foto: www.guillermodipietro.com |
RECITALES
Por Néstor Pousa
Asistir a una
performance de Hugo Fattoruso, y en
un espacio como el de Cocina de Culturas, es poder chequear en vivo los motivos
por los cuales al músico uruguayo se lo ha elevado a la categoría de semidiós de
la música del Río de la Plata, venerado y admirado por varias generaciones de
músicos, en su país natal, en Argentina, Brasil, Estados Unidos, y por
extensión en toda América Latina.
Hugo Fattoruso es un
artista que se manifiesta desmesuradamente desde unos teclados que ocultan su
marca. Como todo buen chamán no devela todos sus trucos y articula sonidos con sutiles
efectos para interpretar a los clásicos de forma magistral, sea cual fuere la
obra en cuestión: Milonga sentimental,
un collage de Los Beatles (A hard day’s
night - I’ll follow the sun) que
apabulló de buen gusto o una perla gardeliana con Golondrinas. En frente está Guillermo
Di Pietro al comando del piano de cola, siguiéndolo atentamente con la
mirada y con las teclas. Fattoruso, se sabe,
fue quien junto a Osvaldo, su hermano menor, se subieron a la ola beatlemaníaca
en 1965 y fundaron Los Shakers, banda
uruguaya que los emulaba pero a su modo, con propio estilo y propias canciones,
en inglés y castellano. Esa etapa no sólo quedó documentada con un hit eterno (Break it all - Rompan todo), sino que fundamentalmente sentaron las bases para
que el Rock en Castellano emerja en ambas orillas. No conformes, los Fattoruso
desandaron ese camino y se dedicaron a investigar las raíces, el candombe uruguayo,
el rock que de jóvenes los había “contaminado”, el jazz como padre de todos los
ritmos, para fusionar eso en un cocktail con marca registrada.
El arribo de Hugo
Fattoruso a Córdoba se daba en el marco de una seguidilla de conciertos que
alcanzaron el rango de gira de presentación de Adstratos, flamante
cuarto disco de Guillermo Di Pietro, notable pianista cordobés nacido en Marcos
Juárez. Un concierto que transitó previamente por salas de Capital Federal y La
Plata, y que lleva por nombre: Solos,
Juntos y Revueltos. Por lo que luego de ese prólogo a dúo, lo que continuó
fue el set solista de Di Pietro en el cual se enfocó en presentar su nueva
obra. Su condición de local, el cartel de localidades agotadas y la presencia
de sus familiares y amigos, en definitiva el entorno, tal vez conspiraron para
que Guillermo se expresara poco desde el micrófono, hablando lo justo y
necesario. No ocurrió así con lo que mejor sabe hacer que es tocar el piano,
donde se desató como un vendaval en intensas versiones de Esa tristeza (Eduardo Mateo) y A
Starosta, el idiota (Spinetta), en la que notablemente logra recrear la
atmósfera psicodélica de esa verdadera gema contenida en Artaud. En su personal
estilo, en el que se enlaza lo académico y lo popular, seguiría con Te abracé en la noche (Fernando Cabrera)
y un medley con Té para tres (Cerati), Tema
de Pototo (Almendra) e Inconsciente
colectivo (Charly García); y para concluir, una particular versión-homenaje
de Rompan todo. Todas pertenecientes
al nuevo disco.
En su turno solista Hugo
dejaría una muestra incuestionable de su genialidad en estado puro. El gran
piano de cola tocado por sus manos exhala notas de un apabullante virtuosismo. Como
un médico brujo se funde con el instrumento para sacar versiones únicas e irrepetibles
de temas propios y ajenos, del cancionero de todos los géneros. Parando en la
mitad si hace falta retomar la letra (en la bellísima Milonga de la luna) o dar una indicación como si se tratara de un
ensayo sin público; cantar y tararear las canciones completas o en fragmentos; y
dedicar temas a sus amigos en la platea (Mi
prima Mabel para Mingui Ingaramo; el vals Palabras para Sonia). Un personaje, musical y personalmente, en el
más amplio sentido de la palabra, que se toma su tiempo para hacer docencia
sobre el estilo que más lo apasiona. Luego de presentar a uno de los músicos
invitados, Matías Martínez (tambor piano) se apura en aclarar que es uno de los
tres tamaños de tambor (piano, repique y chico) que se utilizan para el
candombe, por si algún desprevenido pensaba que se trataba de un elemento de
percusión con teclas. A dúo repasan Repique
y La luna vino al candombe, músicas concebidas
con su grupo Rey Tambor.
En la tercera parte,
y esta vez revueltos, los
protagonistas de la noche presentaron al invitado especial, Juan Carlos Ingaramo (teclados). Juan
Carlos, ese amigo del alma, es quien propició la reunión de Di Pietro-Fattoruso
para el disco que se estaba presentando, en el que dejaron registrada una
maravillosa interpretación de Giros,
el clásico en clave tanguera de Fito Páez al que Hugo le aporta su acordeón y su
voz.
Entrevistado por este
blogger en las horas previas al concierto, Di Pietro se entusiasmaba con la
llegada del exintegrante de Los Shakers y Opa a esta ciudad: “¡No lo tenemos que dejar bajar del escenario! no
sabemos cuándo volverá a Córdoba. Y además tocamos en una sala que es informal
y estamos todos cerca, ideal para Hugo. Puede ser histórico, tal vez…”, sentenció. Y estaba en lo cierto.-