domingo, 31 de enero de 2016

Los Cafres, encienden la llama


RECITALES DE VERANO

Por Néstor Pousa

La primera vez en La Falda para Los Cafres dejó algunos datos para destacar, a saber: el show empezó más tarde de lo acostumbrado; en compensación por la espera la banda entregó un show larga duración seguido por un público en su gran mayoría festivalero. Sin innecesarios juicios de valor, esto último fue muy notorio ya que habitualmente la gente que concurre a este ciclo se divide entre locales y turistas que en la mayoría de los casos no son seguidores de las bandas programadas. La presentación de Los Cafres en cambio contó con público adepto desde el minuto cero, Guillermo Bonetto, cantante y líder, desde el escenario constantemente repetía la palabra feed-back (retroalimentar), efecto que se logra por la reacción favorable del que escucha cuando conoce y es afín a la música que se propala, cosa que no ocurre con un público neutro.
En la faz técnica se estrenó un nuevo sistema de sonido con alta calidad de prestaciones, se utilizó por primera vez una cámara con grúa para lograr mejores planos de artistas y gente, sumadas a las vistas aéreas capturadas por un drone que ya se había estrenado con Caligaris.
Desde Sin semilla, primera canción de un concierto que empezó con la banda completa en escena calentando motores y Bonetto irrumpiendo desde el backstage, fueron casi dos horas de show con un mini intervalo promediando la función. Simbólico, porque Sin semilla fue nada menos que el tema que los impulsó, la pista uno de Frecuencia Cafre, álbum debut publicado en 1994. Pero la banda reconoce una trayectoria un poco más larga, con un primer período de actividad que va desde 1987 a 1989, un intervalo de tres años en el cual sus integrantes se dedicaron a viajar fuera del país y la posterior reunión en 1992 hasta nuestros días. Recién entonces es cuando se formaliza la carrera de Los Cafres con el disco antes mencionado. Pero nada fue tan fácil, ni inmediato. El mismo día del show, luego del almuerzo y antes de una incursión por la pileta del hotel que los recibe durante su estadía faldense, el mismo Guillermo Bonetto nos confiaba que hace 10 años que pueden vivir de la música, y llama la atención el dato por tratarse de una banda de tan extensa trayectoria. La fecha es casi coincidente con la publicación de ¿Quién da más? (2004), trabajo que atesora el hit Si el amor se cae, canción que los hizo populares y les abrió las puertas de la consagración definitiva.

Guillermo Bonetto es un frontman imprescindible para una banda que cultive música reggae. Sus bailoteos constantes y movimientos ondulantes a todo el ancho del escenario no se interrumpen en ningún momento del show. Dirige una numerosa banda que se conoce desde hace muchos años y suena corpulenta. El Roots Reggae es un estilo que puede parecer reiterativo para oídos no iniciados o que prefieran músicas de armonías más complejas, sin embargo Los Cafres saben traducirlo a la perfección y con incuestionable contundencia gracias a su sólida base rítmica de bajo, batería y percusión, dos teclados, dos guitarras y los bronces (saxo, trompeta, flauta traversa, en ocasiones trombón). Bonetto (quien reconoce entre sus influencias actuales al cantante de tangos cordobés Ariel Ardit) presenta la banda: el imprescindible Claudio Illobre en teclados y principal compositor, Gonzalo Albornoz en el bajo, Sebastián Paradisi en batería y sus compañeros, tuvieron instancias de lucimiento personal. Entre un número y otro el cantante chequea el estado de ánimo de la platea, arenga para que liberen gritos de euforia y bromea con los del “sector vip” (sic), la música rítmica se disfruta mejor de pie y bailando, sugiere a los que no abandonaron su silla en toda la noche. Se escucharon en la primera parte: Hace falta, Dale!, La música, Kaos, Imposible, Velas y sahumerios, Loco, Barrilete, Tilcara, entre otros. El segundo bloque fue demoledor por los hits: Aire, Bastará, Tus ojos (será que sos un ángel), Pelusa (dedicado a Diego Armando), Si el amor se cae, Casi que me pierdo y La receta le pusieron el moño a una de las mejores noches de un ciclo que de confirmarse esta tendencia (Los Pericos inauguraron esta nueva temporada del ciclo) puede convertir a La Falda en un nuevo bastión de la música que profesó Bob Marley.

Fotos: NP

domingo, 24 de enero de 2016

Todos locos con Los Caligaris

RECITALES DE VERANO

Por Néstor Pousa

Sábado 23 de enero: el día en que Cosquín Folklore inauguraba su edición 56, el mismo en que Luis Alberto hubiera cumplido 66 y por quien se celebra el Día Nacional de Músico. En ese fin de semana históricamente record en aluvión turístico en Punilla Los Caligaris llegaron para ratificar su condición de banda cordobesa con mayor convocatoria en las sierras.
Los oriundos de Residencial América deben ser una de las presencias más constantes en La Falda a lo largo de los últimos 15 años, y siempre hay una fiesta cada vez que vienen. Lo del sábado pasado no fue la excepción e incluso se potenció con la presentación, aunque no formal por cierto, de Circología, flamante disco con fecha de publicación en 2015 y que ya viene facturando algunos hits de amplia rotación.
Con Circología la banda de los hermanos Pampiglione vuelve a exponerse como un referente del cuarteto con pulso rockero, pero que curten el ska como muy pocos saben hacerlo.
Tan cordobeses como el fernet con coca y tan divertidos como un asado con tus mejores amigos, Los Caligaris saben cómo va la cosa y una vez cumplido el propósito de hacer reír, fin primario de los payasos de circo, luego asombran con el poderoso sonido de una banda de 12 integrantes que se conocen de memoria y se complementan a la perfección. Escenarios de Argentina, México y España pueden dar fe de esto.

El show actual siempre arranca con Todos locos hit súper poderoso que viene como pista número uno del nuevo disco, que acredita un riff y un estribillo que se cuela por todas las radios y se multiplica en cortinas televisivas. Arrancar tan arriba te da una idea de cómo seguirá la cosa durante la próxima hora y cuarto. Que corran es el segundo tema del disco y del show, marchoso pero con letra reflexiva: “Que corran todos los demás, nosotros vamos caminando”, canta sobre un coro Martín Pampiglione, uno de los tres cantantes de la banda. 
En lección básica de cómo sonarían Los Redondos de haber nacido en Córdoba arrancan con la intro de Ji ji ji, entonces el pogo más grande del mundo suena con un ritmo de cuarteto que haría estremecer al mismísimo Indio Solari. Pegadito y al pie la broma se transforma en Razón, de su propio repertorio.
El show toma su forma más delirante con la infaltable rutina que protagoniza Raúl Sencillez (alter ego de Diego Pampiglione, baterista y miembro fundador). Presentado con bombos y platillos, como corresponde a un circo, uno nunca sabe que puede pasar durante ese segmento. Como que, por ejemplo, hagan subir a la persona menos pensada del público para que luego de un improvisado sapucai se desate una Sobredosis de chamamé (desde el sábado a la noche que no se me despega la clásica tonadita de los Amboé). A mitad de concierto se filtra Mi si bemol, una balada de amor en la onda de Jorge Serrano (Auténticos Decadentes) escrita por Valentín Scagliola, tecladista, productor y compositor estrella de los cordobeses.
Los Caligaris llegaron con familia completa y público propio a su compromiso faldense, y especialmente para ellos va dedicado el último tema de la lista, Kilómetros, una oda perfecta a la relación simbiótica que resulta de una banda con mucho feeling y sus seguidores. En realidad fue el anteúltimo tema, quedaba Nadie es perfecto, el hit fundacional que los proyectó, interpretado con toda la galería de personajes del circo en escena, cañón de papelitos metalizados y espuma loca anticipando el carnaval.

Foto: Prensa y Difusión - Turismo y Cultura La Falda

domingo, 10 de enero de 2016

Los Pericos: La Falda Ciudad Reggae

RECITALES DE VERANO                               
Por Néstor Pousa

Juan Alfredo Baleirón baja a la entrevista con una remera que en el pecho dice: “Que buena nota”. Tal vez fue una casualidad o bien un gesto de bienvenida para el cronista que lo espera. Bromeamos sobre el detalle y enseguida con envidiable memoria me recuerda que la primera vez que vinieron Los Pericos a La Falda fue en el verano 2004 con un show también gratuito en el andén del ferrocarril, un predio que por entonces se había reconfigurado como un circuito de expo-aventura (?).
Pero Juanchi, apodo con el que todos lo conocen, conserva una relación con esta ciudad que va mucho más allá de su actividad profesional y tiene que ver con su adolescencia: “Yo venía en los veranos a La Falda a la casa de mi tía, uno de mis primos hermanos (nota: Enrique Rodríguez, Baleirón por parte de madre y mi amigo del colegio secundario) regenteaba el Restaurant Munich (que estaba ubicado al 150 de la Av. España) y por las noches íbamos a bailar a Bon Bai”, recuerda con precisión el cantante.
Volviendo al 2004, esa fue una gira serrana organizada por el productor cordobés José Palazzo que incluyó otras localidades como Capilla del Monte, pero fue precisamente en la ciudad de Las Varillas (al este de la provincia) donde Bahiano hizo su último show al frente de la banda, pocos meses antes de su repentina renuncia. Surge solo el tema de cuando Pericos se quedó sin el que fuera por 17 años su cantante y líder natural, y de cómo consiguieron seguir adelante sin él. “Ni siquiera fue una decisión, era lo más normal seguir, el tema era ver cómo… nuestro amor propio, la energía puesta en la banda. La crisis entonces se transformó en oportunidad para chequear la actitud”, asegura quien tuvo que tomar la posta al frente del grupo.

Para afuera, como les gusta diferenciar, nunca se aclararon los reales motivos de la renuncia del Bahiano para emprender una carrera solista, pero los que se quedaron insisten en que: “Siempre fuimos un equipo, el desafío era revertir la imagen. Y la gente se adaptó. Hubo un duelo, miedos e inseguridades pero a la distancia vemos que lo pusimos todo en la misma carpeta y vamos para adelante. Reaccionamos rápido porque si nos poníamos a pensar creo que se hubiera diluido la energía”, expresan casi en forma coral Juanchi junto a dos de sus compañeros: Diego “Chapa” Blanco (teclados y coros) y Ariel “Topo” Raiman (batería).
Se preocupan por remarcar que la decisión del excantante fue unilateral y que ellos siempre se consideraron como un equipo, cuando tal vez hacia afuera parecía otra cosa. ¿Cómo se decidió el reemplazo? Juanchi: “Yo hacía coros y cantaba en los ensayos, pero en algún momento pensamos en traer otro cantante como reemplazo, un venezolano o amigos nuestros. Pero empecé a cantar en la sala como catarsis y para ver qué pasaba, estábamos viviendo una transición tocando, y así se dio que pasé a cantar yo”.
“Si bien había una identificación de la gente con el Bahiano, nos acomodamos, pero fue muy natural, y bueno, ya llevamos 11 años”, agrega Raiman.

Cuando Los Pericos irrumpen en la escena nacional con el arrollador suceso de su primer disco El ritual de la banana (1987), el reggae para Argentina era un ritmo exótico y con un nombre que no sabíamos bien cómo pronunciar. Si bien era originario de Jamaica, los datos llegaban de la cultura anglosajona. La banda The Police tuvo mucho que ver con la difusión del reggae a escala global, pero por entonces aquí sólo algunos pocos iniciados sabían de  Bob Marley.
Ahora que el género se impuso y suma incondicionales seguidores a todo lo largo y ancho del país, que responsabilidad consideran Los Pericos que les cabe en esta historia: “Somos la banda que hizo más popular al reggae -aseguran sin dudarlo- si bien estaban Sumo, Los Abuelos de la Nada, Alphonso S’Entrega, y hasta Donald llegó a hacer reggae en su momento, cuando aparecimos nosotros apareció la palabra reggae. Los Pericos irrumpió y a la vez de hacer un género diferente éramos muy populares en el comienzo, el primer disco fue muy exitoso con el Ritual de la banana, Jamaica Reggae y Nada que perder) hicimos una difusión importante. Involuntaria, porque fue un éxito que explotó”, examinan.

Un par de horas después, y luego de que en el primer turno los locales Mil Nombres expusieran su rock de power trío, Los Pericos se subían al escenario de Edén y San Martín para poner en modo inicio una nueva temporada del ciclo La Falda bajo las Estrellas que aparte de ellos agenda para el sábado 30 de enero a Los Cafres, otra banda de enorme predicamento en el reggae argentino (chequear por google la grilla completa).
Los comandados por Baleirón ofrecieron un show sin fisuras, de menor a mayor y a la altura de una banda que acumula 28 años en la ruta. También el público fue concentrándose de a poco hasta transformarse en una muy buena convocatoria. Se escucharon en renovadas versiones los más grandes éxitos de la banda: Runaway, Complicado y aturdido, Pupilas lejanas, Waitin’, Mucha experiencia, Boulevard y Natural Mystic, cover de Bob Marley. Siguieron, el flamante Señales erróneas y otro clásico, Sin cadenas con Marcelo Fink como músico invitado en el bajo.
Fue una fiesta que explotó al final en un inesperado pogo, de la mano de un calificado maestro de ceremonias como es Juanchi que reservó para el cierre los más bailables Eu vi chegar, Parate y mira (con entonación cuasi bahiana), Home, Sweet Home y Casi nunca lo ves.
La noche parecía no tener fin, tanto que Juanchi apelando a su memoria emotiva se despidió con un: “¡Che, que abran Bon Con y Bon Bai!”.

Fotos: NP