Por Néstor Pousa
Sábado 23 de enero: el día en que Cosquín
Folklore inauguraba su edición 56, el mismo en que Luis Alberto hubiera
cumplido 66 y por quien se celebra el Día Nacional de Músico. En ese fin de
semana históricamente record en aluvión turístico en Punilla Los
Caligaris llegaron para ratificar su condición de banda cordobesa con
mayor convocatoria en las sierras.
Los oriundos de Residencial América deben ser
una de las presencias más constantes en La Falda a lo largo de los últimos 15
años, y siempre hay una fiesta cada vez que vienen. Lo del sábado pasado no fue
la excepción e incluso se potenció con la presentación, aunque no formal por
cierto, de Circología, flamante disco con fecha de publicación en 2015 y
que ya viene facturando algunos hits de amplia rotación.
Con Circología
la banda de los hermanos Pampiglione vuelve a exponerse como un referente del
cuarteto con pulso rockero, pero que curten el ska como muy pocos saben
hacerlo.
Tan cordobeses como el fernet con coca y tan divertidos
como un asado con tus mejores amigos, Los Caligaris saben cómo va la cosa y una
vez cumplido el propósito de hacer reír, fin primario de los payasos de circo, luego
asombran con el poderoso sonido de una banda de 12 integrantes que se conocen
de memoria y se complementan a la perfección. Escenarios de Argentina, México y
España pueden dar fe de esto.
El show actual siempre arranca con Todos locos hit súper poderoso que viene como pista número uno del nuevo disco, que acredita un riff y un estribillo que se cuela por todas las radios y se multiplica en cortinas televisivas. Arrancar tan arriba te da una idea de cómo seguirá la cosa durante la próxima hora y cuarto. Que corran es el segundo tema del disco y del show, marchoso pero con letra reflexiva: “Que corran todos los demás, nosotros vamos caminando”, canta sobre un coro Martín Pampiglione, uno de los tres cantantes de la banda.
En lección básica de cómo sonarían Los Redondos
de haber nacido en Córdoba arrancan con la intro de Ji ji ji, entonces el pogo más grande del mundo suena con un ritmo
de cuarteto que haría estremecer al mismísimo Indio Solari. Pegadito y al pie
la broma se transforma en Razón, de
su propio repertorio.
El show toma su forma más delirante con la
infaltable rutina que protagoniza Raúl Sencillez (alter ego de Diego Pampiglione, baterista y miembro fundador).
Presentado con bombos y platillos, como corresponde a un circo, uno nunca sabe
que puede pasar durante ese segmento. Como que, por ejemplo, hagan subir a la
persona menos pensada del público para que luego de un improvisado sapucai se desate una Sobredosis de chamamé (desde el sábado a
la noche que no se me despega la clásica tonadita de los Amboé). A mitad de
concierto se filtra Mi si bemol, una
balada de amor en la onda de Jorge Serrano (Auténticos Decadentes) escrita por
Valentín Scagliola, tecladista, productor y compositor estrella de los
cordobeses.
Los Caligaris llegaron con familia completa y
público propio a su compromiso faldense, y especialmente para ellos va dedicado
el último tema de la lista, Kilómetros,
una oda perfecta a la relación simbiótica que resulta de una banda con mucho feeling y sus seguidores. En realidad
fue el anteúltimo tema, quedaba Nadie es
perfecto, el hit fundacional que los proyectó, interpretado con toda la
galería de personajes del circo en escena, cañón de papelitos metalizados y
espuma loca anticipando el carnaval.
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