El
cantante de Virus recuerda el momento en que tuvo que reemplazar a su hermano.
Explica porque La Plata es cuna de artistas y pregunta por la calle Federico
Moura.
ENTREVISTA
Por Néstor Pousa
Contratados para un
show privado en un gran hotel, Virus,
la influyente banda pop de los 80’s, se encuentra de incógnito en La Falda. Una
llamada telefónica me pone en aviso y así consigo esta exclusiva con Marcelo Moura, cantante y vocero desde
que el inolvidable Federico Moura falleciera en diciembre de 1988.
El encuentro con
Marcelo es en las instalaciones remodeladas de la Posada del Edén Hotel (ex anexo) legendario lugar donde se alojaban
los músicos en tiempos del Festival de Rock, y será el cantante quien rompa el
hielo con un inesperado reclamo al cronista: “¿Está la calle Federico Moura en La Falda?”. Está el proyecto, le
respondo. ¿Está frizado?, insiste. Ante
su manifiesto interés prometo encargarme de reavivar la idea, a la vez que le
digo que ahora, lamentablemente, también tenemos que homenajear a Spinetta. “Para el Flaco, una avenida”, observa
Marcelo, quien más adelante confesará: “El
Flaco es mi norte”.
Viaje al pasado. Luego de que Virus lanzara en 1981 su disco debut (Wadu-Wadu), estaban apuntados para venir a la tercera edición del Festival Argentino de Música Contemporánea de La Falda, a realizarse en el verano de 1982, pero en aquellos primeros años no les era fácil a los grupos new-wave presentarse en este escenario. Nada fácil, porque los Virus fueron precursores de este estilo en el país y el público reclamaba rock and roll clásico más que ninguna otra cosa, por lo que en aquel 1982 prefirieron declinar la invitación. “Sí, me acuerdo absolutamente, aparte fue una constante durante muchos años que los festivales eran una situación muy difícil para nosotros porque todavía no éramos un grupo masivo, teníamos una propuesta absolutamente distinta y éramos el blanco ideal para cualquier tipo de agresión, así que preferíamos preservarnos de una situación que no nos convenía, y tocar solamente para gente que le gustaba lo que hacíamos. Había una cosa de supervivencia, porque la verdad es que es muy feo ir a tocar y ver que el 80% del público está esperando otro grupo que no tiene nada que ver con vos, y generalmente la respuesta era agredirte, así que, para qué vivir esa situación, no es necesario”, reflexiona.
-Pero
cuatro años después, en La Falda ’86, la cosa cambió totalmente.
“Ya en el ’86 éramos
un grupo muy popular y era completamente distinta la situación, el panorama era
absolutamente distinto, era mucho más pop y el recuerdo que tengo de ese
festival es hermoso, nos divertimos muchísimo, pero bueno, era otro contexto”.
-Todos
recuerdan los encuentros de ping pong en el hotel.
“Sí, sí, yo jugaba en pareja con Nito (Mestre), y Julio (Moura,
su otro hermano y guitarrista) con el Flaco (Spinetta), y Charly era el umpire,
un delirio absoluto (risas de ambos), fueron momentos que uno no olvidará nunca.
Hace poco estuvimos en Buenos Aires haciendo un show y vino Charly a tocar y
recordamos tantas cosas que vivimos juntos que son invalorables”.
-Precisamente
en el cierre del show de Virus en La Falda ’86, Charly y Andrés Calamaro se
subieron por sorpresa a tocar
“Andrés tenía una
particularidad, adonde tocábamos se colaba, siempre se subía en (el tema) Carolina a tocar el piano. Recuerdo
cuando falleció Federico que por primera vez yo estaba al frente, estaban de
invitados Spinetta, Charly, Cerati; y no sé por qué dijimos: ‘Que Andrés no entre’, porque entraba
como muy enloquecido, entonces hicimos todo un sistema de seguridad para que él
no pudiera ingresar al escenario y cuando largó Carolina ahí estaba Andrés tocando el piano, ¡nunca supimos por
donde pasó!”.
-¿Actualmente hay como una revalorización de la música de los 80’s?
“Sin dudas, son
ciclos que siempre suceden en la historia, y sin ningún lugar a dudas los 80’s
tuvieron a Soda, Sumo, Los Abuelos, Los Cadillacs, Los Pericos, Los Ratones.
Aparte todavía no era un negocio el rock & roll, eran bandas de amigos que
hacían arte, después se desvirtuó un poco con el negocio, las compañías vieron
que había un negocio ahí y se crearon artículos más descartables. Y es por eso
que hoy se ve con mucha claridad, que en los boliches bailables que vas pasan
Los Abuelos, Virus y los pibes de 16 años están prendidos fuego con eso”.
-También fue una década riesgosa, lo digo por todos los que quedaron en el camino: Luca Prodan, Miguel Abuelo, Federico Moura.
“Bueno, la década del
70 tuvo el flagelo político de la dictadura que arrasó con 30.000 personas,
entre ellas Jorge, nuestro hermano. La década del 80 tuvo el flagelo del HIV,
con el cual se fueron Federico, Miguel y muchísima gente más. Cada época es
como que tiene su marca, y también, viste, hay que tener mucho cuidado, porque
es muy fácil irse a la mierda en esta profesión y ejemplos me sobran: vos lo
ves a Charly, lo ves a Andrés, a Cerati, a Pity (de Viejas Locas), cuando das un
paso mal dado te vas a la mierda”. Marcelo pone especial énfasis en el caso de
Cerati: “Hay un hilo que divide irte a la mierda o no, el caso puntual de
Gustavo, un talento maravilloso, un guitarrista y cantante excepcional, un
compositor genial, un tipo culto, nunca lo veías ni mal vestido, ni en pedo, ni
diciendo boludeces, pero al mismo tiempo yo creo que descuidó un aspecto en
medio del pedo que te provoca a veces el éxito, no tomás conciencia de que sos
un tipo de 53 años y que no podés tener el ritmo de un pibe de 20, entonces de
un día para el otro se terminó algo que era maravilloso. Parte de la
inteligencia de un artista también radica en eso, en no perder el cable a
tierra, y es muy común la cosa de creerse distinto porque todo lo tenés servido
para eso, y si vos entrás en ese ‘todo’, y no sos consciente de tus
limitaciones te vas a la mierda con una facilidad total, viste”.
-¿Qué
caldo se cocinaba en La Plata que salían bandas tan disimiles y fundamentales?
Cito a Los Redondos y Virus, como ejemplos.
“Hay dos cosas que
son muy importantes, una te va a parecer más volada que la otra: la principal
es que es una ciudad fundamentalmente universitaria, motivo por lo cual está
lleno de jóvenes de todos lados, de distintas culturas, lo cual hace a la diversidad
musical y hay mucho movimiento artístico, como Rosario que es cuna de grandes
artistas. Lo que te agrego y que puede parecer una pelotudez pero para mí no lo
es, es que La Plata es una de las pocas ciudades diseñadas antes de que hubiera
nada, y se diseñó con un trazado que está basado en el feng shui, vos la ves
desde arriba y es una locura, y tiene una energía muy especial, por eso no me
parece que sea casual que sea una usina de bandas”.
-En
plena grabación del disco “Tierra del Fuego” en 1988, Federico ya muy enfermo te
pasa la posta y te dice que tenés que cantar vos, ¿Recordás que sentiste en
aquel momento?
“En realidad él iba a
cantarlo y no lo pudo hacer, entonces le dije que yo tenía todas las de perder,
y él me dijo por supuesto que tenés todas las de perder y ese es el desafío. Y
me encantó su respuesta porque siempre me entusiasmaron los desafíos, nunca me
gustaron las cosas fáciles, y yo sabía que Virus podía seguir. Sabía que no iba
a ser fácil, hubo una primera etapa en la que fui muy criticado, Virus bajó
muchísimo y siento que fue absolutamente justo porque estaba pagando el precio
de tener que aprender. Bueno, las cosas se fueron revirtiendo y hoy creo que
Virus es un gran grupo. Soy el primero que quisiera que Federico estuviera cantando y no yo, pero creo que es un gran
grupo y estoy orgulloso de haber afrontado el desafío”.-
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