David y su tatoo de Hendrix |
ENTREVISTA
Por
Néstor Pousa
El reciente
aniversario de Ecos de Punilla (el
número 600 publicado la semana pasada), semanario para el cual escribo desde más
de 10 años, me motivó a revolver archivos. Suele ocurrir en momentos de
acumulación de información que algunas notas quedan postergadas y expectantes
por un espacio en la sección. En la jerga gráfica se les suele llamar también
“notas de parrilla”, es decir: esas que te pueden salvar cuando el ritmo
informativo decae o la inspiración no acude. Así fue que encontré una grabación
hasta hoy inédita con uno de los pilares fundamentales del Rock Argentino, David Lebón. Una entrevista no tan
antigua en realidad y que decidí sacar a la luz por dos motivos. El primero, por
el momento en que se dio: era sábado 7 de enero de 2012, tan sólo unos meses
atrás había tomado estado público la enfermedad de Luis Alberto Spinetta y si
bien se había instalado un fuerte rumor acerca de la extrema gravedad de su salud,
solamente sus íntimos lo sabían de manera fehaciente. David era uno de ellos y
pidió expresamente que no se le consultara sobre el tema (“Me hace muy mal y me pongo a llorar, me parte el alma”, se excusó
al borde de la angustia). Con ese condicionamiento, entendible por cierto ya
que tan sólo un mes y un día después el Flaco nos dejaba, el intercambio dejó
jugosos conceptos que no perdieron vigencia. Este es el segundo motivo por el
cual transcribo aquí esta charla ocurrida en el verano de 2012 en La Falda, en
la previa de un show que también se vio afectado por la notoria congoja del
músico.
La circunstancia fue
una conferencia de prensa y lo aquí desgrabado son las preguntas que
personalmente pude filtrar ante una atiborrada convocatoria de medios.
“Sigo
siempre nervioso”, asegura el Ruso en las horas
previas de un nuevo show, y justifica: “Recién,
hace un rato en el hotel, era Oscar David Lebón y ahora estoy haciendo una
conferencia de prensa y es muy difícil vivir con las dos personas. Parezco un
esquizofrénico pero es así, porque me gustaría que la gente entienda que soy
una persona que tiene un regalo que me hizo Dios y que es un préstamo hasta que
me vaya, y a la vez también soy una persona común. A mí a veces me asusta un
poco cuando se me acercan chicos hasta temblando, me da como cosa, pero bueno
es parte de la religión, como dice Charly”. Y continúa reflexionando sobre su status de rockstar: “Yo no me quejo de este país, a mí me secuestraron, me torturaron, me
pasó de todo, pero gracias a este país aprendí a ser una persona relativamente
humilde, porque no estoy en un escenario a mil kilómetros de la gente, con un
jopo así, súper vestido y que mis asistentes no me pueden mirar a los ojos porque
soy demasiado grande. Lo bueno es que yo puedo andar por la calle y la gente me
para, y me dicen ¿cómo estás?; no me gusta que me digan maestro porque los
maestros cobran poco (risas). En Buenos Aires, después de estar dos años
viviendo en Mendoza, cambió la policía, ahora son más jóvenes que yo y me paran
y me piden autógrafos. Es como vivir en un lugar increíble, porque hay personas
en el mundo que no pueden salir a la calle”, concluye.
-¿Quién te impuso el apodo de “Ruso”? “Me lo puso la gente creo, no tengo idea. En
realidad está bien porque no soy paisano, pero soy de abuelos rusos y quedó
bien, porque como me llamo David piensan que soy judío, pero está todo bien,
así cobro más” (nuevamente risas).
En una época decían que eras el Eric
Clapton argentino… “Ojalá, tendría un Rolls-Royce en la puerta, no tendría
calor”, interrumpe. Y continúo con la pregunta sobre quiénes fueron sus
influencias como guitarrista. “Acá tengo uno”, dice, y levantándose la manga de
su remera muestra un tatuaje de Jimi Hendrix. “Clapton por supuesto que también -agrega-
hubo muchos. Yo lo fui a ver a Clapton, y es raro porque soy medio
claustrofóbico, tengo pánico, me estoy tratando hace muchos años por eso, antes
no viajaba en avión, perdía muchas giras, muchos trabajos a raíz de eso, hasta
que empecé a manejar yo los aviones (se dispersa). Pero lo fui a ver, me senté
en sexta fila y realmente vi a un tipo muy tranquilo, después de una vida…
fuerte. Porque es muy difícil tocar en (el estadio de) River ante 60.000
personas y después llegar a tu casa y que una sola persona te cague a pedos, es
difícil”, remata entre más risas.
-¿Estás atento a las nuevas bandas que
surgen? “Sí, más o menos, yo tengo 59
años pero en realidad tengo 50 mil. Hace desde los 12 años que me dedicó a esto
con todo corazón, con todo amor y gracias a Dios, por eso no soy intelectual, o
sea siento más con el corazón que con la cabeza. En nuestra época teníamos que
grabar en 2 canales lo que ahora graban en 16 y hacer la batería con un
lavarropas y una zapatilla. Por suerte (los músicos de) ahora empezaron a
escuchar de a poco el ABC: Los Beatles, Manal, Almendra, por eso creo que las
bandas de hoy van a crecer. Los Beatles
inventaron la juventud, esta es una frase de Charly, y yo creo en eso”.
-¿Cómo es tu sistema de trabajo: componés,
ensayás y grabás, o sos desordenado? “Soy
refiaca, soy totalmente desordenado y no me gustan las conferencias de prensa
(lanza una carcajada), no mentira, mentira, sabés lo que es estar encerrado
todo el día en la habitación con el aire acondicionado que no anda, venir acá
es una gloria, y tocar a la noche son dos glorias, y con tres glorias mataría,
¡sabés la fiesta que me hago!”.
-¿Es cierto que sos adicto a la televisión? “Cuando yo era chiquito (sic) y tocaba con
Pescado Rabioso me iba con el bajo y el televisor al ensayo. Había 3 canales,
estaba el Capitán Piluso… y prendía el televisor y no se veía nada, hacía shhh,
nada. Y en los recitales ponía el televisor como si fuese un monitor. Ahora, en
el hotel, quedó prendido el televisor, creo”.
Las biografías dicen
que Charly García tuvo insistir mucho para convencerlo a David de formar parte
de Seru Giran y aunque la anécdota es demasiado conocida, una vez más le
consultó al respecto. “La verdad, no sé
por qué dije que sí, ¡carajo!”, entrecierra los ojos, piensa un instante y
agrega: “Pero bueno, éxito y nada más, todavía no lo conozco, no sé quién es”.
-¿Realmente estás arrepentido? “No, para nada, yo no me arrepiento absolutamente de nada, el grupo mató, Pedro, Moro, Charly y yo éramos cuatro tipos distintos que logramos realmente hacer algo. El último long play, Seru ‘92, bueno la separación de Los Beatles, Let it be, es Heidi comparado con nosotros, ¡no nos podíamos ver! y sin embargo el disco es increíble, para mí es el mejor”.-
Mi
amigo El Golo:
“Conozco a toda la familia del Golo, somos
amigos desde muy chicos, siempre viene a mi casa cuando va a Buenos Aires,
uuuh, te podría contar mil cosas. Un gran tipo, un gran tipo”, dice David
cuando le menciono que Alejandro “Golo” Cavoti (exintegrante de Seleste y La
Máquina de Hacer Pájaros) está radicado nuevamente en Córdoba.
El
Gurú y la Luz.
“Nosotros teníamos algo porque pelear. Yo lo entendí tarde… tenía un Maestro
que una vez me dijo que iba a ver Luz, pero cuando me picanearon los milicos
nunca vi tanta luz en mi vida como ese día. Los disculpé, un día fui a ver a
los tipos que me torturaron y pegaron, y los disculpé ¿viste? Les dije: yo
estoy acá afuera pero uds. están adentro, adentro de uds. mismos, uds. están presos.
‘No me venga con la filosofía del Gurú’, me contestaron.
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