fotos: Natalia Leiva |
RECITALES DE COLECCIÓN
Por Néstor Pousa
Lo esperaban con mucha expectativa y ansiedad. Hacía varios años que no ofrecía un show individual -sus visitas recientes habían sido con Sabina- y a los cordobeses se les notaba la impaciencia por prodigarle una vez más su amor. Cerca de las 21 hs. del viernes 27 de marzo la fila de ingreso al Orfeo era interminable y ocupaba todo el ancho del puente peatonal de acceso al gran domo. Una verdadera multitud apuraba el paso para ir al encuentro del juglar Joan Manuel Serrat en la escala cordobesa de la extensa gira con la que sacó a pasear por el mundo su Antología Desordenada, álbum cuádruple que reúne una selección a su antojo de sus mejores canciones. El carácter de la obra es celebratorio de 50 años de trayectoria, a contar desde el 18 de febrero de 1965, fecha de la primera presentación del Nano en público en los estudios de Radio Barcelona. Desde ese día dejó de ser Juanito para empezar a ser Joan Manuel. Desde ese día no paró de escribir canciones, grabar discos y girar.
Ese con quien sueña su hija, ese ladrón que os desvalija de su amor soy yo, escribió una vez Joan Manuel; y asegura que dejó de cantar esa canción cuando ya no se sintió más el protagonista de la historia. Solamente la recupera si es a dúo y el rol principal lo asume algún amigo como el español Dani Martín (en el disco), Ricardo Mollo o Axel (en los directos). La cuestión es que los años no pasaron solamente para él, y las miles de destinatarias imaginarias de esos versos hoy no admiten asistir al show si además no pueden demostrarle en forma directa su amor incondicional y aspiran, aunque sin desplantes histéricos, llevarse una mirada a los ojos, el roce de su mano y un comentario personalizado. Por eso desde el final de la primera canción, y al pie del escenario, Serrat empieza a recoger regalos de propia mano de sus fans (una botella de vino, una carta, una bandera de Cataluña para autografiar), acto al que accede con admirable paciencia. Ante la mirada comprensiva del resto del estadio la escena vuelve a repetirse hasta el límite de lo impertinente, el show pierde continuidad hasta que la palabra justa y respetuosa del receptor de todo ese cariño pone las cosas en su justo lugar para que el concierto pueda continuar.
Lo esperaban con mucha expectativa y ansiedad. Hacía varios años que no ofrecía un show individual -sus visitas recientes habían sido con Sabina- y a los cordobeses se les notaba la impaciencia por prodigarle una vez más su amor. Cerca de las 21 hs. del viernes 27 de marzo la fila de ingreso al Orfeo era interminable y ocupaba todo el ancho del puente peatonal de acceso al gran domo. Una verdadera multitud apuraba el paso para ir al encuentro del juglar Joan Manuel Serrat en la escala cordobesa de la extensa gira con la que sacó a pasear por el mundo su Antología Desordenada, álbum cuádruple que reúne una selección a su antojo de sus mejores canciones. El carácter de la obra es celebratorio de 50 años de trayectoria, a contar desde el 18 de febrero de 1965, fecha de la primera presentación del Nano en público en los estudios de Radio Barcelona. Desde ese día dejó de ser Juanito para empezar a ser Joan Manuel. Desde ese día no paró de escribir canciones, grabar discos y girar.
Ese con quien sueña su hija, ese ladrón que os desvalija de su amor soy yo, escribió una vez Joan Manuel; y asegura que dejó de cantar esa canción cuando ya no se sintió más el protagonista de la historia. Solamente la recupera si es a dúo y el rol principal lo asume algún amigo como el español Dani Martín (en el disco), Ricardo Mollo o Axel (en los directos). La cuestión es que los años no pasaron solamente para él, y las miles de destinatarias imaginarias de esos versos hoy no admiten asistir al show si además no pueden demostrarle en forma directa su amor incondicional y aspiran, aunque sin desplantes histéricos, llevarse una mirada a los ojos, el roce de su mano y un comentario personalizado. Por eso desde el final de la primera canción, y al pie del escenario, Serrat empieza a recoger regalos de propia mano de sus fans (una botella de vino, una carta, una bandera de Cataluña para autografiar), acto al que accede con admirable paciencia. Ante la mirada comprensiva del resto del estadio la escena vuelve a repetirse hasta el límite de lo impertinente, el show pierde continuidad hasta que la palabra justa y respetuosa del receptor de todo ese cariño pone las cosas en su justo lugar para que el concierto pueda continuar.
Serrat ovacionado en Córdoba |
Respaldado por un quinteto de músicos españoles de primer nivel
Serrat devolvió tanto afecto con un exquisito muestrario de su obra, una lista
de clásicos obligados que, sin embargo, fue inaugurada por un viejo tema no tan
conocido dedicado a su abuelo, El
carrusel del Furo. Lo antológico empezó a cobrar sentido con De vez en cuando la vida y De
cartón piedra. Como el mejor maestro de ceremonias preludia las canciones
con párrafos imperdibles, el relato sobre sus comienzos en la música antecede a Mi niñez; se cuela Hoy por ti, mañana por mí (de Serrat-Sabina) y las canciones de
amor se entremezclan con el alegato desgarrador de Niño silvestre. La rebeldía de Algo personal estimula la primer gran ovación de la
noche; en tanto que El sur
también existe (letra de
Mario Benedetti y música de Serrat) provoca un aplauso tan cerrado que conmovió
los cimientos de la sala. La primera de las nombradas es una canción
emblemática de un disco clave: Cada
loco con su tema (1983), un trabajo que musicalizó la transición hacia la
recuperación democrática que atravesábamos en el país. Sin imaginarlo el Nano nos
había escrito la banda de sonido de un momento trascendente de nuestras vidas y
reafirmaba los lazos con nuevos y antiguos seguidores de Argentina. Vendedor de yuyos de Atahualpa Yupanqui, único cover de la lista, justifica su
inclusión por la relación con Argentina, su música y sus costumbres desde
aquella primera visita en 1969. Aún recuerda de ese tiempo, no sin nostalgia,
las bondades gastronómicas de los chinchulines, las mollejas y el dulce de
leche; haber soportado indemne los efectos del Smuggler (“Había que tener
estómago”, reconoce); y el honor de haber cantado con Troilo en el mítico Caño
14.
Llegó el momento -muy esperado- de los invitados especiales que en cada plaza el catalán convoca como un rasgo distintivo de esta serie de conciertos. Tras la presentación el primero en salir a escena fue Raly Barrionuevo, notable el santiagueño con su aporte en Aquellas pequeñas cosas; y luego Silvia Lallana, fulgurante y resuelta en el dueto de la romántica Es caprichoso el azar. Para envidia de sus congéneres presentes la cordobesa se llevó del Nano un beso en los labios como recuerdo de su noche mágica, un momento antes que entre los tres empiecen a anticipar el fin de la velada con Fiesta. Se acabó, el reloj nos dice que llegó el final. Romance de Curro "El Palmo", No hago otra cosa que pensar en ti y Hoy puede ser un gran día fueron la coda de un concierto hecho a la medida de un público que ya no podía sujetarse en su butaca. Menos aun cuando suenan los versos sensibles de Miguel Hernández (Para la libertad) y Antonio Machado (Cantares) que Serrat musicalizó tempranamente con destino de clásicos inmortales. Caminante no hay camino, se hace camino al andar, cantó el estadio a pleno tapando la propia voz del juglar. Por una noche se olvidó que cada uno es cada cual.-
Llegó el momento -muy esperado- de los invitados especiales que en cada plaza el catalán convoca como un rasgo distintivo de esta serie de conciertos. Tras la presentación el primero en salir a escena fue Raly Barrionuevo, notable el santiagueño con su aporte en Aquellas pequeñas cosas; y luego Silvia Lallana, fulgurante y resuelta en el dueto de la romántica Es caprichoso el azar. Para envidia de sus congéneres presentes la cordobesa se llevó del Nano un beso en los labios como recuerdo de su noche mágica, un momento antes que entre los tres empiecen a anticipar el fin de la velada con Fiesta. Se acabó, el reloj nos dice que llegó el final. Romance de Curro "El Palmo", No hago otra cosa que pensar en ti y Hoy puede ser un gran día fueron la coda de un concierto hecho a la medida de un público que ya no podía sujetarse en su butaca. Menos aun cuando suenan los versos sensibles de Miguel Hernández (Para la libertad) y Antonio Machado (Cantares) que Serrat musicalizó tempranamente con destino de clásicos inmortales. Caminante no hay camino, se hace camino al andar, cantó el estadio a pleno tapando la propia voz del juglar. Por una noche se olvidó que cada uno es cada cual.-
Ricard Miralles: piano y dirección musical
Josep Mas "Kitflus": teclados
David Palau: guitarras eléctricas y acústicas
Rai Ferrer: contrabajo y bajo eléctrico
Vicente Climent: batería y percusión
Josep Mas "Kitflus": teclados
David Palau: guitarras eléctricas y acústicas
Rai Ferrer: contrabajo y bajo eléctrico
Vicente Climent: batería y percusión