El músico cordobés Horacio Sosa (ex Posdata) lanzó “Ocre”, el segundo disco de su carrera solista. Un trabajo en donde su autor se revela como un músico integral.
COMENTARIOS DISCOGRÁFICOS
Por Néstor Pousa © 2007
Tras un prolongado paréntesis de casi 16 años, el ex Posdata Horacio Sosa volvió a entrar a un estudio de grabación para registrar Ocre (editado a finales de 2006), su segundo disco solista, acompañado por músicos -amigos- invitados que participaron del proyecto. “Es largo de explicar el porque vuelvo a grabar -nos dice Horacio- un músico en Córdoba, en el interior, aunque seguramente puede estar peor el músico que vive en Chepes o en alguna localidad de Formosa, graba un disco cada 10 años, más o menos. Le pasó al Cuchi (Leguizamón) no es que nos pase a nosotros. Y cuando lo graba, es por sus propias motivaciones de dejar un documento de su trabajo, y porque a uno le gusta compartir las canciones con los músicos amigos que, a su vez, edifican su propia música a partir de lo que uno les hace escuchar. Es placentero tocar, y más aún hacerlo con otros músicos, y luego hacerlo con el público, ahí es la culminación, la ceremonia que cierra el círculo… y seguramente abre otro nuevo. Es un ciclo eterno. Pero la motivación mayor no sé cuál es. Debe haber conscientes e inconcientes. Tal vez el deseo, tal vez burlar a la muerte en alguna pequeña y desconsolada medida. Tal vez sentirse vivo”.
Ocre, amarillo, marrón… son los colores de un otoño al que la melancolía del alma apenas si le puede arañar un empate. Así es el comienzo de un disco que bien podría considerarse como el más logrado de toda su carrera, esto sin menospreciar la calidad de los anteriores, muy por el contrario. Ocre es un trabajo de una calma cautivante, donde parece que no va a pasar nada, y pasa todo. Una obra en la que Horacio Sosa además de cantar, tocar la guitarra y componer la mayoría de los temas, también arregló partes de cello, clarinete, bronces, percusión y voces; y escribió solos de bandoneón y guitarra eléctrica, un dato que lo reafirma como un músico integral.
Todos estos años de espera nos devolvieron un puñado de canciones de una enorme calidad musical e interpretativa, que encuentra sus puntos altos en: Ciudad alma, que empieza con el sugestivo interrogante ¿Córdoba va…? y sigue con el trío formado por Horacio, Ariel Borda y Sergio Korn, especie de 'Crosby, Stills & Nash a la cordobesa'. Caída del amor cuenta con la participación en el bajo del Negro Cuevas, un ex Posdata de la primera época. A punto de salir con brillante sección de bronces. Consignas y graffitis, con el aporte de Jorge Fandermole, nos recuerda que “las consignas de estos tiempos no chorrean utopías”.
Las únicas canciones de todo el programa que no pertenecen a Sosa son dos piezas del folklore tradicional que justifican su inclusión por sus novedosos arreglos que las convierten en perlas del trabajo. Una de ellas, Zamba del Ángel de Ariel Petrocelli y Hugo Díaz, una letra conmovedora recreada con aires de bossa nova y el aporte de Damián Torres en bandoneón. La otra, Perfume de carnaval con la voz forzada hasta el susurro de Horacio sobre el bajo de Fernando Olmedo. En ella aparece como invitado su autor, Peteco Carabajal.
Horacio aporta otra zamba de su propia cosecha titulada El don viajero, y del repertorio de Posdata revisita Quiero amar mi país -la que alguna vez eligió Mercedes Sosa- una de sus más bellas canciones que, como las grandes páginas, no perdió ni un milímetro de actualidad.-
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Por Néstor Pousa © 2007
Tras un prolongado paréntesis de casi 16 años, el ex Posdata Horacio Sosa volvió a entrar a un estudio de grabación para registrar Ocre (editado a finales de 2006), su segundo disco solista, acompañado por músicos -amigos- invitados que participaron del proyecto. “Es largo de explicar el porque vuelvo a grabar -nos dice Horacio- un músico en Córdoba, en el interior, aunque seguramente puede estar peor el músico que vive en Chepes o en alguna localidad de Formosa, graba un disco cada 10 años, más o menos. Le pasó al Cuchi (Leguizamón) no es que nos pase a nosotros. Y cuando lo graba, es por sus propias motivaciones de dejar un documento de su trabajo, y porque a uno le gusta compartir las canciones con los músicos amigos que, a su vez, edifican su propia música a partir de lo que uno les hace escuchar. Es placentero tocar, y más aún hacerlo con otros músicos, y luego hacerlo con el público, ahí es la culminación, la ceremonia que cierra el círculo… y seguramente abre otro nuevo. Es un ciclo eterno. Pero la motivación mayor no sé cuál es. Debe haber conscientes e inconcientes. Tal vez el deseo, tal vez burlar a la muerte en alguna pequeña y desconsolada medida. Tal vez sentirse vivo”.
Ocre, amarillo, marrón… son los colores de un otoño al que la melancolía del alma apenas si le puede arañar un empate. Así es el comienzo de un disco que bien podría considerarse como el más logrado de toda su carrera, esto sin menospreciar la calidad de los anteriores, muy por el contrario. Ocre es un trabajo de una calma cautivante, donde parece que no va a pasar nada, y pasa todo. Una obra en la que Horacio Sosa además de cantar, tocar la guitarra y componer la mayoría de los temas, también arregló partes de cello, clarinete, bronces, percusión y voces; y escribió solos de bandoneón y guitarra eléctrica, un dato que lo reafirma como un músico integral.
Todos estos años de espera nos devolvieron un puñado de canciones de una enorme calidad musical e interpretativa, que encuentra sus puntos altos en: Ciudad alma, que empieza con el sugestivo interrogante ¿Córdoba va…? y sigue con el trío formado por Horacio, Ariel Borda y Sergio Korn, especie de 'Crosby, Stills & Nash a la cordobesa'. Caída del amor cuenta con la participación en el bajo del Negro Cuevas, un ex Posdata de la primera época. A punto de salir con brillante sección de bronces. Consignas y graffitis, con el aporte de Jorge Fandermole, nos recuerda que “las consignas de estos tiempos no chorrean utopías”.
Las únicas canciones de todo el programa que no pertenecen a Sosa son dos piezas del folklore tradicional que justifican su inclusión por sus novedosos arreglos que las convierten en perlas del trabajo. Una de ellas, Zamba del Ángel de Ariel Petrocelli y Hugo Díaz, una letra conmovedora recreada con aires de bossa nova y el aporte de Damián Torres en bandoneón. La otra, Perfume de carnaval con la voz forzada hasta el susurro de Horacio sobre el bajo de Fernando Olmedo. En ella aparece como invitado su autor, Peteco Carabajal.
Horacio aporta otra zamba de su propia cosecha titulada El don viajero, y del repertorio de Posdata revisita Quiero amar mi país -la que alguna vez eligió Mercedes Sosa- una de sus más bellas canciones que, como las grandes páginas, no perdió ni un milímetro de actualidad.-
MAGNÍFICA INTERPRETACIÓN Y UNA POÉTICA INCOMPARABLE
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