Fotos: Carlos M. Díaz (Bitácora de Vuelo) |
RECITALES
Por Néstor Pousa
Por Néstor Pousa
Con la
habilidad de un consumado performer Daniel Melingo se pone en la piel de
todos y cada uno de los extraños personajes que habitan los sórdidos arrabales
de sus tangos malditos y mordaces milongas. Mente, alma y materia al servicio
de la composición de estereotipos porteños que se expresan en lunfardo y desnudan
historias surgidas de las márgenes tangueras. La primera impresión nos devuelve
una imagen sombría, casi fantasmal, acentuada en la aspereza de su voz ronca y gastada
y el resoplo de su hálito sobre el mic. Es un ejercicio de concentración
seguirlo, pero al cabo arribaremos a buen puerto.
Melingo
es el mismo que en la primera mitad de los 80’s formó parte de bandas
fundamentales del tan mentado Rock Nacional. Miembro fundador de Los Twist, esa desprejuiciada factoría de
canciones que con apariencia divertida y bailable le asestaron un cachetazo al
vicio de la dictadura en retirada. Integrante de Abuelos de la Nada donde Miguel "Abuelo" Peralta daba clases prácticas de histrionismo de las que Melingo
debe haber tomado debida nota. Ladero de Luca Prodan en los años iniciáticos de
Sumo hasta que le cedió su lugar en el saxo a Pettinato. Integrante de uno de
los tantos clanes que formó Charly García
en rol solista, quien se lo llevó a girar por España, país en el que se afincaría
para dar forma a su propio proyecto llamado Lions
in Love. En definitiva al polifacético músico nunca le faltó el trabajo, pero
a fines de los infames 90’s pegó un volantazo y se dedicó a componer y cantar
tangos lunfardos con la convicción de un heredero tardío del enorme Edmundo
Rivero, y documentaría esta nueva faceta con una seguidilla de discos de los
cuales Tangos bajos (1998) fue el
primer eslabón que continuaría con Ufa (2003),
Santa Milonga (2004), Maldito Tango (2007) y Corazón y hueso (2011). En un nuevo giro
de sus posibilidades, este artista al que parecen no pesarle los cambios de
rumbo, concibió en 2014 Linyera, un álbum
ecléctico donde integra con coherencia su prolífico repertorio de tangos con
otras músicas universalmente afines.
Con el fin de
presentar este nuevo trabajo Daniel Melingo estuvo en Córdoba el pasado viernes
10 de abril ante una Sala de las Américas prácticamente repleta. La puesta del
concierto, austera e impecable, está diseñada como una obra conceptual en la que
la banda arremete con el instrumental Obertura
Linyera. Esta vieja tonada en ritmo de fox-trot
que popularizara Antonio Tormo y que en Córdoba fue un éxito rotundo de Los de Alberdi; acciona como leit motiv de toda la estética del disco
físico, del montaje escénico y de la gira internacional (que recibe el nombre Orquesta Linyera Tour 2015). Linyera, por lo tanto, es un vocablo que encierra todo un concepto artístico y una
forma de entender la vida. Para eso Melingo abandona su fina estampa de
compadrito de impecable traje y pelo a la gomina que le conocíamos, para meterse
en la piel de un vagabundo que viste pantalones y gabán un talle más grande. El
chambergo descuidado, su cara huesuda con barba de algunos días y sus ojos
desorbitados completan el cuadro. La banda continúa imperturbable. Ellos: Muhammad Habbibi (guitarra eléctrica, serrucho y coros),
Juan Ravioli (buzuki, sintetizador y guitarra de 12 cuerdas), Gustavo
"El Marqués" Paglia (bandoneón), Pato Cotella (contrabajo), Gonzalo
Santos (guitarra criolla, trompeta y flugelhorn) y Pepo Onetto (piano), hacen
el aguante hasta que aparece el cantor para adueñarse de un escenario que
recorrerá a su antojo. Un estreno, Garrapatea,
abre formalmente la función. Estabas ahí
parada, en la puerta de la ochava, cuando vino un tipo raro, sin un diente,
bien peinado, a robarte la moral… entona con sentimiento, pero su pose no parece tanguera. Otra de las nuevas, Televidente, conserva el espíritu del
tango reo aunque con poesía que sintoniza actualidad. Nada distrae la
continuidad del show y como un Bob Dylan
criollo no pronunciará ni una sola palabra entre canción y canción. Sin omitir
la intención de defender el nuevo material, aparecen obras de su anterior
cancionero. El vals La novia, la
milonga rivereana Leonel el feo, la
gastronómica De todo y para dos, Eco il mondo, Corazón y hueso, Sin luna,
el milongón En un bondi color humo (en donde el cantor suma su clarinete a la banda), Narigón
y el chamamé autobiográfico Julepe en la
Tierra, son las más reconocidas y festejadas por una platea absorta. Aunque
nada hará despertar más admiración que Volver
a los 17, con la que logran una de las más exquisitas versiones que se
escucharon de ese verdadero himno de Violeta Parra. La oscura balada Juan Salvo, el Eternauta donde la
orquesta exprime sonidos jazzeros, es otro de los momentos de alta inspiración.
Hasta que por fin Melingo se calzará una raída galera para La canción del linyera en versión completa y un middle con De nada sirve, aquella emblemática improvisación que Moris documentó
en Treinta minutos de vida.
Bis. Del
barrio me voy, del barrio me fui, tristes melodías que oigo al partir, voy
dejando atrás todo el arrabal en mi recuerdo, canta a capella simulando una falla de sonido y
se va. El segundo tramo de esta extensa gira lo llevará por Francia, Italia,
Luxemburgo, Noruega y Holanda. El linyera de esta historia parte a conquistar
escenarios de la Vieja Europa.-
Orquesta Linyera |
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