martes, 31 de diciembre de 2019

“Alma Mater”, homenaje al rock de Córdoba

La banda cordobesa Sullivan, proyecto que comanda Carlos Sada, publicó un disco de canciones en homenaje al rock de Córdoba, grabado con la colaboración de una larga lista de músicos invitados.

NOVEDADES DISCOGRÁFICAS
 
Por Néstor Pousa

Sobre finales de año, en una fecha muy significativa para la música: el 22 de noviembre, la banda Sullivan lanzó Alma Mater, un disco con once canciones que homenajean al rock facturado en Córdoba.
En la línea de discos como Acné, aquel álbum de Juan Carlos Baglietto que en 1986 hizo la punta en eso de reversionar el repertorio de rock nacional, Carlos Sada, al frente de su alter ego musical conocido como Sullivan, pergeñó y produjo a lo largo de los últimos años este trabajo de nuevas versiones del cancionero cordobés. En algunos casos son temas emblemáticos de bandas históricas, otros en tanto corresponden a grupos más actuales. En cualquier caso la selección respondió al criterio y a las motivaciones de Sada como productor e intérprete, y así se fue armando una lista de canciones sin pretensiones enciclopédicas, sino más bien proponiendo un viaje personal y subjetivo.
De esta manera nació Alma Mater, sucesor de Continental (2016) disco que a nivel nacional fuera ternado para los Premios Gardel y que cosechara adhesiones en la reciente encuesta sobre los discos de la década realizada por Gamba FM. Era un verdadero desafío entregar un nuevo material que continuara con la estela de buen gusto y hermosas canciones de Continental.  Para eso Sada, con la colaboración de una larga lista de músicos invitados, fue dándole forma a estas nuevas versiones bajo la premisa de no limitarse a las originales, sino otorgarles un nuevo carácter. Y en todos los casos el objetivo se cumplió con creces.
Quien mejor que Carlos Sada para que nos resuma en pocas palabras algunas de las pistas de su nuevo disco, tercero en la discografía Sullivan, ya disponible en plataformas digitales, en físico con una edición limitada en cassette (producida por Martin Carrizo para Discos en CBA) y un próximo lanzamiento en formato de vinilo.

Sada: bajista zurdo y con Höfner,
más beatle no se consigue
El álbum da inicio con Que corran, versión en inglés de uno de los más recientes hits de Los Caligaris, dice Sada: “Esa canción en particular me gustó porque tiene un parecido a melodías de los años 60 y automáticamente empecé a pensar una versión en inglés instrumentada con sonidos de esa época”.
En el track dos aparece La fiesta de los Buzos de Daniel Giraudo, original del grupo Tamboor, uno de los más imponentes rescates de este disco: “Siempre me gustó la melodía por su frescura pop. Sólo había que adaptarla al formato de dos minutos y medio, característico de Sullivan. Pensé en un ritmo acorde a nuestro estilo y arreglos que respetasen a rajatabla la melodía original”.
En el tres está Tope (The Tristes): “Siempre pensé que alguna canción de The Tristes tenía que haber y no dudé en hacer mi propia versión de ésta, a la que siempre le vi un aire macarniano. Hay también un claro tributo a If I needed someone (The Beatles)  ¡Pero es ex profeso!”.
Le sigue en orden de aparición Cecilia no (Proceso a Ricutti): “Proceso a Ricutti eran como ‘ídolos’ que estaban al alcance de la mano. Al Hueso Horsmann siempre lo vi como una especie de Charly cordobés, un genio. Me decidí por Cecilia no porque tuve la idea de fusionarla con una canción de Simon & Garfunkel, llamada ‘Cecilia’. En cuanto a la letra, hablé con su autor, Dirty Ortiz, y le pedí si podía modificar algunos versos que me parecían un poco fuertes para estos tiempos. Finalmente me hizo una letra nueva, así que será un estreno que sorprenderá a los mismísimos Ricutti!!!”.
Monoplaza (Mersey Mustard) “Un amigo mexicano me dijo: ‘Carlitos, tienes que incluir una cumbia en ese disco y deberías invitar a Los Caligaris para que te ayuden’. ¡Eso hice! Inmediatamente pensé en esta canción de Los Mersey Mustards, sólo para ver qué cara pondrían sus integrantes que son tan puristas de la música de los 60” (risas). “Este disco también tiene esa cosa de ruptura, de alejarme completamente de las canciones originales y actuar con total libertad a la hora de crear las versiones. Pero con todo respeto”, completa Sada.

Otro de los grandes hallazgos de Alma Mater es Aguas de la Cañada, un himno indiscutido de la Docta, que reúne la composición de Francisco Heredia con la interpretación del dúo Posdata (Horacio Sosa y Pancho Alvarellos). Sullivan hace aquí una verdadera recreación, arrojando como resultado uno de esos momentos memorables. Sada explica: “Terminé decidiéndome por Aguas cuando se me ocurrió la idea de dividirla en dos partes con un fragmento central al estilo A day in the life (The Beatles). Hay una cita ex profeso a The Strokes y a The Tristes en la primera parte, por eso invité a Germán Arrascaeta para cantarla. En el medio se arma el quilombo con ruidos de ambiente grabados en plena peatonal San Martín con voces de vendedores ambulantes y de allí surge una segunda parte, más bucólica y hippie, cantada por Nahuel Barbero, para recordar a la versión original. Hay una particularidad en esta versión, los invitados se encargan de cantar toda la canción. Yo solo hice coros”, refiere Carlos.
El álbum, que ya se puede disfrutar en Spotify, se completa con: Lo que digo (Rayos Láser), Aprendiste mal (Hipnótica), Por esta pasión (Sueño Valvular), Bsides (Hyperstatic) y No desayunes sola (Enhola).

lunes, 23 de diciembre de 2019

Contramano & Lisette despidieron el año

Foto: Silvia Olmedo (BPS)
El trío que integran Martínez-Della Vedova-Cassi, ya definitivamente fusionados en un proyecto en común con la solista Lisette Grosso Schmid, cerraron su año en la Biblioteca Sarmiento de La Falda. Fueron los únicos protagonistas de una noche con tangos y algunas sorpresas.

EN CONCIERTO
 
Por Néstor Pousa

El sábado 21 de diciembre pasado en la sala teatro “Meirovich” de la Biblioteca Popular Sarmiento de La Falda, Contramano Trío & Lisette invitaron a despedir el 2019 con un show de características especiales. Por una parte era la primera vez que se presentaban con este nuevo formato en un espectáculo en el que fueron los únicos protagonistas.
Por otra parte fue la confirmación de este proyecto, una alianza de estilos que no está fundamentada en el cumplimiento de la fría letra de una ley de cupo, sino en principios estrictamente musicales de dos artistas de tango surgidos desde esta ciudad y emergentes del festival nacional con mayor arraigo en el país.
Fue un año de profundos cambios personales y en las respectivas carreras de Contramano Trío, que es decir: Mauricio Martínez (guitarra eléctrica y arreglos), Rodrigo Della Vedova (piano) y Jeremías Cassi (bajo eléctrico); y de Lisette Grosso Schmid (bandoneón, canto, composición). Ensamble que va a cumplir su primer año de existencia y que, luego de debutar en La Falda, empezaron a hacer girar por lugares posibles del país, a la vez que la propuesta va ganando músculo.
Hoy se los ve firmes y enfocados. Tanto es así que ya están buscando un nuevo nombre que los identifique en esta nueva etapa (para lo cual hasta lanzaron una encuesta en las redes sociales), y si bien ese nombre aún no apareció, el nuevo grupo de cuatro integrantes ya tiene entidad propia. Al escucharlos en vivo no se logra descifrar si la solista potenció al grupo preexistente, o si estos obraron como la contención ideal para el desarrollo de las virtudes de la solista. Y es lo que mejor les puede pasar en esta búsqueda artística. Que no haya divismos que contaminen la convivencia, tanto arriba como abajo del escenario.
Eso es lo que pudo observarse el sábado en cuestión, ante una sala prácticamente llena, con entrada paga (hecho bastante inusual en estos tiempos), con producción independiente y auto-gestionada, que contó con el apoyo de la Secretaría de Turismo de la Municipalidad local.

"No tiene pretensión, no quiere ser procaz, 
se llama tango y nada más" (Una emoción)

En un set que nos tenía reservadas algunas sorpresas, empezaron con Recuerdo (Pugliese), un clásico de sus presentaciones en vivo; para continuar con Mi refugio, un tema con alto valor simbólico para el trío, ya que fue el primero ensayado en forma de dúo por Mauricio y Rodrigo, cuando la actual carrera como intérpretes de tango estaba en fase embrionaria. 
Una emoción fue el primer tango cantado de la noche, destacando a Lisette en ese rol, abordando un texto impactante. Milonga de mis amores sonó con aires renovados, con brillantes fraseos y una admirable digitación, es uno de los momentos más significativos de los vivos del grupo.
En una lista de temas que no hace concesiones con un repertorio puramente tradicional, le siguieron Catarsis, un instrumental compuesto por Lisette; el vals Gota de lluvia (segundo número cantado) y A fuego lento, otro de los emblemas de Contramano Trío, ahora adaptado a cuarteto.
En la segunda parte del show vendrían las sorpresas con un regreso a las fuentes folklóricas del trío y comprobar la ductilidad para abordar cualquier tipo de repertorio de los cuatro.
El buen gusto fue lo que siguió prevaleciendo y así aparecieron versiones buenas de Bajo este sauce solo (la poesía incólume de Manuel J. Castilla); o la Zamba del negro alegre, de espíritu más festivalero; y Oración del remanso, una canción perfecta de Jorge Fandermole que ya es parte del patrimonio de la música popular argentina. Esta última, con Lisette en primera voz y Mauricio Martínez en coros (estrenando en vivo una faceta que le desconocíamos) fue una de las mejores sorpresas de la velada. Y quedaba un plus: Desafinado, el clásico de la música del Brasil del enorme Antonio Carlos Jobim, en este caso con originales arreglos de guitarra y voz; y piano y bajo eléctrico, alternadamente.
En la tercera parte y sin intervalos a la vista, como era obvio regresarían al tango, con Plenilunio, un instrumental inédito del Maestro Osvaldo Piro que, presente en la sala, pudo observar como su legado y su estilo tiene asegurada la continuidad en las nuevas generaciones. El Maestro luego destacaría el notable trabajo en los arreglos para reducir a cuatro instrumentos una obra que él escribió para una orquesta de 46 atriles, La Juan de Dios Filiberto de Buenos Aires.
Siguieron hasta el final con versiones cantadas de Para no llorar tu amor (casi un hallazgo en el repertorio) y Desencuentro; y cerraron con Quejas de bandoneón y La muerte del ángel, dos instrumentales que ya son marca registrada de este renovado trío ampliado a cuarteto.