miércoles, 5 de noviembre de 2008

Pedro Aznar: del Cuchi Leguizamón a Los Beatles

Pedro Aznar presentó en Córdoba “Quebrado”, su flamante álbum doble. El ex bajista de Seru Giran aprovechó para recorrer todo su repertorio en un concierto impecable.

RECITALES DE COLECCIÓN

Por Néstor Pousa © 2008

¿Qué tienen en común el Cuchi Leguizamón y Los Beatles? Aunque muchos pueden pensar que son mundos opuestos, en el repertorio de Pedro Aznar esos mundos no son antagónicos.
El excepcional bajista pasó por Córdoba y la causa era presentar oficialmente su nuevo disco, el resultado fue un concierto de casi dos horas y media de duración en el cual no se guardó nada.
En esta nueva etapa lo acompaña una banda que sumó un guitarrista y un baterista (a la clásica formación de trío jazzero que utilizaba, de piano, bajo y percusión) con lo cual logra un sonido más rockero sin perder ductilidad y vuelo, exigencias necesarias del nuevo material.
Con el escenario de la Vieja Usina en formato auditorio todavía a oscuras, el show comenzó con el punteo de bajo del tema Quebrado, título que abre la puerta del nuevo álbum doble que contiene estrenos en el disco 1 y versiones de clásicos en el 2.
No obstante no sólo eso traería la velada, porque en la lista se fueron entrelazando piezas (propias y de otros autores) de todo el repertorio del ecléctico músico. Con Alcira y la torre (de Aznar Canta Brasil) el quinteto demostró, por si a alguno le quedaban dudas, todo su potencial, y rápidamente volvió a los estrenos con Nocturno suburbano, una belleza con reminiscencias a Spinetta Jade.
Hay un Aznar folklórico que en vivo verdaderamente conmueve. Así, armó un set entero en este sentido, en el que sobresalieron la Zamba del carnaval del imprescindible Cuchi Leguizamón y María Landó (de los peruanos César Calvo y Chabuca Granda) con una larga introducción del percusionista Alejandro Oliva, la percusión adicional de Julián Semprini que por un instante dejó la batería y pasó al cajón peruano y los teclados y coros de Andrés Beeuwsaert, para redondear una joyita de colección.
“El disco dos es un homenaje a algunos de mis compositores preferidos, son canciones que yo tocaba de manera informal”, avisó Aznar, y a continuación vinieron en bloque: ¿No es una pena? (George Harrison) pasada al castellano para que nadie se pierda la letra; Jealous guy (Lennon); Angie (Rolling Stones) con lucimiento del guitarrista Federico Dannemann y Confesiones de invierno (Sui Generis) en una versión modelo ‘73.
En la segunda parte continuó alternando temas de sus anteriores trabajos (A primera vista, El faro de los ahogados, La carne), más de lo nuevo (La abeja y la araña, Los perros del amanecer) y no faltaron repasos por Seru Giran (Si me das tu amor) y Tango 4 (Solo Dios sabe) de su memorable dúo con Charly García. Para arribar al final con su particular adaptación de la psicodélica Tomorrow never knows de Los Beatles y un último bis con la banda sentada al borde del escenario tocando con mínima amplificación el Blues de la piedad.
Aznar se mostró en todo momento como ya lo conocemos: parco, prolijo y meticuloso. Tocando en cada tema un instrumento distinto, transformando el show en una maquinaria de relojería en el cual los asistentes le intercambian bajo de cuatro o cinco cuerdas; guitarras acústicas de seis o doce; y así sucesivamente. Excesivamente escueto, desató los aplausos y las ovaciones desde el hecho puramente musical. Con ese exceso de sobriedad y talento, transitó con holgura del pop al folklore tradicional; de la música del Brasil a los clásicos del rock; del Cuchi Leguizamón a Los Beatles.-
Agradecimientos: Gustavo Ferreri (El Pungo Producciones) y Lizardo Pajón (Prensa)

miércoles, 22 de octubre de 2008

Pedro Aznar: la máscara de un chico asustado

El polifacético músico argentino Pedro Aznar presentó “Quebrado”, su flamante disco doble que conjuga estrenos y versiones de clásicos. El álbum obtuvo tres premios Gardel 2009.

COMENTARIOS DISCOGRÁFICOS

Por Néstor Pousa © 2008

Si hay algo de lo que no quedan dudas es que Pedro Aznar es uno de los músicos más completos y polifacéticos de Argentina. Aunque se lo reconoce como un notable bajista, Pedro es: multi instrumentista, cantante, autor, compositor, arreglador, productor y hábil ingeniero de sonido. Su carrera empezó de muy joven, revelándose casi como un chico prodigio. Su primera banda “seria” le llegó cuando tenía nada más que 15 años, se llamó Madre Atómica (junto al Mono Fontana y Lito Epumer). Después Gustavo Moretto lo convocó a Alas, grupo pionero en la fusión del rock con otros géneros. Corría 1977, y descubrir a Jaco Pastorius sería una definitiva influencia en su forma de tocar el bajo. En 1978, tras grabar con Raúl Porchetto, es invitado por Charly García para formar el embrión de Seru Giran, junto a David Lebón y Oscar Moro. Con este cuarteto le llega el reconocimiento masivo en el Rock Nacional. Con una considerable perspectiva de crecimiento y en la cima de la fama con Seru, en 1982 inesperadamente decide patear el tablero y abandona la banda para profundizar sus conocimientos musicales en la prestigiosa Berklee College of Music de Boston, tras lo cual se une al grupo del guitarrista estadounidense Pat Metheny para grabar discos y realizar giras. En 1986 relanza su carrera solista que ya contaba con dos discos en su haber. A partir de ahí no paró de grabar, tocar, producir, componer música de películas y participar en discos y recitales de infinidad de otros músicos.
Actualmente Pedro Aznar se encuentra en gira de presentación de Quebrado, su flamante álbum doble de reciente aparición en el cual da rienda suelta a sus dos pasiones: componer y realizar personales versiones de clásicos del pop y rock local e internacional.
En el disco 1 (estrenos) lo integran un puñado de canciones de gran fuerza en las letras y excepcionales en la interpretación. Sobresalen números como Quebrado, Fugu, Nocturno suburbano, entre otras.
El disco 2 (versiones) confirma su buen gusto, tanto para seleccionar el material como para recrear temas que son muy conocidos. Llegando al punto de realizar traducciones al castellano (para aquellos que sus originales son en inglés) que conservan la poética de la obra y la acercan a la totalidad del público. En esta segunda parte hay mucho para destacar, como Fragilidad (de Sting) en inglés y castellano o una excepcional versión de ¿No es una pena? (de George Harrison) también pasada al castellano. La trilogía beatle se completa con Jealous guy y Love (ambas de Lennon) y Junk (de Mc Cartney). En Angie, la stoneana balada de guitarras acústicas de Jagger y Richards, sigue demostrando su perfecta dicción en inglés. Del rock de acá, homenajea a Sui Generis con Confesiones de invierno, a Pescado Rabioso con Credulidad y a Los Gatos con El rey lloró.
Aznar redondea así un trabajo en el que se muestra muy seguro de lo que quiere, aunque en el comienzo del disco se desnude confesando que su seguridad es falsa y que “detrás de la máscara hay un chico asustado y quebrado”.
Premio Gardel 2009. Pedro Aznar obtuvo con su disco Quebrado los premios Gardel 2009, que otorga CAPIF (Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas), en los siguientes rubros: Álbum artista pop masculino, Ingeniería de grabación y Producción del año.

viernes, 14 de marzo de 2008

Bob Dylan en Córdoba: a diez metros de la leyenda

RECITALES DE COLECCIÓN

Por Néstor Pousa

Igual que Rodolfo Orozco (el personaje que protagoniza León Gieco en su tema Ojo con los Orozco) que contó con honor que "tocó con Bob", de la misma forma las poco menos de tres mil personas que asistieron al show de Bob Dylan en el Orfeo podrán contar que fueron partícipes de un hecho histórico: la primera vez que el fundamental artista pisaba suelo cordobés para ofrecer un show en vivo y directo. Un recuerdo que guardaremos para siempre en nuestras retinas y nuestros corazones. Por mi parte lo dejaré grabado en la carpeta que lleva por nombre Grandes Recitales de mi Historia, ya que fue uno de esos momentos donde el tiempo se detiene, y cuando eso pasa ya no sos el mismo.
Con Dylan ocurrió así, no fue un concierto más, primero porque se trata del tipo que empezó a escribir de puño y letra la historia del rock, entendido este como un movimiento artístico y cultural a nivel mundial. La escala cordobesa de su Gira Interminable (Never Ending Tour) estuvo a la altura de sus antecedentes, y nos devolvió la imagen de un músico que, pronto a cumplir 67, se mantiene plenamente vigente.  Prueba de ello es que la mayoría de las canciones que interpretó forman parte de Modern times, su disco editado en 2006, lo más nuevo de su catálogo. Si alguien quiere tener una aproximación certera a lo que es Dylan en vivo hoy, deberá visitar ese material, cosa que, por otra parte, recomendamos.
La presentación en el cómodo espacio del Orfeo Superdomo tuvo una puesta de luces deliberadamente austera y un sonido perfecto.  Sobre el escenario solamente lo necesario: los músicos, sus instrumentos y equipos. Los horarios respetados con cronómetro, como en todo espectáculo internacional, aunque el público local no se termina de habituar a esta modalidad y llega cuando le viene bien. La banda que lo acompañó, la misma que grabó Modern times, suena súper profesional, todos ataviados con impecables trajes negros y sombreros. Las botas tejanas de Dylan parecían recién estrenadas, todo un detalle de fineza en ese look de tahúres en noche de gala. Pero lo que cuenta es como tocan, sobrios en las baladas y momentos folkies, intensos en el country y el rockabilly, poderosos en un par de potentes rocks. Siempre dúctiles y precisos.

El líder, por su parte, hizo gala de su reconocida actitud distante, carente de cualquier gesto de demagogia hacia el público. No pronunció palabra en todo el show, tan sólo dirigió a la platea una inquietante mirada inexpugnable, cuando en el final posó con su banda en pleno para una foto imaginaria.
Todo bien, pero, los fans de la vieja guardia que habían ido a escuchar los clásicos, ¿se habrán ido conformes? porque los temas emblemáticos como Like a rolling stone o Blowin’ in the wind, estuvieron en la lista, pero en versiones tan deformes en relación al original, que más de uno se fue refunfuñando. Algo quedó claro: Bob no estaba allí para rendir tributo a la nostalgia. Súmenle a esto que su voz suena como si su garganta hubiera pagado toda la cuenta de sus casi cinco décadas de vida rocker. Ronca, desgarrada, por momentos tan lacerante que potencia el dramatismo de algunas de las canciones, y perdón a los puristas, pero con todo eso, llega a conmover.
Mucho se dijo sobre si Córdoba era o no, una plaza apta para grandes shows internacionales de rock, y que estos artistas no convocan aquí lo que indica su curriculum. Igualmente, en la productora cordobesa responsable del espectáculo quedaron conformes: “Para nosotros fue fascinante, no ganamos plata, todo lo contrario, pero desde que firmamos el contrato sabíamos que no existía la posibilidad de ganar con este artista, lo importante fue hacer esto que para nosotros nos genera haber egresado como productores de rock, y eso era el sueño. Misión cumplida”, aseguró José Palazzo, mandamás de Nueva Tribu.
Quedaron felices, como esa turista europea que, en la puerta y cartel en mano, pedía que alguien le obsequiara una entrada, y un periodista de la Rock & Pop le cedió una de las dos que le habían asignado, ¡y en fila 3!
Felices, como los que en los dos únicos bises pudieron acercarse al pie del escenario y estuvieron a diez metros de la leyenda, mientras este se mecía al ritmo de una brillante versión de Thunder on the mountain. Felices.-

Fecha: jueves 13 de marzo de 2008
Sala: Orfeo Superdomo