Luis A. Spinetta |
EFEMÉRIDES
Por Néstor
Pousa
Asomaba 1989 y La Falda se disponía a
afrontar una nueva temporada de verano. Era el segundo año sin festival de rock,
suspendido indefinidamente luego de la fatídica edición de 1987 que truncó una
brillante seguidilla de ocho capítulos ininterrumpidos de un ciclo fundamental
tanto para el rock nacional, como para la proyección de la ciudad que lo contuvo.
Se buscaba afanosamente cubrir el vacío
con otro espectáculo de similar estilo, para capitalizar el crédito que la
ciudad había ganado en buena ley en el contexto de la música contemporánea
argentina. Así surgió El Cantautor ‘89, una especie de festival de varias noches consecutivas, con grilla
variada, que este año está cumpliendo 30 años.
El creador de la
idea, quien la desarrollo y produjo fue el BB Muñoz, músico de la
generación del 60, otrora baladista de folk y blues, que antes de emprender su
carrera solista había formado parte del dúo de pop melódico Fedra y Maximiliano, que intentaba
imitar el éxito comercial de Bárbara y
Dick sin alcanzar similares resultados.
Muñoz luego de
colgar la guitarra se había dedicado de lleno a la producción de espectáculos y,
como tal, había sido convocado para formar parte del staff de producción del Festival de Siglo La Falda ‘86 (otro
sucedáneo del festival de rock). De esta manera el BB conoció la ciudad, se
relacionó con gente del medio con la que trabó cierta amistad (la más estrecha
con el querido y recordado Ale Almozny), situación que lo inspiró a producir
algo por cuenta propia… y se lanzó. Aprovechando su relación con algunos ex
colegas de sus épocas de intérprete, empezó a contactarlos para contarles la
idea, que el propio Muñoz definía así: “El
Cantautor es la simbiosis perfecta entre el autor, su obra y su instrumento,
creemos firmemente que esta idea da la posibilidad de que el público pueda ver
a su artista, solamente con él mismo, o a lo sumo con el acompañamiento de otro
músico, y percibir de esta forma la interpretación directa y espontánea de un
creador”. Esta era la consigna de la que nadie debía apartarse. Un concepto
perfecto, por cuanto reducía enormemente los costos de producción en
comparación con un festival, ya que los viáticos, logística, alojamiento,
comidas y cachets se amortizarían durante los dos meses que era el tiempo en que
se iba a extender el ciclo.
Por su
estructura, se necesitaba de un ámbito cerrado y de menor aforo que el emblemático
Anfiteatro Municipal. No había mucho que
pensar, el lugar ideal era el Cine Teatro
Gran Rex, ubicado sobre calle 9 de Julio, hoy infelizmente desmantelado y
cumpliendo una función muy distinta a la original para la cual fue construido
semejante edificio.
Volante original |
Con gestión
privada y el apoyo de la secretaría de turismo y cultura de la municipalidad
local, el BB logró montar un espectáculo sin precedentes para esta ciudad,
programando la asombrosa serie de 46 conciertos a realizarse casi sin solución
de continuidad durante enero y febrero de 1989. Cada músico tocaría durante
¡dos noches consecutivas!, conformando una grilla muy ecléctica que abarcaba el
amplio espectro de estilos que se agrupan tras el rótulo de música popular
argentina.
La faz técnica
estaba bien custodiada. Los hermanos Juan Carlos y Graciela Quirno de Buenos
Aires, desde la consola lograron un audio de alta calidad y sensibilidad
(ponderado por todos los artistas participantes), favorecidos por la acústica
que proporcionaba la sala propiedad de la familia Busso, históricos y pioneros empresarios
de cine, teatro y espectáculos. Las luces, en conjunto con la escenografía,
dibujaban una pirámide energética que hacían del entorno un medio acogedor en
las cálidas noches estivales, mientras que el BB encendía sahumerios que
inundaban el ambiente con su humo aromático, tal vez para neutralizar energías
negativas. Nada había quedado librado al azar.
Litto Nebbia |
El
Cantautor, en cartel. Acá va, en orden de aparición, la lujosa
programación diseñada especialmente para La Falda en aquel verano de hace exactamente
30 años. Durante el mes de enero:
Facundo Cabral, Gian Franco Pagliaro, Pedro y Pablo (Miguel Cantilo y Jorge
Durietz), Marilina Ross, Fito Páez (acompañado por Guillermo Vadalá), Nito
Mestre (con Lapo Gessaghi), Luis Alberto Spinetta, Litto Nebbia, Eladia Blázquez
con Chico Novarro, Alejandro Lerner y Piero.
Para febrero: Eladia Blázquez, Litto Nebbia,
Nito Mestre, Pedro y Pablo, Rubén Rada, Rubén Juárez, Juan Carlos Baglietto
(secundado por Pablo Rodríguez en saxo y flauta), Pagliaro, Marilina Ross,
Spinetta, Alejandro Lerner y Antonio Tarragó Ros.
Facundo Cabral |
Durante las
largas jornadas que pasamos, entre productores, equipos técnico y músicos; en
infinidad de pruebas de sonido, recitales y las juntadas posteriores, que tuve
la fortuna de cubrir para dos medios de la ciudad: Radio Edén (decana de
las FM de La Falda) y Revista El Quijote, se produjeron un cúmulo de
anécdotas imborrables. Una larga charla de más de dos horas con Facundo Cabral,
que excedió la categoría de entrevista; tener en los estudios de la emisora a
algunos de los músicos participantes; cruzarte con Fito de gira nocturna por
las discotecas faldenses; Litto Nebbia y otra interminable charla que parecía
no tener fin a pesar de que había que cerrar la sala; Spinetta tocando en la
víspera de su cumpleaños (23 de enero) y ser testigo privilegiado de las pruebas
de sonido junto a su sonidista fetiche Mariano López. La posibilidad de reportear
en forma distendida a todos y cada uno de los músicos intervinientes, muchos de
ellos en el cenit de su inspiración y popularidad.
Pues bien, ¿y qué
resultado tuvo este tan ambicioso proyecto? se preguntará el lector.
Lamentablemente, y a pesar de todos los condimentos expuestos, el ciclo no tuvo
ni por asomo la convocatoria de público esperada, o la que al menos garantizara
su continuidad. Los motivos pueden ser diversos. Uno de ellos: la escasa o nula
expectativa que despierta en esta ciudad una atracción cuya entrada no sea
libre y gratuita. Pero no sería justo exponer este argumento como único causal.
Es cierto también que por entonces el formato de autor y compositor solista
empezaba a ceder terreno, dejando paso a otros estilos musicales que dominarían
la escena de los años 90 en adelante. Y La Falda había apostado fuertemente por
ciclos artísticos y culturales de jerarquía que, sin lograr contrarrestar los
efectos de una inexplicable indiferencia, nunca alcanzaron una saludable
longevidad. En este sentido, el debut e inmediato ocaso de este ciclo
denominado El Cantautor, marca
registrada por el BB Muñoz, fue quizás uno de los más categóricos ejemplos
ocurridos en aquellos tiempos de las utopías.
Fotos: Ricardo Sisti