Fue
plomo de Pastoral, tocó en los grandes festivales de los 80’s, grabó en el
disco más vendido del Rock Argentino sin cobrar un peso y reniega de la fama. Una
entrevista sin pelos en la lengua.
ENTREVISTA
(FULL VERSION)
Por Néstor Pousa
En la sala contigua a la pista de baile los graves de la cumbia y sus
sucedáneos le parten la cabeza; ni que hablar de las liricas: baila que baila con la cocotera, mueve la
cintura, mueve la cadera. “Me da vergüenza ajena”, confiesa Claudia Puyó,
que acepta de buena gana hablar pero pide, casi con clemencia, que vayamos a
otro lado. Otro lado es, irremediablemente, a la intemperie en la fría noche
serrana. Es el frío o la cumbia ¿qué
preferís? “El frío”, me contesta sin vacilar. Y empezamos. “Como no me voy
a acordar del Festival de La Falda, ¡estoy medicada boludo, si no me acuerdo!”,
me dice, al tiempo que lanza una carcajada. “Yo me acuerdo de todo, no me
acuerdo de lo que comí ayer, ponele, porque es la memoria inmediata la que uno
pierde, pero la memoria real de las cosas que te pasaron de verdad, no podés
perderla. El recuerdo de mi primer La Falda es imposible de olvidar, fue en
1983 y yo tenía 22 años, o sea que imaginate para mí lo que era. Fue increíble
porque yo tocaba con una banda que tenía un (órgano) Hammond y un (parlante)
Leslie, vos sabés lo que es eso. Y no sabés como nos putearon porque tuvimos
que subir el Hammond y el Leslie a un camión y era un kilombo tremendo. Yo
llegué con una banda tipo Big Brother and The Holding Company, de la época de
Janis (Joplin), y fue muy loco porque no me conocía nadie, pero me respetaban
porque como tocaba rock. Tuve mucha suerte, estuve tres veces en La Falda, en
el ’83, ’84 y ’86. En el ’86 fue cuando estuvo Charly que subió totalmente dado
vuelta como un zoquete, ahí toqué también con mi banda y se armó un kilombo
bárbaro. Yo tocaba antes que Fito y estaba programada para tocar de día, y como
se había hecho de noche, no me querían poner luces, entonces yo dije bueno muchachos
¿no me quieren poner luces? yo subo y toco igual, pero le voy avisar a la gente
que no me quisieron poner luces, o sea, todo bien, pero les voy avisando que
les prendo fuego. Entonces viene Quaranta (el iluminador) que es un amigo de la
época en que yo era plomo de Pastoral…” Stop ¿Vos fuiste plomo de Pastoral?, pregunto sorprendido. “Yo fui plomo
de Pastoral, sí, entonces Quaranta que me conoce de esa época, viene y me dice:
‘Claudita, no te preocupes, yo te pongo luces’. En esa época en los festivales
era así, estabas programado para tocar de día, se hacía de noche y no tenías
luces, porque no tenias quien te las garpara, ni tenías un operador, ni tenías
nada”, remata.
-Pero vos te hiciste conocer en dos grandes
festivales (La Falda y BARock)
“Sí, bueno, en realidad yo estaba con (el productor) Oscar López, pero
me tenía como bola sin manija. Toqué en el BARock (1982), con esta misma
guitarra Ovation que me viste hoy, y
después de tocar me fui caminando por la calle, medio llorando, diciendo ¿Y ahora
qué hago? Era rarísimo porque estaba todo bien, pero, estaba todo mal, porque
nadie te consideraba, pero igual para nosotros, o para mí al menos, era tan
maravilloso sólo tocar, que yo estaba bien. Igual ellos se aprovechaban un poco
de que uno tocando era feliz, viste, como se siguen aprovechando todavía hoy”, y
lanza otra carcajada.
Claudia, además de sus conocidas dotes musicales, es muy verborragica
y no tiene pelos en la lengua. Admite: “Nunca fui muy diva, el divismo no es lo
mío, nosotros somos seres humanos y sólo transmitimos lo que podemos decir. La
música es maravillosa y la gente también, y uno puede comunicarse, yo detesto
toda esa cosa de la fama, del tipo que está como más arriba que vos. ¿Por qué?
¿quién lo dice? yo no creo en eso, yo creo en transmitir, en el amor y en que lo
que te gusta hacer, lo hagas bien porque te gusta hacerlo”.
-Está bien, pero te codeaste un poco con la fama
cuando estuviste en la banda de Fito.
“No corazón -me corrige- yo canté con Fito porque él hizo ‘Ciudad de
pobres corazones’ que es un disco que a mí me encanta, sino jamás hubiese
cantado con él”, sintetiza. Fue por eso que Claudia apareció en “El amor
después del amor” (el disco más exitoso de Páez) en uno de los momentos más trágicos
de su vida. “Yo vivía en España, mi novio se había muerto de sobredosis de
heroína y yo tocaba en el metro para comer, para que tengas una idea, o sea lo
que vos crees que es fama o felicidad… yo vivía en la mierda”, aclara, con la
vehemencia que le produce su propio recuerdo. Y continúa: “Fito vino, yo grabé ‘El
amor después del amor’, improvisé eso que escuchaste, y me volví a tocar al
metro al otro día, ni siquiera gané dinero. Pero está todo bien, como diría
Alejandro Medina (bajista de Manal y su amigo): ‘No sé qué nota tocaré, pero la
nota lo sabe’, todo bien con la música, man, el problema es de la gente que no
entiende nada. La gente que entiende, sólo hace música, nada más”.
Después del amor. Recordará el lector que entre ella y Fito Páez surgió una polémica mediática
cuando este no la quiso convocar para la gira por los 20 años de “El amor…”
(“Tiene que bajar 6 kilos”, había dicho el rosarino). Buen momento para
aclararlo.
-¿Qué onda el entredicho con Páez? “No tengo entredichos con nadie, la gente que se cruza
de vereda… si querés saber lo que pasó, resumiendo es esto: a mí no me podés
bajar dos tonos ‘El amor después del amor’ porque yo así no lo puedo cantar,
porque quedo como Oscar Casco. Fito lamentablemente ya no puede cantar en su
tonalidad, entonces bajó todas las canciones, por eso yo decidí no cantar las
canciones dos tonos abajo porque me quedaban graves, bueno, eso fue todo lo que
pasó”.
-Dijiste algo sobre la gente que se cruza de vereda… (le subrayo para que complete la idea, y es ella
quien me desafía): “Vos lo sabrás, yo no lo voy a decir, lo vas decir vos”, y
hace silencio.
-¿Estás lejos de Fito, hoy? “No loco, yo soy una persona común. ¿No me ves que
soy común?
-¿La gente puede cambiar tanto?, insisto. “¡Que se yo! preguntaseló a la gente. Yo
no, yo siempre soy la misma, me van pasando cosas, se me mueren amigos, la remo
todos los días, me es difícil bancarme sola un show tocando la guitarrita, pero
está bueno, yo amo la música, pero no juzgo a los demás, cada cual elige su
camino. Unos se operan del triunfo, los operan y les extirpan el triunfo para
siempre (sic) y otros sueñan por cantar”, se ríe de su ocurrencia. “Yo soy una
piba común que aprendió a cantar arriba de los discos de Aretha Franklin, de
Led Zeppelin, de Los Beatles, y estoy acá, hablando con vos. ¿Por qué yo voy a
desilusionar a la gente? que la gente quiera a quien quiera querer -dice como
en un trabalenguas- y que entienda lo que quiera entender, yo sé como es la
cosa, pero lo sé para mí. Lo que a mí me hace mal no me sirve, yo amo tocar, la
música me salvó la vida y me la salvará, la fama es una pelotudez infinita,
gigante”.
-¿Cómo era con 22 años enfrentarse al público de un
mega festival?
“Mirá, yo te digo, cumplí 54 años el 7 de junio pasado, el año que
viene cuando cumpla los 55 va a hacer 40 que me subí a un escenario por primera
vez, tenía 15 años. Amo lo que hago sino no estaría acá, en esta circunstancia.
Yo me gano el dinero sin robar”.-
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