miércoles, 3 de abril de 2013

Baglietto-Vitale: “Nuestro compromiso es con la música”


ENTREVISTAS

Por Néstor Pousa

Se conocen desde 1977 cuando Juan “importó” a Rosario al grupo MIA (Músicos Independientes Asociados) donde tocaba Lito, y por devolución de gentilezas luego Irreal, aquella iniciática banda del rosarino, accedería a Buenos Aires. Amigos desde entonces, años después se reunirían para un trabajo en conjunto, el disco Postales de este lado del mundo, de 1991. Pero la anécdota que eficazmente puso marcha al dúo es muy graciosa y Juan quiere contarla: “Había en Buenos Aires un boliche muy conocido que se llamaba La Casona del Conde de Palermo. El Conde, Alejandro Zambonini, un personajón -precisa- no tenía a quien llevar para tocar la noche de navidad de 1998. Entonces lo llama a Lito y le dice: Mirá, me llamó Baglietto y me dice que muere de ganas de tocar con vos, acá, la noche del 25, ¿qué opinás? Y después me llama a mí y me dice lo mismo, y nos juntó, y así estuvimos tres años tocando juntos”. Todos festejan la ocurrencia que generó uno de los combos musicales más perfectos de la Música Popular Argentina, rótulo usado en este caso sin complejos para definir un repertorio que incluye piezas fundamentales del Folklore, el Tango y el Rock Argentino. Y así la charla con ellos continuó tan rica en conceptos y aventuras, tan imperdible como lo fue el show posterior ocurrido en febrero pasado, sin dudas uno de los más notables de los últimos años en esta ciudad.
Prosigue Juan: “Al Festival de Rock de La Falda vine como público antes de debutar en la edición de 1982, hace nada menos que 31 años”. Y se disparan y entrecruzan opiniones sobre el legendario festival y los porqués de su discontinuidad, Juan dice que por aquel entonces la ciudadanía no estaba muy contenta con el festival. Luego pasamos a los hechos de violencia que lo estigmatizaron. Lito pregunta: “La famosa foto de Miguel Abuelo con el ojo sangrando ¿fue acá, no?”. Le aclaro su confusión, le digo que eso fue en el estadio de Vélez Sarsfield en un festival organizado por la FM Rock & Pop en 1985. “¿Seguro?”, insiste. “Pará Lito”, le recrimino en un ida y vuelta con buena onda. “Bueno boludo, pensé que era en La Falda”, se defiende. Vaya a saber que fuerza misteriosa instaló en el inconsciente colectivo la creencia de que todos los absurdos en materia de recitales de rock surgieron de nuestro protofestival serrano. Claro, después vino Cromañón, pero ese es otro tema. Volvemos al dúo. “Con Lito nos reunimos cíclicamente más o menos cada diez años -dice Juan- nos da mucha felicidad tocar, somos amigos, ambos somos independientes, nuestros discos y conciertos se hacen en forma autónoma, y como nuestro mayor compromiso es con la música, cuando dejamos de tocar juntos es porque queremos preservar la alegría de la relación”.
Este tercer ciclo lleva ya dos años de tocar en directo y generar cosas como el disco titulado Más de lo mismo y una especie de prolongación de ese trabajo que se llama Clásicos y Acústicos. Dos maravillas de registros sonoros y en dvd surgidos de este choque de talentos que próximamente alumbrará una nueva obra que esta vez indagará en el cancionero latinoamericano.

Lito y sus comienzos. “Empecé tocando bajo y batería. Cuando vos me managereaste (sic) tocaba el bajo”. La referencia de Lito es hacia nuestro amigo y colega Mario Thibault, que por aquellos años trabajaba como manager de artistas y en su agencia tenía a Suspenso, la primer banda de Lito Vitale. “A los diez años mis viejos me regalaron un bajo violín como el de Mc Cartney, pero no de la marca Hofner original. Cuando cumplí 50 les dije a mis viejos: Cumplo 50, ¿me pueden regalar un Hofner ahora, no? y me lo regalaron”.
-Vos integraste la primera formación de Spinetta Jade.
“Sí, yo toqué rock hasta ese momento. Estábamos ensayando con Luis (Spinetta) para el concierto de Obras (el 03/05/80) que fue el primer concierto de Jade, con Pedro Aznar, Juan del Barrio y Pomo; entonces me llama Dino Saluzzi, que es un gran bandoneonista del folklore, un genio, y le dije a Luis que iba a tocar en el concierto y después me iba a ir a tocar folklore. Me gustaba más eso que ascender como niño, rockero, pianista, esa figura no me interesaba demasiado, me gustaba más meterme en una música con más arraigo argentino y ahí empecé con los tríos (con Izarrualde-González y Baraj-González) y todo eso. Después, cuando tuve le programa en Canal 13 me volví a encontrar con los rockeros y toda la gente con la que había tenido conexión, y luego produje el disco 40 Años de Rock Argentino”.
    
Juan y la epifanía. “Yo toco la guitarra desde los 5 años. Mi vieja me mandó a las trompadas a aprender guitarra, no es que yo quería. Tocó la guitarra desde entonces, he participado en infinidad de grupos, estudié, trabajé de otras cosas, y mi otra vocación, por decirlo de alguna manera, era la escenografía, no entendía muy bien que era pero me gustaba la escenografía. Cuando terminé la secundaria, tenía 17 años, para poder estudiar escenografía me tenía que ir a La Plata porque en Rosario no existía la carrera. Pero no me animé, porque tenía la noviecita, los amigos, la familia, irme lejos, tocaba la guitarra además; entonces me metí en Arquitectura, hice hasta 5° año. Tuve la suerte o desgracia que en Rosario, en la Siberia que le llaman a esa zona, la Facultad de Arquitectura queda exactamente al lado del Instituto Superior de Música, entonces tenía tantos amigos en un lado como en el otro. Una vez estaba en un final de Construcciones IV, Cálculo de Sección de Tubo de Aire Acondicionado, y me estaba jugando la materia, viste, y me colgué y me puse a pensar en una canción y en un acorde, si era para abajo y que se yo, y cuando me di cuenta miré a los tipos que estaban ahí adelante y me dije “es una boludez esto”, y firmé la hoja, me fui y no volví nunca más a Arquitectura. Desde entonces me dediqué solamente a la música”.
-Siempre fuiste un caso particular dentro del Rock Argentino, por ser el único intérprete que no compone, ni escribe canciones, pero lográs versiones que en muchos casos superan ampliamente a las de los propios autores. ¿No te odiaban los tipos por eso?
“Y es muy probable que sí, sí seguramente. Un odio encubierto, no declarado. Sí me han metido zancadillas de las más diversas, pero yo creo que tiene que ver con que durante años no se terminó de entender qué lugar ocupaba cada uno -y ejemplifica- los que manejan los autos de Formula 1 no son los mismos que los fabrican, y es tan importante uno como el otro. Pero después eso se fue entendiendo, al punto de poder trabajar en conjunto”.
-“¿Cómo eran aquellos conciertos con Irreal?
“Eran muy buenas intenciones con pobres realizaciones. Siempre recuerdo una anécdota que contaba Rodolfo García (baterista) de Aquelarre, viste que ellos eran cuatro y firmaban los temas los cuatro, entonces un periodista va y le pregunta: Rodolfo ¿cómo hacen para componer entre cuatro? Y el tipo le contesta: Mirá, es muy sencillo, uno trae una idea y todos los demás la complicamos. En Irreal hacíamos lo mismo, o sea no podíamos empezar y terminar un tema con el mismo ritmo si antes no pasábamos por diez ritmos entre medio y cortes, era la época, pero había buena madera ahí”.-

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