jueves, 27 de diciembre de 2018

Andrés Calamaro: una cosecha de canciones

La fecunda prosa de Calamaro pedía condiciones de alto standard de producción para alumbrar uno de los mejores discos de su carrera solista. Así nació el flamante “Cargar la suerte” que aquí repasamos.    

DISCOS / NOVEDADES

Por Néstor Pousa

A dos meses de finalizar este demasiado convulsionado 2018, Andrés Calamaro puso en disquerías y plataformas digitales su flamante álbum intitulado Cargar la suerte, el que había sido adelantando por su autor en su, a menudo, frenética actividad en twitter en la que se lo suele ver interactuando tanto con sus colegas músicos, periodistas y seguidores, bajo el nick de brad pittbull.
Cargar la suerte contiene 12 nuevas creaciones del autor e intérprete, una nueva producción que empezó casi en solitario, en su retiro de Benavídez, localidad ubicada en el norte del Gran Buenos Aires, allí en donde tiene su casa quinta. Y luego siguió con la asistencia del tecladista y arreglador Germán Wiedemer, estrecho colaborador de sus más recientes trabajos.
En su refugio bonaerense, Andrés desde algunos años a esta parte vive solo, estado que le permitió despojar de los muebles a la sala principal de la casa e instalar en ese espacio un poderoso equipo de música para pasar la mayor parte de las horas de su día escuchando discos, como una redescubierta pasión. Allí también, con el termo y el mate como inseparables compañeros, escribió los textos de una nueva cosecha de canciones.
Luego los acontecimientos se sucederían vertiginosamente. Seleccionó como productor a Gustavo Borner, un argentino con rodaje internacional. Germán Wiedemer, casi su sombra, se haría cargo de los arreglos y la dirección, además de tocar el piano y los teclados. Y ficharon una banda de músicos estadounidenses con probada experiencia en los estudios, especialistas en su instrumento, con los que logró empatía y buena química inmediata. Ellos son: Aaron Sterling en batería y percusión, Erik Kertes en bajo eléctrico (“Andrés is the best”, manifestó el bajista californiano a este cronista vía red social), Rich Hinman en pedal steel y guitarras,  Mark Goldenberg en guitarras y una sección de vientos y cuerdas adicionales. Con tan alto standard de calidad y un estudio en Los Ángeles (California) como locación, la grabación del nuevo disco insumió solamente cuatro días de sesiones, con los músicos tocando al mismo tiempo, grabado todo en primeras tomas, sin retoques, ni sobre-grabaciones. 
De esta manera Andrés facturó el que podría ser considerado como el mejor trabajo de su carrera solista. La duda razonable se funda que en el medio se encuentran obras como Alta suciedad (de 1997), Honestidad brutal (de 1999) o Bohemio (de 2013).

Las canciones. Verdades afiladas es la pista número uno y también el primer corte adelanto de Cargar la suerte. La canción que cuenta con vídeo clip oficial es un clásico tema con destino de hit desde la primera rodada. Tránsito lento es un R&B con un título en doble sentido que con sofisticada letra alude a las tediosas esperas en los transbordos de aeropuertos, un martirio común a tantos músicos en gira. Cuarteles de invierno, tan autobiográfica como las anteriores, tiene mucho que ver con cómo fue concebido este nuevo trabajo ("Tengo planes musicales / para los cuarteles invernales"). Diego Armando Canciones es uno de los temas claves del disco, una especie de alter ego al estilo del Salmón que hace gala de su fecunda prosa. Las rimas es otro extenso texto abordado a modo de hip hop sin ser Andrés un rapero experto. Siete vidas es un épico rock de guitarras. Mi ranchera es la balada nocturna de un hombre solo. En Falso LV (Falso Louis Vuitton) el cantante se luce en un rock and roll de letra deliberadamente política que, aunque admite diferentes lecturas (la referencia a la lujosa marca francesa parecería tener una destinataria directa), bien podría ser la reacción mordaz a tanto bombardeo mediático a que nos somete diariamente la clase dirigente.  My mafia, no podía faltar en el disco una canción dedicada a la libertad y a los amigos con ese toque melanco de los años adultos.  Adán rechaza otro rock de guitarras con aires a Los Rodríguez, aquel exitoso grupo argentino-español. Egoistas es un soberbio folk eléctrico, otra de las debilidades de Andrés de estos tiempos, con lucimiento del pedal steel de Rich Hinman y las referencias bíblicas sobre expuestas por el autor. El programa languidece en el track número 12 con Voy a volver, un folk lento con guitarra slide que se podría presumir como el fin de un concierto con el público haciéndose cargo de los coros. 
Andrés Calamaro grabó y mezcló en Los Ángeles un puñado de canciones que atesoran textos de un espesor propio de las letras de Bob Dylan; con una banda que suena con la elegancia de Tom Petty; y toques de guitarra slide que remiten al más puro estilo Harrison. Con todos estos argumentos ¿será este acaso el disco perfecto?


2 comentarios:

  1. Lo es señores. es el disco perfecto de un excelentísimo artista, musico, poeta,y cuantas cosas mas como lo es Andrés Calamaro

    ResponderEliminar
  2. el salmon ya no es un gran disco hablan de este del otro d aquel pero parece q el salmon ya paso de moda

    ResponderEliminar