"Activo y boyante" (sic AC) |
EN CONCIERTO + ENTREVISTA
Por Néstor Pousa
Sobrio, puntual, inevitablemente engafado, de impecable ambo gris que
permitía ver una camisa estampada en tonos oscuros, Andrés Calamaro pisaba el mismo
escenario que hace poco más de ocho años atrás transitaba su adorado Bob.
No era la primera vez en esa arena para Andrés, pero algo de inédito
había. Era la primera parada de la gira Licencia
para cantar, formato acústico en el cual Calamaro asume el rol de cantante para
recrear en directo las canciones contenidas en su disco de versiones titulado Romaphonic Sessions Grabaciones Encontradas Volumen 3, publicado
a principios de año, acompañado por el piano de Germán Wiedemer.
En la noche del Orfeo, a Wiedemer (piano y director musical) se le
suman Antonio “Tonio” Miguel, natural de Zaragoza, en el contrabajo y el
cordobés Martín Bruhn en batería y percusión. Juntos revisaron clásicos de la talla de Garúa (Troilo-Cadícamo), Milonga del trovador (Piazzolla-Ferrer),
en un repertorio extensivo que también trajo piezas no pertenecientes a la
recopilación citada: El día que me
quieras, Piedra y camino, Que te vaya bonito, congeniaron con heterogeneidad con los innumerables éxitos del Andrés de todos los tiempos.
Casi ninguno fue omitido. Y así La
libertad, Bohemio, 7 segundos, Ansia en Plaza Francia, Carnaval
de Brasil, Los aviones, Tuyo siempre, Para no olvidar, Estadio Azteca,
Flaca, Paloma, la sorpresiva Himno
de mi corazón (Los Abuelos de la Nada), Nueva
zamba para mi tierra (Litto Nebbia), Mi
enfermedad, Media Verónica y Crímenes perfectos, no desentonaron en
un repertorio muy ecléctico de música popular argentina. Y es que las
canciones de Andrés ya pertenecen a esa categoría.
Un Orfeo totalmente colmado en su capacidad habilitada, pasó por diferentes
estados ánimo ante cada interpretación: euforia, gozo, ensimismamiento, otra
vez euforia. Absolutamente rendidos ante el fraseo calmo de un Calamaro muy seguro
en su exclusivo rol de vocalista (sólo en breves pasajes tocó armónica o
melódica), respaldado por una formación en trío de
corte jazzero, interpretando el tango y el
folklore, rozando los límites del bolero. De muy buen talante y humor, se movió
con aplomo en un terreno que está explorando, insinuó pasitos flamencos y
saludó como torero a una platea hasta las manos. Córdoba se rindió una vez más
ante cualquier formato que el Salmón proponga.
“No quiero convencer a nadie”
Calamaro y un Orfeo desbordado (foto: La Voz del Interior) |
-El público cordobés te dio un aval categórico al acústico. Vos sobre el final del concierto lo destacaste y agradeciste, ¿tuviste ansiedad en la previa por la devolución que pudiera venir de esta plaza?
AC: “Digamos que había
una cierta expectación por saber de la reacción del respetable público cordobés
frente a esta clase de concierto”.
-El título Licencia para cantar ¿es solamente un juego de palabras o una estocada para los que te cuestionan que versiones con amplitud el repertorio de música popular argentina?
AC: “Sinceramente… es
un juego de palabras… ¡no quiero convencer a nadie de nada!”.
-Despojar de electricidad y distorsión a tus propias canciones permite re-significar las letras, tomar conciencia de cada palabra o frase… ¿Estás de acuerdo?
AC: “Eso me han dicho,
que los versos llegan de otra forma… es interesante la relación entre el caudal
sonoro y la impronta del texto”.
-Sabiendo de tu apego al mate, sorprendió verte bebiendo a sorbos de una taza de té, ¿fue la sobriedad de este formato que te forzó al cambio de infusión?
AC: “Tomamos mate todo
el día, pero en los conciertos me acompaño por un té de jengibre para acomodar
la garganta”.
-La reciente reunión con Los Abuelos, tanto como cantar Himno de mi corazón con el trío acústico, ¿guarda algún costado nostálgico o es simplemente celebratorio?
AC: “Cantar juntos (con Los
Abuelos) en Buenos Aires fue una cuestión de amistad fraternal… ahora
cantamos Himno de mi Corazón. Quisimos
cantarla, nomás… una idea”.
-Puede ser que estés atravesando por tu mejor momento profesional. No es una afirmación, sino una pregunta.
AC: “Es muy posible…
estoy atravesando un muy buen balance personal y musical… no es una época de transición, ¡ni mucho
menos un momento malo!”.
-¿Cuándo y cómo nació tu afición literaria? El placer por escribir letras de canciones y textos…
AC: “No soy un gran
aficionado literario, ahora trato de estar leyendo -un libro- todo el tiempo…
escribo pero creo que es más importante leer”.
-¿Te ves en el espejo como el solista argentino que tomó la posta de los que encabezaron el movimiento en los años 80 y 90? ¿Hay presión en eso o lo asumís con naturalidad?
AC: “Hay grupos que
tienen mucho éxito y mucho público… pero supongo que entre mis contemporáneos
soy uno de los que está más activo y boyante”.
-Estás pronto a presentar un disco de nuevas canciones. ¿Ya tiene título? ¿Qué pistas podés dar para intentar descifrar con qué nos vamos a encontrar?
Agradecimiento: Martín Rea - Prensa AC
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