Con
la concreción de la Fiesta Nacional del Tango, La Falda se reinstalaba como
destino turístico a nivel nacional, a la vez que el tango demostraba que no le
temía a los pronósticos sobre su decadencia.
ESPECIAL ANIVERSARIO
Por Néstor Pousa
Volver, como dice el
tango, pero volver en el tiempo y comprobar que 50 años no es nada. ¿O sí? Veamos.
La efeméride indica que el 9 de enero de 2015 se cumplen los primeros 50 años
de existencia de la Fiesta Nacional del
Tango, según su nombre original. El padre de los festivales faldenses fue
el primer evento que generaría promoción genuina para elevar a esta ciudad en
el horizonte nacional, toda vez que empezaban a extinguirse los fulgores del
Eden Hotel, figura icónica rodeada de mitos indescifrables que le atribuyó
identidad turística a un pequeño pueblo que luego alcanzaría status de ciudad.
Por tradición oral la
historia da cuenta que la idea embrionaria de un festival apareció en charlas de
café en las que el tango no fue elegido al azar, había una pasión incondicional
por la música importada de Buenos Aires en aquellos hombres que fantasearon con
la concreción de este ciclo. Es un tributo también a aquellos pioneros, a nombres que
a muchos les sonarán familiares: Tito Pousa, Roberto Chaumont, Amador Almozny,
Carlos Routabon, el Dr. Cicarelli y los hermanos Rametta. Algunos otros quedarán
injustamente perdidos en la desmemoria del tiempo.
La intención era
reposicionar a la ciudad como destino turístico mediante un hecho cultural de gran
envergadura e intuían que el modelo a seguir era el Festival Nacional de Folklore de Cosquín surgido a tan sólo 20 km.
de aquí y que con la participación de las mayores figuras del canto popular ya documentaba
cinco ediciones en progreso.
Promediaba 1964 y
había que ponerse a trabajar urgente. La organización quedó en manos de la
Comisión Municipal de Cultura y Turismo, un grupo de personas que ofrecían su
tiempo ad honorem y de la que fue su
primer presidente el Dr. Juan Carlos Remo Vigliocco, de personalidad expeditiva
y eficiente a la hora de encabezar proyectos.
Para su concreción, sobre
avenida España (RN 38), entre Bv. Dante Alighieri y calle Carlos Gardel, se
levantó el anfiteatro municipal. Muy diferente a como lo conocemos actualmente,
aquel disponía de una enorme estructura parabólica de metal para albergar a
7.000 espectadores, ubicados en sillas plegables de madera no del todo confortables. A esa sala, hoy modernizada, los vecinos más antiguos todavía la citan
como “el auditorio del tango”, un auténtico mojón de la ciudad.
Declarado de interés
municipal por la administración del Intendente Manuel Arnedo, la histórica jornada
inaugural ocurrió el sábado 9 de enero de 1965. Y el ciclo se prolongó durante
nueve noches consecutivas hasta el domingo 17.
El programa de la primera
noche anunciaba a: Aníbal Troilo, Lorenzo Barbero, Alba Solís, Miguel Montero,
Carlos Dante, Florindo Sassone, Ciriaco Ortiz acompañado por Roberto Grela y
Alberto Báez y el Ballet de la Ciudad de Córdoba, Dirección: Nenufar Fleitas.
El Maestro de Ceremonias fue el locutor villamariense Aníbal Cufré, mientras que
el actor Juan José Miguez lo asistía con glosas tangueras.
Las jornadas que
sucedieron a la apertura tuvieron una grilla verdaderamente envidiable de
artistas que hoy son referentes indiscutidos: Argentino Ledesma, Armando
Pontier, Alberto Podestá, Osvaldo Pugliese, Alberto Morán, José Basso, Néstor
Fabián, El Quinteto Real, Fulvio Salamanca, Edmundo Rivero, Astor Piazzolla,
Alfredo de Angelis, Alberto Marino y Mariano Mores con su quinteto. Y entre
ellos un faldense por adopción, Rodolfo Tulián, que hasta hoy luce orgulloso el
privilegio de haber estado en esta historia desde el minuto cero.
La revista de la
Fiesta Nacional del Tango (Año 1 – N° 1), publicación especialmente diseñada
para la difusión del evento, mostraba en su portada la imagen de Julio Sosa. El
uruguayo era una de las figuras más esperadas en La Falda, sin embargo un trágico
accidente de tránsito ocurrido menos de dos meses antes, la madrugada del 26 de
noviembre de 1964, terminó con la vida del irreemplazable cantor.
En el editorial de
dicha revista La Comisión manifestaba: “En cuanto a la Fiesta Nacional del
Tango, consideramos haber concretado una aspiración nacional largamente
acariciada por los numerosos amantes de la música argentina de mayor
popularidad. Con este festival, de proporciones inusitadas, el tango recupera
el nivel jerárquico que por lógica gravitación le corresponde”. Quedaba claro
que si para La Falda este ciclo representaba volver a poner en valor su nombre;
para el Tango era dimensionar claramente hasta qué punto tenían razón los que pronosticaban
la decadencia del género. No era injustificado el temor de los organizadores
sobre su poder de convocatoria, dudas que se disiparon desde el primer día con
una asistencia cercana a las 10.000 personas, de las que solamente 7.000
pudieron ingresar a ocupar una ubicación por la que desembolsaron $250. El
resto debió conformarse con mirar desde el otro lado del alambrado perimetral.
Las crónicas de los
enviados especiales confirmaban el éxito rotundo y La Falda empezaba a salir de
su ostracismo. En el primer fin de semana, las notables actuaciones del Gordo
Troilo, de Florindo Sassone, Ciriaco Ortiz, Armando Pontier, la guitarra de
Roberto Grela; y las voces de Alba Solís y Roberto Rufino, demostraban que la enunciada
desaparición del Tango no era más que una especulación pesimista. Todos
aseguraban que este ciclo sin igual significaba un renovado impulso para el
tango, el mismo Troilo luego de su actuación, expresaba: “Desaparecen los cafés, las confiterías, ya no quedan casi lugares
donde tocarlo y bailarlo. Por suerte esta fiesta grande y cordobesa, sin
precedentes que yo recuerde, nos está dando un empujón a todos”.
Para una ciudad que
se desvela por tratar de certificar sus 100 años de existencia, la mitad de ese
tiempo es cantidad suficiente como para objetar la paráfrasis tanguera del
título de esta nota. 50 años es mucho tiempo si hablamos de un ciclo que se
convirtió en el icono de la ciudad y la hizo trascender más allá de su
propia geografía. Hoy está definitivamente consolidado, pero este festival
insignia no estuvo inmunizado contra los avatares que padecieron los ciclos que
lo sucedieron: fiestas del Inmigrante, del Rock, del Alfajor; y por eso a sus años de vida no le
corresponde igual cantidad de ediciones concretadas (con la de Julio próximo
sumarán 32). No obstante, bastaron esos primeros años de apogeo y esplendor, un
período dorado que va desde 1965 a 1972, para ungir a La Falda como La Capital Nacional del Tango, desde
entonces y por siempre.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario