lunes, 28 de noviembre de 2016

Black Sabbath: el principio del fin

Fotos: Juan José Coronell
La banda de Birmingham ofreció un concierto histórico en Córdoba con el que están cerrando una larga carrera de casi 50 años. Fueron pioneros del rock pesado junto a Led Zeppelin y Deep Purple.  

RECITALES DE COLECCIÓN

Por Néstor Pousa

El concierto que ofreció la banda inglesa Black Sabbath en el Orfeo de Córdoba el miércoles 23 de noviembre pasado admite la etiqueta de histórico por varios motivos. Fue la primera actuación en tierras cordobesas de la banda que lidera el legendario vocalista Ozzy Osbourne. Se completó con su llegada, al menos parcialmente, la asistencia de las tres bandas que dieron origen mundial al rock pesado, antecedente directo del heavy metal. Ya habían pasado por esta plaza Deep Purple, la que acredita mayor cantidad de presencias aquí, y, a falta de Led Zeppelin, su cantante Robert Plant ofreció un concierto inolvidable en la misma arena que ahora lo hizo Sabbath, completándose así la trilogía soñada.
En los tres oportunidades pudo verse en acción, en algunos casos con cierta disminución de las notables condiciones vocales que supieron exhibir en otras épocas, a sus tres cantantes fundamentales: Ozzy (Sabbath), Ian Gilan (Purple) y Plant (Zeppelin).
A favor de la fecha reciente, solamente Black Sabbath aún conserva en sus filas a su guitarrista fundador, el mítico y notable Tony Iomi (Ozzy nos desburró al pronunciarlo “Aiomi”, como corresponde a la fonética inglesa).
Como si todo esto fuera poco, la gira que los depositó aquí por primera vez será también la última, no es por una cuestión apocalíptica que se llama The End Tour, cerrando una larga carrera de casi 50 años en donde sentaron las bases del mundialmente reconocido rock pesado que tuvo su correlato en Argentina a partir de los años 80’s con bandas como Riff y V8.

Sabbath encara esta gira con la mayoría de sus miembros fundadores. A los ya nombrados Ozzy y Iomi hay que sumar a Geezer Butler, un tremendo bajista con sus condiciones intactas tal como se pudo apreciar. De los cuatro miembros originales, solamente Bill Ward decidió bajarse de esta parte de la historia de la banda, debiendo ser reemplazado por el estadounidense Tommy Clufetos, una bestia a bordo de su batería de doble bombo, la exacta combinación de potencia, control y sutilezas a la altura de la leyenda que acompaña. Adam Wakeman, uno de los hijos del célebre Rick Wakeman (Yes), es el quinto integrante a cargo de los teclados y guitarra rítmica.
Se puede entender entonces la excitación que en las horas previas manifestaba la fanaticada cordobesa, una franja etaria atravesada por varias generaciones a los que hay que sumar adeptos a la música rock que sin ser avezados conocedores del género pesado entendieron de que iba la cosa y dijeron presente en un concierto único e irrepetible. Es decir: estábamos todos. O casi.

Lo de la puntualidad inglesa no es un mito y luego de que los cordobeses de Hammer y los californianos Rival Sons cumplieran a la perfección en su rol de bandas invitadas a la fiesta, casi con la exactitud anunciada, en la enorme pantalla de video dio comienzo la función con la proyección de imágenes de alto impacto en una simbiosis pocas veces vista con los sistemas de luces de escenario. Un mundo en deflagración y el alumbramiento amenazante de una criatura alienígena fue el preámbulo que contrastó con la entrada al paso y con calma de los protagonistas principales que acometieron con los acordes sombríos del tema epónimo e inaugural titulado Black Sabbath, con Ozzy entonando y balanceándose como un poseso de ojos híper delineados.

Sabíamos a esa altura que la lista de temas estaba enfocada en la época iniciática de la banda, un poco más de un lustro inaugural (1970-1976) que dejaría un legado admirado por varias generaciones. Luego de esos primeros compases vendría una descarga fulminante: Into the void, Snow blind, War pigs, Behind the wall of sleep, Iron man, Dirty women, entre otras, con la banda sonando visceral y desde las entrañas como si recién empezarán una historia que en realidad está bajando el telón. Párrafo aparte para Clufetos, percusionista como pocos, protagonista de un alevoso solo de batería de más de 10 minutos como hace mucho no se escuchaba en vivo. Podrá endilgársele que es extemporáneo o innecesario, pero al género le viene bien por momentos volver a las fuentes.
No tenían pensado ofrecer ninguna canción de 13, de ese excepcional último disco de estudio que lanzaron en 2013 sólo se escuchó Zeitgeist, reproducido en playback por los altavoces acompañando la salida del público cuando una hora y media después todo había terminado.

Aún con precios de tickets prohibitivos para el bolsillo-medio-argentino (había que desembolsar casi $3000 por un lugar en el campo) los fans cordobeses dijeron presente en buena medida al concierto final de una banda fundamental que de antemano sabíamos no volveríamos a ver en vivo. Los últimos acordes de Paranoid, único bis en la lista, nos hicieron caer en esa indiscutible realidad.

Fotos: Juan José Coronell
Fecha: Miércoles 23/11/2016
Lugar: Orfeo Superdomo Córdoba
Asistencia: 6000 personas

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