lunes, 26 de mayo de 2014

Baglietto-Garré: como una sola voz

Foto: Cecilia Devoto
Las dos voces emblemáticas de la “Trova Rosarina” volvieron a unir fuerzas, a poco más de 30 años de su actuación consagratoria en el Festival de La Falda ‘82. Un público en su mayoría adulto asistió con emoción a la reunión. Aquí, la crónica del show.                                             

RECITALES                                                                                           

Por Néstor Pousa

La historia es conocida: a principios de 1982, en la noche del sábado 6 de febrero, un colectivo de rosarinos con Juan Carlos Baglietto a la cabeza hacían explotar el Anfiteatro Municipal de La Falda durante la tercera edición del Festival Argentino de Música Contemporánea para ganarse un sitial de privilegio en el salón de la fama de nuestro (algunas veces) no bien ponderado rock vernáculo. Acompañaban a Baglietto en aquella actuación tan asombrosa como consagratoria: Silvina Garré (por entonces su mujer), Fito Páez (con sólo 18 años) y Rubén Goldín, entre otros.
Al año siguiente, y en plena curva ascendente, Silvina deja la banda para poner en modo inicio su propia carrera y así se desarmaba el dúo. Pocos años después, en 1989, se juntan para dar forma a un trabajo que se conoció como Baglietto-Garré en Vivo en el Ópera, un breve  proyecto que no interfirió en sus caminos definitivamente solistas.
No son fáciles las re-uniones en el Rock Argentino, nunca lo fueron. No abundan las reediciones de formatos, por más exitosos y/o memorables que estos hayan sido en el pasado. Por citar un ejemplo: el amago de conmemorar en 2012 los 30 años de Tiempos Difíciles, aquel iniciático álbum debut de la Trova Rosarina, nunca se concretó. Por eso sorprendió cuando en marzo de este año se anunciaba el regreso del emblemático dúo. Fue la misma Silvina quien lanzó la primicia por Facebook, y muchos pensaron que se trataba de una foto vieja. El espectáculo se presentó en Buenos Aires y fue tomando forma con tres funciones consecutivas y a sala llena en el Ópera -deliberadamente, el mismo lugar de la primera reunión- y luego con una mini gira nacional por Córdoba, Mendoza y, obviamente, Rosario.   
La primera imagen que nos entregaba el Quality Espacio la noche del sábado 17 de mayo pasado era la de una puesta preciosista y muy llamativa generada por la combinación de luces y enormes pantallas; una estructura inusual para conciertos de mediana escala (1400 personas), provista por la factoría que maneja Baglietto, con probada experiencia en el rubro. Ese fue el inmejorable contexto para la imagen retro de los dos cantantes actualizadas a los nuevos tiempos, esto es: una banda de jóvenes sobresalientes, los flamantes arreglos de Guido Martínez, un sonido impecable, la comodidad del lugar (aunque algo desordenada la salida del estacionamiento) y el fino look de los protagonistas, que distaba mucho de aquel tardío hippismo de los ‘80. Juan y Silvina mudaron el enterito, las zapatillas y la bambula por ropa adulta refinada. Ya no hay un pelo largo, salvo por la blonda cantante, e incluso sus voces lucen hoy -verdaderamente- mucho mejor que hace tres décadas. Fue bueno regresar a la cosecha, Baglietto es el notable intérprete, tal vez el mejor, que todos conocemos. Silvina, al margen de expresarse tocando la guitarra y el piano, es una de las más notables en su género, sea interpretando canciones propias o las de los autores rosarinos que abordan (los fundamentales Fandermole, Abonizio, Páez, Goldín, Nebbia).

En un repaso antológico hay canciones que no pueden faltar. Por caso Era en abril, su gran número consagratorio; o Cantar, cantar, leit motiv de la reunión de 1989, que lo fue también ahora. Otros clásicos impostergables: Me asomo, En blanco y negro Buenos Aires o Quien quiera oír que oiga, por primera vez fueron interpretados en conjunto. En los rescates inesperados apareció Una vuelta más, una pista perdida en el disco Actuar para vivir que cuenta la trágica historia de Huguito, el solterón (crucificado contra un radiador Toyota) reversionada por Baglietto con el aporte de su hijo Julián en voz y melódica. En su mini-set individual el rosarino eludió la obviedad de tocar Mirta, de regreso, poniendo en ese lugar el homenaje a su ciudad natal con Adoquines en tu cielo. En su momento solista, Silvina, radiante al frente de un Clavinova, también eligió correrse de los lugares comunes con Hogar y Los buenos tiempos.
De nuevo en dúo, la sociedad perfecta que mantienen sus voces lograron climas y momentos de altísimo nivel en conjunto con las imágenes disparadas por las pantallas de escenario, eso pasó con Cajita de música y Que son esas palabras, el híper nostálgico clásico de la primera época.
La euforia del final, de un público en su mayoría adulto, se aceleró con una seguidilla que no dio respiro; Historia de Mate Cosido, Se fuerza la máquina, Tratando de Crecer, El Témpano y La vida es una moneda, con mención al consagratorio año de 1982.
La lista acotada a veintiuna canciones preveía como posibles bises la repetición del comienzo del repertorio, y así fue, pero una presencia inesperada alteró los planes, incluso para los propios protagonistas: la sorpresiva aparición en escena de Lito Vitale. El sonidista de lujo que tiene esta gira no logro soportar la tentación y  se abalanzó sobre el piano para acompañarlos en la segunda entrega de Era en abril. El vestuario informal de backstage (campera buzo, bermudas 3 tiras y zapatillas de lona negra) de Lito confirmaba que no estaba programado ese cierre que terminó por eyectar definitivamente de sus butacas a una conmovida platea.- 

No hay comentarios:

Publicar un comentario