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Contramano Trío: Della Vedova-Martínez-Almeida |
Fueron
los primeros locales en convertirse en grupo estable del Festival Nacional del
Tango en sus 50 años de existencia. Sobre como influyó este hecho y otros temas
hablamos con Mauricio Martínez.
ENTREVISTA
Por Néstor Pousa
Mauricio Martínez
gira la cuchara de café en una no premeditada imagen tanguera, mientras busca
las palabras precisas para explicar cómo influyó en la incipiente carrera del Contramano Trío el hecho de haberse convertido en los primeros músicos locales que
funcionaron como grupo estable del Festival
Nacional del Tango de La Falda, lugar que ocuparon maestros de la talla de
Carlos Nieto o Hermes Bálsamo. Un bar del micro-centro faldense por afuera de la
hora pico es el lugar indicado para que la charla fluya.
“Para nosotros fue importantísimo, una
experiencia hermosa la de subir tantas veces al escenario, porque para cuando
nos tocó actuar con el trío era la sexta vez que subíamos y ya estábamos súper
relajados; a diferencia del año anterior que subimos y nos temblaban las
piernas… porque ese escenario es muy imponente”, comienza a relatar Mauricio.
“Esto nos posibilitó viajar a Uruguay con el cantante uruguayo Francisco Falco
que fue quien hizo de intermediario para que toquemos en el Festival
Internacional de Uruguay, y allá hicimos algo parecido porque estuvimos
acompañando al ganador del Pre La Falda de este año, Leandro Ponte, y a la
cantante uruguaya María de los Ángeles, además de hacer lo nuestro
instrumental. Luego surgió grabar un disco con Falco en Buenos Aires; y ahora
estamos próximos a grabar con Leandro Ponte su primer disco que posiblemente
sea presentado el año que viene en el Festival Internacional de Buenos Aires.
Realmente esto nos ha abierto muchas puertas y fue algo que tal vez no se nos
hubiera ocurrido a nosotros, si no hubiera surgido del municipio faldense”,
reconoce.
Mauricio se toma un tiempo para recapitular como
nació la idea: “Nunca habíamos acompañado cantantes con esta formación que
siempre fue instrumental, aunque cada uno por separado sí lo había hecho. Al
principio estaba la pregunta si no íbamos a incorporar un cantante, un
bandoneón o un violín que son instrumentos típicos del tango, y a nosotros nos
gustaba el timbre del trío, nos parecía nuevo o raro dentro del género. Lo
primero que nos llamó la atención es que con esta formación sin bandoneón nos
llamaran para ser el grupo estable. En principio nos pidieron que acompañáramos
a un cantante, después a dos, a tres, y entonces surgió la idea de ser grupo
estable porque además nunca había sido una banda local, y a la vez era algo
pintoresco”.
-Decís que el estilo que hacen es
novedoso, ¿no remite acaso a los orígenes del Tango? “Sí, de hecho Gardel tocaba sólo con
guitarras. Yo creo que a lo que más nos parecemos en cuanto a sonoridad, y es
también uno de nuestros referentes, es a lo que hacían Salgán-De Lío que era
piano y guitarra, aunque De Lío tocaba con guitarra eléctrica y a mí me gusta
más la calidez de la guitarra clásica. Creo que por una cuestión for export se ha impuesto mucho el
bandoneón, y entonces no tenerlo, a la gente le resulta nuevo. Y también el
hecho de tocar con bajo eléctrico en lugar de contrabajo, creo que tiene que
ver con todo eso la sonoridad del trío”.
-¿Qué pasa con el intérprete cuando no tiene
un bandoneón que lo respalda?, que es como si en el rock faltara la batería,
¿los incomoda o condiciona? “A
nosotros no, porque ya estamos muy acostumbrados a esta sonoridad y a como
pensar los arreglos para reemplazar el bandoneón. En arreglos para una
formación típica de piano-bandoneón-contrabajo, en Contramano Trío el piano queda igual, el bajo eléctrico lo
adaptamos al contrabajo y yo con la guitarra reemplazo al bandoneón. Con
respecto a los cantantes: algunos no reniegan de la formación porque ya están
acostumbrados, pero hubo otros que preguntaron si no podíamos incorporar otro
instrumento que llevaran ellos”.
Mauricio Martínez (26 años, guitarra y arreglos)
y Rodrigo Della Vedova (22 años, piano), son ambos miembros fundadores del trío
y los que aún permanecen de la formación original, la que pasó por algunos
cambios de integrantes en lo que respecta al tercer instrumento, el bajo
eléctrico. Para Mauricio es habitual que los músicos jóvenes que hoy abordan géneros
como el Tango y la Milonga acrediten un pasado rockero. Para muestra, Mauricio
se conoció con Rodrigo tocando rock en Siempre
Verde.
-¿Y el Tango cómo llegó? “En el conservatorio tuve un profesor que me
acercó la música de Piazzolla, y fue la primera vez que toqué Libertango, Verano Porteño, Fuga y
Misterio, y con guitarra eléctrica que era lo que yo estudiaba en ese
momento. Después durante muchos años me dediqué a otras cosas, hasta que en el
2008 Javier Ruax (bandoneonista de Villa Giardino) me propuso armar un dúo de
bandoneón y guitarra. En un primer momento me costó adaptarme porque no había
escuchado lo anterior a Piazzolla, de a poco empecé a engancharme por lo
musical más que por lo cultural y descubrí a Horacio Salgán que fue mi otra
gran influencia. Empecé a estudiar y escribir arreglos y me apasionó”, confirma.
-¿Se puede abordar el tango si no estás
previamente formado académicamente?
“Creo que tanto teóricamente como técnicamente es necesario en cualquier
instrumento tener una técnica clásica, conservadora, de la limpieza del sonido
y la precisión del movimiento, para después romper con todo eso y ensuciarlo,
si se quiere, o entorpecer algunas acentuaciones. El Tango es tan rico desde lo
teórico, en lo melódico, en lo armónico, en lo rítmico, que faltan recursos si
uno no pasa por un estudio más académico”.
-En La Falda, hace algunos años, hubo un
clamor de los artistas locales por un cupo obligatorio en los espectáculos que
organizaba la municipalidad. ¿Hubieras suscripto? “Sí. Pero creo que también uno tiene que
ganarse los espacios. Me parece fundamental que se difunda la gente de acá,
sobre todo porque no hay lugares para tocar, pero sí creo que uno tiene que
pelearla y llegar a un nivel para ganarse ese espacio, porque si te juntas a
ensayar dos veces, estás sonando más o menos y ya te dan un lugar en un
escenario grande, a lo mejor te quedás en esa. A nosotros nos pasó cuando formamos el dúo y
no nos pusieron en el escenario; nos molestó, pero ahora escuchó lo que
hacíamos en ese momento y me doy cuenta que no tenía el nivel como para que nos
pusieran. Al segundo año nos dieron un espacio chiquito, pero ya sonaba mejor”.
-Desde una ciudad como La Falda ¿es una
utopía vivir de la música? o en tal caso, ¿qué otras cosas te exige hacer
para poder dedicarte a esto? “En este
momento de alguna forma podemos decir que estamos viviendo de la música, pero
más por el lado de dar clases (particulares y en colegios secundarios) que por
tocar. Es complicado dentro del país poder vivir de la música, nosotros tenemos
la esperanza, las ganas, la energía de, en el corto plazo, empezar a viajar lo
más posible y salir del país si se puede, porque sabemos que el Tango funciona
en todo el mundo y hay lugares en donde a los argentinos no nos quieren dejar
entrar, pero vos decís que tocás tango y tenés la chapa de ser argentino y creo
que es lo único en que te beneficia en el exterior”.
-El año que viene se cumplen los 50 años del
festival, ¿en qué lugar te ves? “Es
algo que todavía no lo pensé, pero creo que vamos a estar otra vez como grupo
estable o esperamos que así sea. Para nosotros fue una experiencia increíble y
queremos volver a vivirla. Volver a compartir con artistas, como en el 2013,
que pude escuchar al Quinteto Real en
vivo que fue el grupo por el que yo empecé a escribir arreglos de tango y se lo
pude contar al hijo de Horacio Salgán; fue muy enriquecedor también tener una
larga charla con el Maestro Osvaldo Piro; conocer a Amelita Baltar, la mujer de
Piazzolla; saludar y compartir escenario con Baglietto-Vitale; y que te
presente Silvio Soldán. Realmente fuimos conscientes de todo lo que nos estaba
pasando, lo disfrutamos muchísimo y fue terriblemente emocionante. Son sueños
que se cumplen, pero que uno ni siquiera se atrevió a soñar”.-