miércoles, 12 de abril de 2017

La Falda homenajea al Flaco

Spinetta en La Falda '83 (Lucía Seguí)
Con la imposición de su nombre a una de sus calles, la ciudad rinde tributo a uno de los músicos más influyentes de Argentina. Aquí un repaso de sus visitas a La Falda.

CALLE LUIS A. SPINETTA

Por Néstor Pousa

A cinco años de la muerte de Luis Alberto Spinetta La Falda se suma a un sinnúmero de homenajes en su memoria con la imposición de su nombre a una de las calles de la ciudad. No es extraño que esto suceda ya que el autor de Muchacha, ojos de papel tuvo un vínculo con esta plaza que excedió lo medianamente normal, con una cifra record de actuaciones para una ciudad del interior. 
La relación de Spinetta con La Falda fue muy pródiga y se basó fundamentalmente en su participación en el Festival Argentino de Música Contemporánea, nombre que luego mutaría al más compacto de La Falda Rock que hoy marcha hacia su tercera resurrección. Al margen de las denominaciones podríamos asegurar que el Flaco tuvo asistencia (casi) perfecta, concurriendo a ocho de las diez ediciones que el ciclo resistió a pie firme contra los embates de la incomprensión. Las dos ausencias (1980 y 1982) las compensó con dos magníficas presentaciones solistas en El Cantautor ‘89, un proyecto no demasiado conocido que se realizó en el hoy lamentablemente malogrado Cine Teatro Gran Rex de la misma ciudad.
El debut de Spinetta en La Falda no podía haber sido más auspicioso. Se produjo el domingo 15 de febrero de 1981 en la segunda edición del festival y con Almendra (versión reunión) en el cierre de una extensa gira nacional de dos meses y medio con la que presentaban El Valle Interior, que editado en 1980 fue el último álbum de estudio de aquella banda pionera. Esa noche bajo los efectos de una leve aunque pertinaz llovizna el cuarteto entregaría un menú de clásicos y novedades. Aseguraron que fue la primera y última vez que tocarían con un músico invitado en vivo: eso ocurrió cuando Rubén Rada sumó sus tambores y su pulso candombero en el tema Mestizo.
Luis regresaría sucesivamente en 1983 y 1984 al frente de Spinetta Jade, colectivo de geniales músicos audicionados y fichados personalmente por Luis y su exigente oído. El combo que históricamente presentaba un dibujo de quinteto, para finales de 1982 y principios de 1983 se había transformado en cuarteto al abandonar la formación el tecladista Diego Rapoport. Y en 1984 con el ingreso Lito Epumer en guitarra se normalizaría el formato de cinco integrantes.

Acusticazos. Los dos años subsiguientes podrían clasificarse como acusticazos en solitario. En 1985, tras la partida de Mario Luna factótum del festival, la municipalidad local montó una edición de emergencia de una sola noche, el sábado 2 de marzo. Spinetta, ya sin Jade, asistió solo, acompañándose con su guitarra en un formato intimista que no dejó demasiadas huellas documentales en sus discos (Kamikaze sería lo más aproximado). Fue un auténtico privilegio para la ciudad poder ver al creador a solas con su obra.
Esa circunstancia se repetiría al año siguiente en una edición muchísimo más ambiciosa de cuatro noches con las bandas más representativas de la década. En ese novedoso y fulgurante contexto a Luis le bastó su guitarrón Ovation para pre-estrenar las baladas de Privé, su opus de 1986.
La siguiente instancia se inscribe como un acto fallido. Durante la fatídica edición de 1987 Spinetta-Páez estaban prestos a mostrar su muy elogiado trabajo en conjunto, el disco doble titulado La la la, pero la pésima organización concluyó con la suspensión de la tercera y última noche (domingo 8 de febrero), en la cual también iban a presentar credenciales por primera vez en La Falda Luca Prodan y Sumo. Los graves incidentes ocurridos provocarían además la desactivación virtualmente definitiva del evento luego de ocho capítulos consecutivos.

Spinetta en El Cantautor (Ricardo Sisti)
El Cantautor y La Falda Rock. Decir Spinetta “en La Falda” no es lo mismo que decir “en el regazo”, pero si alguna vez estuvo esa sensación de contención y cobijo, ocurrió en el verano de 1989. El BB Muñoz, músico folk devenido en productor, había sido tentado para organizar un ciclo sucedáneo al suspendido festival, que no demandase demasiada logística y sin potenciales conflictos. Así surgió El Cantautor ‘89, con debut y despedida en la misma temporada. El Cantautor proponía el encuentro en directo del autor e intérprete con su público, con una programación envidiable y una seguidilla irrepetible de 46 noches de conciertos durante enero y febrero. Luis estuvo programado el domingo 22 y lunes 23 de enero (“Fueron no menos de quince reuniones con él para poder convencerlo”, revelaba por entonces el BB Muñoz), por lo que empezó a festejar su cumpleaños número 39 en La Falda.
Restan reseñar dos visitas más de LAS para esta crónica, las que ocurrieron a períodos regulares en los amaneceres de las décadas subsiguientes. La de 1992 fue durante el primer renacimiento del festival con la vuelta de Mario Luna en el rol de organizador y productor. Mario para intentar restañar heridas citó, entre otras figuras, al Flaco, que aprovechaba para apadrinar a unos todavía adolescentes Illya Kuryaki and The Valderramas.  
Diez años después se concretaría la última actuación de Spinetta en La Falda. José Palazzo y Perro Emaides, fundadores en 2001 del Cosquín Rock, tomaban el control del trascendental ciclo serrano que en su décimo capítulo estrenaba su actual denominación: La Falda Rock. Corría septiembre de 2002 y los productores imaginaron una noche dedicada a los nombres clásicos del género y Luis no quiso estar ausente. Todos esperaban de él un repaso antológico que sintonizara con el perfil celebratorio que se le intentó imprimir a la fecha. Demorando esa pretensión (hubo que esperar hasta Las Bandas Eternas para eso) se concentró en un repertorio más actualizado. “Que La Falda siga siendo un lugar de Paz, Amor y Música”, fue su saludo final de buen augurio antes de pisar por última vez suelo faldense.

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