Luego
de un par de amagues e intentos fallidos, al fin se cerró la llegada del beatle
a Córdoba. La cita: el 15 de mayo en el Estadio Kempes. Mientras tanto, recordamos
el show de Ringo Starr en Orfeo.
Por Néstor Pousa
Fueron dos las
oportunidades en las que Paul McCartney
estuvo a punto de pisar suelo cordobés. La primera en el 2012, pero la gira que
lo traía enfiló hacia Montevideo y Asunción. La segunda durante la extensa gira
que abarcó parte de 2014 y 2015, pero la suerte volvió a desviarse hacia Montevideo, Lima, Santiago de Chile, entre las plazas más
cercanas. Dos intentos fallidos fueron demasiado como para pensar que
algún día se concretaría la visita de esta auténtica celebridad del rock
mundial. Sin embargo a mediados de marzo pasado volvió a correr el rumor de que
Paul estaba cerca y nuevamente era la empresa En Vivo Producciones (José Palazzo) quien produciría el milagro.
Pocos días después se confirmaba vía redes sociales lo que ya era un secreto a
voces: la llegada del beatle Paul
McCartney por primera vez a Córdoba era un hecho. La cita es para domingo 15 de mayo en el Estadio
Mario A. Kempes que se prepara de una forma especial para recibirlo, con un
formato sólo usado para conciertos de gran escala y… preservando el césped
mundialista. La nueva gira, bautizada One on One Tour, se inauguró el pasado
13 de abril en Fresno (California, EE.UU.) y luego de recorrer algunas ciudades
por el país del norte volará directamente a la Argentina a entregar 3
conciertos exclusivos para Sud América. El primero en Córdoba y luego dos más
en el Estadio Único de La Plata en Buenos Aires, antes de saltar a Düsseldorf, Alemania.
Un despropósito en términos logísticos, pero así será.
Durante su nuevo show, de
casi 3 horas de duración y que promete ser sorprendente, el zurdo bajista
interpreta la friolera de 38 canciones en su mayoría pertenecientes al
repertorio de los Fab Four, agrupadas
en dos sets eléctricos con banda, un intermedio en solitario con guitarra
acústica y una larga lista de bises (encores).
Así,
Paul será el segundo beatle que toque
en Córdoba luego de que Ringo Starr lo hiciera en 2013. Un hecho casi inédito para
una provincia argentina, ya que hasta ahora sólo había sucedido en Buenos Aires.
A continuación, y mientras esperamos el gran día, invitamos a repasar un
extracto de la crónica publicada en Ecos
de Punilla sobre el show ofrecido por Ringo en Orfeo el miércoles 6 de
noviembre de 2013.
El efecto Ringo pasó por Córdoba. Fue como si hubiera pasado
el cometa Halley, porque los 3500
afortunados que asistimos esa noche al Orfeo Superdomo quedamos así, con la
boca abierta, deslumbrados, casi incrédulos de poder estar a un toque del
baterista de Los Beatles, la banda de rock más
famosa de la historia, la más influyente, la que inventó casi todo. Ringo viene liderando desde finales de los 80’s la All Starr Band, un seleccionado
de estrellas que respaldan la gira del beatle. Un formato que tiene la
particularidad de ir rotando a su personal. Así también, a medida que cambian
sus miembros se va actualizando el repertorio, ya que a los clásicos que
siempre interpreta Ringo se le suman los que puedan aportan el resto del
combinado. El show arrancó con la banda en escena, la voz en off del locutor haciendo las
presentaciones y Ringo entrando a la carrera para los dos primeros temas: Matchbox (de Carl Perkins) y It don’t come easy (uno de sus primeros números
solistas), que desataron la excitación, los gritos, las lágrimas y la alegría
de un público que saltó de sus butacas en un estado de medido descontrol,
versión adulta del furor que provocó la Beatlemanía a mediados de los 60.
El programa ofrece dos
conciertos en uno, que se van alternando: por un lado Ringo con los legendarios
temas a los que les puso su voz en Los Beatles; por el otro la All Starr Band que reserva momentos de protagonismo
en partes escrupulosamente iguales para sus integrantes. Pero, a decir verdad, el
inquieto Ringo es la estrella, no hay dudas de eso, que va de un lado a otro,
sube y baja de la alta tarima de su batería, pasa por el piano y dispara la
intro de Don’t pass me by (del White
Álbum). Desempolva los rocks que grabó en la primera época de Los Beatles y
al comando de su histórica Ludwig tocará
y cantará Boys (de Please, please me) y Honey don’t (de Beatles
For Sale). Este verdadero showman que durante años se mantuvo a la sombra
de Lennon y McCartney, hoy se explaya a sus anchas sobre el escenario y marca
los tiempos del show, se muestra locuaz y muy comunicativo con la gente, bromea
y contesta hasta el límite de la paciencia la avalancha de comentarios que le tiran.
Lo interrumpen y reconviene con un “I’m
talking” (interprétese
como: “Estoy hablando, no jodan”) con inconfundible entonación
británica. Pero se permite jugar: “What
is my name?”, reclama, para que la platea estalle en un ensordecedor
¡Ringo! Y recibe regalos, y devuelve atenciones, e insta a que imiten sus dedos
en “v”, símbolo ecuménico de Peace & Love. “Hay damas en la sala?”,
pregunta como introducción para I
wanna be your man (Quiero
ser tu hombre) de With The
Beatles; y el esperado paseo en Submarino
Amarillo al que nadie puede resistirse.
El final se aproxima con Photograph, aquel hitazo que compuso junto
a George Harrison y continúa con Act naturally, su
contribución para la película Help! (Socorro!),
antes de un cierre épico con With
a little help from my friends que se prolonga en el estribillo de Give peace a chance de Lennon. No existe para Ringo esa
convención que llamamos “bises”, y ni falta que hacen, con sus estoicos 73 años
y durante dos horas dejó el alma en el escenario. Después de todo, no siempre
ocurre que un Beatle llegue a tu ciudad, y salvo
que algún día se concrete el prometido arribo de su amigo Paul, ningún otro
músico de este planeta podrá igualar el efecto que produjo Ringo a su paso por
aquí.
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