Paisano eléctrico en La Falda |
Recital de Raly Barrionuevo y su banda en La Falda. Ciclo La Falda bajo las estrellas. Domingo 15 d eenero 2012.
Texto y fotos: Néstor Pousa
La gente baila, canta, aplaude, grita, se queda en silencio, se emociona, adhiere, toma conciencia, acuerda, se levanta, saca fotos, se vuelve sentar y salta otra vez a la pista de baile. La chacarera bailada de a dos o en grupos, gambeteando los cables que cruzan por adelante las sillas de la primera fila, es el pogo del folklore. Con esa intensidad el público del Raly vive cada uno de sus recitales.
El santiagueño se excusa: “Hoy estoy zambero, sabrán disculpar”. A esa altura llevaba más de dos horas de show y la aclaración estaba sobrando, había llenado la noche faldense de zambas. Las que registró en su disco conceptual titulado Radio AM, y muchas otras más del repertorio tradicional, entre ellas un tributo al Chango Rodríguez con la Zamba de Alberdi. Cualquiera hubiera planchado el show con esa lista, el Raly no, le sobra crédito y al instante pela una chacarera, o alguno de los clásicos por los cuales “el Raly es el Raly”. Ey paisano (rap telúrico que esa noche dedicó a la resistencia heroica en el Famatina), Circo criollo, Somos nosotros, el reggae Como danza la esperanza, la Chacarera del exilio, o el triple homenaje: al Che, al Sub Comandante Marcos y a Jacinto Piedra.
Así, lo tradicional, pero a su modo, se funde con lo innovador, y es lo que marca la diferencia, es lo que hace que muchos lo adoren (“Me encanta el Raly”, se escucha entre sus fans) y otros lo ignoren (“Es demasiado hippie”, dirán los que lo miran de reojo). Pero nada en él es forzado, su actitud rebelde, su lado melódico, todo le fluye de forma natural y autentica, y hasta con cierta timidez provinciana.
A su lado juega una banda sintonizada en la misma frecuencia, músicos finos y talentosos que se tocan todo lo que el líder les marca. Musiqueros porque así lo dicta el Sol: Clara Presta en piano, teclados, acordeón y coros, es el toque femenino entre tanta testosterona dando vueltas; el maestro César Elmo, en batería y percusión, mide el pulso del combo junto con el bajo de Sebastián Sayes. Y la nueva incorporación, Marcelo Gómez, otro friense como el Raly (“En Frías no van a encontrar gente para trabajar, pero guitarreros sobran”, fue su introducción), en guitarra acústica, eléctrica, coros y voz.
“Lo único que sabemos hacer es tocar la guitarra, somos bastante insoportables, cuando empezamos a tocar no paramos”, no es un eufemismo, es la pura realidad, y Raly, un frontman de pocas palabras que dice las cosas a través de sus canciones (“Somos disidentes de la puta corrupción”), pasa de la criolla a la acústica, de esta a la eléctrica, y de ahí al cuatro venezolano.
El folklore debería bendecir la aparición de un artista como Raly Barrionuevo, respetuoso de lo esencial y difusor de lo ancestral, pero con el talento y la audacia necesaria para hacer que el género no enferme de claustrofobia. Es la manera en que el fuego del más tradicional de nuestros ritmos permanecerá vivo.-