Edelmiro: valores nativos y psicodelia |
El exintegrante de Almendra y líder de Color Humano presentó en Córdoba su reciente álbum, Contacto 2012. En horas previas el
editor literario y productor discográfico Jorge
Álvarez recibió el Premio Cultura 400 Años que otorga la UNC.
RECITALES
Por Néstor Pousa
Tratar de
desenmarañar el nudo que se hace a la altura de Plaza España los viernes a eso
de las 7 de la tarde es una tarea, tanto para conductores como para peatones,
demasiado abrumadora. Mientras el semáforo te da dos verdes seguidos y no
adelantás ni veinte centímetros, te ponés a pensar cómo es posible que nadie
pueda solucionar semejante desquicio. Pero había que atravesar esa marea de
autos sea como sea, porque del otro lado nos esperaba un homenaje necesario. En
un acto que se realizó en el auditorio de la Casa Roja de la Facultad de
Filosofía y Humanidades sería reconocida la trayectoria de Jorge Álvarez, el
emblemático editor literario y productor discográfico de varios de los artistas
que fundaron el Rock Argentino: Manal, Miguel Abuelo, Vox Dei, Moris, Tanguito,
Pappo, Sui Generis, Spinetta, Color Humano, Aquelarre, entre otros. Durante el
acto, que fue conducido por Mario Luna, impulsor del homenaje, estuvo presente
como invitado especial Edelmiro Molinari,
exmiembro de Almendra y líder de Color Humano, que sorprendió con la interpretación
de What a wonderful world de Louis Armstrong.
Álvarez recibiría de manos de la por entonces Rectora Carolina Scotto el Premio Cultura 400 años que otorga la
UNC, y como cierre del evento tomaría la palabra el homenajeado que con su
natural impronta y buen humor, nos dejaría un relato de antología sobre su vida
y su obra.
No había tiempo que
perder porque el plan de esa doble jornada (viernes 19 de abril), según lo
pergeñado por Luna en complicidad con Pablo Aguiar, contemplaba la presentación
de Edelmiro en el CPC Argüello. No era cuestión de tener a un prócer del rock
vernáculo en la ciudad, y dejar pasar la oportunidad de escucharlo en directo.
Jorge Álvarez: premiado por la UNC |
Quien avisa no
traiciona, y Edelmiro avisó en notas radiales previas que no iba a ser un show
regular, era sumar al homenaje y tocar en honor a la persona con quien había
comenzado su carrera solista. Un show íntimo como si estuviera en el living de
su casa, rasgueando canciones en la viola. Eso sí, formato curioso: Edelmiro en
guitarra eléctrica y voz, acompañado por Luis Ocampo en cajón peruano y un mínimo
set de percusión. No obstante, la ocasión serviría para presentar oficialmente
en Córdoba Contacto 2012, álbum de reciente
aparición y el cuarto facturado por Edelmiro en condición de solista.
Este nuevo trabajo combina
canciones que son estreno con versiones propias de clásicos del rock que
pertenecen a otros autores. Y así fue que con mayoría de estos temas se
conformaría gran parte de la lista del recital en la trasnoche de aquel viernes.
Hay que reconocer que sonaron un poco extraños esos clásicos pasados en guitarra
eléctrica y cajón. Temas como: Post Crucifixión
de Pescado Rabioso, A estos hombres
tristes de Almendra, No pibe de
Manal y una muy lograda versión de Adónde
está la libertad de Pappo. Pero aún con su rareza, resultó una experiencia
sonora muy atractiva, sea por la magia que irradia Edelmiro con su Stratocaster
verde agua; sea por la habilidad del percusionista puntano que con la ayuda de
una escobilla en mano izquierda y la derecha suelta, bate con maestría su
instrumento en un estilo casi tribal.
Místico
y magnético. Desde hace algunos años Edelmiro eligió como lugar de
residencia una cabaña en una zona rural del noreste de San Luis, en un paraje
que lleva el curioso nombre de Carpintería, ubicado sobre los faldeos de la
Sierra de Comechingones, muy cerca de Merlo. El guitarrista ama y pondera ese
lugar en el mundo que lo cobijó, lejos de la locura ciudadana. En el patio de
su casa tiene un algarrobo de 250 años, cuenta, y bajo su sombra y su influjo
compuso las nuevas canciones que está estrenando. "Es un lugar místico y magnético", asegura, y es ese
efecto el que lo influyó en esta suerte de retorno a los valores nativos,
aunque con inevitables chispas de psicodelia. Del nuevo álbum presentó: Contacto (la canción que titula el
disco), Amar es hoy (el amor siempre
está presente en el mensaje de Edelmiro), Doncellas
de Dios (con aires folklóricos) y la guerrera Pucará (“Soy Comechingón,
comparto mis valores, pero si me los quitan arranco corazones”, amenaza como
poseído por algún espíritu cósmico).
Un público
absolutamente adepto a la figura del legendario músico pionero del Rock en
Castellano, colmó el auditorio del CPC Argüello, lugar que resultó el marco
ideal para este encuentro. Sus incondicionales seguidores festejaron cada gesto
del músico, y hasta se bancaron pacientemente el circular e interminable relato
de la anécdota que le inspiró la canción del Crespín. Sí reclamaron, aunque con moderada insistencia, momentos
del período Color Humano, banda fundada
por Edelmiro post Almendra, por la que desfilaron músicos de la talla de David
Lebón en batería, luego reemplazado por Oscar Moro; y Rinaldo Rafanelli en el
bajo. No hubo demasiada suerte, de Color Humano lo único que se escuchó fue Hace casi 2000 años, que sería el único
bis de la noche. Luego del show Edelmiro nos decía que para esas canciones es
necesaria una banda eléctrica completa, dejando así abierta la expectativa para
una nueva visita.-