Divididos en La Falda (Foto: Flor Piai) |
GIRA 30 AÑOS
Por Néstor
Pousa
Tras la muerte de Luca Prodan, ocurrida el 22 de
diciembre de 1987, Sumo se quedó sin
posibilidades de sobrevida. Si bien una banda es la suma de sus partes, el indudable
liderazgo e influencia que Luca ejercía en el resto hicieron imposible la
continuación del proyecto sin él. Sus
compañeros le rindieron homenaje tocando juntos por última vez en el Festival Chateau Rock de Córdoba en
marzo de 1988, para luego dispersarse y seguir sus carreras en distintas
direcciones. Ricardo Mollo y Diego Arnedo formarían Divididos; al tiempo que Germán Daffunchio y Alberto “Superman”
Troglio junto a Alejandro Sokol, un ex Sumo de la primera formación, harían lo
propio con Las Pelotas. Roberto
Pettinato en tanto se radicaría en España para formar Pachuco Cadáver.
La relación de los músicos con Córdoba se dio
desde la mismísima génesis de Sumo. Siempre se señala a Nono, localidad de
Traslasierra, como el bunker creativo y lugar en el mundo durante los primeros
años.
Fueron memorables las presentaciones en el
Chateau Rock en 1987 y el ya mencionado homenaje de 1988. Es por eso que no
sorprende que las actuaciones consagratorias de Divididos y Las Pelotas, más
significativo en el caso de los primeros, hayan ocurrido en el Festival Argentino de Música Contemporánea
de La Falda. Esto pasaba durante el verano de 1992, cuando Mario Luna,
creador del trascendental ciclo que luego mutaría su nombre por el de La
Falda Rock, programaba en una misma cartelera a las dos bandas edificadas
sobre los escombros de Sumo.
Divididos llegaba en ese año a La Falda
precedido por una bien ganada fama de banda que te aplanaba con su sonido y
presentaban como prueba irrefutable de ello su segundo disco titulado Acariciando lo áspero (1991). Habían debutado
en junio de 1988 con Gustavo Collado en la batería con quien un año después
lanzan 40 dibujos ahí en el piso, pero
para el estreno faldense Collado ya había abandonado el trío dejando su lugar a
Federico Gil Solá con quien Ricardo Mollo (guitarra y voz) y Diego Arnedo (bajo
y voz) le darían el acabado final al sonido de power trío que proyectaban y que ante el público de La Falda
pudieron documentar fehacientemente con una performance arrolladora y
sorprendente. De esa forma se ganarían con justicia el mote de aplanadora del rock.
Así fueron edificando una carrera sin
precedentes en la escena nacional, acumulando un repertorio tan sólido como su estilo
y una seguidilla de discos fundamentales como: La era de la boludez (1993), Otroletravaladna
(1995), Gol de mujer (1998), Narigón del siglo (2000) y Vengo del placard de otro (2002). Luego
de este, deberíamos esperar ocho años para que viera la luz la que tal vez sea
su obra más lograda: Amapola del 66,
con el que obtendrían el Premio Gardel de Oro a la música.
Tal vez para una banda exitosa ocho años entre un disco y otro sea demasiado
tiempo, pero los Divididos habían alcanzado un estado de gracia tal que les
permitía emprender cada acción desentendiéndose de la histeria propia de los
intereses de la industria.
En ese camino también habían dejado como hitos
un puñado de discos en vivo que exponen el terreno donde son más eficaces, el escenario.
En ese devenir se habían sucedido los sucesivos cambios
de bateristas, Gil Solá dejó su lugar a Jorge Araujo (período 1995-2004), y
este a Catriel Ciavarella (desde 2004 hasta el presente). Mientras que el
inquebrantable doble liderazgo de Mollo-Arnedo persiste inamovible.
Con esta formación hace apenas dos años regresaron
a La Falda, esa vez para un show propio (ya no es tan habitual ver su nombre en
grillas de festivales) en el Anfiteatro Municipal, el 26 de marzo de 2016. Fue
un regreso con algo de nostalgia y con cuentas pendientes por saldar, como la de
la tristemente célebre edición La Falda
Rock ’87, el año en que Sumo, entre otros, no pudo concretar su actuación
por la suspensión del festival.
Pero el 2018 será un año de celebración para
Divididos que está cumpliendo 30 años de trayectoria. La publicación en Facebook nos anotició, con algo de
sorpresa, que La Falda está anotada como una de las escalas de la gira que
conmemora esa efemérides de número redondo. La fecha será el sábado 25 de agosto. El lugar no puede
ser otro que el Anfiteatro Municipal, un espacio de referencia cuando hablamos
de los más importantes eventos musicales de La Falda y zona. La cita se presume
impostergable.
La Falda Rock ¿sí o no?
Anfiteatro Municipal LF (Foto: Eze Giardelli) |
Consultados por este medio, tanto desde la
productora privada XL Abasto, como desde el ámbito municipal, la respuesta fue
coincidente: no está descartada la realización de La Falda Rock en su edición
2018, se está evaluando hacerlo en una fecha posterior y muy cercana al show de
Divididos. Desde ambos espacios, privado y público, está trabajando en ello, pero
nada está definido por el momento.
Habrá que seguir esperando entonces para ver
cuál será la suerte del ciclo en esta, su tercera reencarnación.