El célebre quinteto inglés fue la nota distintiva de la edición 2009 de Cosquín Rock. Los reyes del rock duro congregaron una multitud de fans en la segunda jornada, el sábado 21 de febrero.
RECITALES DE COLECCIÓN
Por Néstor Pousa © 2009
Desde la mañana, el clima no pintaba bien para la segunda jornada de Cosquín Rock. Un temporal de lluvia persistente amenazaba con extenderse durante todo el día. Pero había un llamado desde San Rocke, era el de una banda que se encargó en los tempranos 70’s de poner la piedra fundacional de lo que hoy conocemos como hard rock, luego devenido en heavy metal.
Los ingleses Deep Purple se presentaban como el plato fuerte del Festival de Montaña y no había forma de perdérselo. Ni el mal tiempo, ni un dolor de muelas, ni un esguince de tobillo, ni nada que se le parezca. Tan sólo hubo tiempo de ver por TV como Independiente dirimía su eterno duelo con Racing con un inapelable 2-0 (perdón por la digresión futbolera). Y nos fuimos a San Rocke con lluvia y todo.
Por el predio circulaba un mundo de gente que se iba juntando. Un público muy diverso, ya que la jornada tenía una programación muy atractiva que congregaba a: seguidores de Cielo Razzo (banda surgida de esa inagotable cantera de rock que es Rosario), rastas con Los Cafres, crestas punkies en el temático y yerba mate con No Te Va a Gustar y La Vela Puerca (los dos grandes exponentes charrúas). Los seguidores de las bandas cordobesas estaban en el tercer escenario donde se presentaba el disco Nuevas Tribus, con Roko y Juan Terrenal como números fuertes. También había heavys nacionales aguantando por Almafuerte, que cerraba la noche. ¿Pero qué más? Estaban los mayores de 40 que solamente esperaban por Deep Purple, banda que con merecidos motivos alcanzó la categoría de mito mundial.
Como verdaderos chicos puntuales, cuando dieron las 23, los conducidos por Ian Gillan treparon al escenario principal y empezaron su set con Highway star. Rápidamente me saqué las pilchas de fan y me puse el overol de cronista (impermeable y con capucha, en esta ocasión) para tratar de relatarles lo que allí pasó.
De los miembros históricos permanecen en la banda el ya mencionado Gillan en voz, Roger Glover en bajo y Ian Paice en la batería. De los nuevos integrantes, aunque desde hace varios años, están Steve Morse en guitarra y Don Airey en teclados.
La lista siguió con otro clásico: Strange kind of woman, para luego dar paso a los mejores temas del álbum Rapture of the deep (2005) su última producción.
A esta altura se impone la pregunta: ¿Se nota la ausencia de su ex líder, el guitarrista Ritchie Blackmore? Sí, se nota, aunque el actual violero Steve Morse se desvive por no caer en la tentación de imitarlo. Pero a Ritchie se lo extraña en los históricos contrapuntos con la voz de Gillan y con los teclados de Jon Lord, el otro gran ausente. Por otra parte, la voz de Ian Gillan suena muy deteriorada, inclusive daba la sensación que lo afectaba algún problema extra en su garganta. No llegaba ni a palos a esos célebres falsetes y aullidos que exigen las canciones, y que él mismo impuso. Tal vez por esa falencia de Gillan, abusaron de interludios instrumentales, en uno de los cuales Airey se despachó con una versión de Adiós Nonino del Piazzolla universal. Después regresaron a los temas antológicos como Perfect Strangers y Space truckin’ y a continuación el himno Smoke on the water, lo más coreado por la gente junto al último bis, Black Night.
Comparar a Steve Morse -un excelente guitarrista- con Blackmore; o asemejar a Don Airey -un hábil tecladista- con Jon Lord; es tan cruel como confrontar a Maradona con alguno de los jugadores de la actual Selección Argentina. Es decir, estamos hablando en todos los casos de gente de un gran nivel profesional, pero sólo algunos escribieron la historia grande. Por eso el que regresó a su casa e inmediatamente puso en la compactera Made in Japan (célebre álbum doble en vivo de la banda, año 1972), tal vez se llevó una decepción; ya que la que se vio fue una versión de Deep Purple Made in San Rocke. Igual, constituyó un hito muy importante que sumó a su curriculum el festival más federal del país, que cada año siempre tiene algún atractivo extra para ofrecer.-
RECITALES DE COLECCIÓN
Por Néstor Pousa © 2009
Desde la mañana, el clima no pintaba bien para la segunda jornada de Cosquín Rock. Un temporal de lluvia persistente amenazaba con extenderse durante todo el día. Pero había un llamado desde San Rocke, era el de una banda que se encargó en los tempranos 70’s de poner la piedra fundacional de lo que hoy conocemos como hard rock, luego devenido en heavy metal.
Los ingleses Deep Purple se presentaban como el plato fuerte del Festival de Montaña y no había forma de perdérselo. Ni el mal tiempo, ni un dolor de muelas, ni un esguince de tobillo, ni nada que se le parezca. Tan sólo hubo tiempo de ver por TV como Independiente dirimía su eterno duelo con Racing con un inapelable 2-0 (perdón por la digresión futbolera). Y nos fuimos a San Rocke con lluvia y todo.
Por el predio circulaba un mundo de gente que se iba juntando. Un público muy diverso, ya que la jornada tenía una programación muy atractiva que congregaba a: seguidores de Cielo Razzo (banda surgida de esa inagotable cantera de rock que es Rosario), rastas con Los Cafres, crestas punkies en el temático y yerba mate con No Te Va a Gustar y La Vela Puerca (los dos grandes exponentes charrúas). Los seguidores de las bandas cordobesas estaban en el tercer escenario donde se presentaba el disco Nuevas Tribus, con Roko y Juan Terrenal como números fuertes. También había heavys nacionales aguantando por Almafuerte, que cerraba la noche. ¿Pero qué más? Estaban los mayores de 40 que solamente esperaban por Deep Purple, banda que con merecidos motivos alcanzó la categoría de mito mundial.
Como verdaderos chicos puntuales, cuando dieron las 23, los conducidos por Ian Gillan treparon al escenario principal y empezaron su set con Highway star. Rápidamente me saqué las pilchas de fan y me puse el overol de cronista (impermeable y con capucha, en esta ocasión) para tratar de relatarles lo que allí pasó.
De los miembros históricos permanecen en la banda el ya mencionado Gillan en voz, Roger Glover en bajo y Ian Paice en la batería. De los nuevos integrantes, aunque desde hace varios años, están Steve Morse en guitarra y Don Airey en teclados.
La lista siguió con otro clásico: Strange kind of woman, para luego dar paso a los mejores temas del álbum Rapture of the deep (2005) su última producción.
A esta altura se impone la pregunta: ¿Se nota la ausencia de su ex líder, el guitarrista Ritchie Blackmore? Sí, se nota, aunque el actual violero Steve Morse se desvive por no caer en la tentación de imitarlo. Pero a Ritchie se lo extraña en los históricos contrapuntos con la voz de Gillan y con los teclados de Jon Lord, el otro gran ausente. Por otra parte, la voz de Ian Gillan suena muy deteriorada, inclusive daba la sensación que lo afectaba algún problema extra en su garganta. No llegaba ni a palos a esos célebres falsetes y aullidos que exigen las canciones, y que él mismo impuso. Tal vez por esa falencia de Gillan, abusaron de interludios instrumentales, en uno de los cuales Airey se despachó con una versión de Adiós Nonino del Piazzolla universal. Después regresaron a los temas antológicos como Perfect Strangers y Space truckin’ y a continuación el himno Smoke on the water, lo más coreado por la gente junto al último bis, Black Night.
Comparar a Steve Morse -un excelente guitarrista- con Blackmore; o asemejar a Don Airey -un hábil tecladista- con Jon Lord; es tan cruel como confrontar a Maradona con alguno de los jugadores de la actual Selección Argentina. Es decir, estamos hablando en todos los casos de gente de un gran nivel profesional, pero sólo algunos escribieron la historia grande. Por eso el que regresó a su casa e inmediatamente puso en la compactera Made in Japan (célebre álbum doble en vivo de la banda, año 1972), tal vez se llevó una decepción; ya que la que se vio fue una versión de Deep Purple Made in San Rocke. Igual, constituyó un hito muy importante que sumó a su curriculum el festival más federal del país, que cada año siempre tiene algún atractivo extra para ofrecer.-