domingo, 7 de enero de 2018

Juan Cruz Peñaloza: música para curar las heridas

Peñaloza, Ceballos & Dall'Amore
El Museo Ambato de La Falda estrenó su ciclo de conciertos 2018 con el notable pianista Juan Cruz Peñaloza. Sus organizadores prometen frecuencia semanal durante todos los sábados de enero y febrero, con grilla a confirmar.

EN CONCIERTO

Por Néstor Pousa

El pianista y compositor Juan Cruz Peñaloza tiene profundas raíces que lo vinculan con La Falda. Aquí vive su madre Nora, que además integra la Asociación Amigos del Museo Ambato, por lo tanto no sorprende cuando asegura: “El Ambato ya es como mi casa”.
Esa conexión de Juan Cruz con esta ciudad se prolonga desde que, siendo muy joven, vino a tocar con el Trío 4 de Luis Lewin en las recordadas veladas musicales del pub Tante Ida. O como cuando en el mismo espacio, que más tarde tomaría el nombre de Ugolino, aparecería una noche de hace unos cuantos años acompañando a Los Músicos del Centro en una de las últimas encarnaciones de esa agrupación imprescindible de la música producida desde Córdoba. Y entre tanto músico groso Juan Cruz aparecía como un niño prodigio con destino del pianista notable en que se convirtió en la actualidad.
Estas referencias biográficas cobran sentido porque fue con el mismo Peñaloza que los Amigos del Ambato estrenaron la versión 2018 del ciclo de conciertos en los jardines de la antigua casona-museo el pasado sábado 6 de enero, una propuesta musical alternativa que se suma a la vorágine de shows que la ciudad y la provincia ofrece al visitante durante las vacaciones de verano.

Juan Cruz Peñaloza se manifiesta conmovido ante la magnificencia del lugar y con esa inspiración elige un tema propio para iniciar su concierto, La Fuente, dedicado al gran Manolo Juárez, su maestro y amigo. Acompaña su exquisita interpretación al piano, Franco Dall’Amore en guitarra. Y juntos lograrán una dupla perfecta e inseparable durante todo el recital.  Juan Cruz añade que dicho tema está incluido en Alma de Resonancia, título del disco que grabó en Madrid en 2013, un trabajo que además de confirmarlo como un notable intérprete, revela su veta compositiva en la mayoría de los temas que conforman la placa, las que comparten lista con piezas de Raúl Carnota y Cuchi Leguizamón.

Pero a su concierto del sábado 6 de enero al que bautizó Cuando el arte ataque (más adelante verán por qué) está consagrado no a la obra propia sino a la de otros autores que, aunque no lo dijo, seguramente también fueron fuente de inspiración del pianista que se mueve como pez en el agua por el jazz, el jazz-rock, la bossa nova, el folklore, la canción popular y la música contemporánea (“No me pidan reggaetón”, aclaró jocosamente). Y así, como segundo tema apareció Samambaia, para luego invitar a la cantante del grupo Moira Ceballos en Soledad Jujuy 1941, una letra de Atahualpa Yupanqui musicalizada por Pedro Aznar.
Uno de los momentos más celebrados llegaría con DLG, la baguala de enigmático nombre compuesta por Fito Páez para Giros, su disco de 1985. “Yo no tenía que cantar, pero era un gusto que me quería dar”, se justificaba luego del show Juan Cruz, que animado por el buen ambiente que se había generado asumió la voz principal en ese segmento al que también se le sumó el cuarto invitado de la noche, Claudio Pacheco, en bombo legüero y cajón.

Alentados por el resultado fueron aparecieron nuevos momentos de elevada factura como Superhéroes en la cual Peñaloza se enfunda maravillosamente en los dedos de Charly García. Le seguirían: una milonga y El olvidao, la chacarera del Duende Guernica con un texto de efecto catártico que logró sacar algunas palmas de la ilustre platea. 

Solo restaba definir el sentido del título. Cuando el arte ataque es una canción compuesta Spinetta para La la la, disco surgido de la ocasional alianza protagonizada por el Flaco con Fito Páez, producto de la amistad y la mutua admiración. Cuando el arte ataque en la interpretación del cuarteto de Peñaloza-Dall’Amore-Ceballos-Pacheco funciona como el leitmotiv del encuentro y la invitación a sumarse a los coros, aunque más no fuera en los bises, junto a la siempre protectora energía de Luis Alberto dando vueltas como parte del aire. 

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