RECITALES
Por Néstor
Pousa
Una sala de teatro off
sumergida en pleno paraíso serrano. Un espacio cultural ubicado en “pleno
centro” del pueblo, justo frente a la plaza de San Marcos Sierras, uno de esos
últimos bastiones hippies del siglo
XXI que se resisten a desaparecer, y mantener esa condición en la era
dominada por el exhibicionismo selfie
y las híper comunicaciones inteligentes, no es poca cosa.
Alguna especie de contracultura aún sobrevive allí pero no en
forma de hippismo rancio, hay rasgos
de posmodernidad como signo de los tiempos, una avanzada letal contra un estilo
de vida empecinado en no claudicar. No es raro que hasta allí haya
llevado sus músicas Litto Nebbia. Sus
músicas, sinónimo por canciones que usa a menudo quien es considerado el padre
del rock de castellano, o rock de autor, o como prefieran. A esta altura, ni a
él, ni a nadie le importan los rótulos y encasillamientos. Pero el dato a
relevar es que era la primera vez, el debut absoluto del autor de La Balsa en ese lugar idílico que es sinónimo
de anhelado desenchufe.
La salita no podía entonces tener un nombre normal, sus responsables la bautizaron Galaxia T.A.F. Para aquel que no pueda controlar la curiosidad de preguntar el significado de la sigla, explican: es un doble sentido entre una humorada (Todos Aman a Facundo, uno de los integrantes del grupo de teatro que allí se hace fuerte), y un dato oculto descriptivo de la ubicación del espacio (Teatro Al Fondo). No hay luces de neón en la marquesina, solamente una simple pizarra en la vereda que con letra de molde tallada a tiza anuncia la prestigiosa presencia entre las luces tenues de un domingo a la noche.
El formato de show que llevó Litto hasta ese lugar, previo paso
un día antes por la ciudad de Córdoba, es el que él mismo denominó A su aire, una de las tantas formas que
tiene el ex líder de Los Gatos de mantenerse “en dedos”. Y tiene algunas
características, a saber: le permite movilizarse con pocos elementos, un par
teclados, un guitarrón Taylor y su
inseparable carpeta con canciones, de las tantas que escribió y muchas que grabó.
Entre ellas, el humor del momento decidirá cuales van a emerger esa noche.
Nadie lo sabe, ni siquiera él. Y allí, ante una platea muda y casi a oscuras
empieza a recorrer partituras que solo están en su cabeza, apoyado por algún
machete ayuda-memoria que no necesita consultar demasiado. La intensidad del
concierto solista de Nebbia no merece tachaduras. El recorrido, avisa, es al
azar (a su aire), pero tranquiliza
diciendo que cuatro o cinco clásicos impostergables, los va a tocar. ¿Y cuáles serían esos temas obligados? Viento
dile a la lluvia, El rey lloró, Sólo se trata de vivir, Quien quiera oír que oiga y por supuesto
La balsa, el primer gran hit del rock
criollo que se transformó en éxito y luego, durante muchos años, su autor se
negó a tocar, hoy es casi el tema de cierre en sus presentaciones.
Litto no reniega de sus convicciones y regala piezas no tan transitadas, Está en tus manos, El mundo necesita un amigo, Dónde está esa promesa (hit oculto de Los Gatos), El compositor no se detiene (del álbum que le produjo a Andrés Calamaro), El gran imaginador (inédito), Tu alma te acompañará (compuesto hace una semana), el tango Como dos extraños, al estilo Nebbia, y Los chivos emisarios, entre otros, y siempre Nebbia al frente de sus teclados, haciendo las armonías, los bajos, los adornos, disparando la percusión pre-seteada.
Hubo un intermedio con guitarra, una segunda parte del show
que él denomina “el guitarrazo”, que esta vez se prolongó más allá de lo
acostumbrado. Entonces aparecieron con un ligero estilo folk acústico y como si
estuviéramos a la luz de un fogón, Memento
morí (de aquella colaboración con la poeta Mirta Defilpo), Canción del horizonte, Madre escúchame, Canción para los inocentes (inédita, modelo 1970), Nueva zamba para mi tierra y Coplas del musiquero.
No se guardó nada Litto. Habló, bromeó, apostilló cada
canción. Es al fin y al cabo la vida que eligió, vivir las 24 horas del día,
todos los días, por y para la música.
Mama Rock: Oficiaron de presentadores Lucas Fernández y Germán Hidalgo de Mama Rock (Radio Nacional Córdoba), programa que luego de 14 años en el aire oficializó en la ocasión a Nebbia como padrino del envío.