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Dickinson acechado por Eddie |
La
banda británica que pilotea Bruce Dickinson ofreció por primera vez su
monumental show en Córdoba. Fue ante unas 20.000 personas en un Estadio Kempes
conmovido y estuvimos allí para contártelo.
RECITALES
Por Néstor Pousa
Cobertura
especial
En los días previos
al arribo de la banda británica Iron
Maiden, por primera vez en suelo cordobés, el principal protagonismo se lo
llevaba el medio de transporte de los músicos, un gigantesco Boeing 747 capaz
de transportar no sólo al personal de gira sino también el equipamiento técnico
de la misma. Y otro dato: quien lo pilotea no es otro que Bruce Dickinson, líder y cantante de la banda. Pero la mole alada
sufrió en tierra, en su escala trasandina, un accidente demasiado insólito para
los niveles de control que debería tener, y dejó a todo el staff de Iron Maiden de a pie. Casi no hubo tiempo de sobresaltarse
por la suerte que correría la fecha cordobesa porque rápidamente a través de su
página oficial la banda ratificó que los conciertos de Córdoba (Estadio Kempes,
13 de marzo) y Buenos Aires (Estadio de
Velez Sarsfield, dos días después) no se cancelaban. El accidente desilusionó a
los miles de fanáticos que ya estaban sacando cálculos de la posible hora de
arribo de la aeronave para buscar la mejor ubicación de este lado del alambrado
del Aeropuerto Ambrosio Taravella. En definitiva un dato de color, aunque justo
es reconocer que la ficha técnica de la descomunal máquina identificada con el
logo del grupo verdaderamente asombra.
Esto permitió poner
en foco lo que realmente cuenta, que es la actuación por primera vez en Córdoba
(definitivamente consolidada como la segunda plaza en importancia del país) de
esta banda emblema del heavy metal a escala mundial. Iron Maiden con su larga
historia a cuestas ya está en condiciones de disfrutar los beneficios que la
industria del espectáculo les reserva a las leyendas, no obstante reniegan de
esa cómoda posición y salen de gira con disco nuevo, el flamante The
book of souls, motivo de esta gira. El nuevo disco no es una excusa
para refritar sin culpas los viejos clásicos. Nada de eso. El estremecedor
diseño del escenario dispuesto en el Kempes (orientado esta vez en sentido
contrario al habitual) permitía adivinar las ruinas de una ciudad perdida, la
antigua civilización maya representada por una iconografía al tono, con un
fondo de tapices intercambiándose permanentemente tras cada canción. Desde el
tema número uno y durante la primera mitad del concierto los estrenos gozan de
una lugar de privilegio. Desde el inicio con If eternity should fail con un enigmático Dickinson desde lo alto
de la gran ciudad imaginaria introduciéndonos en la historia al tiempo que producía
la primer descarga de luces, fuego y sonido atronador. Antes las enormes
pantallas de alta definición reprodujeron un paradójico clip de la Ed Force One (nombre del precitado
avión) atascado en la frondosidad de una selva fantástica, rescatado y puesto
en vuelo por una mano monstruosa. Una paradoja de lo que en realidad había
sucedido.
La lista siguió con Speed of light, primer corte del nuevo
disco, y tras un repaso por Children of
the damned, continuaron los temas nuevos: Tears of a Clown y The Red
and the Black. Hay que decir que el nuevo material suena muy convincente y
es bien recibido por la multitud que hasta ya corea algunas letras, pero la
expectativa en la primera visita de una gran banda a un lugar son los clásicos,
y estos no faltaron. The Trooper, Powerslave y Death or Glory, fue la primera descarga de clásicos. Como es habitual
en el primero de ellos, Dickinson luciendo una chaqueta de infantería hace
flamear una gran bandera británica, y aunque los músicos se encargaron
suficientemente de aclarar que no hay connotaciones políticas en ese acto,
igual genera un sentimiento contradictorio en los incondicionales fans: algunos
silban, al tiempo que otros contrarrestan coreando un “Argentina,
Argentina”.
En The book of souls, la canción que titula
el nuevo disco, el cantante se toma unos minutos para explicar (en inglés y sin
apelar a un castellano por fonética) el concepto que encierran esos temas, una
puesta en escena con un protagonista central, Bruce Dickinson, forzando su voz
hasta límites sobre humanos y un desgaste aeróbico de similares dimensiones. Es
en esta parte donde se trenza en lucha con una versión maya de Eddie, el omnipresente fetiche de la
banda, hasta arrancarle el corazón, sumergirlo en una pócima en ebullición y
ofrendarlo a la platea. Toda esa secuencia es épica y exacerba el concepto de
ópera rock que tiene el concierto. El desempeño de la banda, heroicos
sesentones o casi, también es notable. Adrián Smith y Dave Murray, dos
guitarras líderes que se alternan en solos de alta precisión; la base
descomunal de bajo y batería de Steve Harris (festejaba sus 60 en la ocasión) y
Nicko McBrain; y Janick Gers, un guitarra rítmica con vocación de saltimbanqui.
La segunda salva de
clásicos no iba a dar respiro: Hallowed
be thy name (transcripto al español como Santificado sea tu nombre), la tenebrosa Fear of the dark, la epónima Iron
Maiden, The number of the beast, Wasted years, y una que no es un clásico
pero rindió como tal: Blood brothers,
vencieron la resistencia del más pintado. El caso de un grupo de robustos
cincuentones, de rigurosa indumentaria negra y vaso de cerveza en mano, a los que
vi flaquear su resistencia, tomarse la cabeza con los ojos en lágrimas cantando
como en trance. Sobre el final Dickinson pagaría con un equívoco (luego se
corregiría) el precio de tantos escenarios y ciudades que recorre la gira,
cuando agradeció a: “Buenos Aires”.
Desde el campo alguien no tardó en corregirlo al modo local: “¡Tamo en Córdoba,
culiao!”.
Mini festival metálico.
A las 6 de la tarde y con un clima templado dio comienzo la jornada con los
cordobeses de Pésame quienes aprovecharon muy
bien sus 20 minutos (3 temas) y los 5 metros cuadrados de escenario que les
permitieron utilizar. The Raven Age, banda del
hijo del bajista Steve Harris, llamado George Harris (casi homónimo de mi Beatle favorito) ofrecieron un contundente set de nü metal, prometen. Mientras que el número de
semifondo, Anthrax, curtió su trash-metal sólo para entendidos.
Desde lejos no se ve. Desagradable
sorpresa se llevaron los tenedores de las entradas más caras ($1380) cuando al
llegar a su ubicación notaron que un enorme mangrullo de sonido les impedía la
vista del escenario en forma completa, debiendo ser reubicadas 320 personas.
“El plano que mandó el manager de Iron Maiden tenía dos mangrullos bajos, lo
cambiaron y no avisaron”, se excusaron desde la producción local, y agregaron:
“económicamente fue peor que con Dylan”.
Set list / Córdoba, domingo 13/03/16
Intro:
Doctor, Doctor (UFO)
01. If
Eternity Should Fail
02. Speed
of Light
03.
Children of the Damned
04. Tears
of a Clown
05. The
Red and the Black
06. The
Trooper
07.
Powerslave
08. Death
or Glory
09. The
Book of Souls
10.
Hallowed Be Thy Name
11. Fear
of the Dark
12. Iron
Maiden
Bises:
13. The
Number of the Beast
14. Blood
Brothers
15.
Wasted Years
Finale:
Always Look on the Bright Side of Life (Monty Python song)
Fotos: Iron Maiden - Official Web