martes, 20 de marzo de 2018

Phil Collins: regreso con gloria


Con todas las limitaciones físicas que lo afectan, el ex Genesis ofreció un concierto inolvidable en Córdoba. Aquí la crónica.

RECITALES DE COLECCIÓN

Por Néstor Pousa


Foto: La Nación (edición digital)
Eran los primeros años de la década del ‘80 y una tarde como tantas me encontraba recorriendo disquerías de la ciudad en búsqueda del disco que contenía un tema de Phil Collins que había escuchado. No tenía demasiados datos de esa canción y del disco, en tiempos en que la internet todavía no había acudido en nuestra ayuda, y lo que hice fue canturrear el estribillo al dependiente de una de las tiendas de discos. “Ah! -exclamó el pibe, al tiempo en que se le iluminaba la cara- es el tema de las trompetas!”, agregó con la satisfacción de quien responde la pregunta del millón. La canción que buscaba se llama I cannot believe it’s true perteneciente a Hello, I must be going (1983), segundo álbum solista del líder accidental que tuvo Genesis
Por más que no fueras fanático del Genesis de la segunda etapa y no te hubiera maravillado su conversión a artista en solitario, no había forma de que alguna de las universales tonadas del viejo Phil no se te adhieran como chicle al zapato. Su gran virtud, imperdonable para muchos, pero celebrada por millones, fue transformar a una de las bandas icono del rock progresivo, Genesis, fundada por Peter Gabriel, en uno de los colosos de la música pop bailable y vendedora de discos con cifras record desde el segundo lustro de los ’70 y hasta buena parte de los ‘90.
No obstante, aquel joven baterista que tuvo que audicionar entre otros tantos para poder ingresar a Genesis cuando ya estaba formada y con dos discos editados, el mismo que luego de cinco años tuvo que reemplazar, sin pretenderlo, a Gabriel cuando este abandonó el proyecto, y no sólo en la voz sino en el rol de líder, se las compuso para mantener firme el timón de semejante nave y a la vez, desde 1981, inaugurar en paralelo una carrera solista tan o más exitosa que con la legendaria banda.
Así empezó a facturar hits por decenas. La historia es demasiado larga para condensarla en esta nota que intenta ser la crónica de un show, en realidad de un concierto de colección, el que ofreció Phil Collins en Córdoba, su debut en esta importante plaza.

Algunos años atrás no dábamos crédito a la noticia de que Phil Collins abandonaba los escenarios por serios problemas de salud. En su reciente autobiografía publicada en 2016 que lleva el sugerente título Not dead yet (Aún no estoy muerto) aclara con crudeza y algo del típico humor negro inglés los detalles de los problemas físicos irreversibles que lo afligen y de su adicción al alcohol que casi lo arrastra a una muerte temprana.
Tan sorprendente como aquella, aunque mucho más esperanzadora, fue la novedad que volvería a los escenarios en una nueva gira mundial que, abarcando Sudamérica, lo traería por segunda vez a Buenos Aires.
La gira que lleva el mismo nombre de la autobiografía incluyó una escala en Córdoba, el lunes 19 de marzo en el Estadio de Instituto en el barrio de Alta Córdoba (un evento que si no fuera por capricho de la Municipalidad de Córdoba debió realizarse en el Estadio Kempes) ante una multitud de fanáticos de un variado rango etario.
Puntualmente a las 21.30 Collins ingresó a escena acompañado por sus músicos y ayudándose con un inseparable bastón para ocupar una butaca en el centro del escenario de la que no se levantaría durante todo el show. Verlo en vivo y directo fue confirmar tanto la estatura de su leyenda y legado musical, como comprobar sus graves problemas de desplazamiento, tan evidentes que conmueven. Resulta obvia en este sentido la comparación con Charly García, pero a diferencia del ídolo argentino, el inglés conserva su particular timbre de voz casi intacto en las baladas que inauguraron las primeras ovaciones de la noche. El inicio con Against all odds y Another day in paradise explican porque en el auditorio hay mayoría de parejas que seguramente alguna vez bailaron esas melodías. Una imponente big band acompaña y contiene al ídolo con elocuente cariño. En ella se destacan músicos de probada experiencia como el bajista Leland Sklar y el primer guitarrista Daryl Stuermer, con muchos años respaldando al líder. En la batería aparece Nicholas Collins, que con tan solo 16 años reemplaza a su padre con solvencia. La banda suena increíble, por momentos exuda aires latinos gracias a la presencia de los vientos, la percusión y un set de coristas magistrales. 

Foto: La Nación (edición digital)
Llegará el momento de rendir un homenaje a su antigua banda, Follow you, follow me es la elegida junto a un collage retrospectivo de fotografías proyectadas en las pantallas del escenario. La canción es de 1978 y la más antigua del repertorio de esta gira, tal vez por eso el público parece no inmutarse ante su inmortal estribillo. Esa y dos más, Throwing it all away e Invisible touch, son las únicas que decide repasar de Genesis, el resto será puramente material solista, el que sí es aprobado con ganas, como todo lo producido desde el período ochentoso en adelante.
Dentro de una larga lista de grandes clásicos que incluye Separate lives, You can’t hurry love, Dance into the night y la infaltable Sussudio; se cortaron solos dos momentos insuperables: la gran versión de On the air tonight, aquel primer gran hit solista de 1981 escrito para lucimiento de la batería; y el que resultó del dueto con Philip Bailey titulado Easy lover, un éxito de discotecas. En esta oportunidad el cantante de Earth, Wind & Fire es reemplazado por una de las coristas quien logra que, a pesar de sus dolencias, Collins saque a pasear una vez más su veta histriónica.
Noventa minutos clavados son los que dura el concierto, su físico no parece resistir más que eso. Por lo tanto concede un solo bis (Take me home) que cantado a coro con el público le da un final de película a la noche y a un concierto que emociona de principio a fin.

Lugar: Estadio Instituto Atlético Central Córdoba
Fecha: Lunes 19/03/2018
Asistencia: 25.000 personas

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