Brancciari (NTVG), frontman distante. |
Por Néstor Pousa
Cobertura Especial
Cobertura Especial
La reciente edición del Cosquín Rock que acaba de finalizar, número 16 consecutiva en el
record histórico del ciclo, comenzó a escribirse en las páginas de informes meteorológicos
antes que en las secciones de espectáculos. Tan sólo 24 horas antes de su
inicio, la mañana del viernes 5 de febrero, el cielo parecía desplomarse con
una de esas tormentas de verano que ocurren cada tanto. Las caras empezaban a
mostrar gestos de preocupación, sin embargo para José Palazzo, organizador y productor general del evento, una cosa
estaba clara: el festival se iba a realizar a como dé lugar y así lo ratificaba
rotundamente en cada nota periodística que le hacían en los medios de prensa
que mostraban preocupación por la suerte del festival. Decía Palazzo con su
clásico humor irónico, pero muy en serio, que: “Va a ser una fiesta con un poco
de barro en los pies”. No estaba dispuesto a asumir otra vez el monumental
trajín logístico y costo económico que el año pasado le insumió a su producción
trasladar completa la grilla del domingo al martes por los efectos de un
diluvio tanto o más impetuoso que el que ahora amenazaba. Aquel que produjo
estragos en las Sierras Chicas y puso fuera servicio por 6 meses el nuevo
Camino del Cuadrado.
No es inapropiado entonces empezar trazando un
mapa pluvial de lo que fue ese fin de semana largo en el Aeródromo de Santa
María de Punilla, locación donde se realiza el ciclo desde hace seis años, en
donde el sábado amaneció con un sol que cuarteaba la tierra y convertía en un
verdadero sauna al predio, estado que cambió gracias a una leve lluvia que
llegaría cerca de la medianoche cuando hacían su aparición en escena los nuevos
niños mimados del festival, La Beriso,
banda de Avellaneda que acredita un estilo con indisimulables influencias de Callejeros. Hasta ahí todo aparentaba
normal y hasta parecía que Palazzo había conseguido el celular de San Pedro.
Pero había que ser cautos por los pronósticos que mantenían el alerta
meteorológico, fue entonces que durante la segunda jornada, en el
multitudinario show ofrecido por Don
Osvaldo (sustituto de Callejeros que
comanda Pato Fontanet) comenzó una lluvia de proporciones que no cesó hasta el
otro día, poniendo a prueba tanto a la sólida infraestructura de este festival campestre,
como a su fiel público. Y hay que decirlo, ambos soportaron estoicamente y a
pie firme, casi con obstinación. El lunes amaneció inestable y con lloviznas
aunque despejándose por la tarde con lo cual la jornada de cierre se pudo
resolver con un clima ideal, ni lluvia, ni calor, ni frío, en definitiva un
alivio ante tanta inclemencia. Aunque la profecía de los pies embarrados se
cumplió a rajatabla.
Walas con Massacre, cátedra de buen rock |
Iorio (Almafuerte), argentinidad al palo |
El sábado todo giró en torno a Don Osvaldo, si hasta se desplazaron los
muy estrictos horarios de cada show para esperar que ingrese la totalidad del
público afín a este nuevo proyecto del exCallejeros Patricio Santos Fontanet. Los
cordobeses de Eruca Sativa (por fin en horario central), Guasones, los
uruguayos de La Vela Puerca y Las Pastillas completaban la grilla de una noche
en donde las cruces de sal no funcionaron para cortar la tormenta.
El lunes, luego de que Walas y Massacre volvían
a dar cátedra de buen rock en el atardecer del tablado más grande, la actividad en la sala
de prensa fue incesante con conferencias de Yamandú Cardozo (Agárrate
Catalina), Adrián Dárgelos (Babasónicos), José Palazzo (organizador) y No Te Va
Gustar. A la hora de los bifes los dirigidos por Yamandú fueron la consagración
en el Escenario Alternativo ante un público híper politizado que matizó la
espera con cánticos anti-Clarín. Ofrecieron una versión compacta de su nuevo
espectáculo conceptual Un día de Julio
que dos días antes habían mostrado en forma completa en el Auditorio Municipal
de La Falda con el mismo rotundo suceso. Lo mismo para Catupecu Machu en el
Espacio Geiser con su set acústico titulado Madera.Microchip,
que si bien fue concebido para teatros o espacios cerrados, merecía ser
mostrado a una mayor cantidad de público en el escenario principal.
La Catalina, talentosos y divertidos |