Con todas las limitaciones físicas que lo
afectan, el ex Genesis ofreció un concierto inolvidable en Córdoba. Aquí la
crónica.
RECITALES DE COLECCIÓN
Por Néstor Pousa
Foto: La Nación (edición digital) |
Por más
que no fueras fanático del Genesis de la segunda etapa y no te hubiera
maravillado su conversión a artista en solitario, no había forma de que alguna
de las universales tonadas del viejo Phil
no se te adhieran como chicle al zapato. Su gran virtud, imperdonable para
muchos, pero celebrada por millones, fue transformar a una de las bandas icono
del rock progresivo, Genesis, fundada por Peter Gabriel, en uno de los colosos
de la música pop bailable y vendedora de discos con cifras record desde el
segundo lustro de los ’70 y hasta buena parte de los ‘90.
No
obstante, aquel joven baterista que tuvo que audicionar entre otros tantos para
poder ingresar a Genesis cuando ya estaba formada y con dos discos editados, el
mismo que luego de cinco años tuvo que reemplazar, sin pretenderlo, a Gabriel
cuando este abandonó el proyecto, y no sólo en la voz sino en el rol de líder,
se las compuso para mantener firme el timón de semejante nave y a la vez, desde
1981, inaugurar en paralelo una carrera solista tan o más exitosa que con la legendaria
banda.
Así empezó
a facturar hits por decenas. La
historia es demasiado larga para condensarla en esta nota que intenta ser la
crónica de un show, en realidad de un concierto
de colección, el que ofreció Phil Collins en Córdoba, su debut en esta
importante plaza.
Algunos
años atrás no dábamos crédito a la noticia de que Phil Collins abandonaba los
escenarios por serios problemas de salud. En su reciente autobiografía
publicada en 2016 que lleva el sugerente título Not dead yet (Aún no estoy muerto) aclara con crudeza
y algo del típico humor negro inglés los detalles de los problemas físicos
irreversibles que lo afligen y de su adicción al alcohol que casi lo arrastra a
una muerte temprana.
Tan
sorprendente como aquella, aunque mucho más esperanzadora, fue la novedad que
volvería a los escenarios en una nueva gira mundial que, abarcando Sudamérica,
lo traería por segunda vez a Buenos Aires.
La gira
que lleva el mismo nombre de la autobiografía incluyó una escala en Córdoba, el
lunes 19 de marzo en el Estadio de Instituto en el barrio de Alta Córdoba (un
evento que si no fuera por capricho de la Municipalidad de Córdoba debió
realizarse en el Estadio Kempes) ante una multitud de fanáticos de un variado
rango etario.
Puntualmente
a las 21.30 Collins ingresó a escena acompañado por sus músicos y ayudándose con
un inseparable bastón para ocupar una butaca en el centro del escenario de la
que no se levantaría durante todo el show. Verlo en vivo y directo fue
confirmar tanto la estatura de su leyenda y legado musical, como comprobar sus graves
problemas de desplazamiento, tan evidentes que conmueven. Resulta obvia en este
sentido la comparación con Charly García, pero a diferencia del ídolo argentino,
el inglés conserva su particular timbre de voz casi intacto en las baladas que inauguraron
las primeras ovaciones de la noche. El inicio con Against all odds y Another
day in paradise explican porque en el auditorio hay mayoría de parejas que
seguramente alguna vez bailaron esas melodías. Una imponente big band acompaña y contiene al ídolo
con elocuente cariño. En ella se destacan músicos de probada experiencia como
el bajista Leland Sklar y el primer guitarrista Daryl Stuermer, con muchos años
respaldando al líder. En la batería aparece Nicholas Collins, que con tan solo 16 años reemplaza a su padre con
solvencia. La banda suena increíble, por momentos exuda aires latinos gracias a
la presencia de los vientos, la percusión y un set de coristas
magistrales.
Foto: La Nación (edición digital) |
Dentro de
una larga lista de grandes clásicos que incluye Separate lives, You can’t
hurry love, Dance into the night
y la infaltable Sussudio; se cortaron
solos dos momentos insuperables: la gran versión de On the air tonight, aquel primer gran hit solista de 1981 escrito
para lucimiento de la batería; y el que resultó del dueto con Philip Bailey
titulado Easy lover, un éxito de discotecas. En esta oportunidad
el cantante de Earth, Wind & Fire
es reemplazado por una de las coristas quien logra que, a pesar de sus dolencias,
Collins saque a pasear una vez más su veta histriónica.
Noventa
minutos clavados son los que dura el concierto, su físico no parece resistir
más que eso. Por lo tanto concede un solo bis (Take me home) que cantado a coro con el público le da un final de
película a la noche y a un concierto que emociona de principio a fin.
Lugar: Estadio Instituto Atlético Central Córdoba
Fecha: Lunes 19/03/2018
Asistencia: 25.000 personas
Lugar: Estadio Instituto Atlético Central Córdoba
Fecha: Lunes 19/03/2018
Asistencia: 25.000 personas
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