lunes, 11 de abril de 2016

Vengan las bandas: invasión heavy a Córdoba

Finizzola, licenciado en heavy metal
Luego de las últimas visitas y tras la confirmación de la llegada del beatle Paul Mc Cartney, Córdoba se ha posicionado firmemente como la segunda plaza del país en la concreción de shows internacionales.

ENTREVISTA

Por Néstor Pousa

Julián Finizzola es un faldense clase ‘71 que creció escuchando heavy metal. Pero no se conformó con ser solamente un fan, aprendió a tocar la batería y junto a sus amigos fundó las bandas: Sexton, llegando a participar del legendario Festival de Rock de La Falda; y M.A.G.M.A., aún en actividad pero ya sin Julián en sus filas, quien luego de finalizar el ciclo secundario marchó a Córdoba a continuar sus estudios en la carrera de Psicología. Con él analizamos este impensado desembarco en Córdoba de las más importantes bandas del género que lo apasiona. Las sensaciones de un chico del interior del interior devenido en reconocido profesional que exhibe una extensa foja de servicios en el área de la psicología educacional y aplicada al deporte (el nombre del Club Atlético Belgrano, entre otros clubes, aparece en su CV), pero que sin embargo nunca desatendió su amor por la música y su pasión por lo que él define como un “movimiento mundial”: el heavy metal.  
¿Imaginaste alguna vez un presente en el que todas tus bandas favoritas llegasen a tocar en Córdoba?, es la pregunta que le lanzo para empezar a hablar del tema: “No solo no lo imaginé, en nuestros años púberes ni siquiera podía llegar a ser un sueño lisérgico. Eran tan grandes estas bestias que hasta por momentos creíamos, al menos yo lo creía, que no eran reales. La música, los spandex, las hebillas y muñequeras, los instrumentos, las paredes de Marshall, todo era fantástico, surreal, más que mágico y por ende irrealizable”, dice Julían, que como un auténtico headbanger se entusiasma al hablar del tema.
  
-Muchos aseguran que con haber visto a los colosos Metallica, Megadeth y Iron Maiden ya están hechos, ¿vos ambicionas algo más?   “El psicoanálisis nos enseña que el deseo es el motor de la vida. La libido, o energía vital, es aquello que moviliza la propia existencia. Así que siempre habremos de tener algo más por desear. Personalmente creo que la gira de las cuatro leyendas británicas sería un sueño: Iron Maiden, Black Sabbath, Saxon y Judas Priest. Y por supuesto el sueño no imposible de un sólo concierto multi-aglutinador de la reunión de (la ex banda argentina) Hermética. Fin de la libido”, remata con una carcajada.

-Que hayan venido artistas míticos como Deep Purple y Robert Plant (la voz de Led Zeppelin), ¿también entran en tu agenda soñada?    “Esa es una de las características en nuestro movimiento mundial. No nos movemos sólo por una banda, nos movemos por eventos. Obviamente que un Top 10 mueve más gente que otras bandas, pero el metalero apoya y se regocija con el evento en sí mismo. Por supuesto que he visto todo lo que ha venido y estoy más que satisfecho”, reconoce.
 
-El público de heavy metal es, generalmente, muy fundamentalista. La recientemente confirmada llegada de Paul Mc Cartney a Córdoba (15 de mayo en el Kempes) ¿te genera alguna expectativa o no te mueve la aguja?    “Valoro al Beatle por su obra y trayectoria. Me gusta mucho la versión de Eleanor Rigby que hace O’Connor (Claudio, otro de los referentes nacionales), y creo que ayuda a consolidar la plaza. ¡Bienvenido Paul! pero igual prefiero a nuestro Paul… Stanley, un pibito”, y lanza otra carcajada por su ocurrencia al citar al guitarrista y cantante de Kiss.

-¿Hay público adolescente siguiendo el heavy metal? ¿está asegurado el futuro del género?    “Fuimos, somos y seremos un movimiento humilde pero muy sólido. Nos caracterizan el compromiso, el respeto mutuo y la lealtad, mientras haya seres cultivando esos valores habrá heavy metal por siempre. El metal es casi hereditario, artesanal, muy personal y emocional. Guarda con recelo a las bandas de sus bronces y saluda a las nuevas corrientes. ¡El metal nunca muere!”, enfatiza. “De hecho, Maiden está tocando para tres y cuatro generaciones”.
 
-No hay dudas que Córdoba es la segunda plaza del país, si de espectáculos internacionales hablamos, no obstante faltó algo de público en el show de Maiden, como faltó con Bob Dylan y con Ringo Starr, al igual que falta en los shows que ofrecen las bandas locales. ¿Cuál es tu análisis?    “No creo que sea muy difícil de develar. Por un lado el metal, así como las bandas que mencionaste y muchas otras más, desarrollan un producto artístico que encuadra entre variables con un alto estándar de calidad en relación a su orfebrería. La búsqueda en general de esas obras y agrupaciones enfoca determinada cantidad y calidad de objetivos entre los cuales la masividad, la penetración comercial y la efímera diversión no se encuentran en los primeros lugares. Si se logra algo de eso, pues bienvenido sea, o no tanto, depende. Por otro lado Córdoba, como provincia y como capital, es muy cosmopolita, está muy visitada y adoptante de muchas culturas vecinas y el punto de encuentro de todo eso está en lo más popular, divertido, pasajero, masivo. Además siempre nos gustó ser medio pa’ entendidos ¿no?, y eso desde mi visión también nos ralea en convocatorias. Aunque también somos grandes consumidores de material, merchandising, información y sobre todo muy fieles y seguidores. Un maidenero tiene todos los discos, y va de adelante para atrás y de atrás para adelante. En otros géneros no pasa… géneros, no solo grupos”, examina Julián con gesto freudiano, aunque luciendo una impecable remera de Megadeth.
 
-Tu actividad de licenciado en psicología está íntimamente ligada al fútbol, ¿existe alguna forma eficaz para seguir realizando conciertos multitudinarios en el Kempes sin comprometer el estado del césped?   “Entiendo que sí, pero no conozco en profundidad la cuestión”.

Para finalizar: ¿cuál es tu podio personal de los shows realizados hasta ahora en Córdoba? “Mi top 3 sería el siguiente (enumera en orden ascendente): Megadeth en Orfeo, segundo Anthrax en Cosquín Rock y primero Iron Maiden en el Kempes".

lunes, 4 de abril de 2016

¡Ahora sí! Paul McCartney en Córdoba

Luego de un par de amagues e intentos fallidos, al fin se cerró la llegada del beatle a Córdoba. La cita: el 15 de mayo en el Estadio Kempes. Mientras tanto, recordamos el show de Ringo Starr en Orfeo.

Por Néstor Pousa

Fueron dos las oportunidades en las que Paul McCartney estuvo a punto de pisar suelo cordobés. La primera en el 2012, pero la gira que lo traía enfiló hacia Montevideo y Asunción. La segunda durante la extensa gira que abarcó parte de 2014 y 2015, pero la suerte volvió a desviarse hacia Montevideo, Lima, Santiago de Chile, entre las plazas más cercanas. Dos intentos fallidos fueron demasiado como para pensar que algún día se concretaría la visita de esta auténtica celebridad del rock mundial. Sin embargo a mediados de marzo pasado volvió a correr el rumor de que Paul estaba cerca y nuevamente era la empresa En Vivo Producciones (José Palazzo) quien produciría el milagro. Pocos días después se confirmaba vía redes sociales lo que ya era un secreto a voces: la llegada del beatle Paul McCartney por primera vez a Córdoba era un hecho.  La cita es para domingo 15 de mayo en el Estadio Mario A. Kempes que se prepara de una forma especial para recibirlo, con un formato sólo usado para conciertos de gran escala y… preservando el césped mundialista.  La nueva gira, bautizada One on One Tour, se inauguró el pasado 13 de abril en Fresno (California, EE.UU.) y luego de recorrer algunas ciudades por el país del norte volará directamente a la Argentina a entregar 3 conciertos exclusivos para Sud América. El primero en Córdoba y luego dos más en el Estadio Único de La Plata en Buenos Aires, antes de saltar a Düsseldorf, Alemania. Un despropósito en términos logísticos, pero así será. 
Durante su nuevo show, de casi 3 horas de duración y que promete ser sorprendente, el zurdo bajista interpreta la friolera de 38 canciones en su mayoría pertenecientes al repertorio de los Fab Four, agrupadas en dos sets eléctricos con banda, un intermedio en solitario con guitarra acústica y una larga lista de bises (encores).
Así, Paul será el segundo beatle que toque en Córdoba luego de que Ringo Starr lo hiciera en 2013. Un hecho casi inédito para una provincia argentina, ya que hasta ahora sólo había sucedido en Buenos Aires. A continuación, y mientras esperamos el gran día, invitamos a repasar un extracto de la crónica publicada en Ecos de Punilla sobre el show ofrecido por Ringo en Orfeo el miércoles 6 de noviembre de 2013.

El efecto Ringo pasó por Córdoba. Fue como si hubiera pasado el cometa Halley, porque los 3500 afortunados que asistimos esa noche al Orfeo Superdomo quedamos así, con la boca abierta, deslumbrados, casi incrédulos de poder estar a un toque del baterista de Los Beatles, la banda de rock más famosa de la historia, la más influyente, la que inventó casi todo. Ringo viene liderando desde finales de los 80’s la All Starr Band, un seleccionado de estrellas que respaldan la gira del beatle. Un formato que tiene la particularidad de ir rotando a su personal. Así también, a medida que cambian sus miembros se va actualizando el repertorio, ya que a los clásicos que siempre interpreta Ringo se le suman los que puedan aportan el resto del combinado. El show arrancó con la banda en escena, la voz en off del locutor haciendo las presentaciones y Ringo entrando a la carrera para los dos primeros temas: Matchbox (de Carl Perkins) y It don’t come easy (uno de sus primeros números solistas), que desataron la excitación, los gritos, las lágrimas y la alegría de un público que saltó de sus butacas en un estado de medido descontrol, versión adulta del furor que provocó la Beatlemanía a mediados de los 60.

El programa ofrece dos conciertos en uno, que se van alternando: por un lado Ringo con los legendarios temas a los que les puso su voz en Los Beatles; por el otro la All Starr Band que reserva momentos de protagonismo en partes escrupulosamente iguales para sus integrantes. Pero, a decir verdad, el inquieto Ringo es la estrella, no hay dudas de eso, que va de un lado a otro, sube y baja de la alta tarima de su batería, pasa por el piano y dispara la intro de Don’t pass me by (del White Álbum). Desempolva los rocks que grabó en la primera época de Los Beatles y al comando de su histórica Ludwig tocará y cantará Boys (de Please, please me) y Honey don’t (de Beatles For Sale). Este verdadero showman que durante años se mantuvo a la sombra de Lennon y McCartney, hoy se explaya a sus anchas sobre el escenario y marca los tiempos del show, se muestra locuaz y muy comunicativo con la gente, bromea y contesta hasta el límite de la paciencia la avalancha de comentarios que le tiran. Lo interrumpen y reconviene con un “I’m talking” (interprétese como: “Estoy hablando, no jodan”) con inconfundible entonación británica. Pero se permite jugar: “What is my name?”, reclama, para que la platea estalle en un ensordecedor ¡Ringo! Y recibe regalos, y devuelve atenciones, e insta a que imiten sus dedos en “v”, símbolo ecuménico de Peace & Love. “Hay damas en la sala?”, pregunta como introducción para I wanna be your man (Quiero ser tu hombre) de With The Beatles; y el esperado paseo en Submarino Amarillo al que nadie puede resistirse. El final se aproxima con Photograph, aquel hitazo que compuso junto a George Harrison y continúa con Act naturally, su contribución para la película Help! (Socorro!), antes de un cierre épico con With a little help from my friends que se prolonga en el estribillo de Give peace a chance de Lennon. No existe para Ringo esa convención que llamamos “bises”, y ni falta que hacen, con sus estoicos 73 años y durante dos horas dejó el alma en el escenario. Después de todo, no siempre ocurre que un Beatle llegue a tu ciudad, y salvo que algún día se concrete el prometido arribo de su amigo Paul, ningún otro músico de este planeta podrá igualar el efecto que produjo Ringo a su paso por aquí.