sebastián
Mastropiero, célebre personaje incorpóreo que su sola mención provoca un aplauso espontáneo de la multitud.
El clásico “fuera de
programa”, que en Les Luthiers equivale
a los habituales bises de un recital, queda para Los jóvenes de hoy en día, un alegato que comienza en forma de oda litúrgica
para convertirse abruptamente en un rap que intenta advertir, obviamente sin
éxito, sobre los desenfrenos juveniles, con Carlos López Puccio y Jorge Maronna
en las voces principales.
La pregunta final es:
¿se notó la ausencia de un irremplazable como Daniel Rabinovich?
El grupo Les Luthiers, fundado en 1967 por
Gerardo "el Flaco" Masana, tuvo desde siempre actores de reemplazo para que una eventual
ausencia no obligue a suspender un show. Esos roles están cubiertos por los
actores y músicos: Horacio “Tato” Turano (desde 2000) y Martín O’Connor (desde
2012). Ellos están preparados para salir al toro y suplir a cualquiera de los
integrantes originales, pero por la ausencia definitiva de Daniel, la situación
de subrogante se transformó en titular. A Turano y O’Connor les toca hoy la
difícil tarea de repartirse los textos, remates e interpretaciones musicales
del gran Rabinovich, y por su experiencia puede asegurarse que la calidad de Les Luthiers no se verá resentida. Igual
no va en desmedro decir que a Daniel Rabinovich se lo extrañará más de la
cuenta.-
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